Museo Campesino, Lanzarote |
De los 23,5 millones de euros previstos para el próximo año, 10 se destinarán a pagar al personal de una Consejería que no va a gestionar prácticamente nada. 8,5 millones serán para construir un pabellón de baloncesto y en torno a los 5 millones son para las áreas de deportes y patrimonio, de forma que para programas culturales quedarán 790.000 euros. El presupuesto de cultura en 2011 ascendió a 48 millones de euros, de los que se destinaron 28 millones para la financiación de eventos y proyectos de distintas disciplinas.
Es cierto que la administración ha destinado cantidades importantes de dinero para determinadas actuaciones de forma directa sin que conozcamos qué criterios han utilizado, aunque se trata de dinero público (de todos), lo que ha dado lugar a que la ciudadanía tenga esa sensación nebulosa de que si algo huele raro todo termina oliendo mal. Y puede que tengan razón, mucha o poca, pero razón al fin y al cabo de que cualquier cosa que no sea transparente no es transparente.
Otros podrán quejarse de que fulanito o menganito es/son el/los apadrinado/s por el poder. Así es. Hay personajes que han logrado los premios (los que incluyen pasta) y también les compran obra, les organizan actos aquí, allá, en el extranjero y en el más allá (si pudieran). También habrá indignados que podrán decir eso de que se han gastado enormes cantidades de dinero en experimentos, o en aventuras que no tienen interés público ni impacto cultural o artístico, que para eso ya hay mucho vendedor de humo en complicidad con el político de turno que no tiene recato ni sentido del ridículo para participar del engendro.
Pero hay otra vertiente, que es la que nos interesa, de este conflicto. Y es que muchos de los eventos culturales (si no todos) tienen alguna incidencia sobre el turismo. No tanta como nos dicen o intentan ‘vender’, sino más bien anecdótica y, sobre todo, porque sirven para llenar de carteles y propaganda las zonas turísticas para que los guiris vean que hay oferta, que la isla está ‘viva’, porque venir a tumbarse al solajero durante una semana o diez días a hoteles o apartamentos de bajo costo o con todo incluido, probablemente no sea el estado anímico que estimule para acudir a un concierto o espectáculo que no sea el que ofrecen en el bar del hotel (y tan sorprendentes que son). Bueno, dicho así suena un poco fuerte, pero en todos estos años nadie ha dicho –y demostrado- cuántos turistas han venido a las Islas atraídos por un festival o un concierto, una prueba deportiva o una exposición sorprendente, excluyendo a los músicos, artistas o participantes en el evento, claro está.
Y es que no sólo no funciona como reclamo, sino que su éxito como oferta complementaria tampoco creo que sea notable, ni tan siquiera reseñable.
Somos destino de sol y playa. Y nos hemos resignado a ello. No podremos poner en valor cosas que no ponemos en valor, ni en el ámbito de la oferta cultural ni en otros, tal como hemos demostrado dejando a su albedrío a los turistas vagando por la Isla sin aprovechar su presencia para convertir la oportunidad en negocio.
Francisco González Díaz |
¿Esto que digo es nuevo? Pues más bien no. Todo lo contrario... En 1910 publicó Francisco González Díaz el libro ‘Cultura y Turismo’, con la recopilación de varios artículos que publicó en la revista ‘Canarias Turista’. Hace un siglo dejaba claro las relaciones entre fenómeno cultural y turismo: “Para atraerse a los turistas ilustrados que viajan por ver y aprender, tienen los países de tradición artística el señuelo de sus obras monumentales. Con sólo ellas, prescindiendo de otro cualquiera atractivo, les basta al objeto de llamar la peregrinación cosmopolita que busca impresiones de arte y prestigios de historia”.
Continúa señalando que “no es necesario unir a esos encantos de orden puramente estético las delicias de un clima dulce y benigno ni los primores de un delicioso paisaje. La élite de los viajeros intelectuales, bien lastrados de ciencia y de literatura, no se preocupa gran cosa de los accidentes pintoresco del medio físico en que se les ofrecen las bellezas arqueológica”. Para añadir que “las filigranas arquitectónicas de un templo gótico, el ambiente evocador y el aroma de poesía que se desprenden de un montón de ruinas legendarias, la hermosura convencional de un sitio consagrado por la trascendencia de un gran acontecimiento y de una efeméride memorable, la visión interior de una antigualla gloriosa, son los números de su programa y las estaciones de su itinerario”, si bien reconoce el autor que estos “viajeros sapientes componen la minoría”, un grupo exiguo que desarrolla una influencia elevada y profunda sobre los demás turistas, que pretenden seguirles y emularles en parte.
Está claro que el concepto de cultura se limitaba al patrimonio histórico y monumental, pero hoy día la cultura y su vinculación con el turismo es mucho más amplia y compleja, desde los paisajes culturales, a la cultura gastronómica o productos vinculados a los espacios donde los artistas pudieron inspirarse.
Estas cuestiones han sido recogidas por los organismos locales, nacionales e internacionales, como el caso de la Comunicación de la Comisión Europea a los distintos órganos, titulada ‘Europa, primer destino turístico del mundo: un nuevo marco político para el turismo europeo’. En dicho documento queda claro que “pueden incluir el conjunto del patrimonio en toda su diversidad: el patrimonio cultural (incluidos los itinerarios culturales), la creación cultural contemporánea, los lugares naturales protegidos, el turismo de salud y bienestar (incluido el turismo termal), el turismo educativo, el turismo enogastronómico, el turismo histórico, el turismo deportivo, el turismo religioso, el agroturismo, el turismo rural y el turismo que valoriza el patrimonio marítimo y cultural subacuático, así como el patrimonio industrial o el tejido económico de una región”.
“A tal efecto, la Comisión ha iniciado ya una cooperación con el Consejo de Europa en materia de turismo cultural con el fin de evaluar mejor el impacto y garantizar una mayor visibilidad. En los últimos años, se han puesto en marcha otras iniciativas transfronterizas, por ejemplo, itinerarios cicloturísticos europeos o rutas de peregrinación, como el Camino de Santiago de Compostela. La Comisión considera que varias de estas iniciativas saldrían ganando si se las reconociera y se beneficiaran de una legitimidad europea que garantizara su carácter transnacional. Este reconocimiento de su vocación europea puede crear la misma dinámica que la experiencia exitosa de las ‘Capitales Europeas de la Cultura’, que actúa como catalizador para el desarrollo local y el turismo, realizando cada año a escala europea un programa cultural ambicioso y atractivo”.
En este documento se hace hincapié en la necesidad de consolidar todos los recursos artísticos y culturales, incluida la creación contemporánea y los eventos. Parece mentira, pero en Canarias hemos dado lecciones de lo publicado por la Comisión Europea, tanto en el primer tercio del siglo XX, cuando Néstor Martín Fernández de la Torre lanzó la proclama de “Es necesario que hagamos de toda la vida una obra de arte", o César Manrique... Dos artistas que, a tenor de la crisis actual, deberían ser tenidos en cuenta a la hora de adoptar decisiones políticas que pueden hundir a un sector que es el que ha producido los casos de éxito más destacados de nuestra historia.