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Canarias en una zona que suma conflictos
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Entre otras lecciones, muchas trágicas, 2020 ha confirmado la necesidad de disponer de un centro, observatorio, laboratorio o equipo permanente de análisis geoestratégico del turismo para Canarias es este 2020. Pero no un órgano burocrático, sino operativo, ágil, independiente… Quizás si hubiera funcionado y algún alto cargo atendiera sus informes, se podría haber actuado con más eficacia ante la pandemia o -desde hace mucho tiempo- se habría podido orientar el turismo hacia posiciones de mayor
defensa y seguridad. Estas dos palabras son la clave, los términos que resumen la geopolítica y geoestrategia, habitualmente usadas con fines militares. Pero muy útiles para
mejorar y proteger la actividad turística ante las oportunidades y amenazas que puedan surgir. Y ahora los riesgos o problemas son muchos, gravísimos y muy variados. Por ello es una emergencia para Canarias contar con un gabinete dedicado a la geoestrategia. Sí, ya sé que existe un Observatorio que se presenta como:
“Las estadísticas de la Viceconsejería de Turismo se realizan por el Observatorio del Turismo de Canarias que es la unidad encargada del estudio y seguimiento del sector turístico del Archipiélago. Para ello cuenta con el Sistema de Información Turística que, compartido por las administraciones publicas canarias, integra la información con relevancia o incidencia en el sector del turismo en las islas. El Observatorio Turístico tiene como objetivo básico obtener la información necesaria y a tiempo para una toma de decisiones eficaz y la rápida implementación de las medidas correctoras precisas”. De hecho, el mentado Observatorio aparece citado en el área de Estadísticas y Estudios, y su presencia se reduce a un listado de enlaces estadísticos con algún encargo de interés como la capacidad de carga turística isleña o la comparativa sobre normativas referidas al alquiler vacacional. Lo cierto es que no sé distinguir el formato y contenido de éste Observatorio con lo que ofrece el Instituto Canario de Estadística (otro órgano que han dejado languidecer y vaciar de contenido durante muchos años).
Repito que no es suficiente lo que tenemos y muchísimo lo que necesitamos: empezando por la
Geopolítica, que es el estudio de la vida e historia de los pueblos en relación con el territorio que ocupan y los factores económicos y raciales que los caracterizan, comprendiéndolos podremos mejorar nuestro destino. Por otro lado, la
Geoestrategia es un subcampo de estudio que permite relacionar problemas estratégicos con factores geográficos. Algo que también permite organizar los recursos de un territorio con sus objetivos geopolíticos.
O sea, que tras el uso histórico de la geopolítica con fines militares y políticos encontramos una metodología y unos recursos que
también pueden servir para abordar las incidencias estratégicas en ámbitos como el turístico, con su globalidad y fragilidad, ya que el turismo es cooperación, confianza, relaciones en un complejo y cambiante marco de relaciones internacionales. También tiene una enorme influencia sobre las personas -cada vez más, hasta este 2020- que hacen turismo. Es cambio personal y social, diálogo y comprensión entre civilizaciones, razas, países... Por ello es víctima propiciatoria del terrorismo, de catástrofes, de pandemias y otros desastres.
El turismo presenta una enorme fragilidad y si, encima, en tu territorio tiene un gran impacto económico (36% del PIB y 40% del empleo directo),
es fundamental que se realice una permanente y amplia investigación geoestratégica, creando los equipos y recursos necesarios para una organización racional de acciones para rentabilizar la actividad turística. Un recurso que no sólo servirá para el beneficio económico, porque esta actividad es tan transversal que servirá para dinamizar todos los subcampos de la geografía humana, tales como la política, economía y la acción cultural.
Y ya que estamos hablando del turismo canario, podemos recordar que nuestra situación hasta hace poco era muy cómoda en la geopolítica mundial. De hecho,
Canarias no figura en el listado de islas del mundo con valor geopolítico, y así sucedió cuando la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, cuando se construyeron defensas costeras (ridículas, pero ahí estaban) pensando que seríamos víctimas de un ataque directo y ocupación, cosa que no pasó de los planes que elaboraron los aliados cuando preparaban sus estrategias. Pero estamos en 2020, 75 años después del fin de la segunda guerra y ahora encontramos indicios claros de inestabilidad en nuestro entorno, así como de interés por parte de organizaciones políticas y económicas sobre el territorio isleño, particularmente
por la importancia de los minerales raros localizados en el fondo oceánico de las islas, probablemente habrá que actualizar la lista de islas con valor geopolítico, para preocupación nuestra.
La sobre pesca del banco pesquero, la crisis del éxodo africano, el ya ineludible conflicto colonial del Sahara, el cambio climático son algunas de las señales de alarma que van más allá de nuestra capacidad de acción territorial. No olvidemos que en el pasado
La geopolítica española tenía claros los objeticos en la Conferencia de Berlín (1884-85), al crear espacios colonizados de vecindad en que eran próximos a Canarias (Río de Oro) y al sur peninsular (Protectorado español del norte de Marruecos). Una situación que acabó en un vergonzoso acuerdo por parte de España con el reparto de la provincia española (casi un siglo) y el despojo de su población mayoritaria (14 de noviembre de 1975). Un pueblo que reclamaba la independencia y que fue entregado a otro colonizador, lo que ha dado lugar a un territorio amurallado para evitar que entre su pueblo. España alteró profundamente la estrategia sobre Canarias y ahí sigue el conflicto enquistado, generando inestabilidad en la zona canario-saharaui.
Tristemente, hasta ahora la geoestrategia española ha tenido más en cuenta otras zonas del planeta que el entorno donde se localiza nuestro Archipiélago. Algo similar sucede con el conjunto de la Unión Europea, cuya estrategia africana es la más reciente, tras ser relegada desde sus orígenes por los países de la UE. De hecho, la
‘Iniciativa 5+5’ apadrinada por Bruselas limita a los países del Magreb y los del sur de la Unión Europea su ámbito de actuación, olvidando que Canarias es más meridional que esos países. Tan sencillo como
utilizar la región árabe como colchón frente a problemas de inestabilidad y de frontera ante el éxodo africano hacia Europa. Siempre bajo la perspectiva de lograr la seguridad nacional, pero el concepto ya es antiguo, vivimos en un mundo global, conectado, con organismos internacionales ineficientes. Y ante este escenario habrá que reubicar las fronteras donde se dirimen los riesgos para nuestra seguridad presente y futura.
En Canarias disponemos del Observatorio, pero habrá que darle un buen meneo para que sea una herramienta más potente, efectiva y ágil. En España, de orígenes militares, están los centros del
Instituto Español de Estudios Estratégicos,
Centro de Estudios de Defensa Nacional... Y el
Real Instituto El Cano, con más carácter político. Pero sumergirse en sus archivos nos demuestra el
casi nulo interés por el turismo que estos organismos contemplan, siendo como es una actividad totalmente dependiente de las relaciones entre países e intereses contrapuestos.
Y es que
el turismo, esa denostada actividad a la que se considera monocultivo con el manido
'poner todos los huevos en la cesta del turismo', es tratada como una política económica algo irresponsable a ojos de muchas personas por ese protagonismo económico. A esa mala prensa se añaden los evidentes riesgos:
Crisis económica en los países de origen de los turistas (como sucedió hace 8 ó 10 años, o sucede ahora en Inglaterra, el principal suministrador, con el Brexit y la pandemia); El
Covid-19;
problemas en la conectividad y los transportes (Thomas Cook, Ryanair, o a ver cómo quedan las aerolíneas tras la pandemia);
mejoras de seguridad en países competidores que nos restaban visitantes hasta las ‘primaveras árabes’ del 2009 (Egipto, Turquía, Siria, Túnez…);
crecimiento en países de los Balcanes (Croacia, por ejemplo) o del Este europeo… Y en los últimos meses, amén de la
pandemia, se recrudece la
crisis migratoria africana con Canarias como escala, el
conflicto saharaui o las
pretensiones marroquíes sobre las aguas canarias… Sin olvidar el incremento de la calima, de las temperaturas y los temporales a causa del
cambio climático.
Está claro que geopolíticamente,
se ha de seguir apostando por el turismo como uno de los pilares de la economía isleña mientras se incorporen otras actividades económicas que garanticen empleo y riqueza, por lo que, geoestratégicamente, habrá que valorar qué líneas de acción mantener o modificar otras, pero sobre todo diseñar algunas nuevas ante esos nuevos escenarios. Hay que pensar en medidas para
fidelizar clientes y
aumentar su estancia media; hay que
diversificar la oferta (sol y playa es lo menos rentable y donde encontraremos más competidores), hay que
mantener la alta calidad que ofrecen nuestros establecimientos hoteleros y gastronómicos…
Hay que hacer de las afortunadas un objeto de deseo, con un coste beneficioso y no a precio de saldo.
Y así nos va… Cada vez hay más interés en la geoestrategia sobre los diferentes sectores cuando es el turismo el tablero en el que nos movemos y debería preocuparnos.
Hemos de anticiparnos y prepararnos, para poder actuar ante las situaciones que estamos sufriendo día a día con los cambios de estrategias y de jugada que hacen los distintos países por los diferentes problemas actuales (sanitario, económico, bélico, migratorio, político…) que influyen sobre los transportes, el comercio y sobre todo en el turismo y los servicios que, en la práctica, ha paralizado la economía de España y, sobre todo, la de Canarias.