Fitur es un gran plató televisivo. |
Si hay una palabra que puede definir la 36 edición de Fitur celebrada esta semana en Madrid es, sin duda, la euforia. Tras seis años de crecimiento y récords de entradas de turistas y recaudación, el optimismo del sector en Canarias se reflejaba en las mejores previsiones para el año que comienza y una temporada de invierno con perspectivas muy positivas en todos los destinos que ofrece la Comunidad.
Este escenario de bonanza a corto plazo no cura los problemas del sector ni mucho menos. En realidad, en este tiempo no se han realizado las actuaciones para lograr un futuro prometedor e ilusionante para los canarios. No hemos conseguido para Canarias la quinta libertad aérea, ni el desarrollo de las potencialidades del REF, ni la diversificación económica, ni que el turista gaste más del 20% de lo que dedica a sus vacaciones en las islas, ni…, ni… O sea, que tenemos un potentísimo sector económico que no produce más rentas ni atrae inversión porque nosotros mismos -nuestro Gobierno-, no mejoramos y ampliamos el modelo económico.
Ha quedado de manifiesto en estos años de crisis la necesidad de mimar el turismo. Y es que se trata de un sector transversal que afecta a casi todo en el Archipiélago, con una facturación anual que supera los 15.000 millones de euros, la principal actividad económica con más del 30% del PIB y del empleo en las islas. Es por ello que toda la sociedad canaria está atenta a cualquier novedad que se produzca en el sector, lo que incluye una especial sensibilidad a todo lo que suponga a un trato discriminatorio entre las islas, como ha sido el bloqueo al desarrollo de hoteles de cuatro estrellas en suelo calificado de Gran Canaria después de más de una década de pérdida de oferta por el constante trasvase de camas turísticas a residenciales que supera el 15% en Maspalomas Costa Canaria.
Pero volvamos a la Feria. De lo más destacado este año en Fitur ha sido la re-unión de todas las islas en un único stand, poniendo fin a la presencia duplicada de Gran Canaria por el enfrentamiento del equipo de José Miguel Bravo de Laguna con las directrices de Paulino Rivero. Una tregua que beneficia a todos, aunque todavía resuena la declaración de intenciones del Cabildo grancanario en el 40 aniversario de la creación del Patronato de Turismo por la antigua Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, cuando Gran Canaria animaba y ayudaba a todas las islas (incluida Tenerife) a sumarse a sus campañas de promoción. Una etapa que finalizó cuando la Comunidad Autónoma asumió las transferencias de promoción turística y las marcas insulares y locales hubieron de ‘someterse’ a la marca autonómica con sus aspectos positivos para el conjunto y sus aspectos negativos para los destinos singulares.
Llama la atención en este sentido que la gestión del área de turismo lleve más de ocho años en manos de diversos cargos sin que haya un grancanario entre los mismos, o que tan sólo un grancanario haya sido consejero del área en toda la historia autonómica: 1983 se crea la primera Consejería de Turismo, dirigida por Dolores Pallicer (TF), Miguel Zerolo (TF), Lorenzo Olarte (GC), Juan Carlos Becerra (LZ), José Juan Herrera Velázquez (FV), Manuel Fajardo (LZ), Rita Martín Pérez (LZ), Paulino Rivero (TF, como presidente del Gobierno con Ricardo Fernández de la Puente Armas de viceconsejero), para ahora estar en manos -junto a Cultura- de María Teresa Lorenzo (LZ). De ahí que (casi) siempre la presencia en ferias ha sido motivo de discusión sobre qué se promociona, dónde y cómo.
Volviendo a Fitur, las noticias cada año tenían un tufillo similar: mayoría de políticos que hablan de los efectos, logros y problemas del sector, pero sobre todo de las cuestiones domésticas de las islas. Es como si el gallinero local cambiara el escenario por un decorado artificial y efímero para las disputas lugareñas. Por eso muchos creen injustificado tal despliegue político en Madrid. Pero Fitur, en realidad, es trabajo intensivo y agotador. Es la calle Triana del turismo la noche de Reyes. Un aluvión de encuentros en un entorno en el que todo está pensado para sorprender y entusiasmar. De ahí que no haya día sin noche en Fitur, porque fuera del pabellón siguen los encuentros, comidas y espectáculos con amigos o compañeros de profesión, para volver a recorrer el mundo en varios pabellones durante el día. ¡Y cómo se lo trabajan! Conozco a numerosos trabajadores de los patronatos y empresas turísticas y los he visto cómo despliegan su actividad para captar el interés de los emisores y cerrar acuerdos. ¡Y pocos imaginan cómo es la competencia en este sector!
Ubicación del stand de Canarias. |
Pero en todo este terremoto he constatado que los canarios no pasan desapercibidos. Las Islas Canarias tienen un reconocimiento (y hasta envidia) de los profesionales turísticos, a pesar de ocupar un espacio reducido y apartado para su verdadera importancia (el 20% de los turistas que vienen a España lo hace a nuestras islas). Aún así, todos miran a Canarias. Nuestros profesionales y representantes son demandados para participar en foros y presentaciones relacionadas con productos y servicios turísticos. En ello tiene mucho que ver la designación de Maspalomas como sede del Día Mundial del Turismo en 2012, con una celebración que llamó la atención de todos y selló el respeto a una potencia turística.
Antonio Moralese Inés Jiménez en el stand LGTB. |
La presencia de Maspalomas y Gran Canaria en el ‘corner’ de turismo LGTB por cuarto año (gracias al empeño de Fátima Yraizoz y la visión de Marco Aurelio Pérez y Ramón Suárez) confirma el interés de un segmento turístico que se añade a la variedad de productos que ofrecemos. Una participación que se ha mantenido gracias al Patronato de Turismo de Gran Canaria que también ha desarrollado una línea de actuación en este sector, asistiendo a ferias especializadas como la de Barcelona, Expogay de Torremolinos y el corner LGTB de la ITB de Berlín. Y no olvidemos que este año el turismo de congresos e incentivos tiene una cita en Gran Canaria con la celebración del 50 aniversario de la Feria del Atlántico donde, además, hace medio siglo se celebró el primer Expotur que sería el antepasado directo de Fitur.
Las ferias no han perdido vigor como se auguraba con el boom de Internet (y yo mismo lo creía). Por el contrario, las redes han hecho de estas ferias un acontecimiento profesional, un contacto que consolida las relaciones que ya son permanentes a través de la pantalla del móvil.
Pero a esta oportunidad que moviliza tantos recursos de la isla, habría que añadirle acción de calle, llevar a los lugares más impactantes de Madrid la promoción. Aprovechar que la capital respira envidia (y ésta vez es sana) de una ciudadanía que ansía poder estar en los destinos sorprendentes que hacen olvidar en parte la contaminación y el frío de enero en Madrid. O sea, que todavía queda mucho que hacer.
- PD: He acudido en seis ediciones a Fitur, siempre por trabajo. Y sin lugar a dudas, nunca fue tan sorprendente como en 2012, cuando compartí con Pepe Dámaso tres jornadas intensas, un anfitrión que movilizaba empresas e instituciones como nadie.