Tren vertebrado |
Fundamentalmente, el cambio se produce por el auge de la oferta extrahotelera, ya que la capital grancanaria mantuvo casi el mismo número de camas hoteleras entre 1970 y 1979 (16.798), mientras que las camas extrahoteleras en el sur triplicaban a las capitalinas.
¿Qué trasladó a los turistas al Sur? Pues está claro que el desarrollo de Maspalomas Costa Canaria supuso la mejor opción en la isla para el turismo que buscaba sol y playa, dado que la capital no tenía otros alicientes para los nórdicos. Además, este nuevo destinose situaban casi a la misma distancia del aeropuerto, pero en el sur todo se tuvo que improvisar desde 1962: urbanización, electricidad, saneamiento, agua potable, comunicaciones, transportes, atención médica, divisas, restauración… Y todo esto se produjo a una velocidad de vértigo porque la demanda fue durante años por delante de la oferta.
¿Y en Las Palmas de Gran Canaria qué se hizo para mantener el turismo como actividad generadora de rentas y comercio? Más bien, se hizo méritos para todo lo contrario. Y eso a pesar de que se intentó en 1974 frenar la sangría de visitantes con dos iniciativas que intentaron dar un carácter más cosmopolita y de ocio familiar a la ciudad, con el proyecto del parque de atracciones Tívoli, en la salida de la ciudad.
Por otro lado, se colocaron las columnas y raíles del tren vertebrado, un transporte rápido y cómodo que pretendía solucionar los problemas que planteaban los turistas en la capital cuando no lucía el sol, por lo que cogían la guagua y se plantaban en el sur, donde siempre lucía el buen tiempo. Esta infraestructura de transportes tuvo sus detractores en intereses económicos y en la sensibilidad de diversos colectivos sociales de la capital grancanaria.
Viñeta de Pastino en la revista Sansofé |
Pero esta ciudad/isla no ha contado sólo con estas aventuras e iniciativas, algunas exitosas y otras peregrinas o ruinosas; algunas ejecutadas y, las más, marginadas por unas instituciones que no han tenido coraje político o dos dedos en la frente para apostar por algo que posicionara a Las Palmas de Gran Canaria en el panorama mundial del turismo.
LPGC ha contado a lo largo de su historia con numerosas iniciativas con vistas al desarrollo turístico de la ciudad y de la isla. Podríamos comenzar con la propuesta de Juan Bautista Carló Guersi para convertir lo que hoy día es el barrio de Schamann en un resort con casino, hoteles y villas, aprovechando las espléndidas vistas que tiene este barrio sobre la ciudad. Por aquellos tiempos, nos referimos a 1910, todavía existía el municipio de San Lorenzo, al que pertenecía el barrio de Schamann, al igual que el Lomo del Polvo, donde se instaló el primer campo de golf de España (que se trasladaría a Bandama) en lo que hoy es Escaleritas, un espacio en el que también se pensó construir el aeropuerto que, afortunadamente, fue a parar a Gando.
Lo de aprovechar las vistas al mar o potenciar el carácter urbano de los riscos con sus viviendas observando el paisaje oceánico, al estilo de Mikonos o Santorini, fue planteado por Néstor en el primer tercio del siglo XX, y dio lugar a la creación de miradores en El Lasso y en Altavista (este último obra de Pedro Massieu en 1963, donde actuaran famosos cantantes como Cliff Richard, Manolo Escobar o Julio Iglesias, entre otros) y a los que la huída del turismo de la capital convirtió en instalaciones abandonadas o transformados en otros usos, como el de iglesia coreana.
Otros equipamientos de gran importancia, como la Casa del Turismo (en el parque Santa Catalina) o el Mirador de Bandama, fueron cedidos al Ministerio de Turismo y, por ello, han padecido un largo via crucis de decadencia y pérdida de significado.
También en la zona del puerto tenemos el Castillo de La Luz, una fortaleza con muchas posibilidades y proyectos nunca finalizados desaprovechando la situación y posibilidades turísticas que tiene junto a un puerto donde no se ha consolidado una estación de cruceros adecuada, ya que el negocio portuario tenía otras prioridades y así ha sido hasta hoy día, con un espacio bastante limitado en el muelle Santa Catalina para la demanda creciente de cruceros en la capital…
Además de la falta de visión política, algunos arquitectos –con el beneplácito de representantes políticos- han sido protagonistas del desaire a los elementos arquitectónicos que propiciaron el éxito turístico de la capital grancanaria, como fue la pérdida de edificios de Néstor en el parque de Santa Catalina, o la pérdida de elementos patrimoniales en la plaza de Las Ranas o en la Alameda de Colón. Y no olvidemos la desaparición del barranco Guiniguada con sus puentes de piedra y de palo…
Pero bueno, hay iniciativas excelentes que han sobrevivido (a duras penas), como el caso del Pueblo Canario que, durante décadas, fue el centro de atracción turística y referente para los visitantes, como también lo es desde su creación hace sesenta años la Casa de Colón, ideada por Néstor Álamo.
El Parque de la Música en el Rincón (idea lanzada por José Miguel Fernández-Aceytuno en 1987), la Gran Marina, el parque de César Manrique en El Confital... son algunas de las iniciativas más recientes para transformar la ciudad y convertirla en un referente turístico, pero quedaron por el camino.