domingo, 31 de agosto de 2014

Ignacio Quintana Marrero, periodismo y turismo en Gran Canaria

Portada del libro.
Varias publicaciones periodística están relacionadas con la figura de Ignacio Quintana Marrero (IQM), el personaje al que el Cronista Oficial de Teror, José Luis Yánez Rodríguez, dedica la segunda entrega de su serie ‘Los otros cronistas del Pino y de Teror’ con total merecimiento, al ser uno de los más destacados pregoneros y devotos de la virgen del Pino y del pueblo al que siempre defendió para mejorar sus condiciones. El próximo miércoles 10 de septiembre participaré en la presentación del libro en Teror.

IQM fue un periodista que compartió con la comunidad isleña (incluidos los apartados y perseguidos por la dictadura) su labor de culturización de la sociedad insular y, en particular, su visión y esperanzas en el desarrollo turístico. Y es que la guerra civil española y las décadas en blanco y negro del franquismo no pudieron extirpar la semilla intelectual que sembraron figuras como Domingo Doreste ‘Fray Lesco’ o Francisco González Díaz en sus estancias en Teror y que germinó en aquellas generaciones. Y fue en Teror donde se impartió esa Cátedra de Ciudadanía porque recordemos que a principios del siglo XX no existía el gusto por las vacaciones en el sur de Gran Canaria, con sus playas y su ciudad para el ocio. Por el contrario, era Teror el principal foco de atracción para las temporadas estivales de los laspalmeños, trasladándose las tertulias brillantísimas (y en gran parte bohemias) del entorno del Guiniguada a las inmediaciones del entonces encantador y rústico Teror.

Como periodista de casta, Ignacio Quintana Marrero abordó desde las páginas del periódico del que fue director, El Eco de Canarias (anteriormente con la cabecera de Falange) casi todas las temáticas y, en especial, aquellas iniciativas o tendencias de progreso social. De ahí que en sus artículos también anticipa el papel del turismo en Gran Canaria, lo que le condujo a dirigir con acierto la revista ‘Isla’ que promovió el Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria entre los años cuarenta y setenta del pasado siglo.

¿Y cómo era el turismo a mediados del siglo pasado a los ojos de Ignacio Quintana? Tengamos en cuenta que es la etapa en la que España es un estado confesional y la Secretaría de Estado de Turismo depende del ministro Gabriel Arias Salgado (entre 1951 y 1962), un personaje éste político, excesivamente conservador y obsesionado por la ‘defensa’ de la fe y de la moral. De hecho, sus acciones más importantes en el área de turismo durante esa década serían el congreso eucarístico de Barcelona en 1952 y la celebración del año santo Jacobeo de 1954. La llegada de Manuel Fraga Iribarne cambia a partir de 1962 el escenario por completo y a una velocidad vertiginosa. El ministerio, de hecho, se llamará de Información y Turismo, y tenía la misión de controlar los medios de información en el interior, potenciar la propaganda exterior del régimen y aprovechar al máximo el sector económico que podía atraer más divisas a un país en quiebra: el turismo. Se produce el cambio profundo de la sociedad, al pasar de una cultura de jubileos y jornadas de cristiandad a la veneración del sol y la playa, al turismo de masas por imperativo de las necesidades de sacar a España de la pobreza. Bajo el lema de ‘Todo por el turismo’, se comenzó con la creación de albergues y paradores, los planes de desarrollo, de estabilización y planes especiales de turismo. Fruto de estas políticas fue lograr en 1966 que los ingresos turísticos alcanzaran el 91% del valor total de las exportaciones, el 68% de compensación del déficit de la balanza comercial, con 17 millones de turistas para 1967, con incrementos en torno al 20% de llegada de turistas.

Ignacio Quintana Marrero cumplía el requisito administrativo exigido por el régimen para dirigir un medio de comunicación: disponer de carnet de periodista, lo que le permitió llevar las riendas de 'Isla', la publicación que durante tres décadas recogería una interesantísima información sobre el desarrollo turístico, al tiempo que contaría con colaboradores de gran nivel intelectual, fueran afines al régimen o contrarios a éste. Lo que sería un caso excepcional en la España de la dictadura. Basta revisar los índices para comprobar la galería de amigos y colaboradores con los que se codeó Quintana Marrero, entre los que figuraban canarios ilustres como Agustín Millares Carló, Domingo Doreste ‘Fray Lesco’, Juan del Río Ayala, Claudio de la Torre, Francisco González Díaz, Santiago Cazorla León, Saulo Torón, Pedro Lezcano, Pío Gómez Nisa, Agustín Millares Sall, Juan Sosa Suárez, José Caballero Millares, Alberto Manrique, Felo Monzón, César Manrique, Manolo Millares, Juan Bosch Millares, Joaquín Artiles, José Miguel Alzola, Carmen Laforet, Alfonso y Jaime O'Shanahan y un larguísimo etcétera, del que no podemos olvidar al excepcional fotógrafo Fachico Rojas..

Pero es Teror el empeño de su preocupación y alegrías, al recordar que es el pueblo “más cantado y rezado de la isla”, “capital espiritual de la isla”, “fecunda matriz de romerías y peregrinaciones”, “musa folclórica”... O como lo denominara Unamuno el “lugar apacible”. Si bien es en ese Teror de interior, conserva de tradiciones y de tipismo donde el periodista considera que debe “imperar lo puramente nuestro, lo insular, lo que responda a la tradición de nuestros padres, en lo religioso y en lo folclórico”.

Y a través de sus artículos, redactados como si un testamento social nos hubiera legado, recorremos la vida de Quintana Marrero para llegar a esos ‘caminos del paisaje’ que quería crear en nuestra isla, paisajes como milagro de la luz, con su riqueza mágica de tonalidades y el silencio interior que podemos reconocer los isleños cuando nos apartamos un poco del sonoro Atlántico para alcanzar los rincones místicos del interior, aislados en nuestra propia isla, en ese 'Alma serena' que es nuestro paisaje y que tanto amó y defendió Ignacio Quintana Marrero, como podrán comprobar en esta selección de artículos que ha sido editada por el Ayuntamiento de Teror y que, en este caso, nos permite reencontrarnos con las ilusiones puestas en el turismo como fenómeno de desarrollo para Gran Canaria.

Espero que estas breves líneas extraídas del prólogo que realicé para el libro les animen a acudir a la presentación en la que es mi intención que los asistentes no se queden indiferentes...

sábado, 16 de agosto de 2014

Tenerife y sus seis satélites

Libro de Olivia M. Stone.
¿Tuvo algo que ver a lo largo de todo el siglo XIX el rol de Santa Cruz de Tenerife como capital de la Provincia de Canarias en el desarrollo turístico de las islas y su errático progreso? Los datos demuestran que la burguesía agraria y funcionarial en la entonces isla capitalina no sólo perjudicó el desarrollo económico del resto de los ‘satélites’ de la provincia única (parafraseando el título de la viajera Olivia Stone ‘Tenerife and it six satellites’, 1887) sino que careció de una visión de futuro, interesada sólo en obtener el máximo beneficio a costa del resto de islas e isleños. Un trato discriminatorio que intentó impedir el desarrollo de las islas que ofrecían el mejor clima –más seco y con temperaturas más cálidas- para los enfermos pulmonares o ‘invalids’ que dieron origen a la industria turística en Canarias.

Tenerife fue el primer destino turístico en Canarias. Sus instalaciones para los ‘invalids’ se datan unos años antes que las de Gran Canaria, así como fue el lugar preferido por la interminable lista de científicos que investigaron las características climáticas, naturales y geológicas de Canarias, en particular de la isla de Tenerife, cuyo Teide incluía un aliciente más a aquellos pioneros de la ciencia. Sin embargo, los autores que abordan esta etapa de la historia del turismo obvian, olvidan o eluden tratar la situación de doble centralismo que padecía el resto de islas del Archipiélago. De ahí que al trato colonial de Madrid se entrecruzara con “los oriundos de Santa Cruz de Tenerife y sus oficios a favor de la llamada isla metrópoli o de su exclusivo radio municipal. Tal estatuto privilegiado alentó sentimientos de superioridad entre los círculos dirigentes tinerfeños, empeñados en conservar sus prebendas intactas a toda costa” (‘Historia contemporánea de Canarias’. VVAA. Obra Social de La Caja de Canarias. 2011). En este mismo trabajo se aportan varias cifras esclarecedoras:

  • Inflado de censos para conseguir la mayor representación política y administrativa de Tenerife (49 miembros de las juntas gubernamentales naturales o residentes en Tenerife, 12  de Gran Canaria y 10 del resto de islas, entre 1836 a 1854); 
  • En empleos públicos (278 en Tenerife, 59 en Gran Canaria, 14 en La Palma, 8 en Lanzarote y 26 en el resto de islas, durante 1860);
  • En las inversiones estatales en muelles entre 1849 y 1878 (79,56% en puertos de la provincia de Santa Cruz y el 20,44% restante en la provincia de Las Palmas, a pesar de que Gran Canaria y Lanzarote tenían muchísima más actividad de cabotaje y pesca que los puertos tinerfeños);
  • O el gasto en beneficencia e instrucción pública entre 1871 y 1887 (el 68,61% entre Santa Cruz, La Laguna y La Orotava, frente al 31,39% restante en los establecimientos de Las Palmas);
  • O la construcción de carreteras entre 1864 y 1880 (en Tenerife 101 kilómetros frente a 78 en Gran Canaria);
  • O las contribuciones directas Territoriales y Subsidios Industrial y de Comercio al Tesoro entre 1877 y 1883 (Las Palmas con las islas orientales aportaba 1.195.410 pesetas, frente a 1.081.779 pesetas de Santa Cruz).


Aún así, reconociendo el estrangulamiento que padecían las seis islas, el peor papel lo sufría Gran Canaria que tenía que atender sin recursos una población muchísimo mayor. Pero fue peor aún, ya que el episodio más dramático sería el de la cuarentena por la epidemia de cólera morbo que impuso en 1851 la administración de la provincia única a Gran Canaria desde junio a diciembre (¡durante siete meses! Cuando en septiembre ya había desaparecido la epidemia) impuesta a la isla (prohibición de entrada y salida de buques), con el consiguiente abandono de los grancanarios a su suerte ya que no se les envió ningún tipo de ayuda sanitaria durante la extensión de la epidemia, ocasionando la muerte de 6.000 personas, casi el 10% de la población de la isla.

Pero, vamos a hablar de turismo. Y tenemos que reconocer que en sus orígenes destaca el papel de Tenerife, su valle de La Orotava y el Teide, como artífices de la atracción del interés de científicos y médicos por ese espacio de sanación para los enfermos británicos que encontraban en la isla más calidez y mejor clima que en Madeira, aunque los servicios y el tiempo de duración de la travesía marítima (una semana) decantaban a los británicos hacia el destino insular portugués, si bien las cifras no tenían comparación con el número de británicos que acudían a los destinos europeos y mediterráneos, entre establecimientos de alta montaña en zonas boscosas o hacia las costas mediterráneas (Aix Les Bains, Montpellier, Marsella, Hyéres, Cannes, Niza, Menton, San Remo, Génova…). Un turismo de salud que se desarrollaba junto al turismo romántico y artístico del ‘Grand Tour’ iniciado siglos atrás, o con la nueva corriente de orientalismo (Egipto, Turquía, Palestina, o Asia).

Pero el Archipiélago Canario no tenía que envidiar a esos competidores y era un lugar reconocido por la nobleza, la ‘gentry’ y el mundo médico como estación de aclimatación. A ello contribuyó que sus puertos formaran parte de las escalas de las rutas marítimas más importantes de los británicos. Aún así, sus escasos servicios e infraestructuras serían un enorme lastre para el desarrollo del turismo en el Archipiélago. Pero, sobre todo, la falta de un proyecto o plan que debería haber ideado y puesto en marcha esa dirección provincial.

Un sector, el turístico, que era observado con interés por los inversores locales, si bien el cónsul británico en Tenerife, Charles Saunders Dundas, advertía de la resistencia en dicha isla al cambio agrario, la mentalidad rentista y la ausencia del espíritu empresarial en la isla. Lo cual contrastaba con el espíritu emprendedor de la creciente colonia británica. Como es el caso, precisamente, de Charles Baker Quiney con su esposa la reportera Anne María quienes rechazan invertir en la agricultura para dedicarse a la hospedería, abriendo el primer english hotel de Las Palmas de Gran Canaria, el Quiney (1884) para luego abrir el Bellavista (1897) en Monte Lentiscal. Éstos establecimientos y el Europa no eran suntuosos pero sí confortables y ofrecían comidas al gusto de los visitantes con buen té, mantequilla, servicio a las habitaciones…  Un fenómeno imparable, el del turismo, que da lugar a que a finales del siglo XIX surjan las iniciativas para construir el Taoro en Tenerife y el Santa Catalina (inaugurado en 1890), éste último promovido por The Canary Island Co Ldt, con el liderazgo de empresarios británicos como Blandy y Miller, pero una significativa participación de la burguesía local (cabe destacar como accionistas al Conde de la Vega Grande, Fernando del Castillo Westerling, Ignacio Pérez Galdós, Agustín del Castillo Westerling y Juan de León y Castillo).

No era el único tipo de establecimientos. Además de los sanatorium o grand hotel, se ofertaban las fondas, los boarding-houses, las casas de pupilos, las casas de alquiler y las habitaciones de alquiler. No obstante, los historiadores reconocen que “a diferencia de Tenerife, donde solamente se pusieron inmuebles en explotación hotelera, en Las Palmas de Gran Canaria prevalece la construcción de algunos hoteles que marcarán la calidad turística de las Islas Canarias”. Un hecho que tiene mucho que ver con la figura de Alfred L. Jones y la empresa Elder Dempster & Co. Promotor del Hotel Metropole (1892)
En estos momentos comienzan las diferencias sobre el modelo a desarrollar: por un lado, en Tenerife se opta por zonas naturales alejadas de las ciudades y vinculadas a un entorno agrario, mientras en Gran Canaria se desarrolla en las afueras de la ciudad, en sus proximidades, en la zona de Santa Catalina y del Monte, en una ciudad donde los servicios públicos eran muy deficientes por la falta de inversiones por parte de la capital provincial, pero que contaba con la iniciativa de los extranjeros que confiaban en el potencial del puerto y de los recursos de la ciudad para el turismo y construyeron establecimientos sanitarios como el Seaman’s Institute (1890),  el Queens Victoria Hospital (1891) y posteriormente la iglesia anglicana, el Club Británico o el cementerio protestante.

El Hotel Santa Catalina comenzaría a construirse en 1888, cerca de la fuente y balneario de aguas minero-medicinales de Santa Catalina, coincidiendo con la creación del primer Club de Golf de España (1891), uno de los primeros clubes de tenis (1895) además de otras actividades deportivas y sociales que la comunidad británica celebraba con entusiasmo.

Insistimos en que este desarrollo turístico en Gran Canaria fue a pesar y contra de los intereses de los dirigentes de aquella provincia única, culpables de que los ‘seis satélites’ padecieran “la ausencia de disponibilidad de una buena red de comunicación entre las islas mayores y las menores, así como el escaso tráfico portuario con el exterior, y la deficiencia de alojamiento mantuvieron a las islas periféricas alejadas del tirón turístico que se estaba dando en Tenerife y Gran Canaria” ('El viaje y el turismo en Canarias' VVAA. Anroart ediciones. 2012). Un crecimiento turístico que superaba los problemas propios del destino y de los cambios que se producían: higiene (pulgas, ratas, mosquitos, cucarachas, falta de cuartos de baño, aguas residuales en la calle…), idioma, tipos de comidas, gustos, mendicidad, maltrato de los animales de transporte, falta de carreteras, formas de pago, estafas en los comercios, progresos en el tratamiento y cura de la tuberculosis y aversión a los médicos y establecimientos sanitarios españoles. Aún así, la isla de Gran Canaria recibió en 1895 la cifra de 2.193 turistas (la ciudad contaba entonces con unos 34.000 habitantes). De hecho, los puertos de Canarias no eran más que puntos de escala y no de destino, porque no se apostaba por su potencial y porque el transporte marítimo seguía siendo una complicación para los visitantes ya que, aunque casi a diario había buques que se dirigían a Gran Bretaña, no dejaba de ser una aventura el tránsito entre las islas y los países europeos.

Pero es en esta etapa de finales del siglo XIX y comienzos del XX cuando el papel de Las Palmas de Gran Canaria se fortalece, gracias a que se consolidaba un resort turístico de primer orden al que se sumaban propuestas de establecimientos (en la capital grancanaria se ofertaba en 1911 trece hoteles, además de los existentes en El Monte) y se promocionaba la venta del proyecto de la barriada Carló, la zona que hoy ocupa Schamann, con una urbanización que consistía en dos grandes hoteles que flanqueaban un palacio casino en la zona de vistas sobre la bahía portuaria, rodeados por pequeñas mansiones.

A estas propuestas empresariales, hay que sumar el compromiso con el turismo de la sociedad civil: publicación de la revista Canarias Turista (1910-1931), creación de la Sociedad de Propaganda y Fomento del Turismo (1910), el escritor Francisco González Díaz publica el libro ‘Cultura y Turismo’ (1911), Domingo Doreste ‘Fray Lesco’ y Juan Carló crean la Escuela Luján Pérez, con su importante apoyo a todo lo relacionado con el turismo, y surge la figura de Néstor Martín-Fernández de la Torre, con su visión sobre el desarrollo turístico de Gran Canaria. Un concepto que no existió en Tenerife, tal como reconocería Domingo Salazar y Cólogan, el presidente de la Junta de Turismo de la isla constituida tras finalizar la Primera Guerra Mundial, quien afirmó que “hasta ahora sólo han sido esfuerzos aislados que no pudieron dar el fruto que se esperaba, porque se necesitaba una acción de conjunto que siempre faltó. Son numerosos y muy diversos factores que hay que poner en juego dependientes unos de las autoridades y funcionarios públicos, y otros de la iniciativa privada únicamente”.

Lo cierto es que estas iniciativas encontrarían su escenario ideal gracias a la creación de los cabildos insulares (1912/13) y la división provincial (1927), que darían un enorme impulso a las ideas y esfuerzos de la sociedad para convertir a Gran Canaria en un destino turístico de primer orden, a pesar de las dificultades que supondrían la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que durante los años cincuenta, sesenta y setenta, gracias sobre todo al auge y la conectividad aérea, se produce un desarrollo turístico que transforma por completo el Archipiélago, pero principalmente a Gran Canaria, donde se alcanza el mayor desarrollo económico y transformación social de su historia. Aunque son todas las islas las que disfrutan de ese auge, en especial Lanzarote y Fuerteventura, por tratarse de un turismo que apuesta por el mar. Un crecimiento en el que el papel protagonista lo asume cada isla y la solidaridad (a través de la Mancomunidad Provincial de Cabildos), con hitos tan destacados como las iniciativas de Néstor (Parador de Tejeda, Pueblo Canario, Casa del turismo, Casa de Colón, concurso de Maspalomas Costa Canaria, o en Lanzarote los proyectos de César Manrique en tándem con José Ramírez Cerdá).

Pero esta historia de progreso insular pierde parte de su vigor y ‘libertad’ con la creación de la Junta de Canarias (1978) y la vuelta a un centralismo interior propio de aquella Provincia Única que no ha sabido estructurar desde el respeto y la solidaridad las singularidades de cada isla al imponer un sistema electoral con una capacidad de interferencia de algunas circunscripciones muy superior a la de sus cuerpos electorales reales.

Se ha intentado buscar cómo justificar el nuevo modelo con leyes de sedes y repartos supuestamente equilibrados, así como con acuerdos no firmados de respeto, pero lo cierto es que la aprobación de leyes de moratoria y de restricciones a la construcción de hoteles de cuatro estrellas en suelo calificado para este tipo de establecimientos es una decisión que perjudica de lleno a una isla. Una isla que ha tenía 105.000 camas turísticas cuando se aprueba el Estatuto de Autonomía en 1982 y ahora tiene 139.000 (un 30% más), mientras que la isla de Tenerife ha pasado de 64.000 camas a 133.000 (más del doble) en el periodo autonómico. Manteniendo, además, una oferta muy superior en camas hoteleras y, sobre todo, recibiendo 3,9 millones de turistas en 2013 frente a los 2,9 millones de turistas que recibió Gran Canaria en el mismo año. Queda claro que el modelo de la moratoria no tiene el mismo efecto en todas las islas (ni podrá tenerlo nunca) porque hemos vuelto a esos defectos que advirtiera hace casi un siglo Domingo Salazar y Cólogan…

domingo, 10 de agosto de 2014

51.226 lecturas turísticas

Muy completos los informes del tráfico en el blog.
Empecé a publicar artículos en este blog en diciembre de 2007, cuando la crisis comenzaba a a arrollarnos con toda su crudeza y el turismo en Canarias mostraba síntomas de agotamiento o, más bien, de incapacidad para competir contra otros destinos de sol y playa mucho más baratos, aunque tras aquellos decorados de bienestar a precio de saldo se mantenían dictaduras (también eran gobiernos corruptos, pero eso no es patrimonio exclusivo de los países de la vertiente mediterránea del continente africano), por lo que la primavera árabe sirvió para resucitar los destinos canarios a costa del hundimiento de esos países (y dudo que salgan pronto del atolladero en el que se encuentran).

Mi propósito al abrir el blog era hablar de turismo, de lo que había conocido y lo que estaba estudiando desde hacía más de veinte años, cuando una editorial me solicitó escribir en una guía todos mis conocimientos sobre el territorio de Gran Canaria, ya que en mi juventud dediqué mucho tiempo a recorrer sus barrancos, sus pueblos, sus fiestas y sus costas. Yo siempre he dicho que antes de periodista fui perito playero y perito verbenero. Y no me arrepiento. Más bien fue una forma de conocer el mundo al que en aquella época podíamos aspirar, cuando ir a Tenerife suponía una noche entera en barco con su ritual de iniciación a la marinería al vomitar todo el estómago en la vuelta a La Isleta, en aquel 'Ciudad de Huesca' o 'Ciudad de Teruel' o los Santa María que después darían paso a los primeros ferryes y al modernísimo jet-foil. Por contra, lo de viajar a la Península era impensable si no conseguías un pasaje casi regalado para las familias de más de 10 hijos, gracias a que algún amigo trabajara en una agencia de viajes y te lo sacaba a riesgo de que te pillaran, pero en aquella época de menús deliciosos y cubertería metálica a bordo de los Iberia, no te pedían en carnet de identidad para embarcar.

Tras esa guía vinieron otras (hasta 4 de Gran Canaria, una de La Gomera, dos atlas turísticos de Canarias…) Y muchísimos artículos en revistas de viajes. Pero el destino me tenía también preparada otra ruta vinculada al turismo. Al realizar el Master en Periodismo que convocó la ULPGC en colaboración con la empresa en la que trabajaba, me decanté por realizar mi Tesina con el análisis de la revista ISLA, publicada por el Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria entre 1946 y 1969. Iba a ser un estudio periodístico pero derivó en un estudio sobre esa etapa de la actividad turística en la provincia. De hecho, la Tesina se subtituló ‘Del transatlántico al vuelo chárter’, aunque en el libro figura "Entre Néstor y el desarrollismo". A partir de ahí, a mediados de los noventa hice los cursos de Doctorado especializándome en turismo y medio ambiente, y recibí el apoyo de varios profesores para elaborar mi Tesis, pero trabajar en un periódico y dedicarse a la investigación (en serio) es lo más complicado que pueda una persona plantearse. Aún así, inicié mi colección de revistas turísticas de Gran Canaria (Canarias Turista, ISLA y Costa Canaria), mi colección de guías y folletos turísticos de Gran Canaria (tengo ya unos 400 y sólo del siglo XX) y empecé a hacerme con todos los libros sobre turismo (en especial relativos al turismo en Canarias) para confirmar que queda mucho campo por estudiar y profundizar en el sector turístico en estas Islas y, particularmente, en Gran Canaria. Entre otras cosas, dispongo de material inédito de profesionales vinculados al turismo, pero -sobre todo-, tengo la certeza de que no existe lugar en el planeta donde haya una implicación social tan grande y directa con el turismo como es el caso de Gran Canaria desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, si bien en estos momentos hay un enorme divorcio entre la sociedad y la actividad turística a causa de la falta de visión de los empresarios y de la obsesión estadística (más bien limitada al número de viajeros que nos visitan) de los políticos y organismos públicos creados para ‘gestionar’ el turismo.

Ahora, creo, va en serio lo de la Tesis, pero de eso hablaremos otro día. Hoy toca celebrar que ya han leído en mi blog 50.000 artículos. Bueno, eso iba a decirlo hace una semana, pero ya superan los 51.267 artículos leídos las estadísticas que ofrece blogspot. Y sólo puedo decir gracias. ¡Muchísimas gracias! Aunque ustedes lo lean gratis, yo me siento satisfecho con que ese esfuerzo haya servido para que muchas personas se hayan interesado por lo que he escrito a partir de los conocimientos, documentos, datos e ideas que he lanzado a través de la red para mejorar el turismo en Gran Canaria, valorar su pasado y apostar por su futuro.

Para terminar, les cuento algunos hitos de la historia de este blog que ya tiene casi siete años:


Curioso… pero así es. Aunque se podría ver los datos por cada año, por meses, semanas, días… pero este es el resumen de los 51.000 visitantes que me animan a seguir actualizando este modesto espacio especializado en turismo y reivindicando un trato más destacado a esta actividad entre investigadores, profesionales, empresarios y organismos públicos, porque si no somos capaces de entender que podemos aprovechar el turismo para situarnos a la vanguardia en desarrollos de productos y servicios, es que no hemos entendido que nos condenamos nosotros mismos a ser una colonia turística en el sentido de sometimiento a los caprichos e intereses de otros.

lunes, 4 de agosto de 2014

Las horas de oro de Arona

Bengt Rylander
“Amo el sol y lo tomo hasta que es casi imposible levantar los brazos. Entonces mi asistente me ayuda y me coge en brazos metiéndome en el agua.  En unos minutos puedo moverme y empiezo a nadar. Los pies no los puedo mover pero con los brazos nado unos 300 metros hasta el muelle y vuelvo. Entonces mi asistente me ayuda a salir del agua, camino con su ayuda y con un bastón. Esta sensación que tengo de estar, hace media hora, en una silla de ruedas y ahora poder caminar no se puede describir... Nadie que esté sano puede imaginar lo que es... A estas horas las llamo Horas de Oro del día”. Entrevista al primer turista sueco afectado de esclerosis múltiple, Bengt Rylander. 1958.

En 1957 había llegado al sur de Tenerife, a Los Cristianos, el primer grupo de turistas suecos. Un grupo muy singular formado por personas afectadas por esclerosis múltiple en busca de un clima cálido que permitiera mejorar su calidad de vida y, si fuera posible, su salud. El resultado fue extraordinario e inmediato. Fruto de esta experiencia, la satisfacción con los resultados supuso el nacimiento del turismo en Arona y en el sur de Tenerife. Apenas cinco años más tarde se construye la Casa Sueca, residencia durante el invierno de los turistas nórdicos que disfrutaban de atención y rehabilitación. Pero la comunidad sueca había descubierto un paraíso de salud como fue décadas antes el destino Canarias para los ‘invalids’ (enfermos de tuberculosis y otras dolencias por la contaminación en las ciudades envueltas en el humo de la revolución industrial). Con esa convicción, surge por iniciativa de la Cruz Roja Sueca la Clínica Vintersol. Algo similar realizaron en la zona de San Agustín en Maspalomas Costa Canaria el grupo que construyó el centro de prevención y recuperación Svenska Re.

Este hecho da lugar a una cultura de la accesibilidad que ha permitido que Arona sea reconocida mundialmente como el segundo destino turístico del mundo accesible y el más destacado en España. Ello ha sido posible porque durante años fueron haciéndose mejoras de accesibilidad de forma independiente y descoordinada, sin una oferta catalogada y sin resolver el acceso a diversos equipamientos, fundamentalmente la playa.

El cambio profundo se pone en marcha tras la visita a Glasgow en 2003, tras la invitación que dos turistas británicas realizaron a los responsables municipales. Fruto de ese viaje fue el conocimiento de las actividades e iniciativas que desarrollaba la Alianza de Personas Discapacitadas de Glasgow. Una relación que permitiría especializar la oferta turística de Arona y la conversión del municipio como un municipio para todos.  En ese año también visitarían la Comunidad Valenciana, referente y pionera mundial en playas accesibles, si bien esa accesibilidad no se extendía a la zona urbana.

En ese año, comienza la puesta en marcha del Plan Integral de Accesibilidad en Arona, en todos los ámbitos del municipio:

  • Espacios públicos
  • Transportes
  • Edificios públicos
  • Tecnologías de la información y la comunicación
  • Sector turístico
  • Concienciación y sensibilización.

En 2014, Arona es uno de los destinos turísticos más visitados del mundo por turistas con movilidad reducida, gracias a una inagotable lista de iniciativas y realizaciones que han transformado radicalmente la ‘piel’ del municipio para que las ‘horas de oro’ se extiendan a toda la jornada y por todo el territorio municipal. De hecho, cuenta Arona con uno de los paseos peatonales sin barreras más largos de Europa, con seis kilómetros de longitud y recorriendo el litoral de playa de los Cristianos y playa de Vistas.

Instalaciones deportivas adaptadas, centros culturales, edificios históricos, oficinas de turismo, señalética, transportes públicos y privados,  e incluso una oficina de asesoramiento técnico sobre accesibilidad... Junto a ello, establecimientos hoteleros y centros comerciales accesibles y adaptados, senderismo y hasta avistamiento de cetáceos.

Fruto de todas estas iniciativas ha sido la obtención del Premio Municipio Accesible 2005 por el Gobierno de Canarias y el Premio Reina Sofía de Accesibilidad Universal en 2009.

Los logros obtenidos por el municipio de Arona le hacen plantearse el futuro a partir de la garantía de municipio accesible, para todos, y promover las actuaciones necesarias para convertirse en un destino turístico inteligente: innovador, sostenible, accesible, integrador y de calidad para todos. Pero, como afirman sus responsables, un destino que pretende ayudar a los demás a alcanzar los logros de destino turístico accesible alcanzados por Arona. De ahí su participación en el curso sobre Turismo y accesibilidad impartido en la Universidad de Verano de Maspalomas donde pudimos conocer de primera mano la realidad de Arona y su oferta de oro.

domingo, 3 de agosto de 2014

El laberinto del palmeral de Maspalomas

Vista de la zona protegida junto al hotel Baobab.
La charca de Maspalomas es uno de los más importantes símbolos naturales de Gran Canaria y como tal debió ser tratado siempre, como lo hiciera Juan de León y Castillo al realizar el faro, o como pidiera Néstor Martín Fernández de la Torre en 1934 al plantear que ese lugar no se tocara hasta que en un futuro indefinido, con más medios y nuevas ideas, se abordara ése magnífico enclave, un reto al que intentó responder la familia condal con el Concurso Internacional de Ideas Maspalomas Costa Canaria en 1961.

He aquí que estamos en el siglo XXI y hemos sido testigos de aberraciones y expolios continuos de este enclave en el último medio siglo, amparados por decisiones administrativas que favorecían o perjudicaban a empresarios según el capricho –interesado- de quienes tenían el poder político. Pero lo sucedido en estos últimos meses ha sido una acrobacia tras otra en un circo en el que el público sigue atónito las evoluciones de esta caída prolongada a las miserias de la arbitrariedad en la imposición de las normativas ocasionando un grave perjuicio a las empresas con establecimientos en el palmeral, lo que nos obligarán a soportar el golpe de la caída en forma de indemnizaciones, ya que nadie ha colocado la red para frenar el golpe. Aunque los políticos pensarán eso de que cuando salgan las sentencias a ellos no les va a recordar nadie y porque sus decisiones no suponen riesgo sobre sus bienes.

Dice el refrán que nunca es tarde... y hay que reconocer que muchos añorábamos poder recuperar el oasis en su esplendor, pero en este caso se ha utilizado de forma retorcida los procedimientos administrativos y a destiempo las declaraciones de bienes protegidos, para perjudicar a una empresa, su imagen, sus profesionales y sus intereses que, durante décadas, han situado a Gran Canaria como destino principal dentro del grupo RIU al concentrar en esta isla el mayor número de establecimientos de la cadena, aunque he de añadir que no es de mi gusto el diseño de sus edificios (que también hay de todo, aunque siempre del gusto de su clientela). Dicho esto, intentaré explicar cómo la iniciativa de construir un cinco estrellas en el palmeral, en sustitución de un hotel ya existente, ha dado lugar a una alucinante y variable serie de iniciativas para impedir que el grupo hotelero pudiera hacer realidad lo que a otros a lo largo de décadas no les ha ocasionado problemas. Sin embargo, en esta ocasión, se pusieron en marcha todos los artilugios posibles (incluso contradictorios): se intentó proteger el edificio, se intentó delimitar por donde pasó supuestamente Colón y, al final, se ha decidido proteger la memoria de un palmeral que de no ser por el riego artificial habría sucumbido a la falta de aguas subterráneas que desaparecieron por la construcción de presas y la canalización del barranco hasta la charca.

Para abordar la historia de este enclave extraordinario podríamos remontarnos a la etapa preconquista y postconquista, cuando esporádicamente aparecían barcos o conquistadores asentados en el norte de la isla para realizar cabalgadas por los lomos de Maspalomas (zona comprendida desde lo que hoy conocemos como Juan Grande hasta Arguineguín) y así hacerse con  alimentos, ganado y esclavos. Hablamos de una zona improductiva durante siglos, salvo para algunos pastores que recorrían este territorio que quedaría en manos de la familia Amoreto y posteriormente de la familia condal, aunque en la actualidad sea el centro turístico más importante con históricos y emblemáticos establecimientos propiedad de empresas como SeaSide, Riu, Lopesan (a través del IFA Faro o de sus establecimientos en el margen de Meloneras de la carretera que conduce hasta el faro, hasta la misma costa).

La imagen actual no tiene nada que ver con la visión que tuvieron inicialmente con la construcción en los sesenta del hotel Oasis, a iniciativa de la familia condal para crear “el mejor hotel del Atlántico” en palabras de Alejandro del Castillo al arquitecto Manuel de La Peña, quien sugirió los nombres de Molezun y Corrales para levantar el edificio a pesar de las complicaciones (no pudieron realizar las plantas previstas porque el subsuelo no permitía la cimentación) y la ampliación casi inmediata por el éxito del establecimiento. Un hotel lujoso, decorado con arte con mayúsculas y que vivió importantes acontecimientos como la visita de los astronautas en reconocimiento al apoyo de la familia condal que facilitó hacer en Maspalomas la estación espacial de Maspalomas, la huelga de hostelería del 78, la canalización del barranco hasta la charca... Muchos eventos que con el tiempo dejarían un paisaje totalmente distinto pero no menos polémico y apetecido. De hecho, el propio Manuel Díaz Cruz (quien fuera responsable del Icona y de Medio Ambiente en la provincia de Las Palmas) llegó a afirmar que nunca un lugar había inspirado tantos ríos de tinta en la prensa, sobre todo en los ochenta, cuando el Banesto de la época de Mario Conde consiguió de nuestros gobernantes mantener el control sobre el palmeral y transformar cualquier espacio del hotel en habitaciones para alojar turistas, a costa de la calidad inicial del establecimiento.

Todo se había ‘calmado’ hasta que hace aproximadamente dos años los actuales propietarios del hotel, la cadena RIU, obtuvieron la licencia municipal de derribo y construcción de un nuevo hotel al comprobar que la reforma o rehabilitación del actual era un imposible. A partir de ahí, comenzaron los problemas instigados por personas, empresas, instituciones y con mayor o menor interés particular o colectivo: que si había que proteger el edificio por ser una obra arquitectónica digna de eternidad; que si Colón pasó por allí en su cuarto viaje; que descubrieron después de cincuenta años de olvidos que el lugar tenía un incalculable valor paisajístico y medioambiental, etcétera, etcétera, etcétera.

Tras paralizar el Cabildo Insular el derribo del Maspalomas Oasis para tramitar su declaración como edificio protegido, el propio Cabildo se desentendió de la petición inicial de proteger un edificio obsoleto y acordó incoar un expediente de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Sitio Histórico por el paso de Colón incluyendo en el expediente el interés medioambiental del lugar. Acto seguido, la Comisión de Patrimonio Histórico de Canarias rechazó el expediente, un paso que sorprendentemente tomaría el rumbo contrario en la reunión de la Comisión regional, en la que se votó a favor de la declaración del BIC como si se tratara de la yenka. Y, para rematar esta rocambolesca historia, el Gobierno de Canarias decide que el valor ecológico de las palmeras existentes en el lugar es motivo suficiente para recuperar el conjunto y, de paso, reordenar el entorno del faro de Maspalomas con el retranqueo visual de las construcciones del entorno.  Ahora, todo el palmeral es una especie de Reserva Natural Especial sin que figurara así en la Ley de Espacios Naturales y sus múltiples revisiones y desarrollos. Una situación que podría afectar a cualquiera si surgiera, de repente, una campaña por preservar todas las palmeras de la isla, o todos los lugares donde supuestamente pasó Colón o todos los edificios que se considere... Incluido el Faro 2 que será derribado a pesar de ser una obra emblemática de Salvador Fábregas, Medalla de oro del Colegio de Arquitectos.

Es lo que suele pasar cuando las cosas se hacen a destiempo. Se podría haber evitado todo esto y el coste que supondrá compensar a los propietarios de las instalaciones actuales en el palmeral. Pero, claro, como en toda actuación administrativa, los perjudicados (los que han de pagar o compensar con sus bienes) serán los ciudadanos. Unos ciudadanos que hemos presenciado un teatro en el que lejos de buscar el acuerdo se ha optado por el enfrentamiento y el ataque contra una empresa que trabajaba en su línea habitual de profesionalidad en el negocio turístico (y no les pidas que hagan otra cosa porque la respuesta es que no) y había negociado los plazos para reducir las molestias –inevitables pero minimizables- con las empresas del entorno para convertir un edificio obsoleto en un hotel de cinco estrellas. Un proyecto arquitectónico que tras ser conocido y criticado mayoritariamente la empresa se ofreció de inmediato a cambiarlo. Así que someterían a la opinión colegiada el proyecto, pero el objetivo de la campaña tampoco era cambiar el diseño del establecimiento. Aunque hay quien camufla la persecución como si hubieran frenado (sólo) la construcción del abortado ‘muro’ (hay un vídeo que muestra cómo sería la obra sin indicar que ya se había desechado el proyecto y como si no hubiera moles superiores en el entorno).

De ahí que hay medios que insisten en la mayor (mentira): con esta decisión se derriba un muro. Un muro que ni se ha construido y que constaba de un proyecto que se iba a cambiar. Una propuesta que podría haber dado lugar a un concurso arquitectónico. Pero claro, el objetivo era otro: atacar a RIU. La empresa goda, mallorquina y expoliadora que parece que surgió ayer y no ha aportado nada a la actividad turística en la isla. Una empresa que recibió el apoyo de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo, pero también sus representantes han sido víctimas de descalificaciones, como si José María Mañaricúa hubiese dejado sus intereses en Gloria Palace para dedicarse a la defensa de RIU y no de todo un sector que ve cómo se anteponen los criterios políticos y administrativos frente a los turísticos, porque en la Comisión de Patrimonio ¿había algún especialista en turismo? ¿Acaso a las empresas turísticas no les interesa apostar por los –auténticos- recursos históricos, naturales, culturales...?

Y, al final, el Gobierno de Canarias ha desvirtuado o dejado sin validez los informes encargados por el Cabildo a universidades y departamentos de investigación. Ya no valía el prestigio de los arquitectos, ahora no vale el paso de Colón y las palmeras se convierten en un elemento fundamental en la riqueza natural de Canarias y hay que protegerlas de la sombra de los edificios y poner en marcha la máquina del tiempo para recuperar lo que no se quiso evitar durante décadas. Ya no es el picudo rojo, ni la piqueta de cualquier organismo o particular, ni la falta de riego de las miles de palmeras que han muerto secas desde la capital hasta el sur. Ahora hay que poner fecha de caducidad a los hoteles para que las palmeras resurjan cual ave fénix sobre Maspalomas.

Yo, como diría César Manrique, pondría también una bomba y empezaría de cero. Pero para eso hay que pagar un alto coste y no voy a usar aquí el nombre de César como otros han hecho sin pensar en que César también gritaría en contra de adefesios arquitectónicos y robos de terrenos de dominio público... Pero claro, al final de todo ¿qué nos queda? Ni más ni menos que una rocambolesca historia en la que diversos medios han sobrepasado líneas de rigor y objetividad, descalificando e insultando a una empresa que tenía el derecho y deber de ofrecer lo que para ellos era lo mejor que podrían ofrecer a sus clientes. Esos medios tenían su reflejo en una contradictoria serie de pasos de las administraciones que intentaban por todos los medios justificar el freno a la construcción del hotel, bien por el valor arquitectónico, histórico, ecológico o por lo que fuera.

Al final, el Gobierno ha adoptado una decisión que tiene en cuenta los valores de la Phoenix canariensis pero no los del turismo. Es como si tuvieran que echar abajo todo lo hecho por César Manrique en Los Jameos para evitar que los turistas alteren el ecosistema del cangrejo ciego. Una especie única en el mundo en uno de los iconos del turismo mundial. Porque sí, porque César también transformó espacios naturales de valor único para la actividad turística. ¿Cuál es ahora el criterio para actuar sobre el territorio? ¿Quién debe dirigirlo? A la vista de lo sucedido, este no es el camino. Dudo mucho que el palmeral se recupere con rapidez y voluntad y que los afectados (las empresas con hoteles en el sector, los grancanarios, los turistas...) veamos resultados tras el despropósito y enfrentamiento inútil levantado cuyas heridas dudo que cicatricen.

Hay quien opina que con esta decisión el Gobierno podrá actuar como árbitro entre Lopesan y RIU, pero ¿por qué se ha llegado a esto? ¿No bastaba con que el Gobierno negociara con RIU directamente el proyecto de construcción y el futuro de la zona del palmeral que le afecta? ¿Acaso durante décadas no hemos visto deteriorarse la isla de Lobos y es cuando RIU ha adquirido la propiedad del hotel 3 islas cuando se ha logrado un acuerdo por el que la isla de Lobos dejó de pertenecer a unos inversores alemanes para pasar a manos del Cabildo majorero?

Es lo que digo y pienso, que en este laberinto hay demasiados minotauros enfrentados entre sí mientras la víctima es el principal sector económico de Canarias y su ciudadanía.

viernes, 1 de agosto de 2014

Turismo accesible es calidad

Participantes en el coloquio sobre turismo accesible.
“El quedarme en silla de ruedas fue lo mejor que me ha pasado... Ahora soy feliz. Dejé de ser un peón de la construcción para convertirme en un deportista. He recorrido países que nunca imaginé que pudiera visitar y mis padres conmigo”. Rafael Botello. Campeón mundial de Hand Bike

En estos días he vuelto a comprobar la capacidad que tienen los cursos de la Universidad de Verano de Maspalomas para cambiar a las persona. Gracias al curso ‘Turismo accesible’ se han encontrado numerosos seres humanos con discapacidades diversas o sin discapacidad pero con la certeza de que un mundo más accesible es un mundo para todos sin exclusión. Incluidos aquellos que te miran desde su silla de ruedas o te escuchan sin poder verte con la convicción de que desaprovechas la felicidad de vivir y poder realizarte.

Ante los alumnos, o entre ellos, contábamos con el consejero de Servicios Sociales del Cabildo grancanario, José Miguel Álamo, responsable de Gran Canaria Accesible, el alcalde de Arona, Francisco José Niño y la técnico responsable del programa de turismo accesible, Noemí Díaz. Gerardo Santana, de la empresa Mundo Adaptado, José Ángel Vázquez, director de H10 hoteles en Lanzarote y Propietario de la marca deportiva TriMakina, organizadora del Timanfaya Triatlón, Isabelle Jansenss, directora de eventos de Club La Santa Sport, Juan Carlos Hernández, director de la Fundación de transporte adaptado de Gran Canaria, el concejal de playas y seguridad de San Bartolomé de Tirajana, José Carlos Álamo y la concejala de accesibilidad de Las Palmas de Gran Canaria, Gloria Marrero, así como el que escribe, que hice un breve repaso histórico al turismo de salud, bienestar y accesibilidad en la isla. Políticos, expertos, profesionales... Todos ellos comprometidos de verdad para demostrar con datos que hemos vivido equivocados. Que cualquier mejora en accesibilidad es un paso de gigante en la mejora de la calidad turística.

Este curso sobre Turismo y Accesibilidad me ha cambiado la vida, pero creo que también a otros muchos que pudimos compartir visiones del turismo que van muchísimo más allá de lo superficial y común, de ese turismo anclado obsesivamente en el pasado en el que no había clientes con problemas de discapacidad porque era imposible que llegaran al establecimiento.

Hoy no es así y los establecimientos no están preparados para asumirlo. Hay muchas mejoras pero no están organizadas, ni catalogadas, ni tampoco divulgadas salvo excepciones. Pero podría ser de otra manera, ya que tenemos experiencias que son referencia mundial (Arona, segundo destino turístico accesible en el mundo), hay voluntad política (y no sólo porque estén obligados a ello) y hay una demanda creciente por las personas con movilidad reducida que pueden ser discapacitados permanentes o casuales, o porque envejecemos, sencillamente...

Pero falta pedagogía para acabar con los tabúes y tópicos, y falta que los que promocionan nuestro turismo definan y muestren sin complejos el avance tan notable en accesibilidad en las zonas urbanas y de playa que ha tenido lugar en los últimos años.

Termino con unas palabras que manifestó el consejero insular José Miguel Álamo, tras una de las intervenciones, al destacar que “es la primera vez que se explica el turismo con una visión real sin necesidad de hablar del número de turistas que nos visitan”...

Lo cierto es que invertir en accesibilidad es barato, es para todos y es una garantía para nuestra calidad de vida en la vejez o cuando lo necesitemos.