jueves, 30 de abril de 2020

La necesaria participación de la sociedad civil en el diseño del futuro modelo turístico canario

Carreras para ocupar hamacas en un hotel en Canarias.
Ha anunciado el gobierno alemán que ha extendido las restricciones de viaje para los turistas debido al coronavirus hasta, al menos, el 14 de junio. Norweian estima que la 'normalidad' se vislumbrará a partir de enero de 2022... Y así todas las cifras y fechas que se barajan. Pero aquí nos preocupa abrir los bares cuanto antes y a ser posible sin restricciones del aforo que se plantea de reducirlo hasta el 30% de lo que ya conocíamos. Evidentemente, si se impone una reducción hasta menos de un tercio de su actividad, la caja también ser reducirá drasticamente. La crisis está servida en el sector de la hostelería y restauración, con su consiguiente contagio al resto de la economía.

Aunque no será la primera, ni la más larga ni la más demoledora de las crisis, sin bombas, sin armas, sin casus belli, esta es muy diferente de las 15 crisis -y más- vividas por Canarias en un siglo, incluidas Guerras Mundiales. Esta pandemia causará una durísima quiebra, según podemos vislumbrar en apenas dos meses desde que llegó a España y paró en seco al país, como a tantos otros, como al mundo. Pero ¿es una quiebra económica o de modelo del turismo de masas? ¿Iremos a la ruina o a la reconstrucción con un diseño nuevo? ¿Cuál es el modelo de negocio que quieren imponer? ¿Tienen claro que las kelys tendrán un protagonismo extraordinario, casi equiparable al sol? No olvidemos que el año pasado se presentó el Plan Estratégico del Turismo (PECT 2025) y habrá que tirarlo a la basura, porque ni siquiera contemplaba la posibilidad de esta situación, como sí hizo el Observatorio del Turismo de Canarias en su informe de coyuntura en 2007, con aviso de los efectos del cambio climático. Incoherencias que nos recuerda la hemeroteca, como el hecho de la desvirtuación de los programas de manipulador de alimentos o de seguridad e higiene en el trabajo que adquieren a partir de ahora un protagonismo fundamental.

Para ello hemos de volver a la experiencia canaria en las crisis turísticas previas. De ellas podemos destacar tres características en esta pequeña historia. En primer lugar, nuestra oferta alojativa y recursos turísticos siempre han salido indemnes de la destrucción bélica, pero han necesitado reinventarse. Hemos podido conservar bastante biodiversidad en nuestro territorio, más que en el resto de territorios del planeta. En segundo lugar, siempre nos ha recuperado nuestro clima saludable.

La tercera característica es que en los momentos más necesarios ha surgido la participación de la sociedad civil interesándose por la construcción de un modelo de turismo respetuoso con el paisaje y paisanaje de todas las islas e islotes. Y lo hace real en diferentes épocas del siglo XX gracias al liderazgo de dos artistas cuyo ejemplo sorprende al mundo: Néstor Martín-Fernández de la Torre y César Manrique Cabrera.

Recordemos que desde sus orígenes, se ha fortalecido la idea de que las islas curaban la salud de forma integral y sostenible. Nuestros primeros turistas huían de la contaminación industrial.

La oferta actual es fruto de 60 años de evolución del turismo y de los territorios creados ex profeso para dicha actividad. En muchos casos olvidando que Canarias debía mantenerse como destino con un clima saludable y se destruyeron zonas donde el hacinamiento es insoportable. Una masificación que en algunos casos afecta al resto del sector en las islas y reduce sustancialmente el valor de marca. Aunque es innegable que hay oferta de calidad en todas las categorías de establecimientos. Nuestros turistas huyen del frío y buscan un espacio donde liberarse de los abrigos durante el invierno.

Ahora estamos en otro escenario, pero permanecen las mismas necesidades en quienes nos visitaban que las etapas anteriores de la actividad turística.

El coronavirus se extendió y descubrimos que se puede controlar los contagios, hemos superado la falta de previsión (y de información rigurosa) con un coste en vidas demasiado trágico. Pero se puede controlar, actuando de forma responsable y con un dispositivo humano y de material farmacológico que pagaremos todos, que debe reproducirse (incluso extremarse) en los establecimientos turísticos y de restauración que habrá que ver quién paga esta reconversión. Pero antes hay que explicar qué modelo turístico es el que va a convivir con las pandemias globales. Y poco se sabe de lo que se está estudiando salvo que en la mesa se sientan los 'agentes sociales', o sea: patronales, sindicatos, corporaciones, gobierno y universidades. Pero... ¿de qué parten y a dónde quieren llegar? ¿Representan realmente a la sociedad o sólo los intereses económicos y políticos de quienes no han podido evitar la catástrofe?

Lo cierto es que la máquina está parada. Necesita el motor a reacción y trasladar a los mayores de 60 años del norte europeo. El dilema es la desconfianza entre ambos. Entre los residentes -que necesitan trabajo- y los turistas -que necesitan nuestro clima saludable y la seguridad-.

Lo real es que no habrá -durante un plazo amplio y no exento de sobresaltos- transporte aéreo masivo, sino con reducción de pasaje. Y tampoco volveremos a ver vídeos de guiris corriendo a poner toallas en las hamacas para reservarlas y no tener que caminar a la playa.

La confianza se logrará territorio a territorio. Y en eso si podemos ser un laboratorio, en recuperar seguridad. Pero ahora tenemos que saber leer la situación con perspectiva y aprovechar este precioso periodo de reflexión y disponibilidad de una infraestructura para readaptarla.

Presentar un plan de reconversión para un destino que garantice un clima saludable, que ya tenemos, con un nuevo atractivo: la seguridad, deberían ser los preceptos de ese plan de recuperación. La que demandan los empresarios y trabajadores, pero también nuestros sanitarios que atendieron al primer caso en España (La Gomera), el primer hotel clausurado (Tenerife) o la turista italiana que debe la vida a los sanitarios que han atendido sin recursos a una población foránea. La nueva seguridad para residentes y turistas ha de estar consensuada y garantizada en el plan. Y eso obliga a redimensionar la oferta. Aunque aparezca la vacuna. Es lo menos que debemos hacer para evitar que el sistema sanitario reviente.

Hay empresas que saben que han de adaptarse a los nuevos tiempos de distancia física. Cada destino también ha de reinventarse y fortalecer su marca a sabiendas de que vendrán menos turistas durante un año como mínimo y que probablemente las estancias sean más largas (los establecimientos deberían premiar la permanencia), aunque habrá que imaginar cómo reestructurar la oferta para que el cliente pague más por todo lo que le ofrecemos y que no encontrará en otros lugares. Ya está bien de imitar y hacer lo mismo que el resto de destinos para hacer negocio con productos de masas. Ese modelo no podrá ser operativo en mucho tiempo y hemos de invertir en transformarlo para que sea más rentable incluso con menos clientes. Lo fácil es también lo más peligroso en esta situación, para la población y también para las propias empresas. Un paso en falso y nos hundiremos definitivamente.

Puede que haya quien sólo piense en recuperar cuanto antes la facturación y no entienda que hay una realidad transitoria -una oportunidad- que tiene en vilo al único sector que puede recuperar la economía Canaria e impulsar el resto de sectores productivos, como hicieron Néstor y César con sus apuestas que fueron secundadas hasta que la ambición cegó a quienes debieron gestionar y continuar su herencia, sus principios.

¿Alguien en esa mesa o consejo que elabora el plan de recuperación turístico de Canarias ha pensado en qué respuesta daría Néstor o César a la situación actual? ¿Por qué no? ¿Es mejor intentar volver al modelo de 14 millones de turistas mileuristas (media del gasto) o la 'normalidad necesaria' no supone menos turismo con mayor gasto en el destino de clima saludable y seguro aislados de la pandemia?

Por si fuera necesario, recordemos aquí algunas de las advertencias que realizaron.

Néstor Martín-Fernández de la Torre
  • "No viene a nuestras islas el viajero que nos visita para encontrar en Tejeda un tacón de Luis XV o una cabellera oxigenada."
  • "Si no recobramos y acentuamos nuestra personalidad, nada podemos ofrecer al turista que le halague y satisfaga, dentro de un estilo netamente canario tenemos que revalorizar todo lo nuestro, sea moderno o tradicional."
  • "No olvidemos nuestra condición de isla."
  • "No concibamos las cosas en pequeño sino en grande, con la vista en el porvenir, aunque los espíritus materialistas pudieran asustarse y calificarnos de irrealistas."
  • "No creo que sea imposible recuperar la fama que los nombres de los antiguos asignaron a Canarias: Islas afortunadas, jardín de las Hespérides, Campos Elíseos..., es labor que corresponde a los hijos de esta tierra privilegiada, entre los que yo me ofrezco incondicionalmente y prometo cuanto valgo."
  • "Si de nosotros no parte, ¿quién lo va a hacer?. Laboremos, pues, por conseguirlo."
César Manrique Cabrera
  • "No debemos desfallecer, hay que seguir adelante, estar vigilantes mantener viva la conciencia crítica, pues el futuro nunca está conseguido, lo tenemos que hacer desde el presente."
  • "No voy a renunciar, bien sea con mis obras o con mis permanentes denuncias, a la lucha por nuestra supervivencia y por la conservación de nuestro entorno."
  • "No pueden prolongarse las consecuencias de este abuso irracional, por estar en juego la supervivencia de la especie."
  • "No tienen nada que ver con los principios elementales y biológicos que rigen la naturaleza y que han encadenado a la especie a un destino sin norte, incapaz de hacernos ver un futuro de felicidad."
  • "La pregunta: ¿Quiénes son los responsables"

domingo, 26 de abril de 2020

El regreso del denostado bungalow y Erte para qué os quiero

Tirar mascarillas y guantes. Poco aprendemos de la lección.
El miedo y la desconfianza ante un posible contagio o brote -o nuevo tsunami- de coronavirus marcará los comportamientos de los turistas hasta que una vacuna nos libre de este mal. Que no significará que superemos este shock planetario y el temor a otras pandemias. Pero esto no significa que los europeos olviden que hay lugares donde pasar el invierno más confortables (y baratos) que quedarse en sus casas. Por eso, y sabiendo que hay formas de actuar para evitar los contagios, volverán a visitarnos esos mayores de riesgo o vulnerables, pero con otras prioridades: seguridad, tranquilidad y distanciamiento.

Durante décadas hemos dicho que uno de los problemas de los destinos turísticos de Gran Canaria y las islas orientales era la supremacía de la oferta extrahotelera (bungalows y apartamentos) frente a las comodidades del hotelero, particularmente para las mujeres que prácticamente no podían disfrutar de las vacaciones. Hoy las tornas se cambian. Nada como tener una cocina y hacerse cargo de la limpieza (espero que de forma compartida mujer/hombre) para sentir una mayor seguridad frente a un enemigo invisible. Pero este turismo no es suficiente para reactivar el sector. Probablemente esto sea el inicio de la recuperación del turismo con alojamientos más independientes y por estancias más duraderas.

Por ello, habrá que ver las posibilidades que hay de poner en marcha los establecimientos hoteleros, en qué condiciones y en qué puntos críticos habrá que intervenir para adaptar los hoteles a las necesidades de distancia social: restaurante, buffet, piscina y espacios comunes. Pero, sobre todo, la nueva cultura higiénica de todo el personal y, también, para los clientes.

Lo sorprendente es que hay cientos de miles de trabajadores que han estado obligatoriamente un mes y medio en sus hogares afectados por un ERTE y de brazos caídos (en cuanto a su actividad laboral), fundamentalmente del sector turístico, un personal que no podrá volver a sus trabajos hasta restablecer las conexiones aéreas con los países emisores, lo cual está por ver, sobre todo por el riesgo de que vuelvan a saltar las alarmas y quede gente en tierra como ha sucedido a finales de marzo. ¿Y no podría aprovecharse esta situación?

Igualmente, muchos empleados públicos han estado y están también inactivos y en sus casas, al igual que muchos profesores universitarios dando clases mediante teletrabajo, limitados y con recursos propios. Igual que el ERTE pero cobrando el 100%. Toda una materia gris que debería aprovecharse para que en este periodo se prepararan cursos teóricos y prácticos para formar en las condiciones de seguridad y control de la pandemia en Gran Canaria y, mucho mejor, en el Archipiélago. En primer lugar, porque es necesario preparar a la sociedad en este nuevo escenario de higiene, distancia social y prevención de contagios.

Esta es la primera tarea que hay que abordar y que deberían integrar de forma obsesiva en los programas de formación de todo tipo: para desempleados, empleados y afectados por ERTE. Porque es necesario restablecer y recuperar la confianza de la sociedad en el reencuentro, en compartir los espacios comunitarios, recuperar espacios tras el confinamiento, lo cual será posible solamente si somos capaces de cambiar nuestra cultura higiénica y de distancia social. Objetivos en los que Canarias ha de ser pionera y lider (y ya estamos tardando, si no se nos han adelantado). Esa formación debe ser teórica y práctica, cuyo título será un elemento importante -y próximamente curricular- para el retorno al trabajo tras la reapertura de establecimientos turísticos. Incluso sugiero que cada mes, todo el personal de un establecimiento participe en un Día de Limpieza, en memoria de los fallecidos y, al igual que en esos actos de homenaje a víctimas de terrorismo, violencia de género o de otras causas, se realicen actividades de mejora de las instalaciones... Para que no olvidemos lo sucedido y lo aprendido en esta crisis.

Esto se lo comenté a varios empresarios turísticos y les dije si era necesario y viable. Me respondieron que es una de las cosas que hay que hacer. Obligatoriamente. Y basta un ejemplo para demostrarlo: un destino turístico líder en el mundo no puede mostrar la guarrería de mascarillas y guantes de un solo uso tirados por el suelo. Hay mucho que hacer para que dejemos de ser guarros y exponernos a riesgos que pueden ser evitables.

martes, 21 de abril de 2020

Tres oportunidades para el nuevo escenario económico canario

Golf Maspalomas de 36 hoyos, antes de la especulación...
Imagino que habrá muchas personas e instituciones preparando el nuevo escenario post covid19. Hay tres propuestas que me gustaría compartir con ustedes. La primera es una obviedad y una exigencia: recuperar y actualizar el origen turístico de Canarias. El destino más saludable, posiblemente, del mundo. Tenemos que ser islas fortaleza de seguridad sanitaria de una vez. No podemos ser un coladero de culebras, picudo rojo, termitas y rabo de gato. Y menos de virus.

La crisis sanitaria mundial demanda la aparición de destinos de salud garantizada (no sé si se les llamará así, pero ese es el sentido). Y todos los europeos saben que Canarias es el primer destino de salud de la historia, las Islas Afortunadas. Donde además no exista el virus y haya un control riguroso para que no vuelva a introducirse. El tiempo para ello es todavía incierto pero precioso para prepararnos para ese turismo -distinto- que vendrá. No cambiará mucho el perfil, pero sí la cantidad y los nuevos modos de vida de turistas y residentes. Ellos quieren el espacio donde disfrutar del buen clima. Así fue -o es desde hace 150 años- en Canarias, cuando llegaron británicos y alemanes a curar sus enfermedades producidas por la contaminación en los comienzos de la revolución industrial. Aquel humo enfermaba, hoy es invisible la pandemia. O, también, con la llegada de los escandinavos en los años 50 del siglo pasado. Desde entonces hemos sido durante más de un siglo el balneario europeo de invierno

De hecho, los balnearios y manantiales de aguas medicinales salpicaban Gran Canaria y también tenían fama las islas de El Hierro o La Palma, con sus pozos de aguas curativas. Todo es historia, pero el clima sigue siendo una fortaleza. Y esta crisis demuestra que se puede actuar para frenar el cambio climático. Ya hemos comprobado las fuerzas dramáticas que puede desatar la naturaleza. 

Hoy día disponemos de una planta alojativa intacta y sin heridas, amplia, con numerosas instalaciones de wellness que sustituyen aquellos balnearios decimonónicos. Una red de instalaciones de ocio y de servicios de todo tipo que han de adaptarse a las normas de distanciamiento. La recuperación de visitantes se producirá escalonadamente y a base de test, test, test (que funcionen). En plazos todavía imprecisos. Pero no solamente aquí. En todo el mundo. Hasta la vacunación. Tiempo es dinero y esto tiene que entenderlo y asumirlo este sistema sobreburocratizado con leyes que acaben con su capacidad de agotar la paciencia de los empresarios de forma injustificada. ¿Qué se puede hacer mientras? ¿Qué nuevas condiciones tendrá el mercado tras la vacuna?

En realidad, no cambiará nuestra principal oferta que siempre ha sido de salud. Sin contaminación, con lo que más demandan: sol todo el año junto al mar. Canarias es el parque temático del clima saludable. Lo repito: Canarias es el Parque Temático del Clima Saludable, para quienes padecen temperaturas bajo cero durante varios meses. Obligados al confinamiento climático. Esa población sueña con sus 'horas de oro' en Canarias. Y si garantizamos su salud probablemente asumirán el coste de ese nuevo servicio, que conlleva más personal y medios higiénicos, junto a mayores espacios por persona.

Es nuestro turismo más fiel, no podemos fallar porque entre sus preferencias hay una que necesitan tanto como nosotros: la seguridad sanitaria.

Prepararnos para garantizar la salud es dotar a todas las islas de instalaciones y personal de control sanitario. Regresar a la 'normalidad insular' nos permite una movilidad entre territorios dispares que puede facilitar la creación de productos para la sociedad conectada.

Y aquí viene mi segunda propuesta. Hay grandes empresas de entretenimiento que han visto paralizada toda su producción en todo  el mundo: películas, series, publicidad... y no saben cuándo volverá a funcionar la fábrica de sueños para abastecer una demanda que se ha multiplicado. Se han quedado sin nueva temporada y puede que alguna más. Están, como nosotros, compuestos y sin pareja, y necesitan lo que podemos darle. Garantía de seguridad sanitaria, todo tipo de escenarios naturales, todos los perfiles de profesionales (y centros formativos para especializar), sin olvidar las ventajas fiscales del REF para la producción audiovisual.

Además, el Cabildo finaliza la obra de dos grandes estudios que podría acelerarse. 'Time is money', repito, el éxito o fracaso dependerá de que la respuesta sea rápida o se eternice. Y será necesaria -YA- una línea de capitalización a las productoras isleñas para equipamiento al nivel de calidad de imagen y tecnología que exigen las plataformas de vídeo bajo demanda. Netflix, Amazon, HBO y los canales de TV no tienen a quién comprar salvo animación. 

Canarias puede ser un plató global gracias a su aislamiento de contagios, sus paisajes y a que ofrece todo lo necesario para empezar a grabar. En un PIB de 45.000 millones poder alcanzar 500 millones en cine era alcanzable. Hoy es imprescindible mantenerlo y superarlo.

Y con el REF, la ZEC y la RIC y la sopa de letras podemos hacer muchos más menús. Teniendo aquí edificios que no volverán a tener turistas en zonas privilegiadas del planeta -y en estos instantes muchísimo más- a qué empresas tecnológicas no les gustaría desarrollar sus proyectos en lugar seguro, hermoso (recuperarlo también es invertir), un Silicon Beach repartidos por islas en medio del Atlántico. O a qué desarrollador o investigador le gustaría tener una tabla de surf todo el año y no a grupos paseando sus armas por las calles. Y ésta sería la tercera propuesta u oportunidad que planteo, sin inventar nada que no haya oído repetidamente en estas islas desde hace medio siglo

Audiovisual, turistas climáticos, tecnólogos... perfiles de un modelo de turismo no 'de calidad' en esa definición tópica que oculta una discriminación económica, sino de gran valor añadido para unas islas extraordinarias en una situación idónea para potenciar sus recursos y sectores. Y, puestos a imaginar utopías y ficción (lo del virus también fue una película de ciencia ficción ¡y mira!), apliquen esto que cuento a actividades deportivas, de naturaleza, culturales, o a colectivos que buscan un lugar donde las libertades se respeten. Todo ello lejos del turismo de perrito caliente que César Manrique advertía que invadía el territorio...

¿Podrán las administraciones dar licencias express a los establecimientos turísticos para que se adapten al nuevo distanciamiento social? ¿Rebajarán el IBI u otros impuestos para esta reconversión forzosa?

Estamos en un momento de cambio en la distancia social pero también de distancia global. ¿Dónde queremos situarnos?

domingo, 19 de abril de 2020

Canarias, una desescalada antes y más segura

Un operario limpia Maspalomas sin turistas (ANDRÉS CRUZ)
Aclaro, primero, que si no hay recursos (materiales y humanos), controles rigurosos en los accesos (aeropuertos y puertos) y responsabilidad común, mejor nos quedamos en casa cuidando de nosotros, de los más vulnerables.

Se habla mucho de la desescalada del estado de alarma, incluso que tendrá fases por territorios. Y tendrá que llegar porque esta situación no puede mantenerse y ya sabíamos que llegará el día en que se controlen los contagios hasta tal punto que podamos vivir y respirar en la calle y lugares comunes, con mucho cuidado, hasta que aparezca la vacuna que se está investigando por el mayor número de laboratorios y científicos que jamás se ha visto en nuestro planeta. Aunque sí se había visto pandemias que han durado años, con millones de muertes, hambrunas y guerras genocidas.

Los canarios podríamos ser los primeros en desescalar pero no como laboratorio, como dicen algunos metiendo la pata, sino por lógica. En La Graciosa (757 habitantes) no ha habido contagios. En El Hierro hubo tres y se recuperaron, llevan 15 días sin declarar ningún nuevo caso. De hecho, ayer sólo Tenerife reportó nuevos contagios, aunque en esa tendencia descendente que hemos comprobado desde hace días. De hecho, hemos de estar bastante orgullosos de la gestión llevada a cabo en Canarias para luchar contra la pandemia. Fuimos los primeros en tener un enfermo de este virus, el turista alemán en La Gomera, los primeros en tener un espacio en cuarentena (un hotel en el sur de Tenerife) y a día de hoy es la Comunidad con menos fallecidos y menor incidencia en residencias de mayores. ¡Bravo por estos datos! (y ánimo a quienes tristemente han perdido a alguien cercano).

Como territorio insular, siempre hemos afirmado (y creo que es cierto) que aquí se desarrollan las cosas en una escala menor (el 'continente en miniatura' que dijera Domingo Doreste, Fray Lesco) y en esta ocasión no va a ser menos. Podemos ser un ejemplo de implantación de medidas de control, vigilancia, mejora de la calidad de vida (higiene y salud) y de convivencia con y post-covid19. Porque algún día habrá que salir de las casas, volver al fisioterapeuta, al dentista, al otrorrino, a la peluquería, a caminar por la calle y a ver una arena que durante más de un mes sólo ha sido acariciada por el mar y alguna gaviota asombrada de no ver ni un alma.

Pero recapacitemos... ¿Cómo es posible que con cientos de miles de turistas, en carnavales y siendo los primeros en España en recibir el virus no nos hemos contagiado todos, y hasta las pardelas en Alegranza? Un territorio que, sin sumar los turistas, presenta la tercera mayor densidad de población de todas las autonomías de España. Sorprendente, al igual que la diferencia de contagios entre islas, siendo Tenerife y La Palma las que más han sufrido la incidencia de la pandemia. De hecho, aunque los primeros casos se conocieron en el sector turístico, ha sido en las dos grandes capitales y en una isla no precisamente destacada como destino turístico (La Palma) donde se ha producido el mayor número de contagios y fallecimientos (119).

Que sí, que probablemente habríamos evitado alguna víctima mortal o todas si se hubiera tomado medidas antes del drama, pero eso dará para mucho tiempo de discusiones y análisis sociométricos. Si bien ha quedado muy claro que el turismo, el sector, no ha sido el causante de los casos de propagación registrados en las islas. Por el contrario, es probable que haya una relación directa de la propagación en las islas entre el cierre de las universidades en Madrid, la llegada de estudiantes desde la capital y la celebración del carnaval y los indianos con las incidencias y cancelaciones que ya conocemos, a causa de la calima y del ya evidente riesgo que obligó a suspender la celebración del Carnaval Internacional de Maspalomas.

La profesionalidad de la mayoría de empresas y empleados del sector turístico ha sido un ejemplo que debió contagiar a las instituciones isleñas, las cuales han actuado de forma unida para cubrir las carencias de medios de los que carecían todas las comunidades y los países, lo que presagiaba un mal augurio en una de las comunidades con más déficit estructurales de su sistema público de salud, pero con excelentes profesionales y una red de atención coherente (aunque insuficiente), que debe ser potenciada, tal como refleja la opinión unánime de expertos en todos los ámbitos.

Vaya por delante el reconocimiento a quien/es ordenaron la cuarentena del hotel del sur de Tenerife. Esa decisión fue acompañada por una respuesta de la mayor parte del sector turístico que evitó que las zonas turísticas se convirtieran en un escenario dantesco que colapsara los servicios sanitarios del Archipiélago y, por ello, la incapacidad de atender a la población de las islas.

Ahora toca reconvertir el sector, adaptarlo a la nueva realidad de distancia social y para ello se debe aprobar una ley que permita las remodelaciones con sólo solicitarlas y presentar el proyecto. Incluso deberían suprimir los impuestos a estas obras de obligada necesidad y emergencia para esa recuperación lenta que traerá el nuevo modelo turístico isleño. Luego se inspeccionará y se sancionará si se incumple lo aprobado, pero ahora hay que reformar las instalaciones después de una década de altos niveles de ocupación que han permitido capitalizar a las empresas. Ese dinero y esas obras frenarán en parte la caída de empleo y nos situarán en una posición privilegiada para acoger ese turismo post-covid19 que será, sin duda, de mayor gasto en destino y radicalmente opuesto al turismo de masas que conocemos y que tantos estragos ha causado en todo el mundo.