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El Moderador Agustín Clavenzani (Subsecretario de Turismo de la Municipalidad y Presidente del ente mixto ‘Empatur’ de la ciudad de Paraná) presentó a los/as invitados/as: Florencia Casamiquela del Ministerio de Deportes y Turismo de Argentina; Flavia Coelho, Intendenta de Rocha (Uruguay) que no pudo intervenir por no disponer de señal de audio; Fernando Gorbarán, Presidente de AOCA (Congresos y Convenciones).
Cada invitado tuvo 5 minutos para contestar dos preguntas y después hubo un breve turno de preguntas del público que siguió online el encuentro a través de YouTube. Los temas a tratar giraron en torno a “Cuáles fueron -y son actualmente- los principales desafíos de la gestión del turismo, desde el Estado, frente al marco de pandemia”. Y, en segundo lugar, “mirando hacia adelante, haremos el esfuerzo de pensar cómo esta nueva normalidad impactará en la gestión de las políticas turísticas. ¿Cuál creen que será el impacto en la industria del turismo? ¿Qué cambios avizoran como necesarios en el diseño de las políticas públicas en materia turística?”
En general, todos los participantes compartimos que el modelo está cambiando y hay que adaptarse. En mi intervención señalé que en un principio nos mostramos incrédulos ante lo que sucedía. Para enmarcar el fenómeno turístico en España y Canarias, indiqué que nuestro país recibe unos 82 millones de turistas internacionales. Una actividad que supone el 11 del Producto Interior Bruto (PIB) y el 13% de los empleos directos del país. En el mundo hispanoparlante, el caso más próximo sería México con 41 millones de visitantes, lo que genera el 8% del PIB y ocupa al 6% de los empleados. Canarias 16.000.000 de turistas que producen el 36% del PIB insular y el 40% de los empleos directos. Argentina que había tenido un 2019 exitoso, cuenta con unos 6 millones de turistas internacionales (el sector produce el 9,2% del PIB y el 7,5% de empleos, según dijo Florencia Casamiquela en el conversatorio) o Uruguay con tres millones de turistas internacionales.
Canarias, a mitad de camino entre los europeos del norte y el Cono Sur de América, tiene sus especificidades, como es un clima tropical y primaveral durante todo el año, siendo su temporada alta entre octubre y marzo, lo que coincide/compite con el verano austral, además de ofrecer una proximidad en vuelos de radio medio, frente al largo recorrido que supondría viajar hasta Argentina o Uruguay. Curiosamente, Canarias se conoce como la 'eterna primavera' y Paraná se promociona anunciando un territorio para disfrutar todo el año...
Con esas cifras, cabe comentar que si Canarias fuera un país hoy día figuraría en el ranking mundial en el puesto 24/25 compitiendo en la posición con Croacia. Sin embargo, hace 5 años Canarias figuraba en el puesto 20, lo que nos demuestra el crecimiento vertiginoso de los destinos emergentes en los últimos años, hasta la pandemia.
Canarias es un territorio singular para el turismo. Uno de los destinos más antiguos, con unos 150 años de actividad que comenzara con el turismo de salud y actualmente es un complejo multiproducto y Multidestino. Para poder entender el fenómeno desde la otra orilla del Atlántico, destaqué que en las islas hay 4 Parques Nacionales (un tercio de los existentes en España y los dos más visitados de todo el país: Teide y Timanfaya) y 146 espacios naturales protegidos que representan el 40% de los 7500 km2 del territorio insular. Una superficie que viene a ser una décima parte del territorio que ocupa la provincia de Entre Ríos (se llama así porque se encuentra entre los ríos Paraná y Uruguay). Argentina tiene otro modelo de Parques Nacionales, por lo que cuenta con 45 de los que 2 figuran en la provincia de Entre Ríos (El Palmar y PreDelta). En Canarias hay 7 Reservas de la Biosfera declaradas por la Unesco, las mismas que en toda Argentina. El mismo organismo ha declarado en Canarias cinco bienes Patrimonio de la Humanidad, de los que hay 11 en toda la República Argentina y la provincia de Entre Ríos quiere que su primer bien patrimonial, el mate, figure en ese listado.
Otras diferencias notorias son la estancia media 9 noches en Canarias, mientras en Paraná se sitúa en 2 noches, por lo que nos encontramos con un Archipiélago en el que habitan dos millones de residentes (la provincia de Entre Ríos es de 1,3 millones y la de Uruguay es de 3,5 millones), donde contamos con medio millón de camas turísticas en 25.000 establecimientos de los que 750 son hoteles. Una oferta en la que nos encontramos con el mejor hotel vacacional del mundo según el turoperador alemán TUI, o casas-cueva rurales con jacuzzi y todo tipo de comodidades. Pero… más del 90% de nuestros visitantes vienen por el sol y playa. Turismo de masas y de consumo de recursos de territorio con cada vez menor valor añadido al destino. Y con un crecimiento del protagonismo del ‘todo incluido’. Con los recursos naturales, culturales, infraestructuras… algo estamos haciendo mal para que menos de un 10% de nuestros visitantes realicen actividades más allá de las hamacas, o -como señalara Fernando Gorbarán- en congresos y convenciones que, en Argentina, atrae al 25% de los turistas internacionales con un nivel de gastos que multiplica por dos o cuatro el gasto medio del turista. Una actividad que no desaparecerá a pesar del auge de las conferencias online “porque -añade- el contacto humano no puede ser sustituido” aunque sí complementado.
De ahí que todos coincidiéramos que es el modelo turístico la principal víctima de la pandemia. Y así lo pudimos comprobar cuando en enero se detectó en Canarias el primer caso en España de un paciente de Covid 19, un turista alemán en la isla de La Gomera que fue aislado, o semanas después el primer confinamiento en Europa de un hotel que tuvo lugar en Tenerife. Acciones que pusieron de manifiesto la rápida respuesta en las islas, pero no en el conjunto de España donde se establecería el Estado de Alerta y el cierre forzoso de establecimientos turísticos, provocando una masiva repatriación que coincidía en las islas con el fin de temporada alta. Y vino el 0 turístico.
Ya teníamos experiencias en repatriaciones, como fue la quiebra del decano de los turoperadores (Thomas Cook), pero este fue un éxodo masivo con el cierre de alojamientos, prohibición de vuelos salvo los esenciales y el consiguiente riesgo de quiebras y miedo ante la incertidumbre sanitaria y económica. En Argentina han establecido planes para atender la situación de los trabajadores afectados, mientras en España nos encontramos con 3,9 millones de personas afectadas por despidos o, mayoritariamente, por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que han permitido sobrevivir a muchas empresas y que todavía están vigentes en algunos sectores y empresas. En total casi una cuarta parte de los empleos en España se vieron afectados por ERTE, mientras que en Baleares y Canarias el porcentaje se eleva casi al 40%.
Las diferencias entre los países suramericanos y España son notorias. En el caso español hay una enorme complejidad por el desarrollo de autonomías con competencias transferidas entre las que figuran la Sanidad o los servicios sociales. Esta estructura descentralizada ha sido motivo de enfrentamiento por la gestión durante los desconcertantes inicios de la pandemia en este país. Pero es que, encima, cada país tiene una realidad diferente y eso ha complicado -y mucho- la respuesta a la pandemia. Y más al tratarse de un fenómeno global que no se ha intervenido globalmente. De hecho, no hay acuerdo ni en las estadísticas para poder entender los datos que recibimos.
Además de la complejidad de los entes autonómicos en España, el país forma parte de la Unión Europea que ha impuesto una rápida reapertura de la conectividad aérea, mientras los países se enfrentan a cuarentenas, cierres de conectividad con determinados países... Un puzle, un laberinto, un escenario cambiante a una velocidad de vértigo. De todos modos, a diferencia de otras regiones del planeta, la Unión Europea es un espacio político paraguas, ya que acaba de aprobar un Plan de Recuperación de 750.000.000.000€. Aunque a toro pasado, pensemos que quizás la prevención hubiera sido más económica para todos los ciudadanos europeos.
Pero, el escenario turístico tras el primer ‘pico’ de la pandemia en España es que nos encontramos con una ‘industria’ que no ha sufrido daños. De hecho, en Canarias, muchos establecimientos (hoteles, centros comerciales) aprovechan este parón para afrontar las reformas de instalaciones después de una década de crecimiento y niveles de ocupación de récord año tras año. Un sector muy profesional, con una experiencia y excelencia indiscutible, pero que mira con preocupación las incertidumbres ante la temporada alta por la situación inestable de la pandemia, sobre todo porque el perfil de nuestros visitantes invernales es de personas mayores de 60 años, señalada como población de riesgo en esta pandemia.
Por ello, se trabaja la confianza con los países emisores, potenciando la transparencia y comunicación, si bien se está improvisando en algunos aspectos, con ciertas prisas en la apertura de determinadas actividades, como es el caso de las salas de reuniones de grandes grupos en espacios cerrados y, lamentablemente, sin cumplir las recomendaciones para evitar los contagios.
El turismo es conectividad para el virus, así lo ha demostrado durante estos meses de crisis y, además, el turismo de masas es conectividad/contagio masivo. Por ello, Florencia Casamiquela recalcó que el turismo tiene que ser confianza y seguridad, la antítesis del miedo y la incertidumbre. En el caso de Canarias, se ha realizado diferentes estudios de las dos universidades canarias y también del propio Gobierno de Canarias y varios equipos de expertos, bajo el lema ‘Isla – Fortaleza’ lo que recuerda que en el medievo se combatían las epidemias aislando poblaciones. Y las islas son el paradigma del aislamiento, con casos singulares como la expansión de la Filoxera importada de América y que acabó con los viñedos de toda Europa y casi todo el mundo, salvo Canarias, Chipre y Chile. Una lección que también han de conocer los amigos de Entre Ríos, donde hay una célebre ruta del vino. Pero, además de este recurso medieval de la cuarentena o confinamiento (que ha sido el usado en España para confinar frenar los contagios aislando las poblaciones), Canarias ha sido piloto en el uso de las Tecnologías de la Información con la implantación de la aplicación Radar Covid19, con el apoyo de la Organización Mundial del Turismo (OMT), gracias al cual se podrá saber si se ha estado expuesto a contagios y el rastreo de personas.
Y ya que hemos destacado las fortalezas, ahora podemos hablar de las debilidades del destino insular que son precisamente su tradición de liderazgo en el turismo de masas, lo que hace que su industria esté diseñada para este tipo de actividad y dependa imperiosamente de la reapertura de la conectividad con cientos de aeropuertos de casi todos los países europeos. Sólo en el caso de Gran Canaria, los vuelos turísticos previstos en el mes de julio ascendían a 276 a la semana.
Por ello, todos los contertulios han coincidido en que vivimos una etapa de readaptación del modelo. No es que se imponga oficialmente, sino socialmente la transformación lo que hace obligatoria una reconversión turística. Y en ese escenario planteo las siguientes dudas o tribulaciones: ¿Son capaces las administraciones del mundo de frenar la pandemia? Hemos visto que no. Por ello es necesario actuar con realismo y asumir que tenemos que cambiar el modelo de turismo en aquellos destinos donde no se puede atender los volúmenes anteriores al Covid19. Ya se ha hecho con la reconversión naval, del carbón, del acero… Pero ¿la burocracia es capaz de afrontar el cambio? ¿Las empresas turísticas asumen que su oferta tardará mucho -o probablemente no lo consiga- en alcanzar niveles de ocupación de hace ocho meses? ¿Estarán dispuestos a reconvertir su actividad ante el nuevo escenario? Personalmente creo que el cambio de modelo no tiene que suponer menor rentabilidad del negocio… Pero sí un esfuerzo y asumir el riesgo, que será igual o menor que el que van a vivir hasta que exista una vacuna (y aún así). De ahí que Entre Ríos tiene una oportunidad al ser un destino emergente, ya que podrá afrontar el cambio en mejores condiciones. O no, quién sabe, porque responsables de museos como El Prado o el Reina Sofía, o incluso la Comuna de Venecia y otros destinos están encantados con las medidas de reducción de visitantes.
Nos estábamos acostumbrando a la pandemia de humanos invadiendo lugares para hacerlos una triste caricatura de la masificación. Y la Covid 19 nos ha permitido reflexionar. Ojalá nos ayude a rectificar.
Ver la grabación del conversatorio en este enlace de Youtube.
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