domingo, 26 de mayo de 2013

¿Leyes de ladrillo o leyes de turismo?

Parlamento de Canarias.
El Parlamento de Canarias escenifica estos días un nuevo acto del fracaso de la política canaria con el trámite parlamentario de una nueva ley que llaman de turismo, pero que no deja de ser otra norma que aborda casi exclusivamente cuestiones urbanísticas y constructivas (¿y van...?). Y digo fracaso porque volvemos a ir muy a la zaga de lo que necesitan estas ínsulas de los dos aspectos más importantes de nuestra actividad económica: el territorio y el turismo, que son competencias exclusivas de la Comunidad Autónoma de Canarias. Es decir, no podemos culpar a otros de nuestros errores y/o fracasos. Y en esto del turismo vamos de fracaso en fracaso legislativo, aunque parezca otra cosa a fuerza de machacarnos con cifras de entradas de turista como único objeto de deseo.

Hemos fracasado porque el espejismo de estos últimos años (debido principalmente a la inestabilidad en los países árabes del Mediterráneo) empieza a desaparecer y a mostrarnos la realidad (como escuché por la radio al presidente de la Federación de Asociaciones de Viajes, Rafael Gallego): Los turistas que han venido estos últimos tres años se van con la sensación de que ya conocían el destino, lo cual es bueno y es malo. Bueno porque aquí hay mucho turista que repite o que se queda largas temporadas. Malo porque puede significar hartazgo por un destino que envejece sin cambios en una sociedad en la que todo cambia a velocidad de vértigo, salvo la obsolescencia de Canarias y, en particular, de las zonas turísticas de Gran Canaria.

Fracasamos porque el gasto turístico sigue siendo muy bajo y cada vez menor en la calle por el auge del todo incluido. Pero, sobre todo, fracasamos porque hemos perdido el tren de la renovación permanente y la modernización que, personalmente, es una palabreja que no tiene que ver con nuestra trayectoria histórica en el turismo. Y es que Canarias tiene sol y playa, y buen clima y una naturaleza extraordinaria desde siempre, pero el revulsivo turístico no lo produjeron las camas, sino las mejoras en las comunicaciones (y eso que desde hace años dependemos de AENA y de compañías aéreas que se gestionan fuera de las Islas) y, sobre todo, por el ingenio y visión de personalidades de la talla de Néstor Martín Fernández de la Torre y su (llamémosle) discípulo, César Manrique, quien durante su vida hacía que Lanzarote tuviera cada poco tiempo un nuevo hito artístico y paisajístico que consolidaron la marca de Lanzarote. Fíjense que desde su fatídico accidente, en Lanzarote, apenas se ha creado algo nuevo con atractivo aparte de más alojamientos y comercios.

De hecho, el pasado miércoles acudí con interés a la convocatoria que realizaron conjuntamente el Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria, el SKAL Club de Gran Canaria y el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria para debatir con representantes de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento de Canarias, si bien quedó ‘cojo’ el acto por parte de los promotores de la ley, ya que la persona que acudió en representación de Coalición Canaria no estaba en la ‘cocina’ de la nueva norma.

De las intervenciones, cabe señalar que vivimos en un laberinto legislativo sobre turismo y territorio, con unas 17 normas autonómicas. Pero hay que diferenciar entre leyes (por citar algunas: la de Turismo de 1995, la de Directrices del 2003, la de medidas Urgentes del 2009 y la de ahora de Renovación Turística del 2013) y los decretos (como el del 2001 que vino a detallar aspectos de la Ley de 1995). Tal como indicó uno de los ponentes, toda una maraña de leyes que se superponen unas sobre otras sin que una derogue a la anterior, lo que las hace menos prácticas porque siempre hay alguna línea olvidada que lo complica todo.

Además, leyes de turismo propiamente dichas no hay ninguna, salvo la de 1995 –con reparos-, ya que casi todas las normas son de carácter territorial que, sin remedio, afectan directamente al turismo.

Pero vamos al caso del proyecto de Ley de renovación y modernización turística, una norma que considera que sólo se puede crear establecimientos de cinco estrellas. No da solución a los centros comerciales obsoletos y, se quita de encima la obligatoriedad de contratar un porcentaje de trabajadores de las filas del Servicio Canario de Empleo.

Yo, insisto, no creo que aguantemos más leyes superpuestas. Creo que no hay un proyecto político de punto y final a los desmanes y al deterioro de nuestros principales destinos turísticos que, casualmente, coinciden con los espacios de mayor valor ambiental y paisajístico de nuestras costas. Tampoco veo que la Ley busque situarnos en primera línea de los destinos turísticos, sólo parchear un poco. Pero hay un aspecto que es más llamativo, si cabe, en la polémica suscitada por este proyecto de ley, como es la polémica en torno al modelo que se persigue de alojamientos turísticos, donde se prima el 5 estrellas (siempre que Colón no pasara por ahí) frente a otras tipologías, así como se hace una apuesta por las villas, lo que supondría un grave riesgo por su ocupación extensiva de suelo y propensión a convertirse en residenciales, como sucede con los bungalows y apartamentos en numerosos puntos de las islas, principalmente en Gran Canaria.

Bueno, para quien quiera saber de qué va esto, los datos están ahí: Entre 2000 y 2012 se incrementó en 41.000 plazas la oferta alojativa en Canarias (un 10% más). De esas 41.000 hay que tener en cuenta que se creció exclusivamente en camas hoteleras, ya que aumentaron en 65.500 mientras la oferta extrahotelera se redujo en más de 24.000 plazas. El mayor incremento de camas hoteleras se produjo en Fuerteventura (21000), Gran Canaria (20000) y Lanzarote (11000), mientras en Tenerife sólo creció en 6000, si bien es la isla con más oferta de plazas hoteleras (67169). En cuanto a la oferta extrahotelera, Fuerteventura también presentó el mayor crecimiento (3000), seguido por La Palma, Gomera y El Hierro). Los descensos en este mercado fueron más destacados en Gran Canaria (-18000), Lanzarote (-5000) y Tenerife (-7000). Con estas cifras, Gran Canaria sigue liderando (¡en Europa!) como destino de mayor oferta extrahotelera, con 81593 plazas, seguido por Tenerife con 30000 plazas menos y Lanzarote, con 38000 menos que Gran Canaria.

Dicho así… ¿A quién perjudica una legislación que frena los hoteles de cuatro estrellas? Evidentemente, a quienes quieren salir del sector extrahotelero e invertir en ese tipo de hoteles. Situación que afecta más a unas islas que a otras. De ahí la bronca que se está produciendo en la cocina de esa ley que veremos de inmediato.

Y ya que estamos… ¿Por qué estamos trabados con leyes de moratorias y de renovación y sólo nos preocupamos por cuántas camas se van a construir o si son de cinco estrellas o menos? ¿En otros destinos turísticos del mundo siguen con los mismos estándares o no son mejores los lujosísimos hoteles de 5 diamantes de Las Vegas que por sí mismos ya son un reclamo turístico? ¿Acaso esa es la solución para que tengamos otros XX años de bonanza turística? ¿O es que sólo nos preocupa el ladrillo y no el turismo? ¿Basta con rediseñar y peatonalizar zonas públicas y viarios para modernizar el destino? (que es una acción que debería acometerse permanentemente, y no como solución a la crisis del modelo). Está claro que nuestros parlamentarios, representantes políticos insulares y locales y los dirigentes empresariales que acuden (en minoría) a esos órganos de deliberación sobre promoción y demás cuestiones que afectan al turismo, están obsesionados en prolongar un modelo agónico y anquilosado en una normativa caduca al que, además, provocan un sufrimiento mayor con una maraña legislativa que ni ayuda a la mejora del sector ni a la transparencia para que el inversor pueda actuar sobre el territorio, ya sea deteriorado o de nueva incorporación al mercado.

Recordemos a Néstor y César nuevamente… ¿Qué habrían dicho y hecho ellos si vivieran en estos momentos?

domingo, 19 de mayo de 2013

Canarias, escenario cinematográfico secuestrado

Las Vegas es una ciudad escaparate.

Poco han tenido en cuenta políticos y funcionarios la importancia del cine y la televisión para la promoción de Canarias como destino turístico. No hemos aprendido de los casos de éxito de otros lugares (como Las Vegas, que explico a continuación), ni del interés que durante varias décadas hubo por Canarias. Tampoco, y esto no es novedad en mi blog, se ha hecho algún esfuerzo por parte de la Televisión Canaria por usar los escenarios naturales para promocionarlos, cosa que sí han intentado televisiones de fuera con mayor o menor éxito para poder realizar las grabaciones.

Desde que se creara el germen ludópata y hedonista de Las Vegas hace 82 años, este lugar se ha convertido en un referente planetario para el turismo adulto y con ganas de excesos. Es un caso atípico porque no ha tenido etapa de ‘madurez’ (eufemismo con el que los teóricos quieren explicar el agotamiento de destinos como Playa del Inglés que, sin renovarse permanentemente, derivan hacia la obsolescencia). Por el contrario, Las Vegas se reinventa cada día y sus establecimientos caen y se reconstruyen en medio de la fiesta del ave fénix que resurge de las cenizas y escombros.

Las Vegas era un oasis para unos pocos, unos nacientes en medio de un desierto inhóspito, con temperaturas superiores a 40 grados la mayor parte del año (de mayo a septiembre). Una ciudad que contamina de electricidad a quienes la visitan, que cada vez son más gracias a la imagen que se tiene de ese enclave en todo el mundo a través de las pantallas de cine y televisión. Y es que el cine norteamericano ha creado iconos de ciudades donde los personajes tienen más que ver con la urbe que con su condición de seres humanos.

Volviendo a Las Vegas, no hay que olvidar sus orígenes oscuros. La mafia que existió (y existe) en Las Vegas y sus casinos, tal como recogen las novelas, películas, series y los medios de información, donde no es difícil sacar conclusiones sobre el movimiento de capital, las ‘movidas para obtener permisos, el trabajo sucio para ‘poner orden’, las amistades peligrosas… Todas las respuestas están en el cine, en particular en la adaptación de hechos reales que tomaron forma de libro ‘Casino’ de Nicholas Pileggi, que nos conduce por el engaño, poder y amor e infidelidad.

Volviendo a 1931, tenemos la legalización del juego y el, inicio de la fama mundial de Las Vegas, con la construcción del primer hotel de características de la ciudad moderna (Flamingo) bajo la supervisión del gánster Bugsy Siegel. Evidentemente, el negocio no es sólo el juego, ni éste supone la mayor parte de la recaudación. El espectáculo, las exposiciones, las galerías de arte y los museos generan tantos ingresos como los casinos. La tematización hace únicos a cada hotel, algunos de ellos con categoría de ‘cinco diamantes’, de entre los 175 hoteles existentes que suman 130.000 habitaciones con una media de ocupación que supera el 84%.

Pero cómo atraer 40 millones de turistas al año a una ciudad en la que hace un año residía sólo un millón de personas (hoy un millón y medio, siendo el lugar de mayor crecimiento poblacional de EEUU). Pues con una oferta de ocio, diversión y juego única en el mundo. Nombres como Elvis Presley, Frank Sinatra y el rat pack (Dean Martin, Sammy Davis, Jr., Joey Bishop, y Peter Lawford, Angie Dickinson, Juliet Prowse y Shirley MacLaine), Tom Jones, Cher, Celine Dion, Elton John, Shania Twain, Bette Midler, Paul Anka… Forman parte del repertorio historico e inagotable de los scenarios de Las Vegas. A ello se suma el Cirque du soleil (la mayor franquicia mundial del circo musical tiene actualmente más de una decena de espectáculos diferentes y únicos –permanentes- a lo largo del Strip de Las Vegas), a lo que hay que sumar ‘magos’ de la talla de David Copperfield, Criss Angel, o actores de Hollywood que acuden asiduamente a esta meca de la diversión que lleva con orgullo el lema “Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”.

Aunque el destino no ha ‘envejecido’ sí que ha cambiado el polo de atracción. En 1989, el hotel The Mirage se inaugura en las Vegas Strip, lo que perjudicó al downtown histórico (que no quiere decir que los edificios sean los mismos de hace sesenta u ochenta años, ni mucho menos que sean protegidos como Bienes de Interés Cultural inmuebles…). Tampoco todo ha sido un camino de rosas, ya que también se han producido iniciativas que han terminado en fracasos: Fremont Street Experience, Neonopolis.

Exentos del impuesto sobre la renta y con sencillos trámites burocráticos para crear empresas, la actividad festiva se ha visto compensada también con la domicialización de numerosas empresas en esta ciudad.

Aún así, la joya de la corona no es casarse vestido de Elvis, sino la celebración de congresos y convenciones: en 2008 visitaron Las Vegas 5.899.725 delegados que participaron en las 22.454 convenciones y congresos que tuvieron lugar en la ciudad, con una media de 262 participantes. En Gran Canaria, en 2010 tuvieron lugar 1.020 eventos que movilizaron 127.255 participantes. En Tenerife, en 2011 participaron 70.000 personas en 800 eventos. Las diferencias entre Canarias y Las Vegas son abrumadoras.

El perfil del turista de Las Vegas tiene una edad media superior a 50 años, con un porcentaje ínfimo de turismo familiar, ya que sólo el 6% de sus visitantes tiene menos de 21 años. Asimismo, es muy reducida la estancia media, de tan sólo 3,5 noches. No obstante, el 84% de sus visitantes han estado anteriormente en la ciudad.

¿Pero cómo se mantiene un destino tan complejo y con tanto competidor en el mercado en los primeros puestos mundiales de atractivo turístico? No por el precio, ya que la noche no es barata en los hoteles de la ciudad. Yo mantengo que Las Vegas ha tenido y tiene una imagen en medios audiovisuales que no sólo facilita su conocimiento y posicionamiento, sino que invita a visitarla. No es de extrañar que en la industria cinematográfica aparezca Las Vegas como centro de la trama o escala inevitable en el guión de numerosas películas. Por señalar algunas famosas, tendríamos: Ocean’s eleven (1960, 2001 y secuelas); No es país para viejos; Resacón en Las Vegas; El mexicano; My blueberry nights; Pale rider; Up in the air; Friends; Casino; Leaving Las Vegas; The O.C.; The Las Vegas Story; Million Dollar Baby; Diamonds are forever; 21 blackjack; Fear and loathing in Las Vegas (miedo y asco en Las Vegas); Con Air; What happens in Vegas (Algo pasa en Las Vegas); El Padrino II; Rain man; Los reyes del crimen (3000 miles to Graceland); Showgirls; Una proposición indecente; Viva Las Vegas; Bugsy; Luna de miel para tres (Luna de miel en Las Vegas); Miss agente especial; Hick; The cooler; Swingers; This is not a movie; Mars attack; Sin City; Resident Evil: extinción; Next; Cuestión de pelotas… Sin olvidar la música, discos y grabaciones de conciertos que han tenido lugar en las Vegas; y, por supuesto, las series en las que Las Vegas es la localización permanente (ya no añado las que han tenido algún capítulo en esta ciudad porque no cabrían): Las Vegas, con James Caan; CSI Las Vegas; y Vegas, con Dennis Quaid.

Mientras tanto, en Canarias vivimos de los recuerdos de películas rodadas en Sioux City (el intento de la familia condal de disponer en Gran Canaria de un plató cinematográfico); Moby Dick; Hace un millón de años; Cuando los dinosaurios dominaban la tierra; Furia de titanes; o A wonderful life… A todo esto, en la actualidad, grabar unas imágenes en las dunas de Maspalomas o en cualquier lugar de nuestro territorio (más del 40% está protegido por espacios naturales y, otra parte lo es por patrimonio histórico) es un laberinto burocrático asfixiante e insoportable.

miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Quién defiende el turismo?

Colón, personaje de actualidad.
“Ya nada podemos hacer para salvar lo que se destruyó ciegamente, pero sí podemos hacer mucho por mejorar lo que ya se ha hecho. Salvaremos un paisaje si cambiamos el color del albeo de una ‘urbanización’ simplemente o piadosamente con una hábil cortina de verdes plantaciones se puede disimular la hiriente fealdad de cualquier otra ‘promoción turística’. Afortunadamente, los recursos que nos ofrece hoy la técnica combinándola acertadamente con el buen gusto y el espíritu de nuestra arquitectura popular pueden transformar totalmente, a un bajo costo, cualquier estridente adefesio, plantado en lo mejor de nuestro paisaje, por la ignorancia de unos y la pasividad de los otros”.
César Manrique (I Asamblea Provincial de Municipios Turísticos)

Siempre ha habido defensores del paisaje, de la naturaleza, del patrimonio… Este propósito está presente desde los primeros autores de obras sobre historia, naturalistas, científicos, arqueólogos, artistas, etc…, y ha perdurado hasta nuestros días porque el amor a nuestro entorno privilegiado es una constante, un aspecto endémico. Y siempre habrá quien lo defienda porque lo que nos rodea nos debe preocupar e interesar. Es parte irrenunciable de nosotros, de nuestras vidas, la que vivimos y las experiencias que soñamos.

Y el turismo en Canarias es –también- elemento esencial de ese pasado y de los recuerdos más hermosos, los que nos permiten sentir que hemos disfrutado momentos por los que ha valido la pena vivir. Pero también es realidad indispensable y el sueño que todos –cada uno a su manera- deseamos disfrutar. Y, afortunadamente, ¡podemos! No olvidemos que vivimos en el lugar con el mejor clima del mundo, que ya es mucho, un privilegio y un lujo.

Aunque ¿cómo pueden vivir dos millones de personas con sólo un clima único aunque sea el mejor del mundo, con el sol asegurado y las playas que anhelan los europeos? ¿Cómo se comercializa ese clima, el sol, las playas y los paisajes que atraen a millones de visitantes? Por ahora con alojamientos para satisfacer la demanda (lo que trae consigo comercios, transportes, servicios…) y que actualmente atienden el más variado abanico de perfiles de usuarios. Este modelo de negocio que arrancó hace cincuenta años supone que el intermediario -el turoperador- es el que se lleva la mayor parte del negocio y puede imponer sus exigencias hasta el límite que marque la demanda de este destino por sus clientes, ya que si pudieran los llevarían a otros donde tienen mayores porcentajes de beneficio.

Canarias no tiene otros recursos –aparte del turismo y su posición estratégica- que su riqueza biológica (cosa que al parecer no interesa a nuestros políticos por la poca consideración que tienen a las empresas de biotecnología), energía económica en la naturaleza (otro caso sangrante de desidia política en un territorio que podría no depender de recursos energéticos exteriores) y una agricultura que subsiste con ayudas públicas frente a la competencia de productos de las antípodas que resultan más baratos.

Y ahí está el turismo.

Canarias es una estación climática de salud y bienestar. Un espacio en el que se ocupa el litoral para disfrute de turistas y negocio de algunas empresas. Una industria que paga sus impuestos para que determinados representantes públicos (hasta hace poco designados según la isla o las siglas de procedencia y no por sus conocimientos sobre el turismo) gestionen millonadas en promoción de la marca que ellos consideran y en los mercados y foros que estiman oportunos, acudiendo a ferias en las que te encontrabas al concejal de turismo del pueblo más remoto para presentar un díptico de dudoso interés para turoperadores, agencias de viajes o profesionales. Este tipo de políticos ocasionales del turismo, como termómetro del éxito o fracaso de su gestión pública, nos ofrecen periódicamente cifras de entrada de turistas y, cuando pueden, la firma de algún convenio con turoperadores o nueva línea aérea que transporta usuarios para las camas y hamacas que se extienden por Canarias.

Por otro lado, tenemos a los empresarios y profesionales, aunque los que importan son sólo un puñado que dirige sus inversiones según su actividad de procedencia, para los cuales trabaja un ejército de expertos con una cierta movilidad e inquietudes, pero por lo general implicados en la tarea de dar el servicio con la certeza de que el mercado puede en cualquier momento resquebrajarse por causas exógenas (fundamentalmente la guerra de precios como pasó en 2008/09), gracias al tiempo y dinero perdido durante décadas por unas administraciones (salvo honrosas excepciones) en las que los políticos se creyeron que Canarias tenía seguro de sol y no necesitaba de otra cosa.

¿Y hay sinergia entre ambas partes: políticos y empresarios? ¿Y entre éstas y la sociedad?

A la vista de estatutos y organigramas de las entidades, patronatos y sociedades de promoción públicas, está claro que el papel, el protagonismo y la capacidad de decisión está en manos de los políticos que están al frente de estos órganos, con mayor o menor colaboración con la empresa privada o con entidades de ‘menor’ rango. Con situaciones tan sorprendentes como, por ejemplo, si uno o dos municipios representan el 95% de la ‘industria’ turística de la Isla, el organismo insular está por encima de éstos. O, en su caso, la comunidad autónoma con todas las suspicacias y recelos endémicos entre las distintas partes de esta realidad archipielágica.

A todo esto, las contradicciones entre los usos del territorio (por ir a algunos de candente actualidad: litoral, palmeral, Roque Nublo…) o de los argumentos jurídico/políticos (ley de costas, sitio histórico, monumento natural…)  están sacudiendo los cimientos de una industria que se resiste a continuar los pasos del resto de sectores y hundirse en la quiebra de este sistema. De hecho, el turismo se ha convertido en el enemigo a batir, el culpable de la destrucción de nuestra calidad de vida y el asesino de Kennedy. Cosa sorprendente, ya que el turismo se supone que se retroalimenta de esa calidad ambiental que el visitante demanda para cumplir sus sueños vacacionales.

Por eso, veamos qué papel tiene cada uno en la gestión del territorio y del paisaje.

Cuando hablamos del territorio en Canarias tenemos que considerar el nivel de protección del espacio que se trate. Y es que, además de ser un territorio reducido, el 40% de su territorio está protegido, llegando al 58% en El Hierro. Esto en relación a la legislación de espacios naturales y Parques Nacionales. Habría que añadir el dominio público, las reservas de la biosfera, los patrimonios de la humanidad, los Bienes de Interés Cultural y demás situaciones que limitan el uso del territorio. Por ahora, salvo honrosas excepciones, la mayoría de los espacios protegidos posteriores a la Ley de Espacios Naturales de Canarias, son un fracaso de gestión para la supervivencia de sus pobladores. Eso sí, cada día sale a la palestra algún experto o supuesto profesional de gestión del medio natural con las consabidas consignas de aprovechamiento sostenible y demás tópicos.

¿Quién gestiona esos espacios protegidos o regulados? Si son los políticos, constatamos el fracaso de un urbanismo extensivo en las zonas inmediatas o no protegidas; o un ‘dejar pasar’ a los espacios turísticos hacia una madurez decrépita y deprimente. Todo ello adornado con obras mastodónticas (demasiado dinero para la necesidad real) como el aeropuerto de La Palma…

Pero si son los funcionarios nos encontramos con otro dilema ¿quién se atreve a firmar una autorización para hacer una carretera por Ucanca para pasear turistas en guagua y con un restaurante en medio (como hizo César en Timanfaya)? ¿Y convertir en sala de baile con restaurante, auditorio y piscina un tubo volcánico con una especie de cangrejos ciegos única en el mundo (como hizo César en Los Jameos)?

Así, con este panorama ¿hay alguna “actividad ecológica o sostenible” que frene el paro y evite la emigración de las zonas ‘naturales’? ¿Se tiene que empobrecer a los habitantes de las zonas protegidas para que hagan penitencia por la mala conciencia del vecino de las ciudades? Está claro que el sector turístico, la población de los espacios turísticos o naturales, la población de las ciudades, los políticos y los funcionarios… hablan idiomas distintos y ponen en riesgo el presente y futuro de nuestra principal industria.

Y muchos dirán ¿existe un Néstor Martín, un Néstor Álamo, un Fray Lesco, un César Manrique, Jesús Soto, Pepe Dámaso…? Y de existir ¿quién lo elige o decide que sea quien lleve a cabo la necesaria re-creación del destino/s turístico/s de la isla y del archipiélago? ¿Son capaces los políticos o los empresarios de Gran Canaria de elegir un ideólogo del turismo para liderar la diversificación y potenciación de nuestra industria?

En definitiva ¿quién defiende el turismo? ¿Quién puede relanzar esta industria y lograr que sea más rentable con menos presión humana? (algo en lo que coinciden todos en la opinión, aunque luego no lo trasladen a los hechos). Para ello son precisos nuevos productos, recursos y temáticas, de las que algunas he adelantado en estos artículos o pueden encontrarse en interesantes trabajos y propuestas de otros autores. Sería cuestión de analizar y debatir con honestidad y sin oportunismo político o con obcecación administrativista esos objetivos, pero no. Volverán a contratar a consultores foráneos por un pastón para que nos vengan a decir cuáles han de ser nuestras estrategias como marca diferenciada y potente desde el desconocimiento del foráneo. Muchos, sin embargo, esperamos que un día se dignen a escuchar nuestras ideas (aprovechando nuestra experiencia y capacidad de creación) y dejen a un lado la rutina estadística.

“Mi propia experiencia me ha hecho comprobar lo fácil que es cuando existe cooperación y espíritu comprensivo, salvar airosamente lo que irremisiblemente parecía perdido”.
César Manrique (I Asamblea Provincial de Municipios Turísticos)

sábado, 4 de mayo de 2013

Educar a la sociedad canaria sobre la importancia del turismo

Lomo del Polvo 1900. Primer campo de golf de España.
Últimamente me he metido en varios jardines laberínticos en mi blog. Me he posicionado contra la declaración de BIC del Hotel Oasis Maspalomas (y no di importancia al paso de Colón por aquellos parajes, ¡hay que ver!); respecto al teleférico del Nublo, he publicado mis dudas sobre la rentabilidad económica (cosa que ha molestado a alguno) y social así como los criterios del promotor del proyecto (cosa que ha molestado a otro) y he declarado mi rechazo a la forma de gestionar la televisión pública canaria por parte de Willy García (cosa que ha molestado a quienes defienden el éxito de audiencia de determinados productos televisivos). Como en todo, hay muestras de apoyo a unas u otras posiciones, lo que satisface mi deseo de escuchar opiniones y contrastar posiciones de las que yo mismo aprendo.

Sin embargo, ha sido una coletilla sobre la falta de interés por el sector turístico de la cadena pública lo que más polémica ha suscitado entre algunos profesionales que defienden la calidad y originalidad del programa canarios de 5 estrellas. Un ‘docushow’ (según la web de la citada tele) que recuerda mucho al formato de ‘Españoles en el mundo’ y otros títulos similares surgidos en los últimos años. Evidentemente, mi crítica no va dirigida a los que realizan con mérito el programa, sino a la carencia de visión por parte de la televisión canaria hacia el que es el principal sector económico de estas islas.

Pero esa ignominia hacia el sector turístico no es exclusiva de la televisión canaria (que adolece de otros graves problemas por el modelo establecido y la persona elegida para dirigir su rumbo), sino también nuestro sistema educativo (tanto reglado como los intentos de una formación específica, como los hoteles y restaurantes de Hecansa, iniciativa que pudo ser… pero que algunos políticos utilizaron caprichosamente), así como las políticas turísticas que rara vez prestan atención a la necesidad de hacer pedagogía y difusión en nuestra sociedad de la importancia del turismo y que participe toda la comunidad para su impulso y mejora.

Y es que si recibimos más de 12 millones de turistas al año (lo que nos sitúa como uno de los principales destinos del planeta, en cifras), todos nos preguntamos cómo es posible que no se mejoren los datos de ingresos y de empleo en nuestro territorio. Yo considero que es porque no somos capaces de levantar la economía con la realización de iniciativas que permitan incrementar el gasto del turista en el destino. Pero, claro, los responsables políticos (mayormente personas que no tenían ni idea de qué era el turismo en Canarias, aunque últimamente ya hay algunos profesionales en esas tareas) han creído que justificaban su sueldo (elevado) sólo con estadísticas de alza de llegada de turistas ¡y olé!.

Y alguno se preguntará ¿por qué hemos de plantear pedagogía turística en los medios de comunicación y en el sistema educativo? Simplemente porque la sociedad ha de participar en el desarrollo de su principal industria que, además, afecta a su territorio, su paisaje, su economía, su futuro… Una participación con fundamento y conocimiento. Así ha sido en varias ocasiones y con éxito. Y sólo así podemos decidir varias cuestiones vitales. Como por ejemplo, si nos sumamos al modelo europeo (todo es patrimonio intocable y a proteger) o norteamericano (la modernización y la producción es lo principal), o un mix de ambas opciones, cuestión no baladí en estos momentos, ya que hemos visto cómo agonizan en nuestras islas destinos turísticos de menos de 50 años (‘maduros’, le dicen) mientras en otros lugares del planeta con más décadas de actividad turística no ‘maduran’ sino todo lo contrario: mantienen un vigor y una modernidad como destino turístico que ya quisieran para sí los nuevos ‘paraísos’ para el turista.

Insisto –por si alguien no lo recuerda- que Canarias tiene entre sus fortalezas el sol y playa junto al mejor clima. A eso se le puede sumar otros aspectos: paisajes, riqueza natural, seguridad, proximidad al continente europeo, economía, integración europea, tolerancia y hospitalidad... Elementos constitutivos de la marca, pero que no definen el tipo de turista que nos visita (mayoritariamente de piscina que toma el sol, come, bebe, duerme y poco más), ya que hemos dejado en manos de incompetentes el sector y fruto de esa dejadez nuestro destino compite con el resto sin apenas diferenciarse, lo que le somete a la ley del precio más bajo. Pero no porque sea así, sino porque nosotros hemos hecho así, dejando que el visitante sólo aspire a ponerse moreno por poco dinero.

Pero bueno, al caso… Me preguntaba una lectora colaboradora de Canarios 5 estrellas sobre qué haría yo para que un programa sobre turismo tuviera público y fuera entretenido y mejorara lo presente. Yo lo he repetido hasta la saciedad en mi blog, aún a riesgo de que otro listo, amigo del director del ente, se apropie de estas ideas para seguir chupando del bote que se reparten un par de empresas en exclusiva desde hace demasiado tiempo. Pero está claro que esa gente va a lo fácil y no lee ni piensa. Tan sólo repiten modelos y buscan un equipo barato que rellene el modelo con su ilusión y buen hacer para que quede aparente.

Aún así, les dejo reitero algunos detalles que he señalado hasta la saciedad en mi blog: Sin olvidar a Néstor Martín Fernández de la Torre y su discípulo, César Manrique, quienes consolidaron una marca única en el mundo para cada isla. Pero, además, tenemos otros motivos de orgullo: la primera marca de turismo de salud y naturaleza en el mundo; el primer campo de golf de España; el mejor clima del mundo; el concurso de ideas Maspalomas Costa Canaria; el primer vuelo charter; el primer centro de helioterapia; el primer templo ecuménico mundial; el primer club de tenis; la celebración del Día Mundial del Turismo; escala de las grandes rutas de descubridores, de científicos, de artistas y actores de cine; escala de los primeros vuelos trasatlánticos (Gago y Coutinho, Plus Ultra, Zeppelin…); estación espacial y primeros pasos del hombre en la luna; centro de observación astrofísica; Gran Canaria es el principal enclave planetario por la calidad, variedad y cantidad de usos de cuevas… Y hay más, pero esto es suficiente para elaborar un producto audiovisual que atraiga espectadores, sorprenderles y darles una dosis de orgullo… Aunque, insisto, no se trata de un programa, sino de impregnar la programación con la importancia del turismo.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Otro tsunami en Maspalomas

Epicentro del terremoto 1755
Érase una vez una empresa turística alemana, TUI el mayor turoperador europeo, socio de un empresario de Olot (Cataluña) con más de 115 hoteles repartidos por el mundo de los que catorce se situaban en Gran Canaria (el lugar del planeta donde más establecimientos tiene la cadena RIU desde hace décadas). Ambos quisieron derribar un hotel con cinco décadas de antigüedad y levantar uno nuevo con categoría de 5 estrellas, para lo cual realizaría una importante inversión superior a los 55 millones de euros contratando empresas locales durante un tiempo muy difícil para todos por la falta de inversiones en el territorio insular.

La iniciativa de los propietarios del edificio choca con la nostalgia de la familia condal, quienes construyeron el antiguo hotel, aquella obra que se pensó para que fuera el 'mejor hotel del Atlántico', que al año de su apertura tuvo que ampliarse (el doble de tamaño) por el éxito del enclave. De repente, la empresa más poderosa del sector turístico y de construcción insular, Lopesan, se suma a esa iniciativa y solicita ante el Cabildo Insular la incoación de expediente de Bien de Interés Cultural para el edificio que fuera obra de los arquitectos Molezun y Corrales que, además, figura en un catálogo de arquitectura moderna española.

Acto seguido, la misma empresa recuerda que la parcela no debió privatizarse hace 25 años, cuando Mario Conde adquirió del edificio y lo reconstruyó en su interior para multiplicar el número de camas y, así, la oferta alojativa. Pero este proceso hace recapitular a Eustasio López, propietario del Ifa Faro, levantado sobre el dominio público marítimo (antes de que Lopesan adquiriera la cadena Ifa), y así lanza un órdago a instituciones y empresas: recuperar todo el palmeral y convertirlo en el icono natural que necesita Gran Canaria para competir con otros destinos turísticos y no limitarnos al sol y playa. La recuperación de un paisaje único, un jardín natural con sus canales, la charca y el palmeral, que podría ser ese parque temático paisajístico que tanto necesita Maspalomas para relanzar su imagen como destino turístico único.

Pero todo esto no es más que trabas a un proyecto que ha sido tramitado con el objeto de realizar una inversión que impulse un negocio ya existente pero con fecha de caducidad vencida. Los propietarios del hotel piden que le dejen cumplir con la legalidad y transformar la explotación alojativa en un hotel de 5 estrellas muy al gusto de su clientela (principalmente alemanes y nórdicos).

El árbitro político, el Cabildo de Gran Canaria, no acepta la declaración de Bien de Interés Cultural ni se plantea una impagable recuperación y restauración del conjunto del palmeral, pero resucita una presencia casual y no determinante ni significativa del paso de Cristóbal Colón en su cuarto y último viaje a las Américas, para con esa excusa declarar todo el palmeral (no sabemos por qué sólo el palmeral) en un Sitio Histórico (lugar o paraje natural, vinculado a acontecimientos o recuerdos del pasado, a tradiciones populares, creaciones culturales o de la naturaleza, y a obras del hombre, que poseen valor histórico, etnológico, paleontológico o antropológico).

No deja de ser cierto que Colón pasó (a hacer aguada, según el diario de a bordo) por el lugar, cosa que no ha dado lugar a ninguna tradición popular ni alcanza de lejos el valor histórico que el paso de las tres carabelas por Gando en la primera travesía, la del Descubrimiento. De hecho, nada tiene que ver el lugar con el que visitara Colón, ya que en los últimos 500 años, por la erosión, la transformación del ecosistema, por la captación de aguas pluviales y subterráneas, y sobre todo por el tsunami del terremoto de Lisboa que originó el desierto de dunas... es un espacio totalmente distinto al que conociera el navegante genovés. Sin olvidar que el mismo territorio fue totalmente reconvertido en llanuras de surcos y tomateros, en vivero para los jardines de la urbanización turística y en jardines domesticados para el turismo. Incluso los deseos y proyectos de los hermanos Néstor y Miguel Martín Fernández de la Torre o el urbanista/paisajista Tudurí señalaban al cuidado de este lugar frente a los deseos de construir en él.

Pero bueno, el Cabildo ha optado por una decisión más que discutible. Lo de Colón no deja de ser una anécdota en la historia de sus viajes y en la de Gran Canaria, menos significativa por cierto que la escala de la flota de Van der Does para curar –o enterrar a los fallecidos- a sus tropas tras la derrota de Monte Lentiscal; o más aún  la conexión que hubo desde la estación de la NASA en Maspalomas con los astronautas en el momento de que el hombre pisara la luna por primera vez. Unos astronautas que sí que estuvieron en el hotel Maspalomas Oasis descansando tras su regreso de aquella odisea espacial.

Así que esta decisión del Cabildo no recupera ni es trascendente en la historia insular, pero supondrá un grave precedente –otro- para el turismo en Gran Canaria. Y no será ésta vez el enemigo externo (el recurrido chicharrero) el culpable de frenar una inversión en esta isla. El culpable de este ridículo que ya ha recorrido Europa (aunque aquí nos miremos el ombligo) está en la propia isla. Una posición que pone en riesgo la actividad turística en el principal destino de Europa que es Maspalomas, sobre el que ha vuelto a caer un tsunami devastador que, entre otras cosas, va a suponer:

  • Procedimiento indemnizatorio para los trabajadores y la empresa propietaria del Hotel Maspalomas Oasis.
  • Parálisis de la actividad de las empresas canarias contratadas para derribar y levantar el nuevo hotel.
  • Renuncia a la compra de material de obra y de mobiliario del nuevo hotel.
  • Pérdida de más del 40% del valor del inmueble y de todos los inmuebles del lugar (Seaside Hotels es el principal perjudicado)
  • Paralización de esta obra y de la de la reconversión del ya lamentable centro comercial de Maspalomas.

A todo esto, los proyectos que se planteen sobre este lugar tendrán que pasar por una Comisión de Patrimonio Histórico que tiene unos criterios muy concretos de conservacionismo y burocratización de los procesos de renovación turística, principalmente porque aquí han actuado políticos, expertos en leyes, funcionarios y medios de comunicación, pero ¿alguien ha planteado el impacto turístico de las decisiones adoptadas? ¿Alguien piensa en qué es lo importante para el turismo y el desarrollo de Gran Canaria? Está claro que no hay un solo turista que haya llegado a Maspalomas en 50 años siguiendo la ruta colombina, y que hemos de cuidar este sector económico y mejorarlo, pero con decisiones así uno piensa que el objetivo no ha sido el bien común, cosa ya tradicional en este enclave: Ni cuando se levantó el hotel y las viviendas del entorno, ni cuando se amplió, ni cuando se construyeron otros hoteles, ni cuando se declara inejecutable la sentencia de recuperación del palmeral en los años ochenta, ni cuando se declara Sitio Histórico a la zona sin más salida para los propietarios que pasar por el aro de negociaciones y procedimientos arbitrarios. Algo así como un tsunami político y administrativo.