viernes, 25 de julio de 2014

Maspalomas... ¿Y ahora qué?

Una visión nostálgica de Maspalomas.
En las escuelas y facultades de Periodismo enseñan la fórmula para construir una noticia al estilo anglosajón. Esta técnica consta de cinco preguntas que permiten ordenar todas (insisto, todas) las piezas del puzle que forman parte del hecho noticioso con voluntad de acercarnos a la realidad, la verdad, la objetividad y la actualidad. En resumen, formar un cuadro de contrastes para trasladarlo a otro/s, que la transmisión sea lo más completa y, a la vez, entendida de igual forma por el emisor y el receptor. Y no crean que es fácil. Más bien es imposible, pero se intenta.

Esta semana se ha producido una de esas noticias complejas que tienen una gran trascendencia local, junto a un enorme componente emocional y una importante repercusión más allá de las islas y del país. Un acontecimiento que ha llegado cargado de aspectos ilusionantes para muchos que se han alegrado del acuerdo, importantes dudas para quien rasca un poco el envoltorio y un proceso llamativo que, como ejemplo, ha dado lugar a que por primera vez en nuestra corta historia autonómica se ha optado por variar en la comisión política los criterios de la comisión técnica. Y eso puede ser bueno y/o malo... Dependerá de los resultados y de cómo se conciliarán derechos y deberes.

En el lado positivo podríamos situar que se abre la posibilidad de recuperar el icono paisajístico de Europa. El conjunto que durante décadas ha sufrido amputaciones entre la charca, las dunas (ya protegidas anteriormente, aunque en riesgo creciente y con la certeza de los científicos de que esta postal va camino de desaparecer) y el palmeral (cuya reversión a la comunidad debió producirse hace unos veinte años pero el Gobierno de Canarias declaró inejecutable la sentencia que así lo establecía). También creo que podría ser bueno que la decisión política no tuviera que atenerse al criterio exclusivamente administrativo porque se trata de reconvertir un territorio con construcciones privadas en un espacio que en algún momento sea un palmeral lo más parecido al que hubo antes del secado progresivo del humedal a causa de la construcción de presas en los cauces de barrancos que desembocaban en Maspalomas. Un impacto agravado con la canalización del barranco entre la autopista y la charca. A esa transformación contribuyeron las construcciones turísticas. Algunas de ellos son, precisamente, los hoteles emblemáticos de Gran Canaria durante décadas en ese proceso de antropización de Maspalomas que preocupó sólo a unos pocos. Pero parece que ese grito recobra fuerzas y avala la incoación del BIC (de difícil desarrollo práctica y económicamente) entonando la voz de César Manrique de que todavía hay esperanza.

Esta decisión política muestra que los técnicos tienen su ámbito de discusión y de decisión en cuanto al cumplimiento de las normas o procedimientos con diligencia y honestidad. Pero las normas pueden servir o no al bien público, ya que me he preguntado muchas veces si con el nivel de control burocrático y laberinto de leyes actual, habría podido mover César Manrique una piedra junto a los cangrejos ciegos de Los Jameos.

En el lado negativo nos preguntamos dónde está la evaluación de costes, de perjuicios a empresas y particulares. De entrada, RIU tenía aprobada y con licencia una inversión de 56 millones de euros para el nuevo hotel y un plazo de ejecución que ya habría concluido, pactado con los empresarios de los establecimientos próximos. Supongo que la comisión técnica tendría en cuenta la repercusión económica de la decisión. Pero, ustedes me perdonarán, no la he encontrado en ningún documento de todo el proceso.

Pero volvamos al método periodístico y a los cinco aspectos a tener en cuenta a la hora de redactar la noticia de lo sucedido con el palmeral de Maspalomas. Las cinco W: What? Where? When? Who? y Why?

  • Qué pasó o pasará. Se resume en que la comisión política de Patrimonio aprueba la recuperación del palmeral de Maspalomas.
  • Dónde y cuándo. Creo que en Santa Cruz de Tenerife el pasado jueves 24 de julio, la víspera del patrono de San Bartolomé de Tirajana, cuyos vecinos y Corporación tuvieron que subir a Tunte porque su competencia (en otras épocas incompetencia) sobre Maspalomas ha desaparecido prácticamente por Medio Ambiente y Patrimonio Histórico, sin olvidar a Costas.
  • Quienes tomaron la decisión son representantes políticos de instituciones y organismos, desde gobierno, ayuntamientos, cabildos, colegio de arquitectos o universidades. Y quienes se han visto perjudicados y víctimas (no puedo llamarlo de otra forma por la campaña vejatoria e insultante realizada desde algunos medios y plataformas) ha sido la cadena RIU y su proyecto de garantizar la rentabilidad de su establecimiento, aunque hay más.
  • El por qué o el cómo queda claro: primó el argumento del valor medioambiental y, posiblemente, turístico (habría que comprobar cuánto saben de turismo o de medio ambiente algunos de los miembros de la comisión política). Un negocio, el turismo, que como toda actividad económica y social podrá ser buena o mala dependiendo del proyecto, el lugar y del momento. La comisión desestimó el valor del edificio obra de Molezum y Corrales (creo, porque la propuesta y el resultado de la votación ha sido un revuelto de cosas). También desestimó el paso de Colón en su cuarto y azaroso viaje por algún punto de los Lomos de Maspalomas (entre Juan Grande y Arguineguín, para ser más preciso).  Todo eso, claro, con una votación muy ajustada (de 23 miembros sólo acudieron 17, de los que 8 votaron a favor, 7 en contra y 2 abstenciones) que dejó en evidencia al Gobierno autónomo cuyos representantes votaron y perdieron.


O sea, que la mayoría de esa comisión (con victoria por la mínima como no podía ser de otra manera en el más importante y complejo procedimiento planteado ante la misma), adoptó una decisión positiva y arriesgada, ya que afecta y trastoca los planes y necesidades de dos grandes grupos hoteleros que tienen en Gran Canaria su principal destino desde hace décadas: RIU (de la familia del catalán que abrió su primer hotel en Olot) y Seaside Hotels (del alemán Theo Gerlach), así como numerosos propietarios de apartamentos y chalés, el centro comercial Oasis y el hotel Ifa Faro, del grupo Lopesan, empresa que ha liderado todas las iniciativas para evitar que RIU levante un 5 estrellas ante las puertas de sus hoteles insignia (Baobab y Costa Meloneras).

Digo que el más afectado es el grupo RIU por la paralización de una obra con licencia municipal de demolición del pionero Maspalomas Oasis para levantar sobre su espacio un edificio (que no es un VPO de la serie que la cadena ha construido en distintas partes del planeta), muy funcional pero poco 'espacial' o especial para un enclave que necesita una mayor atención e interés (lo cual intentaron Molezun y Corrales, pero para gustos...). Incluso, ya he dicho que sería más exitoso el proyecto si se convirtiera en un hito de arquitectura y paisaje (convocando un concurso internacional) en un enclave contribuye a elevar cualquier intervención que sea mínimamente respetuosa y dialogante con el onírico palmeral, donde la luz especial y única de Maspalomas y el contraste con el oasis junto al mar reúnen todo aquello que un turista sueña para sus vacaciones.

Pero, no hay empresa ni profesional del turismo que no reconozca que RIU forma una empresa de excelencia en el sector, como lo acredita cualquiera de los miles de empleados en las Islas en sus 19 hoteles (diez de ellos en Gran Canaria). Una cadena que trabaja con un perfil amplio de turistas que reconocen desde el primer momento la personalidad de ’su’ cadena. De hecho, el parecido entre sus edificios es una seña de identidad (aunque discutible) en la que prima la marca y el contenido sobre el entorno. Sin embargo, hay que reconocer y recordar que el grupo turístico ofreció al Cabildo cambiar el proyecto que tenían ya aprobado para el palmeral. Una oferta que ahora se convierte en requisito previo y sujeto a unas restricciones y objeciones por definir que afectarán a ésta y a todas las construcciones ubicadas en el BIC, entre las que figuran tres de los más relevantes establecimientos de la historia turística de Gran Canaria en su lugar más emblemático: el Oasis, el Palm Beach y el Residencia.

Formuladas las citadas preguntas a las que habría que añadir numerosos detalles complementarios… Nos quedamos con numerosas dudas acerca de las consecuencias de este acuerdo, entre las que destacan: ¿Hasta qué punto –en dinero o terrenos- habrá que compensar a los propietarios de inmuebles en el espacio ahora protegido? ¿Con qué objetivo final y en qué plazos se pretende recuperar el palmeral?... Preguntas que nos conducen a temer que suceda lo mismo que en el proceso kafkiano que han padecido durante 13 años los habitantes de Ojos de Garza. Si bien dudo que el sector turístico acepte o permita para las empresas afectadas la misma agonía que padecieron los afectados de la futura pista (¿para cuándo y con qué dinero?) del aeropuerto. Un sector turístico que –creo- se ha convertido en una de las piezas más difíciles de encajar en este puzle por la profunda división que padece. La misma reacción pienso –y espero- que tendrá la población isleña cuando vean que esta aprobación no supondrá la restitución del palmeral a su estado virginal y que establecimientos como el Hotel Maspalomas Oasis o el centro comercial podrían proseguir su deterioro (además de las indemnizaciones que puede suponer el freno a la licencia municipal aprobada para el hotel). Un futuro incierto que se cierne sobre el lugar que durante décadas ha sido el referente de hoteles de calidad de la isla (salvo el período durante el que Banesto convirtió el Hotel Oasis en el camarote de los hermanos Marx).

Para evitar la agonía de Maspalomas ante el nuevo escenario habrá que negociar rápido con los propietarios y, si fuera posible, evitar la judicialización del conflicto de intereses, ya que ésta puede prolongarse durante años. Y es que pocas son las alternativas que deja la declaración del BIC: indemnización por los derechos de los propietarios, compra de los inmuebles afectados, compensación con aprovechamientos urbanísticos en otros puntos de la isla o expropiación (con la consiguiente indemnización y justiprecio). De todas estas posibilidades, la compra es el único procedimiento en el que podría entrar dinero privado pero dudo que haya algún filántropo capaz de gastarse lo que cuestan todos estos chalés, hoteles y centro comercial para luego someterse a los criterios del BIC.  O sea que sí o sí, los grancanarios tendremos que pagar las indemnizaciones con dinero o con el suelo que también nos pertenece a todos pero ¿habrá suficiente para compensar por estos terrenos en el lugar más caro de la isla?

Vuelvo a repetir que me alegro de que haya una protección del palmeral (y espero que sea más sincera que con el descuidado parque Tony Gallardo). Si pudiéramos viajar en el tiempo probablemente intentaríamos frenar todo lo que se ha hecho en el lugar. Pero bueno, ya está. Se construyeron hoteles, apartamentos, centro comercial y ahora se aprobó el BIC y es probable que el Gobierno de Canarias lo sancione (o no, que ya no sé qué decir). Lo cierto es que (si se ratifica) el escenario ha cambiado: es momento de tender puentes entre los afectados y los interesados para poner fin a este enfrentamiento y recuperar el empuje y dinamismo del sector con un nuevo proyecto para Maspalomas.

Difícil tarea la de establecer un nuevo escenario de diálogo cuando se ha corrido y usado todos los recursos para impedir una actividad en la que nadie había reparado, salvo por la nostalgia de la desaparición del antiguo edificio. Pero es necesario un esfuerzo de todas las instituciones para reponer la imagen de RIU (como una de las más importantes, implicadas y necesarias en el sector turístico canario) y para acordar entre todos (incluyendo a Seaside, principalmente) cómo se prepara el futuro del palmeral de Maspalomas. Un proyecto que puede beneficiar a Gran Canaria pero también a los que hoy día ven limitadas sus opciones y capacidad de decisión sobre los hoteles, comercios y apartamentos existentes en el palmeral de Maspalomas. Ahora todo depende de que el Cabildo grancanario dé a conocer cuál es su proyecto y qué recursos destinará a ese fin en qué plazos. Pero, dada la importancia del icono turístico del principal destino europeo, también deberían colaborar con su máximo apoyo el Gobierno de Canarias y el Gobierno Español. Porque todas las administraciones han opinado y resaltado el valor de Maspalomas, pero las palabras en política han de concretarse en hechos e inversiones y no sólo en protecciones y cambios de reglas de juego de forma improvisada.

domingo, 20 de julio de 2014

El pleito y el huevo de Colón

Estado actual del palmeral de Maspalomas.
La comisión técnica de Patrimonio Histórico de Canarias (que no es de medio ambiente o similar) ha desestimado la declaración de Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico de una zona del palmeral de Maspalomas, según la petición del Cabildo de Gran Canaria con diversos informes frente a los intereses de las empresas perjudicadas (principalmente RIU) que también han presentado informes con otras conclusiones.  Desconozco el contenido de la resolución porque aún no he podido tener acceso a ella, pero no me extraña la decisión. Y digo que no me extraña porque durante décadas (desde que se permitió construir los primeros apartamentos, se fue degradando y ocupando ese lugar emblemático) ninguna institución defensora de los valores universales de esta isla, dijo o hizo nada. Tampoco cuando venció la licencia sobre el palmeral que tuvo el grupo Banesto, declarando inejecutable una sentencia que obligaba a restituir el palmeral. Y no digamos el estado de abandono de ese entorno durante décadas. Eso... que ha pasado demasiado tiempo para que ahora (en este preciso instante en que una empresa mueve ficha para construir un hotel sobre los escombros del que fue un gran hotel) aparezca en la historia la figura del Gran Almirante.

Así es. No estaríamos divagando si no fuera por la reacción de un grupo de arquitectos y otras personalidades junto a la cadena Lopesan (con equipamientos muy próximos a este lugar y con una enconada lucha contra la cadena RIU) tras el anuncio del derribo y construcción de un nuevo hotel en donde hoy se ubica el Maspalomas Oasis (o sea, que ya hay un edificio construido) con licencia municipal (o sea, cumpliendo la legislación) y muy propio de la personalidad y profesionalidad de la cadena RIU (al gusto de sus clientes que tanto llegan a Gran Canaria, donde esta cadena tiene su principal destino turístico en el mundo, con más de 14 establecimientos).

Dichos opositores, primero plantearon proteger el edificio de los arquitectos Corrales y Molezum, promoviendo su declaración de Bien de Interés Cultural del inmueble. El procedimiento dio lugar a una sorprendente respuesta. No se protege el edificio pero sí una zona delimitada con líneas administrativas que entienden que dentro de esa parcela tuvo lugar el grandioso acontecimiento de la presencia de Colón en su cuarto viaje.

Yo insisto (les dejo aquí debajo enlaces de mis diferentes artículos de opinión al respecto) que, en todo lo relacionado a Maspalomas, o se tiene coraje de verdad y se recupera el más importante parque temático de Gran Canaria y verdadero icono turístico de la isla (pero por sus valores paisajísticos y naturales ya olvidados y en gran parte perdidos), o se llega a acuerdos con los propietarios de establecimientos en el lugar para encauzar de cara al futuro la atención al detalle de las acciones que se desarrollen en el lugar (donde además de propietarios de apartamentos y centro comercial, están el hotel ya citado y dos emblemáticos del grupo Seaside, el Palm Beach y el Residencia, que tiene prestigio mundial).

El grupo RIU ya ha dicho que cambiará su proyecto mientras no pierda camas (aunque por ahí circule un montaje -no real- del proyecto ya desestimado aunque con licencia), pero el Cabildo, lejos de anticiparse y evitar el enfrentamiento para lanzar un concurso internacional de ideas para ese lugar emblemático, opta por oponerse a los planes de la cadena hotelera, al Gobierno de Canarias y los técnicos de la Comisión de Patrimonio y convertir en un supuesto pleito insular lo que ha sido un despropósito secuencial de enfrentamientos contra un grupo turístico. Una muestra más del divorcio mal avenido entre las empresas turísticas de esta isla entre ellas y, ahora, con el Cabildo (eso sí que no pasa en Tenerife) y el posicionamiento del Cabildo –ya endémico- a destiempo y con medidas poco justificables (tampoco pasa en Tenerife).

Lo que podría ser una oportunidad para seguir en la línea de tímida mejoría del entorno de Maspalomas Costa Canaria, se está convirtiendo en una debilidad en la que el perjudicado será el principal icono turístico de la isla y, por ende, todos los grancanarios.

Una lástima que, encima, se utilice esta disparatada situación para hacer una campaña denigrante y vejatoria contra una de las empresas turísticas con un excelente plantel de profesionales en todos los departamentos, que han consolidado en Canarias –y en particular en Gran Canaria- una forma de trabajo y atención al cliente que las demás cadenas deberían imitar. Y un tremendo error convertir este conflicto en una pugna entre Tenerife y Gran Canaria (que con lo de hoteles de cuatro estrellas ya tenemos batalla que ganar), ya que si lo que se quiere es rescatar el palmeral, el oasis y las dunas (cuenten conmigo para ello) el camino a seguir es otro muy distinto al emprendido.

Mis opiniones sobre este tema por orden cronológico

lunes, 14 de julio de 2014

Turismo y los (numerosos) deberes pendientes

Turismo accesible, turismo para todos.
Todos los días escuchamos la música machacona y repetitiva de que el turismo es el sector que nos está salvando, que vienen más turistas y que dejan aquí muchos euros que nos permiten mantenernos a flote en estas aguas turbulentas de la crisis. Pero, ni deja todo el dinero que desearíamos ni reduce el desempleo que sufrimos. ¿Por qué? Quizás el curso sobre accesibilidad y turismo que ofrece la Universidad de Verano de Maspalomas este año tenga algunas respuestas a estas preguntas. No tanto porque se trate de ofrecer una fórmula milagrosa que no existe sino porque quedará en evidencia que no hemos hecho los deberes.

Está claro que no estamos en lo que debemos estar. Si no fuéramos tan complacientes con el ilusorio incremento de turistas en la isla que vendemos como si fueran la panacea, no estaríamos a la cola de destinos accesibles cuando, lo dicen las estadísticas, el 10% de la población europea tiene algún tipo de discapacidad y, encima, en Gran Canaria recibimos más turistas con edades superiores a los 63 años que menores de quince años. Personas de edades que precisan instalaciones, servicios y equipamientos con unas condiciones aptas para todo tipo de ciudadanos, de cualquier edad o condición física.

Y no es que se trate de una preocupación de ayer, sino más bien de décadas de creciente implicación social en la defensa de un mundo sin barreras, sin discriminaciones... Una lucha que continúa y no se puede abandonar ni descuidar a causa de modas o situaciones coyunturales que ponen el foco de atención en otros problemas que no pueden equipararse a las discapacidades que en cada ser humano que las padece son permanentes.

La idea del curso surgió de una interesante conversación con Juan Carlos Hernández Sosa, quien me preguntó un día por la recuperación del artista Pepe Dámaso de su infarto y comentamos que quedaríamos para hablar sobre el arte y la discapacidad. De esas palabras  pasamos a plantear la posibilidad de organizar un curso sobre turismo y accesibilidad en el marco de la UVM. Un curso en el que contaremos con el responsable del programa Gran Canaria Accesible, el consejero de Servicios Sociales del Cabildo grancanario, José Miguel Álamo, el concejal de playas de San Bartolomé de Tirajana, José Carlos Álamo, la concejala de Movilidad de Las Palmas de Gran Canaria, Gloria Marrero, el alcalde de Arona (destino turístico accesible), Francisco José Niño, el propio Juan Carlos Hernández, quien abordará la movilidad en el transporte; Gerardo Santana, de la empresa Mundo Adaptado, o los profesionales del sector turístico Isabelle Janssens de Varebeke y José Ángel Vázquez Romero, promotores en Lanzarote de pruebas deportivas para discapacitados, así como los deportistas y campeones mundiales Enhamed Enhamed y Rafael Botello. En definitiva, un plantel de expertos y profesionales que retarán al sector turístico grancanario a dar un salto en su oferta para alcanzar la excelencia y la calidad en el servicio.

Con once años de retraso, intentamos llevar al sector turístico los objetivos y recomendaciones del Dictamen elaborado por el Comité Económico y Social Europeo sobre el tema «Por un turismo accesible a todas las personas y socialmente sostenible». Un trabajo que parte del principio de que el turismo está “en el corazón de la razón misma de ser de la Unión Europea, de sus políticas de su voluntad de hacer una Europa mejor para hoy y para el futuro”. Tal como recoge el documento aprobado en 2003, la supresión o atenuación de las barreras que limitan la práctica del turismo por parte de las personas con discapacidad viene exigida no sólo por los principios de igualdad de derechos y oportunidades y no discriminación que rigen en el ámbito de la Unión Europea y en sus Estados miembros, sino que representa también una medida eficaz para incorporar a nuevos grupos de ciudadanos a las actividades relacionadas o derivadas del turismo, contribuyendo así al crecimiento de un sector económico que, sobre todo en los países del Sur de Europa, tiene una directa incidencia en la generación de riqueza y empleo para toda la sociedad.

El documento plantea diez principios que permiten abrir bienes, productos y servicios turísticos a un grupo de población —el de las personas con discapacidad y también, en buena medida, mayores— que hasta el momento tenía limitada su participación plena en este sector. Con estas líneas de acción, se podrá avanzar en la no discriminación y en el acceso al turismo por parte de todas las personas; aportaremos valor añadido a la oferta turística; se dará satisfacción a las demandas de unos ciudadanos que no siempre se han visto atendidos en su dimensión de consumidores de bienes turísticos y se  ampliará el mercado a más potenciales clientes, generando, por tanto, riqueza y progreso.

De interés: Manual 'Turismo accesible para todos' (Organización Mundial de Turismo, 2014)