domingo, 14 de agosto de 2016

La isla de las fiestas telúricas

Fiesta de La Rama, Agaete.
El verano es tiempo de fiestas. Es la estación de los días más largos y luminosos que animan a compartir la calle o las terrazas con prendas cómodas y frescas. Son fechas de abundancia, ensaladas y frutas. Días de sol y de mar, de bebidas refrescantes y de pieles brillantes, cargadas de energía.

Y, como toda comunidad, el verano está cargado de tradiciones compartidas, rituales que mantienen el fondo de acontecimientos o creencias históricas, mientras las formas han variado con el paso del tiempo, pero recogen un origen compartido y reconocido por la comunidad que se identifica con su historia y la reproduce en un museo vivo de actividades que se muestran en un gran escaparate público a través de romerías, actos religiosos o representaciones de aquellos hitos que cada pueblo recuerda y conserva con orgullo. Aunque también podría tratarse de actos inocentes que la tradición ha transformado en multitudinarios acontecimientos lúdicos y que atraen un numeroso público de otros lugares por su originalidad.

Fiestas del Charco. La Aldea.

Unas fiestas que en las Islas Canarias tienen un sentido muy telúrico, con patronas insulares que reivindican al pinar (Teror, Gran Canaria, septiembre), los volcanes (Tinajo, Lanzarote, septiembre), las peñas (Betancuria, Fuerteventura, septiembre), o Las Nieves (Santa Cruz de La Palma, julio, cada cinco años). Pero no queda ahí. Además nos encontramos con celebraciones en las que un elemento natural es el objeto que atrae a millares de personas para divertirse portando ramas (Valle de Agaete y Agaete, Gran Canaria, julio y agosto) para ‘castigar’ al mar según una tradición de los antiguos canarios en años de sequía. La captura de lisas en la charca junto al mar (La Aldea, Gran Canaria, septiembre), recordando también la tradición de pesca de los antiguos canarios en charcas de la costa. El baño multitudinario en la fiesta de la Traída del Agua (Lomo Magullo, Telde, agosto). O el ‘homenaje’ a los artesanos de la cerámica que se desarrolla en la fiesta del barro (La Atalaya de Santa Brígida, julio), para también rendir tributo a otro producto histórico y gastronómico propio de Canarias, con la fiesta del gofio (cereal tostado y molido) que tiene lugar en Agüimes (Gran Canaria, septiembre), sin olvidar las celebraciones del almendro (Valsequillo y Telde en Gran Canaria), la manzana (Valleseco, Gran Canaria), la caña de azúcar (Jinámar, Telde, Gran Canaria) donde también celebran la naranja, o el albaricoque (San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria).

Traída del barro. La Atalaya, Santa Brígida.
Además del componente religioso o natural, estas fiestas se han convertido en encuentros multitudinarios de gran colorido y diversión, como cita obligatoria para los numerosos jóvenes que recorren las islas de fiesta en fiesta para aprovechar todas las oportunidades que ofrece el verano, ya sea para vestir sus trajes típicos o para envolverse en ramas, en barro o darse el chapuzón en el charco o ser bañados por los asistentes a esas fiestas. Lo cierto es que nadie puede abstraerse del ambiente festivo, ya sean del lugar o foráneos, y participar de lleno en la diversión. Y es que sólo participando se puede vivir intensamente el verano de Canarias.

(Artículo que publiqué en la sección 'enYESque' del periódico turístico Welcome Gran Canaria)

lunes, 8 de agosto de 2016

De la Isleta al Refugio... en telecabina

Proyecto de teleférico y construcciones en Maspalomas.

Hace 55 años se inscribieron 181 equipos de todos los continentes para participar en el primer gran concurso internacional de ideas convocado desde Canarias: Maspalomas Costa Canaria. El análisis del contenido de los trabajos que lograron premio o accésit nos demuestra que la mayoría contemplaban construcciones en lo que hoy es las dunas y playa del Inglés; un teleférico sobre el campo dunar; y convertir la charca en un muelle deportivo, y… y… Ideas peregrinas que sorprendentemente fueron apuestas de equipos de arquitectos, urbanistas e ingenieros de primera línea en el mundo que soñaron con transformar una joya natural. Y eso que los criterios del concurso rechazaban tales aventuras:
  • Respetar las dunas, Oasis, paisajes del fondo y playas sin utilizar masivamente el delta.
  • Creación de un complejo turístico y no de una ciudad.
  • Composición general de calidad y no de cantidad.
  • Creación de un Centro de atracción turística y recreo situado en la zona Oeste del Oasis y cercano al mismo (entre Meloneras y Santa Águeda).
  • Etc…
O sea, que ni teleférico, ni construcciones en las dunas ni en la charca.

Luis Ibarra (Autoridad Portuaria), Augusto Hidalgo y Rafael Cabrera.

Hablando de teleféricos, Rafael Cabrera, padre del olímpico Rafael Cabrera, no desiste de su proyecto (que se pagaría por inversores privados) de telecabina para acceder desde Tejeda hasta las proximidades de la base del Nublo. Pero el Cabildo Insular ha frenado la inversión privada sin apenas debate de los pros y contras: es un espacio protegido y eso es suficiente para rechazar la inversión privada. Aunque recordemos que hay ejemplos de todo lo contrario, como Tindaya que es espacio natural protegido y bien de interés cultural pero las leyes están para adaptarlas a las decisiones políticas…

Volviendo a Rafael Cabrera, éste ‘desinquieto’ tejedense considera que el mismo impacto económico y social que pudo suponer su proyecto en la cumbre podría tenerlo un teleférico que uniera el muelle de Santa Catalina con la cima de El Vigía, donde se construiría un mirador, lo que facilitaría conocer la ciudad desde la perspectiva de Las Isletas.

El mismo día en que la prensa publica la idea, leo en los medios digitales algunos proyectos 'futuristas' de movilidad urbana en ciudades como Chicago, donde proyectos de funicular, transbordador, telecabina, telesilla y teleférico se consideran propuestas de futuro para solucionar la congestión de tráfico en la ciudad, cuestión a abordar en nuestro machacado istmo. Esta alternativa tiene a su favor varias cuestiones: Son instalaciones que apenas ocupan terreno, son eficientes energéticamente, no emiten gases o ruidos, evitan la circulación y paso de personas entre los dos puntos unidos, permiten el control de visitantes y el impacto visual del cable es nulo desde kilómetro y medio de distancia. Se trata de una línea de 2,7 kilómetros, 18 cabinas o góndolas y una inversión de 10,5 millones de euros que aportarían los promotores privados. En contra, hay quienes consideran que es una infraestructura que ocupa un espacio público para disfrute de todos.

Stephen Hawkins en el Teide.

También recuerdo la imagen de Stephen Hawkings en el teleférico del Teide, ya que sin ese transporte probablemente el científico y todas aquellas personas con movilidad reducida no podrían disfrutar de ésas vistas. También estaría el funicular del Tibidabo o el teleférico de Montjuic, aunque en casi todos los casos no podemos hablar de futuro, sino de pasado, ya que son instalaciones medio centenarias que logran una rentabilidad que permite su mantenimiento.

En este caso, además, nos encontramos con una propuesta de medio de transporte de personas (lo de turistas es una posibilidad) con afán de descubrir una belleza, una panorámica, una zona militar que se abre a la ciudadanía (un poquito). Y yo me planteo ante tal iniciativa varias cuestiones: ¿Empeorará la imagen de la zona? ¿Generará beneficios económicos al Ayuntamiento? ¿Impulsará la economía y el comercio de la zona? ¿Tiene un uso didáctico y de valoración del entorno y la historia? ¿Servirá para recuperar para la ciudadanía un privilegiado suelo? ¿Congestionará más la zona? ¿Tiene más impacto visual que una sola de las grúas, las plataformas petroleras o las antenas de telefonía del puerto? ¿Su puesta en funcionamiento estimulará la mejora de la imagen del barrio isletero y la estima de sus habitantes? ¿Se puede ampliar la línea y ser una alternativa al vehículo privado para conectar la ciudad y el puerto?

Todas estas interrogantes no hablan de turismo, sino de futurismo, de cómo solucionar el tapón de tráfico en que se ha convertido la conexión entre el puerto y Las Palmas (como antes llamábamos a las dos zonas de la capital). Un embudo que afecta diariamente a centenares de camiones con contenedores, a miles trabajadores y trabajadoras de las industrias del Sebadal, a los comercios del Puerto y a la zona recreativa de Las Canteras. Pero el caso es que hay un rechazo a los teleféricos en la isla, en un territorio en el que los barrancos y las montañas se cubren de asfalto para zigzaguear por las laderas y dejan ése impacto permanente sobre el territorio. Por eso, lejos de plantear esta cuestión como un debate sobre el modelo turístico (que no lo es), estaríamos ante un debate sobre el modelo de transporte en la ciudad.

Yo creo que el rechazo a este proyecto de teleférico tiene algo de rechazo (erróneo) al turismo. Y es que más del 33% de los turistas vienen con ‘Todo Incluido’. Otro 33% o más de los turistas vienen por ‘Total Comodidad’ (sol, piscina –en ocasiones la playa-, comer y beber), otros vienen a jugar al golf u otros deportes, al Pride o a actividades de naturaleza. Y algún extraviado cuyo deseo era visitar las pirámides egipcias se consuela con las momias del Museo Canario. Ése es el retrato robot de nuestros turistas. O sea, que el negocio del turismo se lo quedan los agentes en el país de origen. Pero ¿Ofrecemos algo que pueda interesarles más allá del sol y playa y precios baratos (cada vez menos)?

Teleférico en Río de Janeiro.

En este debate sobre el teleférico nos encontramos con el enfrentamiento entre sacar rentabilidad del turismo o no. No digo que todo lo que se plantee sea bueno. Por ejemplo, defiendo un “Poema del mar” con versos distintos a los del acuario de los Kiessling. Y también denuncio la falta de visión de las instituciones para proteger e impulsar la herencia de los hermanos Martín-Fernández de la Torre, una serie de instalaciones de éxito que serían abandonadas durante décadas (Parador de Tejeda, Casa del Turismo y Pueblo Canario). Original y arraigado legado a la vez que abandonado y desaprovechado.

Y, ya que hablamos de turismo, no estaría mal lograr que algunos extranjeros utilizaran el teleférico o cualquier actividad de empresarios locales lo que podría incrementar el escaso porcentaje del dinero que deja este sector en nuestra isla (¡¡Y gracias…!!)

miércoles, 3 de agosto de 2016

Las dunas de Maspalomas. El momento de actuar...

(Un resumen -muy resumido- de las ponencias pronunciadas por los expertos sobre dinámicas dunares de las universidades de Cantabria, Barcelona, Las Palmas de Gran Canaria, La Laguna, Ministerio de Medio Ambiente y director de la Reserva Natural Especial de Maspalomas, en el curso coordinado por el catedrático Guillermo Morales Matos y por mi en la Universidad de Verano de Maspalomas)

Terremoto de Lisboa. 1755
Tal como llegaron, casi de imprevisto y con una fuerza arrolladora, las dunas de Maspalomas se van.

Según los estudios científicos realizados desde hace una década, se ha comprobado que hace aproximadamente 250 años la puesta en explotación de grandes extensiones en la isla para uso agrícola supuso la roturación de una enorme superficie de tierras que dejaron al descubierto arenas fósiles que la naturaleza trasladó por el viento y el mar hacia Maspalomas. Puede que también tuviera su impacto el traslado de arena que se produjo por el terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755) y el maremoto posterior que impactó sobre la isla, tal como informó el alguacil. De ahí que los estudios científicos realizados han datado que la arena que elevó las dunas llegó en torno a hace 250 años, pero su composición tiene una antigüedad de 12000 años, a diferencia de la arena que se encuentra debajo de estas dunas, que se asentaba lentamente a lo largo de los siglos sin producir las elevaciones que hoy día todavía podemos contemplar.

Ese es el origen de la mayor parte de las dunas que conforman el paisaje de Maspalomas, fruto de una aportación masiva a un terreno que anteriormente tenía un aspecto radicalmente distinto, con una llanura arenosa que crecía muy lentamente año tras año y que en un corto periodo de tiempo creció de forma sorprendente hasta levantar enormes montañas de arena de hasta 40 metros de alto. Pero desde ese acontecimiento histórico, que dio lugar a que el propio Viera y Clavijo (1731-1813) advirtiera del peligro de que Maspalomas fuera el inicio de la desertización de la isla. Pero eso ya es historia, ya hace siglos que no entra tanta arena como la que se pierde en el veril de la Bajeta o la Punta de Maspalomas.

Los temporales cíclicos del sur, el 'tiempo moganero' como lo llamaba mi padre y todos los de generaciones pasadas, son la causa principal -con otras causas de menor virulencia- que contribuyen al cambio o pérdida del paisaje dunar, al arrojar al veril o fosa marina la acumulación de arena que durante años hace crecer la punta de la Bajeta hasta recibir la puntilla del temporal que la hace desaparecer.


Vista aérea de los balancones en Playa del Inglés.

Las construcciones de Playa del Inglés hacen que el viento no pueda atravesar como antes esa cota, al actuar como pantalla sin corredores para la arena y el viento, por lo que se concentra más en la zona del mirador y centro de interpretación, lo que acelera el movimiento de las dunas hacia el sur, creando espacios sin arena entre la cadena de dunas, distanciándolas. Asimismo, la pérdida de balancones (plantas que estabilizaban las dunas y frenaban el viento) se ha acelerado por la acción humana (evitable), plantas que también frenaban el viento y ayudaban a la formación de dunas. Por el contrario, los balancones de la zona norte de Playa del Inglés han crecido mucho más de lo normal, con gran cantidad de hojas pero con menos capacidad de reproducción. Ello se debe al exceso de luz artificial que producen las luminarias del centro comercial Anexo II. Mientras los balancones de la zona sur de Playa del Inglés son destruidos por los usuarios de la playa para convertir esos lugares en goros o refugios, o por la micción de los bañistas que por no se sabe qué motivo vierten sus orines sobre las plantas en vez de en la arena.

Otro aspecto es la colocación de mallas o chiringuitos que actúan como barreras y complican el paso de la arena de forma natural, en vez de meditar la forma y disposición de estas instalaciones para facilitar el tránsito de la arena en la dinamica dunar.

Estudio de la dinámica de vientos en Maspalomas.
Pero todo esto que sucede -y muchísimo más- ya está estudiado desde hace casi una década y no se han adoptado medidas para dar respuesta a la progresiva pérdida del paisaje que sirve de atracción al turismo, aunque en realidad ¿son las dunas el espacio que utilizan los turistas?. Está comprobado que no. Los turistas se asientan mayoritariamente en la franja de 70 metros que hay entre la marea baja y la zona de baño inmediata. La mayoría abrumadora sólo utiliza la franja litoral, salvo numerosos hombres y mujeres que practican el 'cruising' o 'cancaneo' (práctica sexual en lugares públicos con desconocidos) para lo que internet muestra diversas rutas muy populares en la zona de las dunas de Maspalomas. Una práctica que debe ser objeto de medidas preventivas para evitar la suciedad descontrolada que actualmente padecen diversas zonas de este lugar. Unos hábitos inadecuados, éstos y los de aquellos urbanistas y arquitectos que no tuvieron en cuenta el efecto pantalla de sus proyectos al construir junto a las dunas. Decisiones inocentes o inconscientes, evitables o recuperables, que son las que iniciaron la aceleración del proceso de pérdida de dunas.

Balance de entrada y salida de arena del conjunto de Maspalomas.

Y es que la arena entra por El Inglés en cantidades muy inferiores a las que se pierden por la punta o la Bajeta, no como hace 250 años cuando Maspalomas recibió por este lugar millones de metros cúbicos de arena y que ahora se depositan rápidamente en el punto desde el que caen al veril de la bajeta con ingentes cantidades que se pierden en la fosa marina dejando cada vez más empequeñecida la imagen de las dunas de Maspalomas.

Todo está estudiado, con informes que detallan todos los aspectos a tener en cuenta, pero durante estos años se ha perdido un tiempo valiosísimo ya que no se han adoptado medidas para dar respuesta al proceso degenerativo. Y no se trata de llevar a cabo una operación de choque, sino realizar pruebas que han sido sugeridas por los técnicos para comprobar la efectividad de las mismas como si se tratara del primer laboratorio mundial sobre recuperación de espacios dunares de uso turístico. Unas pruebas que han de ir acompañada de campañas informativas y educativas a la sociedad para mantener y mejorar la imagen más atractiva para el turismo que ofrece Gran Canaria.

Maspalomas es el principal icono turístico de Gran Canaria. Un recurso que ya quisieran tener nuestros competidores. Un ecosistema dunar que costaría apenas el 0,001% del dinero que produce el turismo en Canarias recuperarlo. ¿A qué esperamos? ¿A que sea irreversible?