miércoles, 6 de julio de 2011

Néstor y César, el reconocimiento obligado

Por primera vez, dos representantes de las entidades que velan por la preservación de la obra e ideas de los dos grandes artífices del milagro turístico de Gran Canaria y Lanzarote, el Museo Néstor y la Fundación César Manrique, han compartido mesa en una jornada sobre el desarrollo del turismo en Canarias.

Es curioso –sorprendente- que en tantas décadas no se haya producido este encuentro, diálogo e intercambio de opiniones y datos acerca de las biografías de los dos artistas y precursores del turismo en Canarias, dos figuras que trascienden lo insular para convertirse en referentes mundiales, tanto como artistas como por su contribución a la creación de dos modelos de turismo únicos en el mundo y desarrollados con éxito en sus respectivas islas.

Ambos casos fueron expuestos en la segunda jornada del curso Re-Crear el turismo en Canarias, que tiene lugar en la Universidad de Verano de Maspalomas. Para ello se contó con la presencia del director del Museo Néstor, Daniel Montesdeoca, y del profesor y portavoz de la Fundación César Manrique, Alejandro Díaz, los cuales participaron en un coloquio posterior en el que se fundieron las dos biografías de los artistas canarios y las dos trayectorias en el ámbito del turismo.

Como resumen, brevísimo, de las dos amplias conferencias, cabe resaltar que tanto Néstor como César fueron unos activos animadores de la sociedad local, pertenecientes al sector más dinámico y pudiente de sus respectivas islas (aunque en momentos bien diferentes de la historia), quienes conocieron los ambientes culturales isleños e internacionales. En el caso de Néstor, su actividad pictórica le llevó a codearse con una extraordinaria generación de artistas e intelectuales que conformaron la edad de plata del arte español, convirtiéndose en referente del simbolismo y del modernismo artístico internacional.

César viajaría a la Península y a Nueva York, codeándose con los artistas más destacados del arte en los años cincuenta y sesenta. Ambos, no obstante, mantendrían sus vínculos con Canarias y su deseo de plasmar en sus islas aquellos conocimientos y experiencias que habían experimentado en sus viajes y que consideraban que eran la solución al futuro incierto de unas islas pobres y ancladas en un pasado de penurias y necesidades.

Tras conocer la gestación del turismo de masas y la rápida evolución de los sistemas e infraestructuras de transportes, Néstor y César consideraron las posibilidades de un territorio con un clima y unos paisajes únicos para recabar los apoyos necesarios en sus islas para poner en marcha sus proyectos de desarrollo turístico.

Ellos tuvieron suerte, era el momento adecuado. El destino les permitió contar con los apoyos necesarios para poner en marcha sus proyectos. En el caso de Néstor, además de pertenecer a la clase dirigente local, además de ser un artista reconocido, su hermano era un gran arquitecto. A ello se sumaría el respaldo social y el de un dirigente local como sería Mesa y López y, posteriormente, Ramírez Bethencourt, entre otros –además del apoyo de la sociedad civil, entre otros el del Centro de Iniciativas y Turismo-. De ahí la creación del Pueblo Canario, el Parador de Tejeda o el Parque Santa Catalina con su Casa del Turismo.

Por su parte, César Manrique obtendría inicialmente el apoyo del alcalde de Arrecife, Ginés de la Hoz, en algunas obras capitalinas, pero el gran desarrollo sería gracias a su estrecha amistad y colaboración con Pepín Ramírez, sin olvidar a otros colaboradores que participaron de esta revolución de la isla de Lanzarote: Jameos del Agua, Timanfaya, Los Algibes, Mirador del Río, Monumento al Campesino, Castillo de San José, El Almacén, Cueva de los Verdes, Jardín de Cactus, Fundación… y numerosas pequeñas intervenciones que formarían parte de una labor que se contagiaría a la población, en particular en el desarrollo de la arquitectura doméstica y el respeto a los paisajes culturales de la isla de los volcanes. Una proyección que no logró los mismos efectos en Gran Canaria con las ideas de Néstor debido a su prematura muerte y la coincidencia con la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.

La obra de César y los apoyos que recibió de la sociedad isleña tenían un antecedente inmediato en el impacto que tuvo en la sociedad canaria –y también en la de Lanzarote- el fomento del tipismo de Néstor, al reproducirse en la isla conejera diversas actividades de fomento de las ideas de Néstor que permitieron visualizar los posibles cambios que produciría una apuesta decidida por el turismo a través de la puesta en valor de lo propio, convertido en un producto turístico sin competencia exterior y sin nada que envidiar a los destinos de moda en Francia, Inglaterra o Estados Unidos, los cuales habían sido conocidos por estos artistas que supieron aprovechar esos conocimientos para aplicarlos en un lugar único que necesitaba una interpretación que sólo ellos podían desarrollar.

El problema actual es el de la necesidad de educar e impulsar el mensaje de estos artistas entre los canarios, sin que ello suponga repetir o mantener a ultranza los modelos ya obsoletos, sino continuar con sus principios de ilusión, constante creación y la realización de toda actividad como si se tratara de una obra de arte, dado que arte es lo que la naturaleza nos ha concedido y que nosotros hemos de patrimonializar para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando y, a la vez, que sea la fuente de riqueza que precisan para que Canarias continúe como el lugar que a lo largo de toda la historia ha sido considerado el destino soñado por los europeos.

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