sábado, 1 de junio de 2019

Gánigos en la república de Ikea

Gánigos por Jane Millares y reproducción cerámica

(Artículo publicado en el número 71 de la revista turística Welcome to Gran Canaria)

Imagine una isla, un paraíso que fue poblado por tribus que durante cientos de años no tuvieron contacto con otros seres humanos. Y ahora suponga que forma parte de aquella comunidad. No se trata de un reality de televisión que le permite disponer de enseres domésticos. Aquellos primitivos pobladores de la isla tuvieron que fabricar todo, diseñarlo, preparar los escasos materiales que ofrece la isla, elaborar el menaje introduciendo formas y dibujos que dejan huella de sus autores y/o propietarios iniciales. Piezas para perdurar y soportar el uso diario para el que fueran creadas.

Diseñar utensilios domésticos es una habilidad del ser humano que ha evolucionado dejando en el camino aquellas elaboraciones menos rentables frente a la producción industrial. De ahí que la artesanía sea el refugio de tradiciones y nuevos lenguajes más artísticos con la pureza de materiales como el barro, metal o vegetales y algún otro.

Lo sorprendente de la artesanía de barro en Gran Canaria es que ha perdurado hasta nuestros días tras dos mil años de 'guisado' de piezas de barro para atender una demanda que hasta hace varias décadas era fabricada y vendida en los mercados como utensilios y no como souvenir. El nombre más popular, cuyo origen se hunde en el lenguaje de los antiguos canarios, es el 'gánigo", la pieza para recoger agua, leche y para calentar al fuego, con formas sorprendentes y dibujos atractivos.

En Canarias se mantuvo la vida troglodita cuando en Europa vivía el gótico y el Renacimiento. Una edad de piedra y barro que perduró casi inalterada en algunas zonas hasta hace apenas 70 años, aunque todavía podemos encontrar algunas escenas y trabajos que conservan la originalidad de la cerámica de Gran Canaria. Una actividad que mantienen algunas personas en Lugarejos (Artenara), Hoya de Pineda (Guía y Gáldar), pero sobretodo en La Atalaya de Santa Brígida, el lugar que espera acoger el necesario Centro de Interpretación de la Cerámica Canaria, donde ya existen el Centro Locero y las cuevas alfar, como la de Panchito o María Guerra, quienes transmitieron sus conocimientos a los actuales loceros.

La isla volcánica no oculta en su interior ninguna sorpresa más que una atractiva energía en algún lugar de la roca, un suelo sin metales que obligó durante siglos a sus pobladores a elaborar con barro, conchas y madera el mobiliario y enseres necesario para la supervivencia. Alcanzaron tal destreza que crearon piezas sorprendentes que decoraban realzando su belleza o incluyendo representaciones de culto a la fecundidad y a los astros. Referencias que también se reproducen en las cuevas, antiguos santuarios astronómicos.

La variedad y originalidad de la cerámica de Gran Canaria la convierte en un elemento que siempre ha emocionado y sorprendido a los visitantes. Además, los poblados de casas-cueva ya eran de por sí un atractivo turístico que se hizo muy popular en Europa gracias a los miles de postales, fotografías, textos de viajeros y documentales que se realizaron en estos pueblos trogloditas desde finales del siglo XIX. Todavía hoy sorprende ver cómo se elaboran las vasijas y la fiesta de 'cocer' las piezas al fuego en los hornos congregando a todo el vecindario.

El desarrollo industrial trajo consigo la pérdida de rentabilidad de un producto artesanal realizado a mano por familias que desde niños aprendían a trabajar el barro como un juego y terminaban dedicándose a surtir las viviendas humildes de toda la isla con sus piezas. No se perdió el encanto de la loza de barro, pero cada vez eran menos los que vivían gracias a este trabajo y que se han convertido en un grupo de conservadores de un rito, una tradición que forma parte de museos y vitrinas expositivas, así como una oferta singular de talleres que pueden realizar quienes lo deseen en los mismos lugares y con los mismos recursos que los ceramistas del pasado.

Otra de las actuaciones de formación y estudio es la que realiza la Escuela de Arte donde se imparte un módulo de cerámica que ha realizado una amplia investigación sobre la divulgación e interpretación artística de la cerámica canaria, de los gánigos y diferentes formas de vasijas, lo que les ha permitido comprobar que es la artista Jane Millares la que más cuadros ha elaborado en torno a los gánigos, además de ser autora de numerosas figuras de barro de forma autodidacta. Otros de los artistas que se inspiraron en la artesanía aborigen para la realización de sus cuadros y murales, fueron Antonio Padrón, Jorge Oramas y Felo Monzón, también vinculados al movimiento denominado 'indigenista' que se desarrolló en Gran Canaria desde hace un siglo tras su formación en la Escuela Luján Pérez.

Mientras esperamos a la creación del gran Museo de la Cerámica Canaria en La Atalaya de Santa Brígida, no dude visitar la muestra que ofrece el Centro Locero y experimente la sensación de la Cueva Alfar de Panchito, un barrio que durante siglos ha sido refugio de una tradición troglodítica que se ha mantenido a pesar de la lucha contra las industrias y multinacionales de productos domésticos como Ikea, un poderoso que no podrá realizar los gánigos de Gran Canaria porque cada pieza es única e irrepetible.

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