miércoles, 27 de abril de 2016

Balance de un ministro de Turismo sin luz propia

Ana Botella y José Manuel Soria.
En diciembre de 2011 publiqué un artículo sobre la designación de un canario como responsable de la política turística española, José Manuel Soria López, quien entró en el Gobierno con la cartera de Turismo con rango de Ministerio, lo que presagiaba un reconocimiento político del mayor nivel para el sector. No voy a repetir aquellas palabras, sino a centrarme en el balance del ya cesado (tras las elecciones) y renunciado (tras el escándalo de sus contradicciones por las empresas que tuvo su familia en paraísos fiscales que conocimos por la filtración de los 'papeles de Panamá') político.

Y lo hago porque a fuerza de repetirlo mucha gente terminaremos por creernos que estamos ante un ministro que ha hecho historia en el turismo, cuando creo que el balance es pobre (nada que ver con su carismático líder Manuel Fraga,  como ya he explicado con motivo de su fallecimiento durante el primer Fitur de Soria como ministro, sin que se rindiera el merecido homenaje al creador de la normativa y órganos del turismo). Y vuelvo a lo mio. Tras cuatro años de Soria, seguimos con lo mismo, pero con más turistas. Aunque no por méritos propios.

Al principio hubo cierta esperanza en la capacidad de trabajo de Soria para ordenar la política turística a la vista de los problemas del modelo canario (que no corrigió al situar como consejera a una limitada Rita Martín) y, también, español. De entrada, en 2012 aprovechó el esfuerzo enorme puesto en marcha desde Maspalomas con la celebración del Día Mundial del Turismo, coincidiendo con el 50 aniversario de la ciudad turística. Y sin apenas apoyo del Ministerio, Maspalomas realizó una de las celebraciones más exitosas que recuerda la Organización Mundial del Turismo (OMT). La repercusión para la isla se cuenta en millones de impactos en todo el mundo.

Las voces del turismo presentes en Maspalomas le recordaron que los problemas seguían ahí. Pero no escuchaba. Aunque Maspalomas, ha sabido aprovechar el tirón y cuenta desde entonces con un Foro Internacional de Turismo, aunque alguno de sus responsables no cuide el detalle de su celebración.

Pero volvamos al ministro. En el lado positivo, es cierto que España ha vuelto al podio mundial, al ser terceros en visitas, segundos en gasto por turista y primeros en competitividad, aunque todos sabemos que detrás está la inestabilidad en los países árabes mediterráneos se hubiera reconducido. Esos millones de turistas ‘prestados’ tendrían otros destinos más baratos de sol y playa que habrían hundido más a España, aunque Soria afirmase que “no sería bueno basar la competitividad de nuestro turismo en el mal ajeno", tesis que apoyó el secretario general de la OMT, Taleb Rifai. Aunque la asociación Exceltur calcula que seis millones los turistas que prefirieron España ante los problemas sufridos en Túnez, Egipto y Turquía.

Aún así, el cambio de tendencia global en el turismo también ha operado en España, la oferta de sol y playa ha pasado del 90 % en 2000 al 72% actual. Asimismo, España también ha atraído nuevos mercados emisores con más capacidad de gasto como China. El turismo americano crece, pero el sector es variable, como ha sucedido con la caída del turismo ruso por los enfrentamientos con Europa.

El aumento de turistas ha incrementado los puestos de trabajo en un 15% más entre 2006 y 2015 (de 1,9 millones a 2,2 millones), frente a una caída del 8 % en los demás sectores en España. Pero no todo es positivo.  Son años de crecimiento que transforman el perfil laboral español y lo deja con más precariedad laboral, pérdida de profesionalidad, desinterés por el talento o falta de formación.

En esta legislatura se ha facilitado el acceso tecnológico a los operadores de la mano de Sociedad Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (Segittur), dirigida desde hace tiempo por un gran profesional, también canario. Sin embargo, la promoción no ha sido suficiente ni de impacto, lo cual no es una novedad, ya que sigue la tónica de los responsables políticos del área turística en el país (y en casi todas las comunidades).

En Gran Canaria, Soria ayudó a salvar los fondos del Consorcio del Sur, con problemas de gestión que hacían peligrar la inversión comprometida y retrasada hasta la desesperación del sector. Pero no pudo o no intentó frenar los varapalos que la ministra de Fomento pegó a las islas: certificados de residencia, anular los convenios de carreteras y obras hidráulicas, parálisis de infraestructuras, subida de tasas aéreas (no eran necesarias hasta que tuvieron que bajarlas para Madrid).

Asimismo, promovió a una lanzaroteña, Yolanda Perdomo, para hacerse cargo del área de miembros de la OMT. Una excelente profesional. Pero en el último suspiro de su mandato promovió el desembarco de Ana Botella como asesora en turismo de ciudad en la OMT, para servir relaxing cups a quien quiera. Cosas de la España cañí que pervive.

Y tras la etapa de Soria, vivimos en un país en el que los que más ganan son los aeropuertos, que han supuesto un gran negocio para los que adquirieron las acciones en la salida a venta del 50% de AENA, convertido en el mayor gestor aeroportuario por capitalización bursátil del mundo. Igualmente las compañías aéreas han tenido muy buenos ejercicios, beneficiadas además  por la bajada del precio del petróleo en 2015. En este escenario los hoteles también han logrado mejorar precios y rentabilidades.

El sector, gracias a estos años de bonanza prestados tiene recursos para afrontar el cambio de modelo, ése cambio que sigue pendiente tras el paso de Soria por el Ministerio, pero el cambio de modelo no es cuestión de un ministro, sino de todo el sector que sigue sin asumir su protagonismo frente al poder político.

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