domingo, 26 de septiembre de 2021

La vida entre volcanes

Desde Los Muchachos (Kike Navarro)
(Como no puede ser de otra manera, mi colaboración con el periódico It's Gran Canaria, gira en torno al volcán de La Palma y la solidaridad que ha desatado)

La fuerza de la naturaleza se percibe a cada instante y en cada rincón del archipiélago canario. El embate del Atlántico o sus calmas, intentando ocupar el espacio de la tierra, representando la eterna lucha entre los elementos: tierra, fuego, agua y viento. Todo sucede en un reducido y aislado espacio. El lugar de encuentro -a veces colisión-, entre el alisio húmedo del Atlántico norte y el viento caluroso del Sahara, donde suena en sinfonía la brisa y el siroco, el mar de nubes y la calima. Y, sobre este paraíso de leyenda, vivimos los isleños.

Islas mitológicas donde sucedieron las grandes epopeyas, en los confines del mundo conocido, más allá del panteón de los dioses olímpicos, en el imaginario jardín de las islas afortunadas que bautizaron los clásicos, en la creencia de que esas fuerzas de la naturaleza también crean belleza y bienestar. Un escenario épico y dramático que se puede admirar desde hace una semana, con retazos de aquel paisaje idílico que formó la naturaleza con su tenacidad durante siglos, creando una gran variedad de ecosistemas únicos. Un jardín de jardines en un territorio que sufre el fuego de sus volcanes, los temporales o la puesta en producción de sus bosques y consumo sistemático de los recursos naturales por sus colonizadores. Y, a pesar de todo, pervive la huella del pasado que describe magistralmente Miguel de Unamuno, tras sus estancias en Gran Canaria, para transportarnos a "lo que debió ser el terrible combate entre Vulcano y Neptuno, entre el dios del fuego y el dios del agua". Y estos días hemos visto nuevamente lucha mitológica con una imparable erupción telúrica de fuego, roca, humo... Hemos acompañado, impotentes, las lenguas de lava en su carrera hacia el mar para arañarle unos metros, los que la constante fuerza mareomotriz arrebata a los límites costeros de la isla en su constante empuje frente a la roca incandescente que cubrió el océano y que éste ha enfriado.

Pero el volcán también deja su propia huella, su memoria, una cicatriz cauterizada sobre la piel delicada de la isla. Un mar de cenizas que ha sepultado cientos de historias de personas que van a rehacer sus vidas. Supervivientes de una catástrofe natural. Otra más. Sin ningún herido, salvo en sus almas. El paraíso fue inundado por un río de fuego.

Vivimos estos días una erupción volcánica espectacular y sorprendente. A pesar de que durante días acechábamos el baile de temblores de tierra que demostraban el movimiento telúrico que estaba gestándose, bajo la zona de Cumbre Vieja en la isla de La Palma. Teníamos la esperanza de que siguiera el rumbo de San Juan (1949) y Teneguía (1971). Al final, el 20 de septiembre se abrió paso hacia la superficie, casi en el centro de la isla. 10 años después de la erupción submarina de El Hierro y en el 50 aniversario de la erupción del Teneguía (a pocos kilómetros de la actual). Y, por mucho que se esperaba y se sabía que iba a producirse, nadie podía precisar dónde y tampoco imaginaban la magnitud de la catástrofe, para quienes han perdido todo sepultado por una avalancha de magma imparable.

Y este es nuestro paisaje cotidiano. Grandes cráteres y picos, calderas de hundimiento y erosión profunda, y la vegetación nacida del volcán, criada en la necesidad, en la adaptación, en la resistencia frente a épocas de sequía, temporales de lluvia y viento…

Ese espacio también es la identidad de su población, que ha sabido adaptarse a su contradictorio destino. Los volcanes son el paisaje real, espectacular, como lo describe Unamuno: "Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca. ...Es una tremenda tempestad petrificada, una tempestad de fuego más que de agua". Y en esa fragua, de inciertos pronósticos, viven personas. Con esa fuerza de la naturaleza, de mar en el firmamento y vértigo en la visión del centro de la tierra. Son canarios y canarias que conocen el latido de la tierra, el rugido de la roca, el choque del océano contra el acantilado. Una realidad que inspira, que durante siglos ha vivido en nuestros sueños, pero que también puede originar situaciones trágicas, aunque no haya víctimas mortales. Es el contradictorio mundo que habitamos, donde una erupción volcánica ha acabado con el sueño de muchas personas, pero también ha despertado el interés y atracción de otras muchas y, sobre todo, la solidaridad. Un volcán mucho mayor de apoyo y generosidad.

viernes, 17 de septiembre de 2021

300 mil

Diez años de evolución de lecturas del blog.
No se asusten, no voy a hablar de la película sobre la batalla de las Termópilas. Pero sí, de forma espartana, con mucho esfuerzo y constancia, he llegado a los diez años  (y nueve meses), con la publicación de 528 artículos (más este) que han facilitado -gratis- 300.000 lecturas (trescientas mil, tengo que ponerlo en letras y pellizcarme para bajar del sueño).

Tampoco les voy a hablar de todos los artículos, sino destacar que la gran mayoría (más del 95%) están referidos a la historia y a disquisiciones sobre el turismo en Canarias. Y el resto a algunos artistas canarios, sin que tenga que ver directamente con el turismo. En el ranking de los diez más leídos, les indico de más leído hacia abajo: Maspalomas (un parque temático natural); El Confital (y el sueño no realizado de César Manrique); El todo incluido (aquel que usa la masificación como negocio); La isleta (y el proyecto de teleférico); La cementera de El Pajar (y su futuro); El origen canario del Gran Tour en USA; Maspalomas en la ruta a la Luna; El ocaso turístico capitalino; César Manrique y Gran Canaria: y los vinos canarios shakesperianos.

Tengo que reconocer que no he sido muy constante con este trabajo. Tampoco lo he rentabilizado ni he incluido publicidad. Lo escrito no es ni más ni menos que mi opinión, mis impresiones y mis conocimientos tras décadas investigando y recopilando documentos (algunos inéditos) que me permitirían crear un pequeño museo del turismo en Gran Canaria. Y es que una cosa he aprendido en estos años de artículos y de participación en exposiciones, conferencias, jornadas, cursos, publicaciones... Que hay una enorme ignorancia (y osadía, por parte de algún contertulio de tantos espacios de opinión que se prodigan por los medios) sobre lo que significa el turismo y, especialmente, en un territorio en el que el turismo es el pilar fundamental de su economía. Pero también de su calidad de vida, para bien y para mal. El turismo es todo y somos todos y todas, pero nos escudamos en tópicos y críticas desde el sofá, sin luchar por ser partícipes de nuestro futuro y nuestro bienestar. De ahí que la turismofobia vaya más allá de los problemas de masificación, especulación, corrupción y gentrificación, posicionándose en el rechazo a una actividad que no es patrimonio de unos pocos, sino de más de mil millones de personas al año (las que viajan) y la población de todo el planeta (los que reciben). Y lo que hay que perseguir es la reciprocidad y justicia en el reparto de cargas y beneficios. A lo que hay que añadir una imperiosa necesidad: la sostenibilidad.

La espinita que me queda después de tanto esfuerzo es el desprecio que mis trabajos recibieron en dos concursos. Uno sobre periodismo y turismo (2015) que convocó el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana dentro de las actividades de difusión de la obra de Pancho Guerra, que vino a ganar un amigo arquitecto por la publicación del 'abstract' de su Tesis (nada que ver con un artículo o con el periodismo), en una web que almacena tesis doctoraless. Y, además, esa publicación se había realizado un año antes del plazo establecido en las bases del concurso. Una pena que los jurados (con periodistas veteranos, supuestamente) se tomen tan a la ligera sus propias condiciones. Peor fue el fallo del concurso del III Foro Internacional de Turismo (2015), al que presenté trabajos en dos de las categorías (internet y prensa escrita), quedando desiertos ambos sin que, hasta la fecha, alguien me explique cómo se valoró de forma tan vejatoria el trabajo de las personas que nos presentamos. Pero ahí queda. Pasé página... Por el otro lado, llevan dos años incluyéndome en una lista de influyentes del turismo en España. Y yo creo que más que influir, sirvo de distracción con mis historias y ocurrencias. Lo único cierto es que yo me desahogo así y lo disfruto.

Mi tristeza en este tiempo pandémico ha sido la cancelación del proyecto de una serie documental sobre la historia del turismo en Canarias. Estragos de la pandemia. Dudo que se haga y sé que cada día que pasa son menos los actores que fueron clave en esos momentos en que, de la nada y el silencio solitario de nuestras costas improductivas hace medio siglo, se levantó un negocio que nos ha permitido el desarrollo actual. Un tesoro descubierto que no ha sido tan dañino como las minas de carbón, la siderurgia o la industria química que ha supuesto el desarrollo en otros territorios, a cambio de severísimos impactos ambientales. Aquí nos quejamos del cemento (con razón a veces), pero sólo nos miramos el ombligo. Y aquí, también, todos añoramos a César Manrique, pero si hoy viviera no podría realizar sus obras de arte en la naturaleza porque surgirían colectivos que rechazarían cualquier intervención, con argumentos científicos, legales y sentimentales... entendible, pero el resultado sería un territorio sin arte, un paisaje a imagen y semejanza de las normas que parlamentos e instituciones elaboran sin dar cabida a la visión de quienes han revolucionado nuestro paisaje y nuestra percepción sobr el entorno.

En estos momentos de ¿pos? pandemia, cuando el turismo se reinventa, habría sido una ocasión extraordinaria para entender y renovar el turismo en Canarias. Para animar a nuevos emprendedores a diversificar la economía, siendo el turismo un elemento capaz de impulsar esa diversificación, por mucho que digan que se puede cambiar el modelo económico con una varita mágica o una Ley (otra más).

Mi blog ha continuado gracias a tantas personas que lo visitan y a las que agradezco su interés por leer estas páginas y compartirlas. En definitiva, creo que ha servido para hacer algo de pedagogía y divulgación entre aquellas quienes han querido profundizar un poco en las historias que el turismo y Canarias han dejado. Una historia inacabada. Continuará...

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Jardines de Gran Canaria, del amor al arte

Jardín de Chano Corvo (FEDAC. 1905)

Recibir un libro como ‘Jardines de Canarias. Provincia de Las Palmas’ (2020), dirigido por Flora Pescador y en el que colaboran doce autores, es un estímulo para los sentidos. Dice la directora en su introducción que los jardines “están dirigidos a la percepción, a los sentidos, a las emociones, a la creatividad, a la belleza…” y al amor. Así se lo comenté tras disfrutar de este trabajo, y coincidimos que hay historias de amor tras cada planta, árbol o jardín, comenzando por el de Chano Corvo, en los altos de Los Tilos de Moya, cuya historia relata magistralmente José Miguel Alzola. Flora me adelantó que probablemente haya una nueva edición con otras incorporaciones tan sorprendentes de jardines.

Esta obra es una oportunidad para disfrutar de una ruta de belleza, arte y emociones que se transmiten a través de los cinco sentidos, con espacios que podemos encontrar en nuestra isla. Solo hay que echar a andar los sentidos. Y así lo hacen millones de personas en este turismo de nicho en crecimiento, y más tras la pandemia. Un producto turístico que tiene en España una realidad bastante alejada de la riqueza y biodiversidad que tiene el Estado, no así en Canarias, donde hay varios jardines de proyección mundial. De hecho, los inicios históricos de los viajes para descubrir jardines y casas de campo se remontan a la época victoriana (s XVII) y a los mismos orígenes del 'Grand Tour' , de donde viene la propia palabra 'Turismo'.

Cada jardín o árbol singular,  tiene una historia. Y estos libros (o los de Leoncio Rodriguez. 'Los árboles históricos y tradicionales de Canarias'. 1946. Dos tomos) recogen una parte. La más reconocida. Pero hay jardines que también son escenarios. Tienen su propia historia, innumerables. Tantas como miles de isleños que habrán vinculado una planta, un árbol, un jardín al recuerdo de un ser querido. Y lo pude comprobar esta mañana al visitar el antiguo drago de Luis Verge, en Valsequillo. ¿Quién sabe de sus orígenes, hace 230 años? Poco puede decirse de ese momento lejano, cuando el negocio de la barrilla está en pleno auge y el del vino se hunde, debido a la guerra hispano-británica. De hecho, podría coincidir el nacimiento de este drago con la derrota de Nelson en Tenerife y la pérdida de su brazo. Lo que sí es cierto es que uno de los descendientes del drago se alza, a gran altura, esbelto y poco frondoso. Fue plantado siglos después para honrar la memoria de un hijo querido.


Pero hay otras historias de jardines y amores trágicos. Quizás la más sorprendente sea la del jardín de Chano Corvo, un descendiente de portugueses que se asentaron en Gran Canaria para cultivar azúcar, si bien Chano se aleja progresivamente del negocio y se convierte en un personaje amante de las artes e interesado por la botánica, al conocer el Jardín de Aclimatación de La Orotava y al botánico Hermann Wildpret, “y cada vez se agranda más en él el deseo de convertir las tierras altas de Doramas en un bello jardín”. También se relacionó con el músico Luis Rocafort, quien “se hizo construir una casa en las lomas del barrio de San Roque, cuya fachada reproducía el órgano de la catedral de Las Palmas que él tocaba a diario. La Casa de los picos”. Estas historias y muchísimas más forman parte del libro 'Don Chano Corvo. Crónica de un jardinero y su jardín' (versión en pdf), que narra la belleza de la selva de Doramas, su agonía y la historia de este singular personaje, cuya novia murió de tifus. “Chano se encerró con su pena”… “La hurañía se apoderó de él” sólo deseaba estar solo. La familia decidió que debería viajar por Europa para abandonar su dolor, llevando en su maleta un recuerdo: las trenzas de Pino Quesada, su malograda novia. En Madrid visitó a los hermanos varones de Pino, Juan (la calle Juan de Quesada está dedicada a él) y Miguel. En París encargó un relicario con las trenzas. A su regreso a Gran Canaria vuelve cargado de plantas jóvenes. Tiene decidido su futuro: “escapar de todo esto, abandonarlo para siempre y pronto. Las tierras de Doramas se le representan como la promesa de paz y de retiro que anhela”.

La deforestación de la selva de Doramas había sido tan enérgica que la finca de Corvo era entonces un calvero. Y Chano plantó “pinos, robles, plátanos del Líbano, pinos, eucaliptos, dragos, mocanes, lentiscos, barbusanos, el viñátigo y el til, el laurel y el escobón como muestra de la flora vieja de la isla”. Y construyó invernaderos y quiso, “inspirándose en el Botánico de París, que una hermosa rosaleda constituyera el centro del parque”, trayendo ejemplares de la Península, Francia y Bélgica, que finalizaban en un cenador cubierto de hiedra en parte, rodeado de hortensias, geráneos, claveles, romero, bignonias, heliotropos y embelesos, con la música de la acequia. No tuvo tiempo de aburrirse ni de pensar. “Él descubrió el remedio contra el mal que le afligía el ánimo: trabajar sin descanso, pero en un escenario que no le recordara el pasado”. Trabajar en el comercio que tenía en la calle de La Peregrina “le hubiera significado la muerte; en cambio, cultivar flores, plantar árboles, crear belleza fue para él vida, confianza y seguridad en sí mismo”.

El jardín creció, y creció en Chano Corvo la ilusión y un sentimiento que daba cabida al amor. Y la felicidad volvió a su vida tras iniciar una relación con María Guadalupe Cabral, con quien la madre de Chano no quería una relación matrimonial por diferencias de clase. Durante dos años, María tuvo una vivienda propia que le arregló Chano, hasta que tuvieron una hija. Esta situación dio lugar a una boda secreta autorizada por el obispo Padre Cueto… Pero esa es otra historia. El jardín curó el corazón roto de Chano.

Otra historia de amor, otro jardín de inspiración y reconocimiento mundial es el Jardín Botánico Viera y Clavijo, el más grande de España y el mayor banco genético de flora (a pesar de ser el gran olvidado en los artículos especializados, donde apenas de habla de La Alhambra y del Jardín de Cactus manriqueño), tiene también una historia de amor poco conocida en sus orígenes… La de Eric Sventenius con Lotti (Charlotte) Schrader. Madre de Barbara Friecke, la mujer del creador de los refrescos Clipper (Octavio Juan Gómez) y cuñada de Mercedes Juan Gomez, la mujer del inolvidable Jaime O’Shanahan.

Lotti llegó a la isla en compañía de Otto Kercher (había sido responsable del Palace en Madrid, durante la época de la Residencia de Estudiantes, entablando amistad con Lorca, Buñuel, Dalí...) para gestionar un hotel en la capital, pero los propietarios dieron marcha atrás y se hicieron cargo del Hotel Lentiscal. Otto dio su apellido a Lotti, pero con el tiempo el amor surgió entre ella y el botánico.

El hotel contaba con diez habitaciones. Un establecimiento tranquilo y familiar. Otto era un gran cocinero. Uno de los huéspedes habituales del hotel era Sventenius, el creador del Jardín Botánico Viera y Clavijo. Erik Ragnor Svensson (1910-1973), como en realidad se llamaba, trabajó de forma muy cercana con Jaime O’Shanahan.

Jaime buscó alojamiento a Sventenius en el Hotel Lentiscal. Era ideal por su cercanía al Jardín y porque conocía a sus regentes, ya que Lotti era la suegra de su cuñado Octavio. Allí siempre había una habitación reservada para don Enrique, como le llamaban, aunque en ocasiones se quedaba a dormir en una de las cuevas del Jardín o en alguno de los barrancos de la isla buscando nuevas plantas. Lotti y Sventenius se conocieron en el hotel. Sventenius, finalmente pidió matrimonio a Lotti.

Al morir Otto Kercher, Lotti dejó el hotel. Ella continúo su relación con Enrique, yendo todas las tardes al Jardín a acompañarle a cenar en el restaurante del Jardín. La tarde noche del 23 de junio de 1973, después de la cena, acompañó a Lotti a la parada del ‘pirata’ y al cruzar la carretera, de regreso al Jardín, fue mortalmente atropellado. Esto supuso un duro golpe para Lotti que, a las puertas del altar la vida le arrebató su último sueño. En su desolación, intentó suicidarse. Pudieron salvarle la vida en extremis y al despertar sollozaba diciendo “¿Por qué no me han dejado morir?”. Lotti reharía su vida. Así lo cuenta Patricia Juan Fricke en un estudio histórico sobre su familia que será publicado próximamente...

El Jardín Canario, símbolo botánico mundial, cumple 70 años de historia el año próximo. Y ya su vegetación es muestra la madurez de un proyecto realizado con tanto cariño desde sus orígenes, como el que le ofreció David Bramwell y otros muchos trabajadores que dejaron su impronta en cada planta y rincón.

Los jardines tienen eso, lo curan todo. Y viviendo en el Jardín de las Hespérides, en los Campos Elisios o en el Jardín de las Delicias… ¿Cuándo vamos a valorar nuestra naturaleza y el amor a nuestros paisajes?

sábado, 11 de septiembre de 2021

“Que vengan a copiarnos”

Manrique, arte, naturaleza y concienciación
 Esta frase de César Manrique refleja el objetivo del artista de conseguir unas islas que fuera originales, inspiradoras... por ello inspira una de las respuestas al formulario que me planteó el Colegio Oficial de Profesionales en Turismo (Copturismo) y que formará parte (una entrevista de 6 folios) del libro “Visiones de arte, cultura y turismo de Canarias”. Un trabajo que verá la luz en breve, ya que estaba previsto para septiembre/octubre, pero fui uno de los culpables de que se retrase la edición, aunque espero que no mucho.

Tras una introducción muy poco seria de mi vinculación al turismo, doy respuesta a preguntas muy interesantes que no sólo centran el tema que anuncia el título del libro, sino que reflejan un amplio conocimiento de mi trayectoria, mis publicaciones y mis actividades en el sector.

Para no hacer spoiler, tan sólo les indico las preguntas, y les adelanto que las respuestas están en consonancia con el nivel de profundización que el libro pretendía. Ya les avisaré de su presencia en librerías o la presentación, si es que la hay y si los niveles Covid nos dejan un respiro…

  • ¿Qué significa el turismo para usted?
  • ¿Qué relación existe entre el turismo y el arte?
  • En relación con la crisis sanitaria actual, ¿cuáles son sus percepciones futuras sobre el sector turístico?
  • Si pudiese cambiar cualquier aspecto del turismo y la visión que tenemos sobre el mismo, ¿cuál sería?
  • Su libro “Isla. El Turismo en la Provincia de Las Palmas (1946-1969). Entre Néstor y el Desarrollismo” que se presentó al público en diciembre de 2006, muestra cómo comenzó a desarrollarse el sector turístico en la provincia de Las Palmas. ¿Qué aspectos considera que fueron claves para el éxito del turismo como sociedad en aquella época?
  • En su libro, destacaba el “tipismo de Néstor” y otras manifestaciones culturales, ¿podría compartir a que se refería?
  • Además del libro, es autor de varias guías de turismo. ¿Cuándo comenzó y a qué se debió su interés y su especialidad periodística en turismo?
  • En un escenario como el actual, ¿qué aspectos del pasado evocaría para ayudarnos a entender y transitar el camino hacia un modelo de desarrollo turístico más avanzado?
  • En su blog “Islas Bienaventuradas” comparte una serie de reflexiones sobre varios aspectos, entre ellos, la recuperación turística tras la pandemia y el poner en valor a Lanzarote tal como cita “probablemente el destino mundial con más centros artísticos -casi toda la isla- creados para el turismo”, destacando que en las convocatorias de los Planes de Sostenibilidad Turística en Destinos (PSTD) no aparezcan los conceptos de “Creatividad”, “Arte”, ni “Naturaleza”. ¿A qué cree que se puede deber este problema?
  • Dado que atesora un gran conocimiento sobre los orígenes y desarrollo del turismo en Canarias, ¿qué recomendaría que tuvieran en cuenta los actuales y futuros profesionales del sector turístico?


Y termino afirmando (esto sí es un spoiler): “… Quizás habrá que buscar un nuevo modelo, más actual, capaz de superar el papel de las administraciones que tan sólo se preocupan por la promoción y las tareas administrativas. El turismo es todo y somos todos. No lo olvidemos”. Tal como han quedado las cosas tras la pandemia, debería de replantearse todo, pero no sólo en los despachos.