Traje 'nestoriano' |
¿Ustedes se imaginan viajar a un parque Disney y no ver a Mickey Mouse? No. En realidad, estamos ante un elemento más del producto, un trabajador anónimo que se envuelve en un disfraz fantasioso que hace las delicias de los niños y sirve para el retrato de recuerdo de la estancia en un destino turístico con sus elementos de imagen estudiados y coreografiados para lograr el éxito del mismo.
Pero Néstor fue más allá. Su visión no se limitó a concienciar a la ciudadanía con las posibilidades de desarrollo turístico, sino que planteó una arquitectura de presentación (Casa del Turista, Pueblo Canario, Parador de Tejeda…) con su mobiliario diseñado con elementos de la tradición y la arqueología, con sus espacios para la artesanía, el folclore, la gastronomía, el arte… y, sobre todo, con una presencia de personas ataviadas con trajes llenos de color y figuras llamativas que cautivaron a los visitantes durante décadas.
Los puristas y los críticos achacaron (y achacan) a Néstor muchos errores en el concepto, e incluso el Sindicato de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria editó en 1943 un panfleto titulado ‘Notas para una historia del traje típico canario recreado por Néstor’ (descargar el libro en pdf a través de Memoria Digital de Canarias) que aporta algo de luz y mucho desatino respecto a la propia idea defendida por el artista grancanario. Hubiera bastado con recopilar los textos del creador del traje típico para aclarar toda la controversia posterior sobre la representatividad, originalidad y autenticidad del traje promovido por Néstor.
De hecho, el propio artista señala “El turismo lo entiendo como una grande y compleja industria que ha de desarrollar el país entero. Si no recobramos y acentuamos nuestra personalidad, nada podemos ofrecer al turista que le halague y satisfaga, dentro de un estilo netamente canario tenemos que revalorizar todo lo nuestro, sea moderno o tradicional, de otro modo seremos suplantados por el industrial o por el comerciante de afuera, como pasa hoy a nuestros ojos…”
De ahí que reivindique la “Necesidad de vestir nuestro traje”, para lo que señala que “También hay que resucitar nuestro traje regional. Esta resurrección implica proporcionar nuevas finalidades a industrias netamente isleñas, como la de los calados. Está demostrado que el 25% del turismo se lleva un recuerdo de la indumentaria de los países que visita, cuando no un traje completo… Nuestro traje para el extranjero puede constituir un disfraz exótico. Para el extranjero, solamente. Para nosotros no debe ser disfraz, sino nuestro traje en las horas de fiesta”.
Néstor podía estar equivocado, pero tuvo un éxito inmediato. Otras de sus propuestas podrían ser hoy motivo de escándalo, ya que abogaba por las luchas de carneros, o criticaba la mercantilización de la lucha canaria y “la desaparición de la horrible vestimenta que llevan los luchadores”, al señalar que “hay que restaurar las normas viejas: un simple calzón y una faja, uno de cuyos extremos circunda el muslo derecho, donde el rival agarra. Así se destierra eso de ‘mano arriba’ o ‘mano abajo”.
Pero lo cierto es que su objetivo estaba claro: conseguir una entidad propia como destino turístico que abarcara todas las actividades de la sociedad isleña. “Todos, absolutamente todos los canarios, somos culpables de haber liquidado nuestro pasado. Tenemos el deber de reconstruirlo y exigir que todos colaboren en esta obra y para aquellos colocados en dirigentes del país, sean los primeros en vencer la timidez y el tonto sentimiento de ridículo que en grado desesperante produce lamentablemente nuestra tierra”.
Otros califican el traje nestoriano de invención, entre cuyos detractores figura el propio Manolo Millares, quien señala en sus memorias (‘Cuadernos de contabilidad’) que “Su reforma de los atuendos populares de la isla son un modelo de desastre y una de sus interpretaciones más desafortunadas y no ‘digamos’ en cuanto a arquitectura donde, aliado con su hermano Miguel, arquitecto pesetero y de menor cuantía, ha transgredido durante muchos años el verdadero sentido de los espacios vitales convirtiéndolos en decorados-espectáculos”.
Pero… ¿las tradiciones qué son? ¿Qué podríamos decir desde estos postulados de los llamados ‘parques temáticos’ que se han construido en el mundo? Para ejemplo un espacio que va más allá de Lourdes o Fátima, como es el parque Tierra Santa en Argentina.
O, en el caso de la indumentaria ‘típica’ ¿No estamos ante una creación de alguien movido por la búsqueda de la comodidad, adaptación al medio, necesidad biológica, gusto estético, mimetismo…? Alguien anónimo cuya aportación se extiende y es asumida por la sociedad. Este podría ser uno de esos casos, con un apoyo social de clases medias y altas que encuentran en el ingenio de Néstor un estilo que se extiende a otras Islas (hubo fiestas de tipismo en Tenerife y Lanzarote) e internacionalmente, a través de miles de fotografías, fragmentos de películas, libros, folletos… De hecho, sus diseños de vestimenta no han sido superados (en éxito social, por lo menos) por los numerosos diseñadores actuales, ni el Cabildo de Gran Canaria ha apostado por recuperar a través de Moda Cálida el enorme material que éste y otros artistas adelantaron al diseño de telas y piezas originales...
No creo que haya en el mundo ninguna recreación como la planteada por Néstor, salvo si lo comparamos con los diseñadores de moda, que podría ser otra explicación… Néstor creó decorados para escenarios, trajes para los personajes de obras teatrales y una propuesta para el escenario turístico de Gran Canaria. Mirémoslo así, una moda que no ha sido efímera como las que nos muestran en las pasarelas casi a diario, o en los escaparates de Zara, donde la moda cambia a velocidad de vértigo. Estamos pues ante un visionario que sorprendió (¡¡en 1934!!) a la sociedad con una apuesta de futuro, mezcla de la belleza natural y tradicional, mezcla de aportaciones artísticas y mezcla de una ilusión colectiva. Ojalá otros tomen su testigo.
El pensamiento de Néstor alumbro un renacimiento, que en la actualidad están retomando, en sincero arrepentimiento, muchos de los canarios culpables de "Matricidio cultural"...Para vestir la moda andaluza del siglo XVIII o de la corte madrisina, es preferible pensar que, en base a todas las nobles artesanías que conservamos, pudiésemos estar ante unas nuevas expectativas de diseño patrio.
ResponderEliminarPues sí, Anónimo. A la espera de nuevas expectativas...
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