Desde hace varios años se viene publicando el
Estudio de Impacto Económico del Turismo (Impactur), pero a mi entender es un documento que bien
podrían intentar hacer algo más práctico para un sector que representa la principal actividad económica del Archipiélago Canario. Sin duda, se trata –o debería- del informe que aporta los datos fundamentales para conocer dónde fracasamos y dónde deberíamos realizar nuestros esfuerzos para que el turismo sea un verdadero sector de desarrollo en todos los sentidos, ya que nos dice cuánto gastan, cuántos vienen, cuántos empleos se originan y cuánto se invierte... Pero
presenta grandes lagunas y requiere un análisis más profundo que mejore la calidad de la información y le dé un sentido práctico. De ahí que me extrañe el silencio de todos los operadores: patronales, patronatos, sindicatos, periodistas… Ante un estudio tan importante para nuestra comunidad.
Yo tampoco le presté atención en su momento. Lo reconozco. Los titulares eran obvios y triunfalistas para contentar a todos en momentos en los que andamos huérfanos de buenas noticias. Por eso no me fijé en el detalle, en la letra pequeña. Pero, casualmente, preparaba hace unas semanas una conferencia sobre la historia del turismo en Gran Canaria cuando me vi necesitado de actualizar datos sobre variables como PIB turístico, empleo, gasto… Y recurrí para ello al documento Impactur elaborado por el Gobierno de Canarias y el organismo ‘Alianza para la excelencia en turismo’. Al releerlo con detenimiento, me encontré con un documento que adolece de diversos defectos que han de ser corregidos:
- Contenidos mejorables y ampliables.
- No se hace contextualización correcta de la situación política y económica.
- No se desarrolla el estudio en la realidad insular, dado que las diferencias entre islas son abismales y la valoración global del archipiélago da lugar a una interpretación errónea para los diversos destinos.
- Se ofrecen comentarios de análisis contradictorios.
- Completar la herramienta para que pueda servir a los intereses de las distintas islas y, por ende, de Canarias.
Como ejemplo de esas mejoras que podría ofrecer el Impactor, tenemos que el resumen del
estudio comienza obviando los antecedentes de la actividad motivo de análisis: el sector turístico canario. Un sector que padece la crisis del modelo en el que sustenta: el turismo de sol y playa, cuya decadencia evidente arrancó a comienzos del siglo XXI, si bien con diferencias entre las islas. Y es que Gran Canaria es la primera en entrar en declive (descenso de turistas y sobreoferta) en 1998/99, mientras que Tenerife inicia su descenso en 2001. En cuanto a Lanzarote y Fuerteventura, el declive comienza en 2003, si bien la llegada de turistas en estas islas presentaba crecimientos más moderados pero continuados.
Así, tenemos que el estudio se refiere a datos de 2008 a 2014, un período que es difícil de calificar, dado que hay acontecimientos previos que han influido en la evolución del turismo en las islas, en España y en el mundo, como la moratoria turística en Canarias o los atentados del 11S de 2001 en Nueva York, o los del 11M de 2004 en Madrid. A todo ello, se suma la crisis económica o gran recesión que se originó con el estallido de la (o las) burbuja inmobiliaria en EEUU y arrastró a las economías de todo el mundo. Esta crisis pudo suponer la puntilla para un sector turístico que rozó el hundimiento absoluto en 2009 en las islas de no ser por las ‘primaveras árabes’ que hicieron el milagro de desviar (desde entonces y hasta hoy día) los turistas europeos de los países mediterráneos competidores del ‘sol y playa’ a Canarias.
Puestos a revisar los datos de Impactur, nos encontramos con que nos dicen que el turismo es la ‘locomotora’ de la economía canaria en los últimos cuatro años (2011-14, incluidos) si bien la gráfica refleja que
no estamos ante un crecimiento continuado, sino ante una serpiente de curvas pronunciadas al alza y a la baja que nos marca crecimientos del PIB por encima del 5% y en medio caídas del 1,2%. No destaca el comentario oficial que el PIB turístico en millones de euros no ha recuperado el dato de 2008 (12.623 millones) hasta 2014 (13.032 millones), tras mantenerse seis años por debajo del ‘logro’ del primer año de crisis.
Concluye también el informe que se produce un “incremento del peso del turismo en el conjunto de la economía canaria desde el 30,8% de 2013 al 31,4 con que cerró el año 2014, debido al menor dinamismo de la economía de la comunidad” lo que dicho en otras palabras -y siendo realistas-, significa que
la caída de otros sectores aúpa al turismo a convertirse en monocultivo.
Acto seguido, se destaca que “desde 2009 el turismo ha venido incrementando continuamente su presencia en la economía de las islas hasta situarla 4,2 puntos por encima de los niveles del peor año de la crisis”. Suponemos que se referirá a la crisis económica, pero nos resulta demasiado cómodo limitar el análisis a
un acontecimiento que no hace sino profundizar en las contradicciones del destino de sol y playa canario, agravadas por una inestabilidad política global (y que no decae).
Igual argumentación se utiliza en torno al empleo que genera la actividad turística, al señalar en esa montaña rusa que ofrecen las gráficas, así como la mejora de la percepción del sector por las siguientes causas: un “incremento de la actividad, la mayor confianza empresarial sobre la solidez de la recuperación y mejora de los márgenes de las empresas directamente relacionadas con la actividad turística”. Muy llamativo este lenguaje cuando resulta que
en 2014 el sector turístico tenía menos empleados en las islas que en 2008. Probablemente habría que cruzar también el dato del número de camas ofertadas, sobre todo en Gran Canaria donde el ejecutivo canario se ha empeñado en impedir el desarrollo de hoteles de cuatro estrellas mientras salen del mercado miles de camas de apartamentos residencializados. Sin embargo, si al número real de empleados en el turismo le cruzamos la tabla sobre el total de empleos en Canarias, ahí sí que vemos cómo desde hace cuatro años el número de empleados en el turismo se distancia del conjunto de la población empleada y supera la tasa que había en 2008. Basta mirar el resultado absoluto para comprobar que ese incremento no es porque haya más empleados en el sector, sino porque apenas quedan empleados en los otros sectores productivos.
Los últimos datos se refieren al gasto turístico, con cifras poco alentadoras, al situar en 78,8 euros el gasto medio diario en destino del turista extranjero (que es un ingreso que no hay que despreciar, por supuesto), mientas que no se aporta la cifra del turista español. Por todo ello, nos encontramos con cifras positivas por
el papel del turismo en el PIB (el triple que el de la media española, pero sólo un 75% en comparación con Baleares que es el ejemplo con el que deberíamos compararnos) y en el empleo (más del triple que la media española y apenas por encima de la de Baleares, y eso que el turismo en el archipiélago balear tiene un enorme componente estacional).
Tras escribir estas líneas sobre el documento resumen (no se ha publicado el informe completo), me leí el documento ampliado del año anterior (referido a 2013) de unas treinta páginas que sí está disponible. Para no cansarles, les diré que me llamaron la atención varias contradicciones:
Al calificar de ‘locomotora’ económica al sector turístico, se afirma que tiene una capacidad de arrastre sobre la actividad en otras ramas productivas. Curiosa declaración cuando la caída de los demás sectores es contante en el periodo analizado y, además,
en casos como el de Gran Canaria agravada por la parálisis administrativa de proyectos de hoteles, puertos deportivos y demás… Ya sea por la falta de planeamiento, el exceso de planeamiento, los pasos de Colón o la exigencia de 5 estrellas a cualquier nuevo establecimiento hotelero.
De hecho, el informe no recoge cuántos hoteles, parques temáticos o centros comerciales se han construido. Tampoco se habla de la reducción de las inversiones en infraestructuras (segunda pista aeropuerto, carreteras, potabilización o depuración de aguas ) ni se cuantifica y analiza la venta de apartamentos y bungalós y la salida (o no) de éstos del mercado turístico, o la pérdida de valor de los establecimientos; ni el impacto del aumento de impuestos autonómicos o estatales… Variables que perfeccionarían muchísimo este modelo de análisis.
También (en el informe sobre 2013) se afirma que en ese año
creció el sector turístico gracias al turismo canario… Un dato que ayuda a frenar el impacto negativo de la caída del consumo turístico de los extranjeros y, sobre todo, la reducción del gasto turístico de los peninsulares. Supongo que con tal caída de consumo, es obvio que el estudio destaque lo limitado que fue el traslado de la mejoría del turismo a otras ramas de actividad, ya que la ‘locomotora’ ha sufrido la mengua de “márgenes empresariales y la continua necesidad de ajustes de costes”. Y es lógico, aunque no lo diga Impactur: ante un sector empresarial desunido, los turoperadores consiguen rebajas al límite de la rentabilidad. Aún así, el informe elogia la creación de empleos indirectos gracias al turismo, afirmando que por cada 100 empleos directos se generan 41,7. ¿Y a nadie le interesa saber o profundizar en el por qué no conseguimos más gasto en destino y más empleos directos e indirectos?
De hecho, en el apartado sobre la demanda turística está la clave. La tabla representa que el consumo turístico de peninsulares y extranjeros alcanza el 70% y el de residentes el 16,6% del total del consumo realizado...
La inversión privada y pública apenas supone el 16% del impacto económico. Y la conclusión es lógica: si el sol y la playa es gratis ¿cuánto y en qué gastan los turistas en las islas? Pues sólo en comer, beber y alguna cosilla que se compren a lo que habría que sumar algunas visitas a algún lugar perdido o museo. Pero lo peor es que la inversión privada y pública mantiene una caída permanente durante los años que este estudio analiza, o lo que es lo mismo: ya no se le echa carbón a la caldera de la ‘locomotora’. Aunque el Impactur echa voladores al cielo al indicar que la caída de la inversión privada y pública se ralentiza (que no significa que suba, sino que ya no cae tanto) porque “hay más confianza aunque se mantiene todavía condicionada por la falta de acceso al crédito”…
Entre 2008 y 2013 se afirma que hay un crecimiento interanual de pernoctaciones, mayor gasto diario en destino (aunque sea sólo de un 1,1%) y otras florituras, pero no deja de ser contradictorio el informe, sobre todo cuando se analiza el gasto por países de procedencia, ya que Alemania e Inglaterra son con diferencia los que más turistas traen, pero a su vez son los que menos gasto por persona en destino realizan. No así
el caso de los rusos, que debería ser estudiado aparte y también explicarse cómo es posible que se dirijan casi exclusivamente a una isla.
Termino hablando de la inversión turística. En el ámbito privado, la mitad se ha destinado a hoteles y similares, fundamentalmente a la reforma y modernización. El siguiente epígrafe en importancia es el alquiler de transportes (un 19,1%). En cuanto al gasto público, el informe destaca que “para dar respuesta al mayor volumen de turistas que han visitado las islas (movilidad, servicios médicos, seguridad ciudadana…)”,
los gastos de las administraciones vinculados con la gestión “propiamente turística de la región (promoción turística, infraestructuras turísticas) siguen reduciendo su cuantía un año más, a excepción de los relacionados con la formación profesional”. Y eso a pesar de que los impuestos que recauda la Comunidad Autónoma tienen en el sector turístico el 33,4% del total de sus ingresos, con un crecimiento de la presión fiscal en 2013 respecto a 2012 de un 9,3%.
¿Quién dice que el turismo es un sector parasitario de la economía canaria?