Con Óscar Naranjo, Inés Jiménez, Ángel López y Fernando del Castillo |
No es que me entusiasmen los títulos nobiliarios más allá de la curiosidad histórica, pero todavía hay quienes hacen de su vida (durante generaciones) un compromiso con unos principios de nobleza (palabra que chirría hoy día, sobre todo en determinados espacios de gestión de lo 'público'). Unos preceptos que se educan y se tienen que cumplir para poder mantener y transmitir el título de nobleza en la categoría correspondiente, e incluso, aspirar a un escalafón superior. Esta forma de vida, determina su existencia y, en el caso de Gran Canaria, la misma historia de toda la comunidad insular.
Días atrás tuvo lugar la inauguración del museo de la Casa Condal. No voy a explicarles qué ofrece porque es digno de visitar y de buscar en sus leyendas y objetos nuestra historia. Sí les quiero comentar que hace tres o cuatro años me invitaron a participar en la elaboración de un proyecto museístico que no tenía otra cosa que un edificio muy singular (patrimonio histórico de la isla) que fue la casa de la familia Amoreto y que durante mucho tiempo fue considerada la 'puerta del desierto' que hoy día es el principal motor económico de Gran Canaria.
A falta de más información, planteé un proyecto en el que se contara la historia de la isla y vincularla a la historia de la propia familia. El museo tendría también un protagonismo muy especial con la actividad turística, ya que si bien todas las actividades económicas en Gran Canaria tenían como protagonistas a los miembros de la familia condal, este es el caso singular y más próximo, que sitúa a esta isla en la Champions del turismo mundial. Por ello, instaba a crear una sala que hablara sobre el turismo en el mundo, o lo que es lo mismo, la importancia de Gran Canaria y del Archipiélago en la actividad turística mundial. Una propuesta que contaba con el apoyo e interés de la Organización Mundial del Turismo, aunque esta cuestión quedó definida pero no incorporada al conjunto de salas del museo.
Sala de los logros e iniciativas industriales. |
Paralelamente a la elaboración de este proyecto, la familia había encargado a los catedráticos Manuel Lobo Cabrera y Fernando Bruquetas Castro un estudio histórico del Condado y el resultado ha sido un extraordinario trabajo que es fundamental para conocer la historia de Gran Canaria. La publicación del libro y otras circunstancias dieron un giro al proceso de elaboración de los contenidos del museo hace dos años. Las tareas de diseño y corrección se encargaron a Sergio Hernández y Antonio Becerra, respectivamente, bajo la dirección de la responsable de marketing del museo, Rosa María Fey.
Reitero que no hablaré de sus contenidos, pero el conjunto de la Casa Condal de Juan Grande cuenta con espacios de naturaleza, antiguos vehículos y carruajes (no estaban el día de la inauguración), la singular iglesia con artesonado y el órgano que diseñó Javier Rapisarda, las bodegas que continúan una tradición iniciada nada más finalizar la conquista y, sobre todo, la revisión histórica de los méritos de esta saga familiar. Desde el vino hasta la llegada del hombre a la luna, los intentos de crear industrias de todo tipo como preocupación constante y la aventura internacional del concurso Maspalomas Costa Canaria, todo ello se ha realizado por iniciativa de esta familia que, con este museo vuelve a dar un aviso de cómo la iniciativa privada ha superado la acción institucional, a pesar del dinero (de todos) que utilizan para la foto del día, pero no conseguirán la presencia histórica que se respira en este museo. Y digo ésto porque si se compara lo que ha costado crear éste museo y lo que está costando el museo del Faro de Maspalomas, nos puede dar un patatús...
Y, estoy convencido, estamos ante otro caso más de discriminación del isleño. Si esta saga se encontrara en algún territorio peninsular, sus logros y éxitos les habrían dado méritos suficientes para el ascenso en el escalafón nobiliario (que no es gratis) como reconocimiento a los que han defendido sus intereses e impulsado sus proyectos comerciales internacionales. Unos intereses que, en definitiva, han contribuido a la mejora de las condiciones de vida de todos los grancanarios.
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