'Imagotipo aborigen' |
Una década después, se constata que la propuesta no iba a poner fin a esos problemas y mucho menos a identificar un destino (¿uno sólo?) como es la isla canariona en un mercado globalizado en el compiten cada vez más destinos. De hecho, aunque sea un poco más compleja, la marca que ideara hace más de un siglo Domingo Doreste (Fray Lesco) ha funcionado y se ha consolidado como marca y orgullo de los canariones: ‘Continente en miniatura’. Una marca que sí que refleja la realidad compleja y diversa que ofrece esta isla a los visitantes y que no se queda en la vaguedad de la palabra ‘única’ para definir cualquier destino turístico. En realidad, dudo que no haya un destino en el mundo que no sea único…
Pero bueno, está claro que no sólo no acertaron en esta cuestión y que los problemas (muchos de ellos con diversos implicados) no lograron ser solucionados a pesar del esfuerzo realizado. Incluso me atrevería a decir que en algunas cuestiones pudieron haber complicado algo más la situación. No me voy a extender aquí en los problemas abordados (maraña normativa, disputas empresariales, formación, protección ambiental y paisajística, traslado de los departamentos de la Consejería de Turismo a Tenerife –la Ley de Sedes establecía en Gran Canaria este departamento-, municipios turísticos, renovación…), aunque próximamente podría abodarlos.
Respecto a la marca de la isla, cosa en la que no podemos culpar a nadie de fuera de nuestro error de criterio y elección, sobre todo porque –como bien señala Cruz Caballero- “debido a los cambios políticos que se producen periódicamente en los diferentes niveles de los organismos del sector turísticos, se paralizan o no se respetan sin estudiar si esas acciones puestas en marcha por el anterior equipo, son válidas y bien programadas, antes de sustituirlas por otras actuaciones que pueden ser interesantes pero que retrasan, entorpecen y desorientan a empresarios, usuarios y consumidores de los productos y servicios del sector por esa falta de regularidad, continuidad y eficacia que ha caracterizado a nuestra fluctuante política turística”.
Aún así, faltaría más, tenemos claro desde hace más de un siglo que Gran canaria posee casi todo tipo de ecosistemas y paisajes, tanto naturales como humanos, con un desarrollo urbano y de infraestructuras con algunos casos que sorprenden al mundo (mayor número de presas por kilómetro cuadrado o desalación de agua del mar…). Y, por supuesto, a pesar de tener la ciudad más poblada, el puerto más importante (uno de los más destacados del Atlántico) el gran aeropuerto y la gran ciudad turística, todavía hay espacio para la soledad.
La naturaleza y la actividad humana han configurado estas realidades en su desarrollo vital. Pero también hemos desarrollado otros aspectos que han protagonizado nuestra historia y ofrecen una enorme potencialidad como recursos y productos turísticos. Entre otras cuestiones podríamos citar el paso de Colón en su primer viaje (Casa de Colón), la cultura aborigen aunque fuera sepultada por los colonizadores (Cueva Pintada, poblado de La Atalaya, Museo Canario, Acusa…), nuestra flora autóctona (Jardín Canario), nuestros iconos geológicos volcánicos (La vuelta al mundo), o las recreaciones del artista Néstor y su Pueblo Canario. Todos estos elementos suman lo que ha de ser la marca, sin olvidar el clima y espacios tan reconocibles como Maspalomas Costa Canaria.
Podemos concluir que tenemos una buena marca y productos singulares, diferenciados y originales frente a otros destinos, pero eso no quita para que podamos y debamos crear otros y no quedarnos atrás y conformarnos. La novedad y la creatividad son elementos que no sólo influyen en la atracción turística, sin que impulsan los sectores productivos y la industria local. Mantener lo existente es agotar las posibilidades que nos ofrecen los más de tres millones de turistas anuales que visitan la isla.
Hay muchos que piensan que el hecho de que el turista venga a nuestra isla por el sol y la playa hace innecesario buscar otros elementos de atracción de turistas. Grave error. En un destino turístico se debe mantener viva la atracción por la novedad y, si fuera posible, crear productos que llenen el periodo de estancia del turista y éstos aumenten su gasto en el destino. Pero eso no se logra con productos o servicios ya conocidos. Hay que innovar. Palabra que muchos empresarios utilizan pero cuando se les plantea que te presten atención cierran sus puertas. Se hallan cómodos y seguros en su monotonía y su falta de visión.
Tematizar la isla, convertir sus recursos en experiencias… Son cosas que reiteramos pero caen en saco roto. Y eso que la historia nos ha demostrado el camino a través de los éxitos pero los empresarios y los posibles inversores, de esta isla o que ya forman parte de nuestro sector turístico no miran más allá de sus hoteles y centros comerciales (con algún spa o campo de golf) pero eso no nos hace ‘únicos’ ni originales. Eso hay que promoverlo, buscarlo y extraerlo del ADN de quienes hemos nacido en un territorio que durante cinco siglos ha sido escala de aventureros, descubridores, científicos, pioneros de la navegación por mar y aire, viajeros y turistas… ¿A qué esperan para promover esa marca renovada para Gran Canaria que no se limite a un eslogan?