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Guía de 1927. |
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Guía de Carmen Laforet. 1961 |
- Infraestructuras de calidad en todos los equipamientos y alojamientos -de todas las categorías-, donde se realizan algunos esfuerzos pero insuficientes.
- Lograr el mayor gasto del turista en el destino y aumentar (sin temor) ese triste 20% que se queda en las islas.
- Promover y potenciar los recursos y productos propios, desde el sector primario al industrial.
- Desarrollar la actividad económica del turismo más allá del alojativo y el comercio.
- Promover la convivencia provechosa y armoniosa entre el turismo y los residentes.
- Mejorar la formación y concienciar a los jóvenes de que los trabajos que se generen en el sector son –casi- sus únicas oportunidades para evitar la diáspora.
- Dar salida a una juventud que pide desarrollar sus potencialidades en un territorio en el que el turismo es más de un tercio del PIB, el empleo y la recaudación de impuestos. El canario tiene más de un tercio de su ADN cargado de turismo. Generación tras generación, ha convivido con el viajero y el visitante y conoce sus sueños.
- Recuperar la ilusión por el turismo como inagotable espacio creativo y de enormes efectos positivos para la comunidad.
Todas estas mejoras son demandas ya conocidas. Unas ‘Tablas de la Ley’ históricas en el sector turístico. Pero desde que la Administración se fijó en el turismo y creó el Ministerio de Información y Turismo en 1962 (hasta entonces la política turística nacional se reducía a patrocinar encuentros eucarísticos). A partir de ahí el desarrollo administrativo y político se centró casi exclusivamente en el marco normativo, los organismos y entidades instrumentales, la institucionalización de la promoción y la creación de algunas infraestructuras, con un trabajo intenso pero insuficiente y no del todo exitoso a la vista de los resultados.
En este proceso se han elaborado e implantado leyes urbanísticas, medioambientales, laborales, educativas, turísticas... Se han profesionalizado los equipos. Se ha invertido muchísimo en establecimientos hoteleros y comerciales. Pero no ha habido una visión ni un proyecto de cambio de modelo, con medidas que pongan fin o cambien la dinámica que nos conduce a la masificación y monopolio/oligopolio del turista por turoperadores y empresas que apuestan por el todo incluido para obtener hasta la última moneda de cada turista.
El turismo es la industria muy compleja porque el producto es la propia experiencia del turista/cliente. Pero la industria ha olvidado la necesidad de prever el cambio y la evolución permanente de la oferta, del modelo. Un cambio que no puede imponerse ni exigirse desde una administración que también se resiste al cambio, aunque puede y debe continuar con las políticas de promoción, formación, inversión, modernización, etc. Acciones que se contagiarán del proceso de cambio porque les abrirá nuevas posibilidades y oportunidades.

Sólo así podremos pensar, con los medios que tenemos en la actualidad en lo que podemos ser y hacer con el turismo.