martes, 25 de diciembre de 2012

Rostros de la barbarie

Bahía de Cochinos (1961. Acrílico sobre táblex, 94x123 cm)

La obra de Jane Millares tiene una permanente referencia a la opresión que padece la mujer, sin dejar de reivindicar los valores y orgullo de la feminidad. Asimismo, hay una temática afianzada en la obra que está vinculada a retratar y reivindicar los elementos identitarios de la isla y la canariedad en la arqueología, la arquitectura, el paisaje y en los pequeños detalles de una vida de recreación en lo cotidiano y lo cercano.

Pero también hay otra Jane Millares con profundas convicciones y sufrimientos: el dolor que le produce la barbarie humana.

Miembro de una saga de intelectuales y defensores de los derechos humanos, Jane expresa en diferentes épocas su angustia por las atrocidades que comete el ser humano contra la humanidad.

Implicada con sus hermanos en lo social a través de la poesía y de la pintura sin someterse a las imposiciones de la dictadura o de una curia que se posicionó a favor del fascismo, principales inquisidores contra Juan Millares Carló (padre de Jane al que despojaron de su cátedra). Por su parte, Jane Millares Sall aporta un mensaje directo y descarnado contra el fascismo y el imperialismo, así como contra la pena de muerte que, en este país y en aquel momento, se ejecutaba mediante el garrote vil.

Hay tres cuadros que reflejan perfectamente esta dimensión política de Jane Millares: La cara del fascismo, Bahía de Cochinos y El garrote vil.

La cara del fascismo (1961. Óleo sobre táblex, 59´5x46´5 cm)


La cara del fascismo es un retrato que no precisa interpretación. Un rostro descarnado, brutal, monstruoso y envilecido. Un rostro que completa el plano con el saludo fascista con una mano desproporcionada que se muestra arrogante y coactiva al espectador.

Bahía de Cochinos es una obra de especial dramatismo, de tonos y figuras angustiosas. Con la presencia obsesiva del rojo sobre el negro. En este cuadro, Jane incluye elementos icónicos con los que plantea un manifiesto contra la injerencia bélica de las potencias militares. En la obra encontramos tres aviones bombarderos, máquinas grises sobre un espacio de dolor y seres retorcidos. Bajo cada aparato el estruendo en colores de tres bombas. Cinco rostros se sitúan en la zona inferior. Cuatro seres agonizan y el quinto exhala su último aliento en forma de una extraña figura en negros y grises de la que se eleva un puño que forma el ídolo o icono central del cuadro y ‘golpea’ uno de los aviones. Es el único rostro que tiene dos figuras en el ojo, a modo de párpados cerrados, la muerte sin sentido de un ciudadano sobre el que caen los impactos arbitrarios de la maquinaria de guerra más brutal.

El rojo lo domina todo, un rojo de llamaradas en casi toda la obra salvo en la parte inferior, donde el rojo recuerda la sangre, a borbotones, dantesca imagen anegada en coágulos de destrucción. Sobre el sangriento escenario, el primer avión luce de forma causal unas líneas que permiten leer a primera vista el símbolo de la svástica nazi, torturante recuerdo de la reciente guerra mundial y la participación alemana en la guerra civil española. Aviones que vienen desde un occidente imaginario frente al que una mano abierta muestra su rechazo a la barbarie, un ‘no pasarán’ de un pueblo sin armas para hacer frente a un enemigo que reparte muerte y tragedia colateral en cada bomba arrojada.

Garrote vil (1974. Acrílico sobre táblex, 89x100 cm)


Por último, y no significa que sea su última obra sobre esta temática, nos paramos a observar El garrote vil. La pintura que realizó en homenaje a Juan García, El Corredera, la última víctima de la guerra civil y el último condenado y ejecutado con la pena de muerte en Canarias. Todos los intentos por conmutar la pena de muerte por parte de la sociedad grancanaria, incluido el obispo, fueron inútiles y en octubre de 1959 era ejecutado el hombre para que surgiera un mito en la historia local. En este proceso tuvo un importante papel el marido de Jane, Luis Jorge, quien visitaba al perseguido junto a Germán Pírez, y fue el que –como corresponsal de United Press International- remitió los telegramas que dieron a conocer en el mundo el proceso y el final del Corredera.

Para reflejar los sentimientos de la artista, el lienzo está cubierto de negro, de una época oscura sin claridad ni luminosidad, una censura que lo intentaba ocultar todo. Sobre ese fondo, unas líneas que reconocen un cuerpo en forma de Cristo en la cruz, el martirio de un ser humano frente a la más letal de las sentencias de los humanos: la pena de muerte. Una muerte a través de un punzón que penetra en la nuca y provoca la caída mortal de una figura que es la cabeza del condenado.

Tres obras realizadas en una época en la que la persecución y represión de los contrarios al régimen franquista fue experimentada por Jane Millares que vivió en el seno de su familia el exilio, la ruina económica a causa de la depuración de su padre como catedrático por sus ideas republicanas, o que pudo ser testigo de la detención de sus hermanos y, lo más grave aún, sufrió la muerte de su hermano Sixto con tuberculosis a los 22 años por falta de una alimentación adecuada.

Imágenes y recuerdos de una realidad que plasmó en estas obras (y otras) que recogían las obsesiones que le provocaron profundos estados de depresión ante un mundo que no comprendía y que tenía como seña de identidad la destrucción desproporcionada por la arbitrariedad de unos pocos.

sábado, 22 de diciembre de 2012

El jardín de las delicias en peligro

Roque Nublo, en Gran Canaria
Esta semana que finaliza hemos conocido dos noticias alarmantes. No sólo por el riesgo medioambiental que suponen, sino porque son la demostración de una lamentable gestión política de los recursos naturales de Canarias, uno de los principales atractivos turísticos de estas islas que han convertido a Canarias en el destino de leyenda por sus paisajes singulares, su excelente clima y sus variados ecosistemas, principalmente las playas y la garantía de sol.

El primer disgusto fue la de la sentencia estrambótica que ponía de manifiesto que las leyes se aprueban para que el Gobierno de Canarias sea el primero en incumplirlas. Todos estábamos convencidos, tras declararse por Ley la protección de espacios de gran valor natural, que se había puesto cerco al afán constructor y arrasador de empresas y particulares en importantes relictos naturales de nuestro territorio. Sin embargo, las leyes hay que desarrollarlas, acompañarlas de financiación y dar respuesta a los habitantes de la zona afectada, incumplimientos que ha puesto en evidencia la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias al dar la razón a un ciudadano que construyó en Tamadaba una obra que -ahora- no es sancionable ni ilegal porque el Gobierno de Canarias no ha realizado el Plan de Ordenación de Recursos Naturales del Parque Natural donde se ubica dicha obra. Tanto dinero gastado en consejerías, viceconsejerías, direcciones generales, agencias, empresas públicas, consultores, asesores, así como en agencias de protección del medio natural, y sin embargo durante dos décadas no se han elaborado los documentos necesarios para evitar la indefensión jurídica de ciudadanos y de los espacios a proteger.

La segunda 'bomba' es la reducción en un 75% del presupuesto de los cuatro Parques Nacionales en Canarias. Todos saben que este Archipiélago es una joya mundial de la naturaleza. Es el territorio español con mayor número de espacios con la máxima protección posible en el país. Un motivo de orgullo que dependía del Estado. Sin embargo, el Gobierno de Canarias consideraba que esos iconos del paisaje y la naturaleza debían ser gestionados desde Canarias, lo cual se hizo efectivo en 2009. Ahora, apenas dos años después, se le retira casi todo el dinero que -no olvidemos- se transfiere desde Madrid para la gestión de los Parques (vigilancia, recuperación de especies, prevención de incendios, investigación, guías, planes didácticos...) y dicha desaparición se produce por decisión del Gobierno de Canarias, el que quería gestionar mejor los Parques Nacionales de Canarias para su mayor reconocimiento en el mundo.

Como en toda mascarada, el despojo a los Parques Nacionales comenzó con la reducción de cinco a un millón de euros. Una vez producida la alarma social, se responde diciendo que añaden otros dos millones. En total, tres millones para los cuatro Parques Nacionales que percibían cinco el año (que no es gran cosa). Un escándalo. Una vergonzosa burla de los políticos que dirigen esta Comunidad. Para esto, mejor hubieran dejado las competencias de los Parques Nacionales en manos de la administración estatal, por mucho que nos duela reconocer que somos -los canarios- el peor enemigo de nuestros recursos. Y ya puestos ¿para qué pagamos un gobierno y un parlamento si no desarrollan las leyes y no hay dinero para los parques nacionales además de convertir los servicios públicos en un erial?

Aprovecho para manifestar que siempre he tenido envidia de las islas que tienene Parques Nacionales. De hecho, Gran Canaria y Fuerteventura merecen contar con territorios con la máxima protección y un uso social y turístico adecuados. Pero, algunos grancanarios creían más importante su interés particular que el de la colectividad porque no se fían de las administraciones ni de algunos burócratas que se arrogan poderes sobrenaturales frente al ciudadano. Y, por lo visto, parece que tienen razón.

domingo, 16 de diciembre de 2012

El pacto por el sol


Una de las playas de Papagayo
No, no se asusten. No se trata de un artículo sobre el fin del mundo o algo similar. En realidad, quiero hablar sobre las hamacas en Papagayo, una cuestión que a primera vista parecería que se podría sustanciar en un par de líneas, pero yo lo veo como uno de los ejemplos para desarrollar en Canarias el necesario e inaplazable pacto sobre el uso del paisaje público y otros recursos naturales que el turista disfruta. De ahí que propugne el ‘Pacto por el sol activo’ que regularía el uso y negocio del tiempo y el espacio en Canarias que son, sin duda, nuestro principal recurso económico.

La polémica ha estallado tras el anuncio de instalación de 250 hamacas, 125 sombrillas, kiosco con terraza para 20 mesas, torreta de vigilancia e infraestructura para 10 patines y 10 kayaks en Playa Mujeres, la primera de las calas de Papagayo en el municipio lanzaroteño de Yaiza. Colectivos ciudadanos, incluida la Fundación César Manrique (FCM) se oponen a tal medida, entendible desde el prisma del Ayuntamiento por la necesidad de recaudar fondos para mantener servicios municipales –incluida la limpieza de las playas-.

Estamos ante un tema sensible para los canarios porque nos cuesta desprendernos de aquellos momentos intensos, solitarios, vividos en la naturaleza. Por ejemplo, mi primera estancia en Guguy en 1974, donde vimos cómo se marchaba un extranjero con el solajero del mediodía y le preguntamos si había alguien en la playa y nos respondió que no. Al preguntarle por qué se marchaba nos respondió que ya había demasiada gente... O cuando acudí por primera vez a la Caldera de Taburiente en 1975, donde sólo vimos un par de vacas pastando en los cinco días que estuvimos en el interior del Parque Nacional. O aquella primera vez en Papagayo en verano de 1978, con las calas vacías, desérticas...

Todavía hoy se conservan lugares y paisajes que mantienen aquel ‘estado del espíritu’.

Los mismos que ofrecemos en las imágenes promocionales para que nos visiten en busca de la ensoñación del paraíso enmarcado en paisajes de sol y playa. De hecho, el turista sabe que cerca de su cama de hotel está ese espacio antagónico a la urbe, aunque no vaya a pasear o bañarse porque se queda en su jardín de hotel con piscina y terrazas soleadas que se llevará en su retina para conservar en su casa mientras ve pasar los días laborales a la espera de la vuelta a las vacaciones.

La playa, no necesita intervención ni interpretaciones para mantener sus atractivos (y menos en Canarias). Sol, mar y arena –y encima rubia, el oro natural de las Islas-. Es nuestro mejor reclamo y recuerdo. El souvenir sin artificios. Además, el turista puede acceder en las Islas a otros productos para el tiempo que también son activos en determinados espacios y de los que César Manrique ha sido el perfecto ‘artescenógrafo’: la sutil accesibilidad a los Jameos; las formas lumínicas de los ríos de aire y piedra de la Cueva de Los Verdes, La exhibición generosa del fuego de Timanfaya, el jardín del volcán de cactus en Guatiza. O las aportaciones del pueblo lanzaroteño durante siglos con sus mosaicos vivos en las salinas o la escultura de siglos sobre el picón para crear la Geria...

Pero la playa, nuestro territorio de más calidad ambiental, paisajística y social, era la imagen turística a vender. Hasta que se vendió a precio de saldo sin pensar que se estaba acabando con las reservas del sueño vacacional en determinadas islas y en especial en Lanzarote.

A todo esto, volvemos al periódico La Provincia del sábado en el que se publica que en 1984 César defendía la virginidad de la playa de Papagayo y se opuso con su lógica aplastante a las intenciones de Honorio García Bravo (el que decía que el agua del municipio que presidía, Yaiza, era el champán Moët Chandon, aunque sólo lo bebía él y unos pocos allegados). Un político a la usanza bananera de estas ínsulas sumisas a los vaivenes de intereses particulares, locales, insulares o arbitrarios. Sin embargo, la reacción enérgica (siempre) de Manrique logró una victoria pírrica, ya que García Bravo gestaba una maniobra que superaba el peor escenario imaginable para el artista: la venta de todo el territorio de Papagayo (que era de propiedad municipal, de todos los yaizeros) a un testaferro. Una historia que debió merecer un procedimiento judicial, pero en este país el bien público es una quimera a expensas de saqueadores.

Ahora a pocos metros de las maravillosas playas de Papagayo hay una marina para yates en El Rubicón, hoteles ilegales, apartamentos y nada de cuidado del torreón, ni de los algibes... Las primeras construcciones coloniales de la historia de estas islas de la fortuna (para unos pocos) son testigos de la desidia institucional como ejemplo de la gran mentira del discurso de la puesta en valor de la naturaleza, la cultura y el patrimonio cultural como elementos de autenticidad para la satisfacción de los deseos del turista.

Los yaizeros –mayoritariamente- han permitido que les saqueen a antojo y hayan ocupado el espacio de más valor paisajístico y turístico de la Isla (sin menospreciar el resto de parajes de Lanzarote que tanto admiro, tanto naturales como los transformados por el pueblo lanzaroteño o la visión de César). Pero en este caso, se pretende conseguir recursos para mantener unos servicios que permitan atender las necesidades de los ciudadanos y mantener la actividad turística (la legal) en unos niveles aceptables para no hundir al sector.

Una falta de dinero que hay que cubrir, pero que –posiblemente- con la colocación de hamacas, sombrillas, bar, etc., pondría fin al escaso territorio que queda en la isla para disfrutar de la playa como se ha venido haciendo históricamente y como esperan los turistas.

Ante esto ¿dónde está todo el dinero que se ha movido por el municipio con la construcción de tantos complejos turísticos? No queda nada, nos dicen y ahora el Consistorio retoma una iniciativa que no sacará a Yaiza de la miseria en que lo han sumido un rosario de alcaldes que han trasladado la actividad administrativa a los tribunales. La medida no solucionará –ni de lejos- los problemas financieros del municipio y, por el contrario, será un paso más en la pérdida de atractivo del paisaje idealizado en el que las hamacas suplantarán la imagen de Raquel Welch perseguida por tortugas gigantes del terciario. Una cuestión financiera que asfixia a un municipio que cuenta con 18.000 camas turísticas de las que 8.000 son ilegales y, aún así, acaba de aprobar un planeamiento que incrementará la oferta hasta 25.722 plazas.

Quizás sea este el ejemplo más claro de las carencias de un destino de sol y playa, naturaleza y clima... ¿Qué se ‘vende’ si el recurso es intangible? Cuando el territorio es el principal recurso turístico y éste se encuentra en islas –por lo que es escaso y limitado-, cualquier medida debe contemplar las dos variables para que sea sostenible: Paisaje (emociones y tiempo) y espacio (actividades).

En Canarias hasta ahora, la industria turística ha funcionado vendiendo los espacios más valiosos, los territorios, con métodos bananeros... Ya es hora de que el negocio deje de amenazar la calidad del destino, una opción negativa para todo el sector. En el caso de Yaiza, al parecer, el objetivo es la defensa de los intereses de los grupos que han ocupado el territorio ilegítimamente a la vista de las sentencias condenatorias. Tal ‘asalto’ no ha supuesto la garantía de liquidez y solvencia económica del Ayuntamiento.

Por ello, ahora toca gravar a los usuarios de las playas con servicios privatizadores y adulteradores de la playa. Frente a ello, se plantea que la legalización de los establecimientos (sea por subasta u otro procedimiento) permita al Ayuntamiento obtener fondos para garantizar los servicios.

Pero, aún así, esta solución que plantean desde la Fundación César Manrique no solucionaría el problema de ruina enquistado en Yaiza (y extrapolable a los municipios turísticos). Y es que los canarios tenemos una contradictoria forma de gobernarnos: por un lado tenemos muchas limitaciones y muchas normas que permiten al turista disfrutar del paisaje y del tiempo (la Ley del Cielo, la de Espacios Naturales, la de Directrices y otras que nos diferencian de otros destinos turísticos). Por el lado contrario, no hay financiación para desarrollar y garantizar el futuro de esos recursos tan determinantes para el éxito turístico.

Estamos en el punto en el que se ha de tomar decisiones que solucionen los problemas de las partes implicadas: Ayuntamiento (y otras instituciones), ciudadanos y sector turístico. El primero necesita dinero (y esperemos que sea con honestas intenciones); la sociedad isleña defiende un paisaje del que está orgulloso y sabe que es reclamo para turistas; y los hosteleros saben que el precio es la medida que les hace competitivos y que el paisaje es la medida que permite satisfacer el tiempo de vacaciones a sus clientes. Por ello es necesario un pacto que garantice ingresos y respete los restos de naturaleza que han sobrevivido y que, además, son parte de la oferta del paraíso soñado para el turista.

El canario –y el turista- no entiende ni acepta la agonía territorial. Una decadencia que desde las administraciones no ha sido frenada, a pesar de moratorias, directrices y otros discursos que han perjudicado a unos y no han satisfecho a otros, al no existir un acuerdo social previo que debió establecerse en torno a un Compromiso por el Desarrollo Sostenible que intentó ponerse en marcha, pero que debe retomarse con toda urgencia.

Parece algo anecdótico, pero estas hamacas suponen una transformación de la playa y el cobro de impuestos y tasas a los usuarios, lo que es una discriminación para el residente.

Habrá que ver cuánto y en qué conceptos se aporta por el vecino y por el turista para de esta manera poder establecer los criterios de uso y disfrute del paisaje/tiempo y del espacio/actividad en nuestras Islas. Lo extraño es que todavía no se haya hecho. Yo creo que no es difícil cuantificarlo y repensarlo. De hecho, creo que podría dar paso a un Pacto por el sol.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Terrorismo vs. turismo

Restos de un de los avión accidentado en los Rodeos
La muerte de Antonio Cubillo (1930-2012) nos permite abordar las implicaciones de la actividad terrorista sobre el sector turístico en Canarias. Como máximo dirigente del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (Mpaiac) promovió acciónes de 'lucha armada' contra la situación colonial de las Islas Canarias, amparado por el gobierno argelino que le promocionó en organismos e instituciones internacionales como representante de un movimiento de liberación africano (la Organización por la Unidad Africana llegó a reconocer Canarias como un residuo del colonialismo europeo) y consiguió aglutinar en torno a la emisora que dispuso en Argel (La voz de Canarias Libre), a grupos de independentistas, nacionalistas o separatistas como el Frente de Liberación Nacional (muy influenciado por las teorías de Franz Fanon.

Desde las ondas de la emisora animaba a sus seguidores a combatir la situación colonial con la creación de unas denominadas Fuerzas Armadas Guanches, cuyo objetivo era la desestabilización política y económica del Archipiélago en uno de los momentos de mayor crecimiento turístico de Canarias donde se vivía un neocolonialismo nórdico gracias a las políticas liberalizadoras de inversión extranjera promovidas por Manuel Fraga y amparadas en normas fiscales como la Ley Strauss alemana para invertir en paises subdesarrollados, precisamente en aquellos territorios de mayor calidad ambiental y potencial turístico como eran las Islas Canarias.

El primer artefacto explosivo del Mpaiac estalló en el exterior del edificio del centro comercial Galerías Preciados de la calle Mesa y López, en Las Palmas de Gran Canaria, el 1 de noviembre de 1976. La acitividad terrorista duró dieciocho meses, hasta el atentado contra su líder, Antonio Cubillo, en Argel en abril de 1978, por encargo de los servicios de inteligencia españoles.

Eran los momentos más difíciles de inestabilidad política en Canarias, con varios fallecidos por una represión desmedida (la muerte del estudiante Javier Quesada sigue siendo un asesinato sin solución judicial) de la transición política española, el abandono del Sahara -lo que sembró dudas sobre qué haría España si Marruecos planteaba sus exigencias sobre el Archipiélago- y los momentos de mayor actividad de organizaciones como los vascos de ETA o los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo). A diferencia de lo que se vivía en la Península, el Mpaiac utilizaba bombas de fabricación casera y algunos kilos de goma dos en cada acto terrorista.

Según relata Antonio González en La Provincia el Mpaiac llegó a colocar unos sesenta artefactos, de los que sólo explotaron 28. También hubo "robos, pequeños atracos y el intento siempre fallido del cobro del impuesto revolucionario a empresas en las Islas".

El Mpaiac nunca tuvo una militancia relevante en número y preparación terrorista, ni tampoco tuvo respaldo en las urnas: un muerto y casi una decena de heridos, algunos de ellos de consideración. Así como  la responsabilidad indirecta en el dramático accidente aéreo de Los Rodeos en 1977, considerado el peor de la historia de la aviación, con 583 muertos. Una amenaza de bomba en Gando, cuya finalidad era 'despistar' a la Policía para facilitar la huída de Ángel Cabrera 'El Rubio' (a quien se acusó del secuestro del empresario Eufemiano Fuentes), desató la tragedia.

También hubo un intento de secuestro de un barco, y se provocó "un gran incendio en el hotel Beverly Park, en Gran Canaria. No hubo heridos, pero se marcó como línea estratégica de la violencia de este grupo el sabotaje al turismo. Semanas después explotan otros siete artefactos en Las Palmas de Gran Canaria, esta vez en las agencias de viajes Fernando Poo, South África, en las oficinas de Iberia en la Avenida Marítima y en los antiguos Almacenes Simago, junto a la calle Triana", recuerda Antonio González.

Asimismo, colocaron explosivos en "las oficinas de Información y Turismo del Puerto de la Cruz, el hotel Valle Mar del Puerto de la Cruz, en la residencia de verano del Capitán General de Canarias, en La Laguna, en la Mutualidad Laboral y en Galerías Preciados de Santa Cruz de Tenerife, en el hotel Botánico del Puerto de la Cruz, donde una turista británica resultó herida, y en el Banco Central, en La Laguna, cuyo inmueble fue destrozado. En Madrid también actuaría el Mpaiac, colocando bombas en el exterior de Galerías Preciados, del Ministerio de Asuntos Exteriores y en la estatua de Isabel la Católica, en la Plaza de España".

La única víctima mortal, directa, se produjo en febrero de 1978, "el artificiero Rafael Valdenebro Sotelo, de 27 años, muere días después de que le estallara una bomba que intentaba desactivar en el entonces Banco de Vizcaya, en La Laguna".

El accidente de Los Rodeos tuvo varias consecuencias: se aceleraron los trabajos para iniciar la construcción del aeropuerto del sur de Tenerife (como se había aconsejado en la Real Orden de 8 de abril de 1930), y se dio la estocada al incipiente turismo norteamericano que había comenzado a llegar a las Islas. La prensa europea ya se había hecho eco de las actividades del Mpaiac, tanto en los periódicos españoles como en los de los países escandinavos, dando el apodo de 'espantaturistas' al dirigente independentista.

Elecciones democráticas (junio de 1977) y conflictividad laboral (primera huelga en el sector hostelero en diciembre de 1978, coincidieron con la segunda gran crisis turística en Canarias. La creación del Patronato Provincial de Turismo, con una importante labor de promoción (hasta entonces limitada al esfuerzo voluntarista de empresarios y organizaciones como el Centro de Iniciativas y Turismo) intentaron ser el contrapeso a una situación en la que también tenía un enorme peso los excesos de construcción ante una demanda que parecía no tener límites.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Los primeros suecos de Maspalomas

Portada del libro
Acaba de publicarse un interesante libro por iniciativa de la comunidad nórdica en Maspalomas. La obra, 'Los pioneros' cuya autora es Birgitta Frejhagen, tiene unas 170 páginas con una serie de crónicas y personajes de la historia reciente de Gran Canaria. Centrado en el desarrollo turístico de la zona de San Agustín y Maspalomas, este trabajo supone un excelente documento con una perspectiva muy interesante y nunca antes abordada de la implicación nórdica en el desarrollo turístico de Gran Canaria y la personalidad que esta comunidad imprimió a este destino el conocimiento, la tecnología y el espíritu nórdico de perfeccionismo, diseño y durabilidad.

De los primeros nórdicos que llegaron a Gran Canaria y a su capital tranquila, con una extraordinaria playa, un Pueblo Canario que permitía disfrutar del encanto del ‘tipismo’, la Casa del Turista, museos, iglesia, numerosos cines y agradables parques con cafés y terrazas entre las que destacaba el Catalina Park, con sus tertulias, encuentro intercultural y bohemia parsimoniosa.

Poco a poco fueron abriéndose restaurantes para nórdicos, más espacios para el turismo y, sobre todo, más turistas que tenían claro su objetivo: sol, calor, buen clima, cerca del mar, seguridad, comodidades y, a ser posible, un entorno social lo más nórdico posible, si bien existía una gran abismo entre la religión, cultura, política y la situación laboral de los nórdicos respecto a la de la España de la dictadura.

El libro de los pioneros recoge la ‘aventura’ de numerosos nórdicos que decidieron trabajar en Gran Canaria, en particular en la zona de Maspalomas donde se gestó el nacimiento de una ciudad concebida para los turistas y que fueron partícipes en su desarrollo y ejecución. De hecho, Bertil Harding, fue el artífice de los primeros vuelos charter desde Suecia en los años cincuenta. Con el vinieron también los guías turísticos y los primeros empresarios que abrieron restaurantes. En aquellos tiempos se le podía encontrar alojado en una caseta en Maspalomas, hasta que después de varias peripecias decidió montar su primer charter en la navidad de 1957. Hasta 1964 se realizaron vuelos con pequeñas compañías: Kanarie Resor, Europaflyg, Ungdomens Resebyra, Brodin Resebyra, Independente Air Travel, Transair... y otras que fueron absorbidas posteriormente por Fritidsresor, Ving, TUI o Thomas Cook.

Muchos de estos nórdicos se decidieron a viajar a Gran Canaria por el clima para poder mejorar su calidad de vida frente a enfermedades pulmonares que auguraban -a juicio de sus médicos- una vida muy corta en sus países de origen. De hecho uno de los más importantes y duraderos equipamientos que crearon los suecos fue el centro Svenska Re, financiado por varias grandes empresas para disponer de un lugar para la rehabilitación de sus empleados, aunque más bien se dedica a la prevención lo que, a la larga, ha resultado una rentable política que evita tener que curar a enfermos en vez de mejorar el rendimiento de los sanos.

La comunidad fue creciendo, tanto la establecida en la isla como la que venía por temporadas, con lo que las empresas que crearon para atender las necesidades y gustos de los suecos se consolidaron, tanto con restaurantes (el Bellman es un histórico) o la clebración de pases de moda, peluquerías y representación de productos y servicios por los propios suecos. Hans y Lillemor Larsson, creadores del Bellman se desplazaron al sur de la isla y crearon el Café París, un establecimiento que ya es un histórico en el lugar.

La relación del conde de la Vega Grande con los suecos fue muy estrecha desde el principio.  Tras el concurso internacional de ideas, el complejo Nueva Suecia fue construido por Sven Kviborg. Un desarrollo turístico que acarreó también que la familia condal acometiera obras de infraestructura (carreteras, electricidad, presas, depuradora...) o equipamientos para turistas (La Rotonda, Sioux City, Aeroclub...).

Fruto de ese auge nórdico la esposa del emprendedor Lambert Wagner, Britta, fue secretaria del conde durante siete años (65-72) y su marido el responsable de la electricidad que abastecía el sur turístico (en otra ocasión he contado el boicot de Unelco -todavía no pertenecía al INI- a la instalación de la red hasta el sur). Un servicio eléctrico que en sus orígenes contaba con la misma calidad que Estocolmo aunque el generador se encontraba bajo el puente del barranco.

Los suecos tenían claro que debían organizarse y coordinar sus actividades, por lo que se creó el colectivo TT, una red formada por 18 empresarios suecos en Gran Canaria, entre os que figuraban los representantes de ASEA, SAD, Electrolux, Skarne International, el cónsul y otros que durante 40 años se reunieron cada mes. Otro colectivo empresarial en Suecia era el conocido como ‘Grupo de los siete’ que se reunía cada mes liderado por Nils-Henrik Oberg, entonces director de la aseguradora Flygia, su estado de salud le movió a plantear invertir en Canarias. Fue el origen de Nueva Suecia con el constructor Sven Kviborg.

Tecnología, materiales y productos suecos fueron los recursos que dieron personalidad al arranque de la urbanización de Maspalomas Costa Canaria. La construcción de Svenska Re (centro de rehabilitación y tratamiento para ejecutivos y empleados suecos) y Rocas Rojas fueron iniciativas de la empresa SAF, que se unió a la familia condal para crear MASSAF, un revulsivo en el uso de paneles de hormigón y otros productos en el desarrollo urbanístico de la zona.

Hay en este libro otras muchas historias (no todas, pero si un amplio abanico), de personas, de ausentes, descendientes, lugares, construcciones, iniciativas como la iglesia escandinava o la mezquita (promovida por un musulmán de nacionalidad sueca...), cosas que hay que buscar y saborear en el libro.

En definitva, Más de medio siglo de vinculación entre dos pueblos que comienzan, tras muchas décadas, a reconocerse como responsables, partícipes y compartidores de un pasado, presente y futuro para Maspalomas y Gran Canaria.