Ramón Suárez, Marco Aurelio Pérez, Taleb Rifai, ministro de Turismo de Maldivas y Marcelo Risi (OMT) |
Pero este Día Mundial me deparó otra grata sorpresa: recibí un libro que recoge el viaje de Margaret D’Este a las islas “En las Canarias con una cámara” (Ediciones Idea 2013), dedicado por el autor del amplio estudio preliminar, J. Enrique Jiménez Fuentes. La dedicatoria dice: “Un ladrillo más para tu obra sobre el turismo en Canarias”. Lo de ladrillo tiene que ver con las 630 páginas que componen esta publicación y que estoy saboreando con calma y agradecimiento, ya que no son tantas las obras sobre turismo en Canarias muy a pesar de la importancia que este sector tiene para las islas.
Pero no hay dos sin tres, y es que el presidente del Cabildo (y a su vez del Patronato de Turismo de Gran Canaria), José Miguel Bravo, reconocía públicamente la semana pasada que Tenerife está ganando a Gran Canaria no sólo en número de turistas y en oferta alojativa (sobre todo hotelera, que la extrahotelera es nuestra tradición), sino también en promoción. Una promoción que hace que dos destinos similares y vecinos rivalicen permanentemente en casi todos los aspectos, incluido el turismo, lo que da de comer a muchísimos canarios. Y es que Canarias es un caso (múltiple) de éxito en el turismo mundial, pero las diferencias entre las islas no sólo son fruto de los caprichos de la naturaleza, sino que reflejan cómo algunos saben explotar mejor sus recursos, cómo motivar a los potenciales clientes y fidelizar a los que han optado por visitar las islas.
José Miguel Bravo ha reconocido lo que todos sabíamos: que durante años (más bien décadas) Gran Canaria ha perdido competitividad ante Tenerife, y no sólo en número de camas, sino en la gestión de la marca. Una marca que no se ha sabido vender y que ha ocasionado más de un enfrentamiento con las marcas reconocidas en Gran Canaria, como Maspalomas, Mogán, o la emergente LPA (apuesta/logo de Las Palmas de Gran Canaria).
Estas declaraciones son un reconocimiento ‘oficial’ del fracaso del Cabildo y del Patronato de Turismo, pero no han venido acompañadas de respuestas y, aunque sería demasiado pretencioso que se notaran los efectos ya, no se percibe un cambio en la tendencia a pesar de que hace dos años que preside el Cabildo de Gran Canaria y su Patronato de Turismo, con puesta en escena de campañas con Silva o la decisión de montar un stand paralelo al de Canarias en Fitur... Más bien, al contrario, recordamos que a finales de 2012, tras la celebración del Día Mundial del Turismo en Maspalomas, reconoció en un pleno del Cabildo que se había desaprovechado la oportunidad histórica de posicionar Gran Canaria junto a uno de sus iconos más importantes e internacional para el turismo: Maspalomas. Igualmente, el anunciado Plan Estratégico de Turismo sigue siendo una incógnita, en vez de una ilusión colectiva, sin que se perciba hacia dónde nos quiere llevar, quién lo elabora y con quiénes se piensa el futuro turístico de la Isla. Asimismo, corremos el riesgo de perder la Reserva de la Biosfera si no se hacen bien los deberes; o vimos cómo el primer centenario del Cabildo Insular –la institución más importante para la Isla- ha pasado sin pena ni gloria y a las cortapisas de la Ley Turística a Gran Canaria se responde con una campaña que quiere abarcar mucho más del ámbito de la legislación turística que nos imponen a los grancanarios este Gobierno de Paulino Rivero y acompañantes socialistas que afirman que gracias a esa ley Gran Canaria se convertirá en un destino de calidad y tres piedras...
Y es que a nadie se le escapa que no se puede culpar sólo a Tenerife de su liderazgo político a través de una réplica casi exacta la infame provincia única acordada en el pacto de Las Cañadas; ni limitar al Gobierno de Canarias el maltrato con sus recortes a la isla canariona cuando desde Madrid son mucho más flagrantes los incumplimientos y desplantes que nos hacen sentirnos más colonia y más lejos que nunca del continente europeo y la metrópoli.
Pero, además, es que el Cabildo defensor de Gran Canaria (toda la isla y todos los isleños) frenó un proyecto de la cadena RIU para hacer del Oasis Maspalomas un establecimiento de 5 estrellas. La decisión de frenar la renovación en el Palmeral de Maspalomas poniendo como excusa la escala de las naves de Colón para coger agua y leña en su cuarta travesía, supone una arriesgada acrobacia que podría costar muchos millones de euros al Cabildo (a toda la isla y a todos los isleños), así como ha provocado la parálisis de muchos proyectos que estaban encaminados a mejorar la planta y comercios del lugar. El retraso, no imputable a Tenerife, supone un claro intervencionismo para establecer unos criterios sobre el futuro estético, paisajístico, turístico y empresarial de uno de los lugares más emblemáticos de Europa para el turismo. Y todos nos llevamos las manos a la cabeza al imaginarnos cómo van a decirles unos funcionarios del Cabildo o cargos políticos a una de las empresas de mayor profesionalidad y veteranía cómo han de ser sus establecimientos (cosa que no han hecho con ningún otro grupo inmobiliario o turístico).
Pero que no cunda el desánimo. Gran Canaria puede ser líder turístico en el Atlántico. Tiene condiciones y recursos para ello. Ya lo consiguieron en su momento Néstor, la familia condal y otros muchos, particular y colectivamente. Pero, para ello, habrá que concitar la colaboración de la acción política y civil en el ámbito del turismo. Dudo que el resultado sea peor…