sábado, 28 de noviembre de 2020

Los retos de Atlantur 2021

Preparativos de Atlantur 2016
En marzo de este año, diez días después de que el Gobierno ordenarse el confinamiento de todo el país, tenía que haberse celebrado en Infecar la 43 Feria Internacional del Atlántico, Atlantur, Feria de Productos y Servicios para Establecimientos Turísticos. Pero, el 12 de marzo en una semana de locura, se acordó aplazar su celebración hasta el primer trimestre de 2021. Dos días después se cerró el país. Solo los mayores de 80 años habían vivido el toque de queda. En 2020 vimos en directo cómo contagió al mundo la pandemia, cómo lo paralizaba todo, al instante y en todo el mundo. Una enfermedad que usó la conectividad para propagarse por el planeta a velocidad de crucero, dejando a su paso el ‘cero turístico’. También en las islas, donde "a peor la mejoría" -por el momento-. A pesar de los intentos de recuperación -que pareció tan sencilla y feliz en julio-, cada paso se ha encontrado un nuevo obstáculo. Un desastre.

El sentido común nos avisaba sobre la importancia de salvar el invierno, la temporada alta, convertirnos en destino refugio, fortaleza o seguro, ante el Covid-19. Pero la alegría de salir del confinamiento duró poco. No se valoró adecuadamente la vorágine laberíntica surgida entre países y territorios autónomos. Ya sabíamos que no dependemos de nosotros (mayoritariamente responsables), pero ahora tampoco pueden actuar los operadores. Los países emisores tienen sus urgencias, por lo que cada intento de apertura se frustra,  mientras asistimos a una sucesiva quiebra de operadores, de aerolíneas, cuarentenas impuestas, sobrecoste de test, confinamiento de países y destinos... Incertidumbre. El riesgo de (poder) volar se multiplica.

No ayudó a Canarias no disponer de las capacidades del estado de alarma para actuar en territorios insulares, y cada medida propuesta desde el Archipiélago se topaba y se topa con una mentalidad continental de la administración, como si no existieran las fronteras geográficas en situación de pandemia. No entender el hecho Insular ha retrasado que Canarias estableciese sus controles para liberar las islas del virus… un laboratorio para hacer las cosas bien.

Y añadimos otro obstáculo y frustración: a la crisis sanitaria se añade una grave crisis migratoria en las islas con una falta de respuestas clamorosa, intentando por todos los medios encerrar aquí a los inmigrantes, para lo que el gobierno español y la Unión Europea utilizan los establecimientos turísticos. Una imagen que acompaña la del campo de Arguineguín. La metáfora de una apendicitis migratoria. Más incertidumbres para (poder) volar.

Pero bueno, ya tenemos que ir pensando en los deseos e intenciones para 2021. Saber cómo afronta el presente y la recuperación el sector turístico. Cómo curar la incertidumbre extendida por el mundo... De entrada, desconocemos la fecha de celebración de Atlantur, que se aplazó al primer trimestre de un año en el que ya se anuncia que no habrá carnaval; Fitur tendrá lugar en mayo; el Festival de Música se aplaza hasta julio… Todo con la provisionalidad que impone la situación sanitaria y sus variables. Otro año incierto, atentos a las 'olas' de contagios y la mejora de los tratamientos, a la espera de esas vacunas que se usarán de nada que lo permitan, creadas tras la carrera más veloz y competida por la investigación de un virus vivida hasta ahora en el mundo.

En todo caso, Atlantur podría ser la primera feria turística si se celebrara dentro de 4 ó 5 meses. Una feria requiere preparación, difusión y participación. Y el tiempo se reduce cada día, si es que lo hay... pero sea cuando sea Atlantur, habrá de redefinir sus contenidos. Adaptarse a la realidad y ampliar los objetivos iniciales que fueron ejecutados profesionalmente, pero con algunas carencias que ahora son oportunidades. Se apostó por un modelo de feria profesional del turismo pero sin turismo, sin la ilusión por experiencias. Sin el espectáculo y la venta de sueños. Una demostración de la calidad y variedad de los productos y servicios turísticos que tenemos, pero sólo en parte. Y eso limitaba el contacto, el intercambio, el atractivo social. Incluso las fechas (cierre de temporada alta) son -eran- complicadas para los profesionales y empresas...

Sin embargo, en las tres ediciones realizadas de la recuperada Feria del Atlántico, se ha dado a conocer el variado mercado local y las novedades de productos y servicios de hostelería, oferta complementaria y comercial. Pero se echaba de menos a las empresas turísticas, de transportes turísticos y sus destinos y ofertas, las islas hoy más que nunca. También hoy el reencuentro profesional es necesario, pero para atraer el interés público por el sector. El mercado local es determinante para la economía de varias islas con limitada oferta turística, y parte de los canarios que viajaban al extranjero también querrán 'staycations', o no les quedará más remedio. Por ello se debe mostrar la variada y excelente oferta turística que tenemos en las islas en estos tiempos en los que los viajes largos a lugares desconocidos o muy concurridos son poco atractivos. Una forma de probar y comprobar el funcionamiento del sector en la nueva realidad.

La Feria puede suponer ese escaparate para la oferta local, las promociones desde las islas hacia otros destinos, así como una promoción exterior de las islas. Pero ¿Podremos celebrar una feria a pesar de las restricciones de público y aforo? ¿Podemos convertir la celebración de la feria en un atractivo para divulgadores y referentes públicos para situar la marca Canarias fortaleza y seguridad para los turistas pos Covid-19? Lo cierto es que para los propios profesionales y empresas una feria podría servir para compartir experiencias e intercambiar ideas sobre cómo gestionar un turismo que necesita abrirse a todos los perfiles sin masificación; mostrar los nuevos productos pos Covid-19; conocer los productos readaptados a la nueva realidad, como el uso de envases para todo, preferiblemente de papel y no plástico; cómo el aloe canario perfecciona el gel hidroalcohólico, y un largo etcétera; cómo el turista -toda la población- ha dado un salto cualitativo en el uso de las TICs; la nueva comunicación turística…

Son muchas las transformaciones y cambios que se avecinan. Como que una feria turística pueda ser un revulsivo para el sector y no algo cansino y repetitivo.

martes, 24 de noviembre de 2020

Paciencia, calma, esperanza y turismo en Canarias

El turismo de Canarias en pandemia (Istac)
El karma ritual del epidemiólogo canario, Amós Rodríguez, para hacer frente al Covid-19, ha sido mantenido durante meses con perseverancia en el templo del Tweet: “Calma y paciencia”. Con estas palabras inicia cada tuit, complementadas con (+) prudencia. Consignas que podrían poner fin a la pandemia. Pero todo se retrasa y va más lento porque algunos/as son impacientes, imprudentes o irresponsables.

Con las actividades económicas paradas o lastradas, comprobamos la apremiante necesidad de recuperación de la actividad turística, la más importante en Canarias a mucha distancia de las restantes. Un sector que dio positivo en Covid-19 desde el primer momento y no ha parado de recaer. 'Calma y paciencia' insiste Amós, la que no hubo cuando salimos del confinamiento, pero que hay que tener para salvar la temporada de invierno, lo que queda porque ya termina noviembre y parece que algo se moverá en diciembre. Pero quién querría ir a un sitio donde la planta alojativa se utiliza para confinar a personas inmigrantes que han entrado de forma irregular en territorio UE... Se ha esmerado el Gobierno español para impedir que Canarias fueran islas-fortaleza frente al virus. Y se sienten más cómodos relegando este territorio a islas-cárcel.

Pero no todo está perdido. Como buen utópico, bucólico y pastoril, compartí con el artista Pepe Dámaso una convesación el pasado sábado sobre el artículo referido al turismo ‘senior’ que necesita nuestro clima. Y hablamos de la esperanza que se mantiene a pesar del diario recuento de errores y obstinaciones que hacen más difícil la recuperación. Porque hay demanda y oferta. La pandemia no ha podido con el deseo de venir a Canarias, incluso es una alternativa soñada por muchos para superar esta etapa.

Y la esperanza se extiende a otros ámbitos. Hay nuevas miradas hacia la ciudad futura, a los museos sin 'selfiturba'… Hay avances en test rápidos de antígenos, parece que hay vacunas posibles, variadas y con una rapidez en su preparación y fabricación nunca vista, superando a la más rápida descubierta por el doctor Maurice Hilleman contra las paperas y que le costó desarrollar cuatro años entre 1963 y 1967. Sesenta años después de aquel logro contra las paperas, es agotador y desesperanzador el paisaje de la pandemia que estamos viviendo, sin cooperación ni reacción suficiente en diversos ámbitos institucionales a pesar de los resultados de víctimas que se publican cada día. Ante este escenario, la población busca recomponer la seguridad empezando por su entorno familiar y de amistad (burbujas, le llaman). Muy lejos queda recomponer la confianza en las instituciones que no pusieron freno a un virus desde sus orígenes, y que continúa propagándose, tras fracasar la contención, con la obtención de fast-vacunas como -único recurso- defensa. El G-20 ya está repartiéndolas, mientras las farmacéuticas se convierten en las estrellas de la Bolsa. Pero... todo el mundo sabe que la recuperación será lenta y cargará con un endeudamiento para mucho tiempo. ¿Generaciones? Y es que ya arrastrábamos crisis de todo tipo. Pero en esta no basta con un Banco Central que imprima billetes sino mascarillas (como mínimo). El cambio se impone. Se acelera. La población (de todo el mundo) quiere recuperar la confianza para tener esperanza.

En Canarias, además, esa desconfianza extendida atenaza a su principal actividad económica. Un sector que requerirá de mayor protección, cuidado y proyección para iniciar su recuperación, para mitigar los efectos de la recesión e iniciar la recuperación económica. Aunque más que dinero habrá que ver si hay proyecto o modelo para una Europa pos Covid-19, porque (y vuelvo a repetir) nada será igual. La ‘normalidad’ será la que surja a partir de ahora, la que podamos y/o queramos crear para nuestro futuro. Algo que se constata en el estudio realizado por el Instituto Canario de Estadística (Istac) sobre el turismo en los meses de verano.

Las dinámicas de consumo han cambiado instigadas por la desconfianza, la austeridad preventiva de las familias y las incertidumbres; variables que influyen en la toma de decisiones del consumidor, especialmente en los viajeros, ante las motivaciones para separarse del ‘refugio’ pandémico en el que se ha convertido el espacio cotidiano, el hogar. Y, encima, pagando por ello el viaje, la estancia y los PCR a la ida y al regreso.

Por ello, (insisto) no podemos recuperar el turismo ‘de antes’. Salvo que nos arrojemos al abismo tirando precios y exponiendo a la población a una inseguridad de consecuencias dramáticas. Porque 'antes' significa una avalancha de clientes y riesgos para hundir definitivamente el destino turístico, a cambio de pagar con un mínimo margen de beneficio.

Y es que ya se atisban algunos de los cambios que se extienden en el sector turístico por parte de los clientes. Ahora es tiempo de viajar en grupos ‘burbuja’ donde la confianza y la responsabilidad común son principios de obligado cumplimiento. También se puede comprobar cómo la incertidumbre de las ‘olas’ de contagio empujan a las reservas de última hora, no sea que te quedes con el pasaje y no te dejen salir de tu domicilio. Asimismo, crece la apuesta por el turismo verde y ‘sostenible’ en lugares con espacios abiertos y sin polución. Esto ha dado lugar a una nueva motivación turística, el descubrimiento de nuevos lugares donde la tranquilidad se mide por la escasez de visitantes, incluso cerca de casa, que para eso no hace falta recorrer medio mundo.

Durante el confinamiento, y los posteriores toques de queda, semáforos, desescaladas o niveles de restricciones en cada territorio, muchas personas descubrieron que su ciudad o pueblo también podía ser una opción para disfrutar de las vacaciones. Un éxito de las 'Staycation' (vacaciones en casa) que no tienen que ser en el propio domicilio, sino también disfrutar de los servicios del hotel de la zona que siempre estuvo ahí para los foráneos.

También se habla de los nómadas digitales, o los teletrabajadores que pueden realizar su jornada laboral ejecutando las tareas necesarias desde su segunda residencia, hoteles o apartamentos de alquiler, disfrutando del campo, mar o montaña al tiempo que desarrollan su actividad sin tener que exponerse en oficinas insalubres, transportes de posibles víctimas hacinadas en esas ciudades insalubres que hemos impulsado durante siglos.

Pero no sólo hay viajeros solitarios, también crecen los viajes familiares multigeneracionales que se han puesto de moda tras las restricciones de movilidad de los últimos meses que han impedido estar junto a la familia. Ese reencuentro es más factible y satisfactorio en destinos turísticos fuera de urbes masificadas. Lo mismo que las bodas y despedidas de solteros, cuando las limitaciones de aforo puedan ir superándose, lo que augura una próxima temporada complicada para los organizadores de bodas, al juntárseles las de 2020 con las de 2021 y las surgidas de esas relaciones creadas (o rotas) durante esta soledad forzosa.

Por ello, los destinos turísticos deben considerar cómo atraer a clientes que quieren retomar y completar estas experiencias, ya sea aumentando la duración de las estancias (como viene sucediendo) u organizando más actividades dentro del destino. De ahí el auge que probablemente tendrá durante un tiempo el ‘slow travel’ frente a todo lo ‘fast’ y ‘low’. De hecho, ya hay hoteles que ofertan meses completos o mayores estancias por precios muy atractivos. Es una forma de atraer al turismo de plata que intenta economizar las largas estancias en las islas y que el sector alojativo hasta ahora consideraba poco interesante, 'turismo de cama' no 'de calidad' que ahora podría ser un perfil interesante ante la baja ocupación.
Este turismo en tiempos de pandemia elige lugares con actividades, la playa en vez de la piscina rodeado con hamacas ocupadas por extraños, distanciamiento, espacios abiertos, sin aglomeraciones y en entornos naturales, donde el paisaje, las actividades tradicionales o los servicios de bienestar ayuden a superar esta traumática experiencia en la que se nos ha clausurado la vida, o hemos visto la marcha sin duelo de numerosos seres queridos, conocidos o significados…

Por eso, a pesar de los momentos difíciles que vivimos, hemos de mantener el karma: paciencia, calma, prudencia y esperanza. Habrá recuperación, habrá turismo, pero no nos precipitemos y pensemos si podemos aprovechar esta oportunidad para mejorar.

sábado, 21 de noviembre de 2020

Turismo de plata o -mejor- de platino

Turistas 'de plata' en Puerto Rico (Gran Canaria)
El elemento nuclear del turismo canario es la salud. En ese ámbito Canarias ha logrado sacar el máximo Valor Añadido y la mayor redistribución de renta de una actividad económica a lo largo de la historia del Archipiélago. Primero fueron los 'invalids' en los hoteles y balnearios decimonónicos, más interesados por la pureza de nuestro aire. Luego vendrían los suecos en los 50 y 60 para crear sus 'sanatorios' Svenska Re (San Agustín) y Vintersol (Los Cristianos). Sin olvidar el Centro Helioterápico de las dunas de Maspalomas que promovieron Alejandro del Castillo y Eduardo Filiputti. Canarias curó muchas heridas de guerras devastadoras.

Hoy día disponemos de una red de spa, talasoterapia y todos los equipamientos para el bienestar (wellness), el complemento a las mejores playas abiertas de invierno en Europa un clima saludable, único... pero ya no se trata de burgueses con el pulmón carbonizado, ahora cuidamos de 'madurescentes' jubilados que emigran temporalmente en busca de calor y luz. Muchos, cada vez más, deciden vivir definitivamente en nuestras islas.

Ha habido un cambio de perfil y de servicios. De personas enfermas que necesitaban curarse, hemos crecido con personas que quieren cuidarse. Un clima saludable mejora la calidad de vida para personas con dolores musculares o problemas en los 'remos' y 'palancas'. Piscinas de agua templada, terapias, masajes, paseos por la playa, golf, cocina saludable, kilómetro 0, servicios médicos, gimnasios, deportes... De esta manera, la mejora de la salud que atrae un número nada despreciable de turistas (y con posibilidad de crecer) anima la restauración, la actividad cultural, comercial...

Es el turismo ‘plateado’ (sí, por el color del pelo), de septiembre a marzo... aunque aquí no hay estaciones. Tenemos la eterna primavera con seguro de sol para personas de 60 años para arriba, con los ahorros y su pensión dedicados a una vida confortable, feliz. Son extranjeros, de muchos países, no derrochan, pero disponen de mayores ingresos que la población española. El turismo de plata crecerá las próximas décadas por el aumento de la población 'mayor de edad' en el conjunto de la Unión Europea. Y también en España, no lo olvidemos...

Como dice el periodista y ex presidente del Consejo Económico y Social de la ULPGC, Ángel Tristán Pimienta, hemos de aprovechar las largas vacaciones incentivadas por el sistema de pensiones para dar una oferta residencial y asistencial. Algo que no es novedoso pero hay que innovar y crear una oferta complementaria a ese nuevo turista europeo nacido tras la Guerra Mundial.

Apostar por el turismo plateado es aprovechar las fortalezas de Canarias. Pero... ¿estamos preparados para atender sus necesidades? Habrá que mejorar -mucho- la accesibilidad en los establecimientos que no lo han hecho todavía. Y habrá que ir a los países emisores a convencer a las familias con un miembro convaleciente para que no recorran medio mundo desde Europa a Asia para el tratamiento o cura, cuando pueden venir a Canarias, como explicó Manuel Baltar en la Universidad de Verano de Maspalomas en 2012.

Así también lo considera el grupo ‘Canarias importa’, promovido por el Consejo Social de la ULPGC, quienes reconocen que existe mucho por hacer en el turismo. Un comité de diez expertos, liderado por el Rector Honorario, Francisco Rubio Royo, quien también fuera director del plan estratégico Las Palmas de Gran Canaria Proa 2020 (¡ufff! Quién se lo iba a decir hace una década que este año sería como es), y del Centro Atlántico de Pensamiento Estratégico (no puedo dejar de recordar a su extraordinaria gerente, Chiqui Castellano, que también dejaría una profunda huella en el Museo Canario).

El proyecto de 'Canarias Importa' se basa en tres categorías de elementos. “Unos son elementos nucleares”, es decir, componen el ADN de todas las acciones. “Otros son elementos tractores, que nos sirven para empezar, y otros son elementos potenciadores y ayudan a todos los demás a salir adelante y a empezar a caminar hacia ese futuro. Los elementos nucleares son los que nosotros llamamos el ecosistema verde, el ecosistema azul y el ecosistema naranja”, según Rubio Royo.

Regeneración ecológica, mar y océanos y creatividad, talento e innovación. Así se distribuyen las diez líneas de actuación de Canarias Importa (Social, Planeta, Inteligencia, Gobernanza, Salud, Talento Base, Idiomas, Turismo, Mar y Conectividad y Logística) donde lo primordial, señala Rubio, es “partir de aquello que sabemos hacer y hacerlo de manera evolucionada a como lo hacíamos antes".

Canarias Importa plantea un proyecto piloto, el Senior Resort & School Lab. Enfocado en las personas mayores, la iniciativa promueve un hotel y servicios complementarios que permitirán desarrollar la Silver Economy (economía de plata), y “el bienestar sociosanitario de las personas mayores canarias”, además de “terminar con el edadismo” (discriminación por motivos de edad), “dinamizar su envejecimiento activo y crear servicios de proximidad que desarrollen sentido de comunidad y pertenencia en barrios y pueblos”. El proyecto abre la puerta a la creación de “diversificaciones tanto directas, en el propio turismo, como indirectas en la evolución de la Formación Profesional, el bilingüismo, la disminución del paro y la pobreza, la logística del Puerto, la transformación digital y digitalización de la sanidad, educación...”

El Senior Resort & School Lab ejemplifica las relaciones entre los distintos ejes que, añade Rubio, “ejerciendo acciones tractoras, creando sinergias, olas expansivas y círculos virtuosos, permiten un desarrollo diversificado del sistema productivo de Canarias, sin renunciar a lo que ya estamos haciendo bien, pero queriendo ser mejores”.

Esta es una buena iniciativa, en la línea de apoyar al sector alojativo y complementario que apueste por este segmento. Sin olvidar que el empresariado turístico ya conoce bien la demanda de los mayores y ya puede ir reformando sus servicios e instalaciones. Quizás sea más fácil crear ese resort laboratorio en un establecimiento turístico, donde experiencia e innovación podrían servir de 'vacuna' para que nuestro sector turístico deje de ser una víctima fácil de las amenazas exógenas. De hecho, la salud y, ahora, la atención al turismo de 'plata' han funcionado siempre con éxito en nuestra actividad turística. Sólo se necesita que la Universidad rebaje su discurso conceptual y haga entendible para el empresariado turístico cómo se puede beneficiar de un laboratorio turístico y de los resultados de su actividad.

También es una buena noticia que la Universidad de un paso y cruce esa frontera física y conceptual que la ha encerrado en la zona norte de la isla para llevar su conocimiento a la aplicación y experimentación hasta la ciudad turística. Tarde y en situación crítica, pero posiblemente una de las decisiones más 'futurísticas' (nunca mejor dicho) de la institución universitaria. De hecho, varias de las actividades más 'sociales' de la Universidad tienen lugar en Maspalomas (con financiación del Ayuntamiento, al que habría que agradecer con encomio su apuesta por la Universidad de Verano y el Foro Internacional de Turismo.

Y ya puestos, añado un tercer aspecto que debería abordarse: el turismo de plata puede ser una alternativa económica más rentable y de mayor generación de empleo especializado. ¿Y si lo hiciéramos bien y en vez de plata consiguiéramos platino?

martes, 17 de noviembre de 2020

Geoturismo de emergencia

Canarias en una zona que suma conflictos
Entre otras lecciones, muchas trágicas, 2020 ha confirmado la necesidad de disponer de un centro, observatorio, laboratorio o equipo permanente de análisis geoestratégico del turismo para Canarias es este 2020. Pero no un órgano burocrático, sino operativo, ágil, independiente… Quizás si hubiera funcionado y algún alto cargo atendiera sus informes, se podría haber actuado con más eficacia ante la pandemia o -desde hace mucho tiempo- se habría podido orientar el turismo hacia posiciones de mayor defensa y seguridad. Estas dos palabras son la clave, los términos que resumen la geopolítica y geoestrategia, habitualmente usadas con fines militares. Pero muy útiles para mejorar y proteger la actividad turística ante las oportunidades y amenazas que puedan surgir. Y ahora los riesgos o problemas son muchos, gravísimos y muy variados. Por ello es una emergencia para Canarias contar con un gabinete dedicado a la geoestrategia.

Sí, ya sé que existe un Observatorio que se presenta como: “Las estadísticas de la Viceconsejería de Turismo se realizan por el Observatorio del Turismo de Canarias que es la unidad encargada del estudio y seguimiento del sector turístico del Archipiélago. Para ello cuenta con el Sistema de Información Turística que, compartido por las administraciones publicas canarias, integra la información con relevancia o incidencia en el sector del turismo en las islas. El Observatorio Turístico tiene como objetivo básico obtener la información necesaria y a tiempo para una toma de decisiones eficaz y la rápida implementación de las medidas correctoras precisas. De hecho, el mentado Observatorio aparece citado en el área de Estadísticas y Estudios, y su presencia se reduce a un listado de enlaces estadísticos con algún encargo de interés como la capacidad de carga turística isleña o la comparativa sobre normativas referidas al alquiler vacacional. Lo cierto es que no sé distinguir el formato y contenido de éste Observatorio con lo que ofrece el Instituto Canario de Estadística (otro órgano que han dejado languidecer y vaciar de contenido durante muchos años).

Repito que no es suficiente lo que tenemos y muchísimo lo que necesitamos: empezando por la Geopolítica, que es el estudio de la vida e historia de los pueblos en relación con el territorio que ocupan y los factores económicos y raciales que los caracterizan, comprendiéndolos podremos mejorar nuestro destino. Por otro lado, la Geoestrategia es un subcampo de estudio que permite relacionar problemas estratégicos con factores geográficos. Algo que también permite organizar los recursos de un territorio con sus objetivos geopolíticos.

O sea, que tras el uso histórico de la geopolítica con fines militares y políticos encontramos una metodología y unos recursos que también pueden servir para abordar las incidencias estratégicas en ámbitos como el turístico, con su globalidad y fragilidad, ya que el turismo es cooperación, confianza, relaciones en un complejo y cambiante marco de relaciones internacionales. También tiene una enorme influencia sobre las personas -cada vez más, hasta este 2020- que hacen turismo. Es cambio personal y social, diálogo y comprensión entre civilizaciones, razas, países... Por ello es víctima propiciatoria del terrorismo, de catástrofes, de pandemias y otros desastres.
El turismo presenta una enorme fragilidad y si, encima, en tu territorio tiene un gran impacto económico (36% del PIB y 40% del empleo directo), es fundamental que se realice una permanente y amplia investigación geoestratégica, creando los equipos y recursos necesarios para una organización racional de acciones para rentabilizar la actividad turística. Un recurso que no sólo servirá para el beneficio económico, porque esta actividad es tan transversal que servirá para dinamizar todos los subcampos de la geografía humana, tales como la política, economía y la acción cultural.

Y ya que estamos hablando del turismo canario, podemos recordar que nuestra situación hasta hace poco era muy cómoda en la geopolítica mundial. De hecho, Canarias no figura en el listado de islas del mundo con valor geopolítico, y así sucedió cuando la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, cuando se construyeron defensas costeras (ridículas, pero ahí estaban) pensando que seríamos víctimas de un ataque directo y ocupación, cosa que no pasó de los planes que elaboraron los aliados cuando preparaban sus estrategias. Pero estamos en 2020, 75 años después del fin de la segunda guerra y ahora encontramos indicios claros de inestabilidad en nuestro entorno, así como de interés por parte de organizaciones políticas y económicas sobre el territorio isleño, particularmente por la importancia de los minerales raros localizados en el fondo oceánico de las islas, probablemente habrá que actualizar la lista de islas con valor geopolítico, para preocupación nuestra.

La sobre pesca del banco pesquero, la crisis del éxodo africano, el ya ineludible conflicto colonial del Sahara, el cambio climático son algunas de las señales de alarma que van más allá de nuestra capacidad de acción territorial. No olvidemos que en el pasado La geopolítica española tenía claros los objeticos en la Conferencia de Berlín (1884-85), al crear espacios colonizados de vecindad en que eran próximos a Canarias (Río de Oro) y al sur peninsular (Protectorado español del norte de Marruecos). Una situación que acabó en un vergonzoso acuerdo por parte de España con el reparto de la provincia española (casi un siglo) y el despojo de su población mayoritaria (14 de noviembre de 1975). Un pueblo que reclamaba la independencia y que fue entregado a otro colonizador, lo que ha dado lugar a un territorio amurallado para evitar que entre su pueblo. España alteró profundamente la estrategia sobre Canarias y ahí sigue el conflicto enquistado, generando inestabilidad en la zona canario-saharaui.

Tristemente, hasta ahora la geoestrategia española ha tenido más en cuenta otras zonas del planeta que el entorno donde se localiza nuestro Archipiélago. Algo similar sucede con el conjunto de la Unión Europea, cuya estrategia africana es la más reciente, tras ser relegada desde sus orígenes por los países de la UE. De hecho, la ‘Iniciativa 5+5’ apadrinada por Bruselas limita a los países del Magreb y los del sur de la Unión Europea su ámbito de actuación, olvidando que Canarias es más meridional que esos países. Tan sencillo como utilizar la región árabe como colchón frente a problemas de inestabilidad y de frontera ante el éxodo africano hacia Europa. Siempre bajo la perspectiva de lograr la seguridad nacional, pero el concepto ya es antiguo, vivimos en un mundo global, conectado, con organismos internacionales ineficientes. Y ante este escenario habrá que reubicar las fronteras donde se dirimen los riesgos para nuestra seguridad presente y futura.

En Canarias disponemos del Observatorio, pero habrá que darle un buen meneo para que sea una herramienta más potente, efectiva y ágil. En España, de orígenes militares, están los centros del Instituto Español de Estudios Estratégicos, Centro de Estudios de Defensa Nacional... Y el Real Instituto El Cano, con más carácter político. Pero sumergirse en sus archivos nos demuestra el casi nulo interés por el turismo que estos organismos contemplan, siendo como es una actividad totalmente dependiente de las relaciones entre países e intereses contrapuestos.

Y es que el turismo, esa denostada actividad a la que se considera monocultivo con el manido 'poner todos los huevos en la cesta del turismo', es tratada como una política económica algo irresponsable a ojos de muchas personas por ese protagonismo económico. A esa mala prensa se añaden los evidentes riesgos: Crisis económica en los países de origen de los turistas (como sucedió hace 8 ó 10 años, o sucede ahora en Inglaterra, el principal suministrador, con el Brexit y la pandemia); El Covid-19; problemas en la conectividad y los transportes (Thomas Cook, Ryanair, o a ver cómo quedan las aerolíneas tras la pandemia); mejoras de seguridad en países competidores que nos restaban visitantes hasta las ‘primaveras árabes’ del 2009 (Egipto, Turquía, Siria, Túnez…); crecimiento en países de los Balcanes (Croacia, por ejemplo) o del Este europeo… Y en los últimos meses, amén de la pandemia, se recrudece la crisis migratoria africana con Canarias como escala, el conflicto saharaui o las pretensiones marroquíes sobre las aguas canarias…  Sin olvidar el incremento de la calima, de las temperaturas y los temporales a causa del cambio climático.

Está claro que geopolíticamente, se ha de seguir apostando por el turismo como uno de los pilares de la economía isleña mientras se incorporen otras actividades económicas que garanticen empleo y riqueza, por lo que, geoestratégicamente, habrá que valorar qué líneas de acción mantener o modificar otras, pero sobre todo diseñar algunas nuevas ante esos nuevos escenarios. Hay que pensar en medidas para fidelizar clientes y aumentar su estancia media; hay que diversificar la oferta (sol y playa es lo menos rentable y donde encontraremos más competidores), hay que mantener la alta calidad que ofrecen nuestros establecimientos hoteleros y gastronómicos… Hay que hacer de las afortunadas un objeto de deseo, con un coste beneficioso y no a precio de saldo.  

Y así nos va… Cada vez hay más interés en la geoestrategia sobre los diferentes sectores cuando es el turismo el tablero en el que nos movemos y debería preocuparnos. Hemos de anticiparnos y prepararnos, para poder actuar ante las situaciones que estamos sufriendo día a día con los cambios de estrategias y de jugada que hacen los distintos países por los diferentes problemas actuales (sanitario, económico, bélico, migratorio, político…) que influyen sobre los transportes, el comercio y sobre todo en el turismo y los servicios que, en la práctica, ha paralizado la economía de España y, sobre todo, la de Canarias.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Los episodios turísticos de Galdós

Hace un siglo, en 1920, fallecía en Madrid el escritor Benito Pérez Galdós. Uno de los novelistas más importantes de la literatura española. Impenitente viajero, a caballo entre el origen romántico del Grand Tour, el descubrimiento de los incipientes transportes de masas (barcos a vapor y ferrocarriles), las visiones futuristas de Julio Verne y su afán por la precisión de los lugares que describe.

Galdós entronca en la tradición viajera de Canarias, lugar de escala de tantas expediciones como de salida de ilustres isleños que tendrían un protagonismo singular en la historia del viaje, como José de Viera y Clavijo (amigo de Robespierre que lanzó el segundo globo aerostático en España), Agustín de Betancourt (ingeniero del Zar que fue el primero que voló en un globo en España en 1783), la familia Galván (pioneros del Grand Tour norteamericano en 1903), o Jerónimo Megías (primer turista que dio la vuelta al mundo en un crucero, el 'Franconia' en 1927, y en una aeronave, el Graf Zeppelin en 1929)…

Hay varias publicaciones sobre la faceta ‘viajera’ de la obra galdosiana, si bien literario, sociólogo, geográfico, histórico... con algunas citas o comentarios sobre cómo entiende Galdós el hecho del viaje, cómo manifestó esa transformación que produce en el ser humano, en el conjunto de la sociedad, el viaje.

Y es que Galdós fue un escritor de viajes desde sus primeros escritos, siendo alumno del Colegio San Agustín de Las Palmas, donde publica en el periódico escolar una premonitoria sátira titulada ‘Un viaje redondo’, iniciando las colaboraciones periodísticas que luego continuaría en El Ómnibus, dirigido por uno de sus profesores, Agustín Millares Torres, autor de la 'Historia de la Gran Canaria' (que inspiraría algunos de sus primeros dibujos), quien también despertó en el joven Galdós el gusto por los clásicos y la música. En aquel colegio recibió el magisterio con figuras de la talla de Fernando León y Castillo o Nicolás Estévanez, entre otros.

Las publicaciones sobre Galdós destacan su pasión viajera y cómo ha sido un impulsor del interés por conocer España, si bien visitó otros países de los que dejó una amplia crónica de viajes en los periódicos con los que colaboraba. Una actividad que realizaba con la calidad y profundidad características en este escritor, quien tuvo en su padre militar el estímulo de las referencias históricas en primera persona de grandes acontecimientos bélicos. Además, desde joven tuvo que viajar entre islas (vivió también una cuarentena en 1851 por la epidemia de cólera morbo), así como a la Península, en 1862, para vivir en Madrid, y su residencia en Santander. Además, tenía un especial apego a Toledo, con todo su simbolismo, al igual que la Generación del 98 mostraba su fascinación por Castilla.

Durante su vida, además del barco, Galdós usó en sus desplazamientos el ferrocarril, caballos o carromatos. Los alojamientos y servicios presentaban importantes diferencias. La duración de un viaje hoy día podría ser de una hora por un día, lo que dejaba mucho tiempo para escribir y conocer gente. Viajar era una odisea, pero ya se apuntaba el crecimiento del radio de conexiones, la mayor capacidad de carga y rapidez, así como las frecuencias más estables.

Galdós es uno de los más prolíficos autores de crónicas de viaje del XIX: Cuarenta leguas por Cantabria (1879). Memorias de un desmemoriado, Viaje a Italia (1888) o La excursión a Portugal (1885) la serie La casa de Shakespeare (1889). Un pasaporte literario con sellos de Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda y Dinamarca. Además, habría que añadir sus desplazamientos por España. La biografía realizada por Yolanda Arencibia, recientemente publicada y ganadora del premio Comillas, nos acerca al cuentakilómetros de la vida del infatigable escritor.

Viajar cambia a las personas y Galdós quería contagiar ese cambio a través de su obra literaria. Pero también anticipa algunos fenómenos que estaba gestando el turismo en sus orígenes. En sus textos nos recuerda que "no se viaja sólo para admirar museos, ver espléndidas fachadas y alabar a los arquitectos", porque a Galdós le interesaba la realidad. Amplia. Las ciudades con vida y su esencia. También reconoció las 'ciudades muertas', lo que hoy llamamos 'destinos maduros' u obsoletos.

Galdós conoció el desarrollo turístico de su ciudad, el auge del turismo de salud con los balnearios de Gran Canaria. Pero no comprendía el modelo turístico de moda con los lugares veraniegos de recreo: "lo más a propósito para que el viajero se aburra de lo lindo”.

También visitó lugares que atraían muchos visitantes, como en la tumba de Julieta Capuleto en Verona, donde sintió el asedio por una turbamulta de turistas... ¡en 1888! En ese mismo viaje reflexiona sobre los recursos turísticos y su interés para el viajero: "Aunque el interior de los palacios y de las iglesias de Venecia ofrece innumerables hermosuras a la admiración del viajero, más interés encuentro en recorrer la ciudad por canales y callejones, en ver la espléndida decoración externa de sus monumentos, en examinar los tipos y fisonomías de la raza y en contemplar aquel mar que a ningún otro se parece por la placidez y brillo de sus aguas".

Como progresista, cosmopolita y librepensador, desencantado de la política del "acta y la farsa", prefiere la observación personal, ver a los hombres y a las piedras hablar y describir sucesos memorables a través de los paisajes, de España y otros países, los que ambientan la proyección de sus personajes, tanto en los Episodios Nacionales como en las Novelas Contemporáneas. Un espacio abierto a un gran público, nada desdeñable para mostrar el Galdós erudito, analítico, irónico, poético, pedagógico...

También en ese cementerio de Verona, junto al sarcófago antiguo de mármol sin restos humanos de Julieta, Galdós describe la experiencia del viaje: "la realidad se oscurece, y lo ideal y soñado vive eternamente en la memoria humana". Eternamente, como su obra.

viernes, 13 de noviembre de 2020

De paraíso turístico a cárcel para inmigrantes

Muelle-cárcel de Arguineguín.
Un millar de inmigrantes han sido alojados en el Hotel Servatur Waikiki. Mil personas que se suman a no sé cuántos inmigrantes que están alojados en apartamentos y hoteles del sur de Gran Canaria y en otras islas, aunque en menor cuantía. Están aquí y cada día se suman más en una temporada que no deja de sorprender por la gran cantidad de personas que llegan a las islas, así como por el número de víctimas mortales que fallecen al intentar alcanzar estas costas tan alejadas del continente europeo, que es su verdadero sueño. Un número que seguirá creciendo mientras el Gobierno español (con una tímida protesta del Gobierno de Canarias) y la Unión Europea se lavan las manos porque el problema sigue en ultramar, lejos de su territorio continental.

Desde Madrid o Bruselas creen que el dinero lo resuelve todo, que pagando los hoteles y apartamentos -vacíos por la pandemia-, dan respuesta a dos crisis, cuando en realidad están empeorando ambos escenarios y creando problemas donde no los había. Porque es cierto que no se puede tener hacinadas a cientos -miles- de personas en un muelle-prisión en condiciones inhumanas. Pero tampoco se debe trasladar el problema migratorio al centro de la actividad turística. Ni mucho menos permitir que estas islas se conviertan en cárceles o muros de contención de los migrantes que quieren llegar a la Europa soñada.

Inmigrantes y europeos sabemos que el ‘viejo continente’ necesita solucionar su envejecimiento poblacional importando mano de obra, integrada, cualificada. Y hay muchas personas, de África y otros lugares, que quieren tener un proyecto de vida en Europa, como ese matrimonio de inmigrantes turcos que ha inventado la vacuna contra el Covid-19. O el joven futbolista que ha deslumbrado en el Barcelona, Ansu Fati. Deportistas, científicos, peones agrícolas, sanitarios, albañiles... Todas las profesiones que hay que atender para mantener los servicios y la producción de uno de los mayores mercados económicos del planeta.

Pero aquí no se gestiona con fundamento los flujos migratorios. Por el contrario, se les persigue sin otra alternativa que recurrir a las mafias que se enriquecen con un dinero que reúnen familias y poblados enteros, para poder conseguir que alguien pueda sobrevivir a una odisea muy peligrosa, mortal incluso, con la esperanza de que pueda ayudar a la comunidad.

Y así llevan varias décadas, jugando al gato y al ratón. Ayer venían por el Mediterráneo y se cierra este espacio con medidas que incluyen pagar un ‘impuesto’ a las mafias y a gobiernos que permiten en su territorio situaciones atroces contra las víctimas de este éxodo humano. Ahora toca otrav ez el Atlántico y Canarias en la ruta, a sabiendas de que estamos a más de mil kilómetros de la costa del continente europeo. Y en los despachos de la Comisión Europea utilizan la calculadora para ver el coste diario de mantenimiento de esta gente alejada, en la ultraperiferia.

Mientras tanto, junto a esos complejos turísticos ahora ocupados por inmigrantes por los que se paga  entre 48 y 52 euros por persona y día, viven las familias de los trabajadores que están despedidos o en ERTE, que no pueden hacer frente a la hipoteca, a los gastos escolares, o simplemente sólo comen lo que consiguen de la solidaridad y los bancos de alimentos. No les llegan las ayudas, aunque se llaman de emergencia, porque los trámites y la burocracia no hace más que retrasar estas medidas y poner reparos. Y ven con asombro y vergüenza cómo los ministros españoles de Interior, Defensa y Migraciones no se ponen de acuerdo para crear campos de refugiados o de internamiento de inmigrantes para gestionar sus solicitudes de refugio, asilo, trabajo o para ser devueltos a sus países de origen, cuando llevamos (en Canarias) más de 26 años recibiendo pateras y cayucos. Y todavía no se ha dado solución al problema.

Estas islas no son Lampedusa o Lesbos, ni por tamaño ni por población (con 6500 o 114880 habitantes, respectivamente). Pero se están convirtiendo en islas cárceles con la inacción de las instituciones de Canarias, España y Europa. Por el momento, son pocos los que alzan su voz para exigir soluciones y medidas frente a este despropósito. Algunos otros se suman por oportunismo político o campañas miserables de fomento de odio y xenofobia, otros armados de razón y de coherencia con un discurso de comprensión hacia el drama humano, como el presidente del Cabildo o las alcaldesas de Mogán y San Bartolomé de Tirajana. Pero el miedo al descontrol y a la falta de respuestas se extiende por la población, porque ni se atiende a los inmigrantes ni se tiene en cuenta a los residentes, condenándonos a recelar unos de otros.

martes, 3 de noviembre de 2020

El Plan de Recuperación Europeo no responde a las necesidades de Canarias

Hotel Metropole, Queen Mary y luna llena...
Es una pena. Las premisas establecidas van a frustrar la gran oportunidad de reconvertir el turismo en Canarias a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, la líneas que marcan cómo se va a poner en marcha los 140.000 millones de euros, correspondientes a España, del fondo de recuperación europeo, de los que 72.700 millones se darán en ayudas directas, después de que la Unión Europea haya alcanzado un histórico acuerdo de 750.000 millones de euros para la recuperación tras la crisis del covid-19.

Pero visto el documento ‘España puede’, creo que lo único cierto es que ‘Canarias no va a poder’. Es el problema endémico de los gobiernos. Creen que tienen la respuesta para la resiliencia de cada uno, cuando en realidad lo que hacen es encauzar hacia sus propios traumas -o sus objetivos- los recursos y capacidades que pueden movilizar.

Ya lo comentaba en un anterior artículo cuando afirmaba que este documento gubernamental hace más hincapié en la ‘España vacía’ que en la que se va a vaciar, como son los territorios insulares, si no se aprovecha la oportunidad (la financiación) para reconvertir el modelo económico de un turismo que choca con la pandemia, con un ‘mix’ en el que confluyan la actividad  turística que permita el desarrollo de las políticas ‘palanca’ y los ejes transversales del Plan,  para actuar sobre las debilidades de nuestra principal actividad económica.

Quizás si se equiparara el hecho insular/turístico con la ‘España vacía’ en cuanto a considerar que las amenazas de estos territorios son, como mínimo, igual de importantes, podríamos hablar de otro escenario. Pero no. No sólo seguimos siendo la Comunidad con menor inversión por habitante (desde hace décadas), sino que nos aseguran que Canarias y Baleares contarán con un premio de consolación de 100 millones de euros para recuperar el turismo, cantidad del todo insuficiente. Porque si leemos el Plan de Recuperación, poco podremos hacer para recuperarnos de los efectos -todavía latentes- de una pandemia que bloquea las fronteras del planeta (salvo unos pocos países).

Los ejes transversales son muy abiertos y pueden dar lugar a fenómenos curiosos. Tenemos la España verde, la España digital, la España sin brechas de género y la España cohesionada e inclusiva. De hecho, puede que una infraestructura como un tren para Gran Canaria y otro para Tenerife sean los candidatos idóneos para esa financiación. Cosa que no sé cómo solucionará la crisis económica isleña porque los raíles, las máquinas y puede que hasta el personal para estos proyectos vengan de fuera. Y, además, no soluciona ningún problema a las islas que no van a recibir ninguna inversión de estos proyectos.

Y hablando de políticas ‘palanca’ resulta que en la que se habla de turismo (el punto 5 de 10), vemos que el total del presupuesto que se destinará de esos fondos será de un 17,1%. Poco dinero para un país con un sector turístico repartido por 17 CCAA, y máxime si ese 17% se tiene que repartir también en los planes para la modernización y digitalización del tejido industrial, de las pymes y además dar impulso al programa España Nación Emprendedora.

Creo que los políticos canarios, los que pertenecen a organizaciones estatales y los que representan las siglas nacionalistas, no han tenido mucho éxito en su tarea de dar a entender lo que significa la insularidad a quienes elaboraron este Plan de Recuperación. O simplemente no se preocuparon de explicar a los redactores lo que significa el hecho insular, y por qué la Unión Europea nos otorga el status de regiones ultraperiféricas. Triste realidad en uno de los documentos que marcarán la diferencia entre recuperarse o hundirse por completo. Y no es que no se cite a Canarias. De hecho es en este punto donde se hace la única cita a Canarias, al afirmar que habrá un “Plan de modernización y competitividad del sector turístico, con el fin de fomentar la resiliencia, sostenibilidad, la diversificación y el valor añadido de este sector tractor de la economía en el conjunto del territorio nacional, con especial atención a Baleares y Canarias y al turismo en zonas despobladas”. Típico texto que puede servir para todo o para nada, ya que la financiación me da que no va a llegar ni para manises.

Pues estos son los fundamentos de una recuperación más que urgente y necesaria, de la que las prisas han dejado lagunas y sombras que desde Canarias deberían enmendar.

domingo, 1 de noviembre de 2020

El turismo en los tiempos del coronavirus

Urbanizaciones turísticas: Benidorm y El Inglés.
“- ¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? -Le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses, y once días con sus noches.
- Toda la vida -dijo.”

(Gabriel García Márquez. 'El amor en los tiempos del cólera')

Las lecciones que aporta esta pandemia son tan variables como sorprendentes. Estamos ante un problema global que perjudica a la especie humana y ésta es, a su vez, su agente propagador, lo que sitúa al turismo como una de las principales actividades de riesgo. Nada depende de tí o de tu comunidad. Basta que controles sus efectos en las islas para que el tímido retorno de turistas se frene porque se confinan los países emisores. Y a todo esto, tras siete meses sufriendo sus oleadas, seguimos esperando los controles en los accesos a las islas, y sin protocolos claros en la UE, mientras en las antípodas (Asia-Pacífico) vemos la tecnología aplicada al control de los desplazamientos para acabar con los contagios. O lo que es lo mismo, blindando sus fronteras para intentar controlar el problema y con la imposición de severos controles para frenar su importación. Y así será mientras el virus viaje libremente por un mundo incapaz de ponerse de acuerdo para cuidar su salud. Tan mal y tan egoístamente se ha hecho todo que “este ir y venir del carajo durará toda la vida”… Aunque en esta ocasión no se trate del cólera, ni de amores imposibles.

Desde un principio, hemos visto cómo se frena y controla la pandemia, sobre todo en nuestro Archipiélago, pionero en casos de portadores extranjeros y de cuarentenas, gracias al hecho insular. Sin embargo, se coló ampliamente con el retorno de familiares y amigos que llegaron de Madrid, cuando se cerraron las universidades pero no se confinó a la población para evitar la propagación por otras CCAA, contagiando a familiares y amigos. Lo vimos y lo sufrimos, pero no hemos puesto, aún, en marcha las medidas para librar a la población isleña del virus, ni para evitar que el turismo que pueda venir sea un riesgo sanitario.

Asimismo, a pesar del sorprendente repunte de agosto, los datos de la incidencia acumulada en las islas son los mejores -los más bajos- del Estado. Una situación que abría esperanzas para la recuperación de parte de la actividad económica principal de las islas: el turismo. Entre las causas de la reducción de la pandemia en las islas podríamos citar el clima, la insularidad y el modelo de urbanización turística desarrollado en Canarias que, junto a otros motivos, son las principales fortalezas de nuestro archipiélago como refugio para el turismo (y no me refiero al de 'perritos calientes') frente a la pandemia. En la mayoría de los casos, son los propios turistas los que valoran en primer lugar poder disfrutar durante el invierno de un destino donde se disfruta del aire libre con temperaturas agradables. De hecho, los expertos afirman que evitar espacios cerrados, mal ventilados e insalubres frena los contagios y, por ende, Canarias se ha convertido en objeto de deseo de quienes superan el miedo a viajar para huir del frío, el confinamiento y una escalada de contagios preocupante.

Puede que este clima sea el causante de la menor incidencia de contagios en las islas y que, por ello, Canarias ha podido evitar las restricciones impuestas en el resto del Estado español junto a muchos países europeos. Una demostración de que en determinadas condiciones el virus no es tan contagioso, si se actúa con responsabilidad. Es, incluso, controlable y hasta se le puede aislar y hacer desaparecer porque no encuentra portadores para sobrevivir y propagarse. El mar también lo aísla.

Por ello, el principal objetivo ha de ser localizar y frenar el virus. Se puede. Y a partir de ahí, imaginar fórmulas para salir del coma económico que la pandemia está produciendo en el turismo, un sector que puede continuar, reinventado, mientras se activan fórmulas o actividades económicas que crezcan paralelas al turismo para equilibrar su peso entre las actividades económicas.

El asunto es que se debe controlar el turismo en origen o en entrada, si acaso permiten a los extranjeros salir de sus países. Y, si les dejaran… ¿Puede convivir la lucha contra el virus con el turismo? Yo creo que sí, aunque primero habrá que ver qué turismo y de dónde (no a cualquier precio), cuándo (especialmente en la temporada alta), dónde (porque su localización en las zonas turísticas facilita el rastreo), por qué vienen (evidentemente para huir del frío y posiblemente para realizar actividades de ocio) y, sobre todo, el grado de acuerdo, compromiso y responsabilidad de la población local.

Además, pensando en las zonas turísticas que tenemos en las islas, curiosamente, una gran parte de las urbanizaciones ofrece unas características favorables para ese aislamiento del Covid-19, al tratarse de complejos turísticos de bungalows con amplias zonas ajardinadas y hoteles con grandes espacios abiertos para su clientela. Nada que ver con destinos como Benidorm, donde apostaron por rascacielos y altas densidades de población que ahora son poco atractivos para las vacaciones pos Covid-19. Aunque es cierto que en las islas hay una parte de la planta alojativa que tendrá que mejorar sus instalaciones para facilitar la distancia física, ya sea porque el mercado lo exija o que implanten unas recomendaciones y una posterior reglamentación (si no lo hacemos nosotros espero que lo imponga la UE) para que las edificaciones sean saludables. Y en eso nosotros somos unos afortunados y gozamos de una ventaja que no debemos poner en riesgo tirando precios. Más bien deberíamos revalorizarnos ante la falta de una competencia que supere nuestras ventajas. No obstante, es necesaria la reconversión de la planta que presente más deficiencias y controlar todas las vías de posibles rebrotes. Y no por el turismo, sino por nosotros y por nuestro porvenir.

Las debilidades de nuestro destino están en el control de entrada. Siempre han estado ahí, como hemos repetido desde que comenzó la crisis, pero seguimos sin hacer lo suficiente porque el Estado no nos lo permite, AENA no quiere cambiar sus tiendas por zonas de seguridad Covid-19, y Madrid queda perimetrada por tierra pero los aviones pueden llegar a Canarias.

Encima hemos de esperar al día 14 para implantar el control con pruebas a todo el que entre, una medida que se puede realizar mucho más fácilmente en nuestras islas que en territorio continental. Un paso que nos podría permitir la erradicación del virus como ha hecho Nueva Zelanda, que lucha contra la entrada de nuevos contagios.

Además del control, otra amenaza que va más allá de lo local es el cambio climático, cuyos efectos negativos deben ser una preocupación prioritaria y Canarias debe unir su voz a los territorios más afectados por sus efectos. Ésta es la mayor amenaza a nuestro destino, a nuestro clima que nos ha convertido desde hace 150 años en destino saludable y, particularmente, líder turístico en invierno.

Otra amenaza (ya en marcha) es que los países emisores decidan confinarse, encerrarse, y no permitir la salida de su población al extranjero. Ante esta posibilidad sólo cabe concretar y consolidar los ‘corredores seguros’. No olvidemos que el fenómeno turístico se ha convertido en la segunda residencia para numerosos europeos que difícilmente van a renunciar a la posibilidad de cambiar su clima por el de Canarias, ya sea con alquileres de apartamentos o habitaciones de hotel durante estancias que podrían ser cada vez más largas y con mayor índice de reincidencia. No es novedoso, pero la pandemia nos retrotrae a cuando los turistas optaron por disponer de un territorio como residencia climática, creando las instalaciones de salud que hoy recordamos como el Centro Helioterápico, los balnearios, Svenska re, Vintersol, o el gran spa natural que es el litoral de las islas, donde hoy proliferan centros de spa y talasoterapia. Pero no olvidemos que esta forma de neocolonialismo no ha solucionado los problemas sociales de una comunidad en la que parte de la población isleña vive en barrios con densidades de población que multiplican las del sur turístico, con masificación en el transporte público y en espacios públicos, pero en absoluto comparable con otros destinos más económicos que, por otra parte, no tienen la seguridad y garantías de pertenecer a la Unión Europea.

En definitiva, tenemos varias zonas turísticas que albergan a los visitantes, a los que hay que sumar la población residente y la población de servicio que, normalmente, reside en otras zonas más económicas. Esta población que viene y va es también cuantiosa, ya que el turismo da trabajo al 40% de nuestra población. Pero las incertidumbres son enormes, aunque las amenazas y oportunidades para Canarias podrían ser halagüeñas, pero para ello habrá que ver si la clase política está a la altura de esta situación, ya que hay muchas personas que consideran que el turismo es el apestado, el origen de casi todos los males y de ahí que en el "Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia" del Gobierno español se hable más de la España vacía que del turismo, de la España que quieren repoblar mientras se convierten en ciudades fantasma las zonas turísticas del país que desde 1960 han permitido conseguir divisas y elevar la renta nacional. Esperemos que se corrija