Reflexiones sobre el turismo desde Canarias, uno de los primeros destinos turísticos.
viernes, 3 de junio de 2016
Sol y playa… ¡Y agua!
Sorprende que el principal sector económico de Gran Canaria se haya dado de narices contra la puerta del Consejo Insular de Aguas, al no lograr representación en dicho órgano por el veto del presidente de la Confederación Canaria de Empresarios, Agustín Manrique de Lara. Una decisión que ha provocado el divorcio entre la patronal turística y el dirigente empresarial, si bien este enfrentamiento tiene un trasfondo mucho más profundo y grave de lo que parece una disputa limitada a la obtención de cargos o personalismos, ya que demuestra el sistemático desprecio, ninguneo o la permanente demonización de la actividad turística en esta tierra.
Es significativo que en el apartado 3.2.2 Turismo y Ocio, del “Plan Territorial Especial Hidrológico de Gran Canaria (PTE-04). Documento para la Aprobación Inicial. Memoria de Información” (descarga del pdf), comience el análisis con frases como “La urbanización ligada al turismo puede suponer un riesgo de daños futuros sin una planificación territorial ligada a la protección frente a inundaciones. Asimismo, supone un riesgo cuando la planificación territorial no va ligada a la disponibilidad de recursos actuales y futuros pudiendo provocar situaciones futuras de déficit en la atención de la demanda que pueden verse agravadas por situaciones de subidas en el precio de la energía o por falta de presupuestos para afrontar el mantenimiento de todas las instalaciones”. El lenguaje empleado, amenazante y casi apocalíptico, no tiene nada que ver con el que se utiliza en los demás sectores económicos y de consumo de agua siendo, además, los que más agua de calidad consumen, más pérdidas contabilizan y actúan con menos eficiencia en la gestión de los escasos recursos de agua de la isla.
Francamente, no me cuadra que el sector que más empleo, renta, ingresos fiscales y menos ocupación del territorio se encuentre con el rechazo para poder entrar en el organismo que regula la gestión del agua en la isla. Basta ir a los gráficos elaborados por el Consejo Insular de Aguas para constatar que el porcentaje de agua que utiliza el sector turístico es el ‘combustible’ que da vida a la actividad más rentable (hoy por hoy) y que ocupa a la mayor parte de la población. Además, habría que ver hasta qué punto se puede aplicar a este sector todo el consumo que se le adjudica, ya que si miramos los datos desglosados por municipios nos encontramos con que los dos términos municipales que acaparan casi toda la oferta turística (San Bartolomé de Tirajana y Mogán) ocupan, además un tercio del territorio de la isla. Pero es que, encima, San Bartolomé lidera el ranking insular del municipio que menos pérdidas de agua registra, no así el caso de Mogán, donde debe mejorar considerablemente la gestión del agua. Y eso sin olvidar el escándalo mayúsculo que ha supuesto la gestión de empresas de abastecimiento de guas (públicas que fueron privatizadas para "mejorar la gestión") como Emalsa.
Otro dato interesante es que estos municipios turísticos consumen más agua desalada que el resto del territorio. Asimismo, los usos recreativos (campos de golf y otros relacionados con la oferta turística complementaria) se abastecen en un 70% con agua regenerada (depurada).
Con estas cifras, es más que sorprendente que se impida al sector turístico que pueda participar como miembro de derecho del Consejo Insular de Aguas. Es preciso que ése recurso sea gestionado adecuadamente y si hay algún sector que puede demostrar su eficacia es el turístico. Pero es que, además, el sector turístico necesita que se gestione mejor el agua, que éste recurso sirva para mejorar el paisaje insular porque sólo así se puede mejorar el destino para atraer y fidelizar a los turistas. Miguel de Unamuno afirmó que “el agua es el alma del paisaje” y así lo sabe el sector turístico. Tanto el paisaje natural como el transformado por la actividad humana (incluido el turismo). Por ello, al igual que a la patronal turística, nos asaltan varias preguntas ¿Tienen miedo los aguatenientes a un mayor control y eficacia en la gestión del agua? ¿La “sostenibilidad” de turismo no conlleva el mejor uso de los recursos? Entonces… ¿A qué viene ése rechazo a la participación del sector turístico en el Consejo Insular de Aguas?
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