Romería del Pino. |
José Luis Yánez me planteó prologar el libro de Quintana Marrero, lo que me permitió desgranar la polifacética trayectoria del periodista, poeta, agitador cultural y turístico. Una tarea fácil, porque la actividad de IQM transcurrió casi paralela a la desarrollada por mi padre, Luis Jorge Ramírez, con quien compartió amistad, vocación, devoción, círculos de relaciones y vínculos familiares. Dos personas, junto a otras, que merecen el reconocimiento a quienes en tiempos difíciles lucharon por el progreso y el futuro de la comunidad grancanaria.
Esta recopilación de artículos de Ignacio Quintana ayuda a conocer y reconocer a muchos de los personajes más sobresalientes de gran parte del siglo XX en nuestra isla. Una extensa relación de intelectuales, artistas, escritores, investigadores… Todos ellos con talla internacional pero con una profunda preocupación local y, a la vez, insular. Entre ellos podríamos citar a los impulsores de la Escuela Luján Pérez: el pintor Juan Carló y Domingo Doreste ‘Fray Lesco’ (intelectual amigo de Miguel de Unamuno y creador de dos de los más famosos lemas publicitarios para el turismo de nuestra isla: “Continente en miniatura” y el “Dedo de Dios”).
También nos transmiten su admiración especial a su mentor en largas jornadas de tertulia terorense, el también periodista Francisco González Díaz (director del periódico ‘Canarias Turista’ y autor en 1910 del libro ‘Cultura y turismo’). González Díaz y Fray Lesco pondrían en relación a IQM con los grandes escritores del cambio de siglo en la Isla: Tomás Morales, Alonso Quesada, los hermanos Millares Cubas y Saulo Torón.
Además, podemos citar en ese amplio espectro de amistades a Agustín Millares Carló (catedrático de Paleografía exiliado durante la dictadura), Juan del Río Ayala (a quien definió como “canariólogo con olor a campo y sabor trascendente de historia y religiosidad”), Claudio de la Torre (“escritor esencial” y ganador de cuatro Premios Nacionales de Literatura y Teatro), Santiago Cazorla León (escritor e investigador), los escritores y poetas Pancho Guerra, Pedro García Cabrera, Pedro Lezcano, Pío Gómez Nisa, Agustín Millares Sall, Carmen Laforet, el científico y escritor Juan Bosch Millares, los investigadores Joaquín Artiles, María Rosa Alonso y José Miguel Alzola, junto al compositor de las piezas más notables de nuestro folclore insular y creador de la Casa de Colón, el inolvidable Néstor Álamo. Y un larguísimo etcétera, del que hay que destacar a pintores como Néstor Martín-Fernández de la Torre, Juan Ismael, Manolo y Jane Millares (autora de la ilustración del poemario ‘Arpa de las islas’), Santiago Santana, Jesús Arencibia, Alberto Manrique, Felo Monzón, Antonio Padrón, César Manrique, Miró Mainou, Carlos Morón, Guillery, Cirilo Suárez, Sergio Calvo, Yolanda Graziani entre otros muchos que demuestran la fructífera sensibilidad artística de los grancanarios...
Incluyo a fotógrafos de categoría excepcional como Fachico Rojas y otros muchos que colaboraron con él en la revista ‘Isla’. Esta publicación es la gran obra periodística para la promoción turística de Gran Canaria entre 1940 y 1970. Para ello contó con colaboradores de la talla de Pedro Cullen, Andrés Hernández Navarro, Luis García Jiménez (‘Luis García de Vegueta’), Carlos Yrisarri, el arqueólogo Sebastián Jiménez Sánchez, Juan Rodríguez Doreste, Ventura Doreste, Agustín de la Hoz, Eduardo Benítez Inglott, Jaime y Alfonso O’Shanahan, Joaquín Artiles, Leandro Perdomo, Juan Velázquez, Alfonso Armas Ayala, Castañeyra, Martín Moreno, etcétera, etcétera...
Tenemos pues a un activista de la sociedad civil en puestos privilegiados durante la dictadura franquista como es la dirección del El Eco de Canarias’, desde el cual impulsa –no sin riesgo- la actividad cultural con las secciones ‘Letras Canarias’ y ‘Plumas de las islas’ así como todos los temas que abordaran el desarrollo de la isla.
Una implicación permanente que hunde sus raíces en su compromiso religioso, su devoción hacia la virgen del Pino y a todo lo relacionado con la villa de Teror. Este pueblo que es el objeto de sus preocupaciones y alegrías, del que recuerda insistentemente que es el “más cantado y rezado de la isla”, “capital espiritual”, “musa folclórica”, “fecunda matriz de romerías y peregrinaciones”... O como lo llamara Unamuno el “lugar apacible”. Si bien IQM lo explica como un Teror interior, “conservador de tradiciones y de tipismo” donde el periodista anima a que impere “lo puramente nuestro, lo insular, lo que responda a la tradición de nuestros padres, en lo religioso y en lo folclórico”.
En este punto, intenté imaginar cómo le hubiera gustado a IQM que se le recordara. Y estoy convencido de que resaltaría su alegría por cumplirse el centenario del reconocimiento como patrona de la diócesis a ‘su’ Virgen del Pino. Pero también considero que no se limitaría al hecho conmemorativo, sino que reclamaría aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece a Teror su condición y actitud como único lugar donde se une la devoción religiosa, el tipismo como creación artística y la celebración popular enraizada en la tradición. En especial por la espectacularidad inimitable de su romería, cuya pureza siempre defendió por el fervor ampliamente compartido y transmitido por generaciones, enriquecido con la visión artística de Néstor Martín-Fernández de la Torre y llevado a cabo con delicadeza organizativa y sentido folclórico de Néstor Álamo (no olvidemos que se inspiró en la obra de Néstor Martín-Fernández para el diseño de la romería típica).
En este punto, le imagino animando la inventiva, el espíritu emprendedor y el buen gusto del Ayuntamiento de Teror, de los empresarios (no todos, lamentablemente) y los vecinos del municipio (sin olvidar la responsabilidad que tienen con esta villa –y que cubren con poco esfuerzo- el Cabildo y Gobierno de Canarias). Un llamamiento que repetimos para que no descuidemos la mejora de la oferta para el visitante, sin limitar la imaginación, y reivindicando la inspiración de nuestro gran visionario del turismo, Néstor Martín-Fernández de la Torre, que defendía “hacer de la vida una obra de arte” y esta villa puede y debe ser esa obra de arte de la canariedad. Porque Teror es el municipio de referencia del tipismo, con todas las ventajas y oportunidades que ofrece tener una marca que llega a la mente y al corazón de todo el mundo.
Incluso podría IQM, seguramente, lanzar el reto de convertir la romería en candidata a la declaración de dicha fiesta como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Iniciativa que puede dar lugar a incredulidad o duda. Pero hay que recordar que en este libro se narra que también fue una aventura solicitar el patronazgo de la Virgen del Pino y, miren por dónde, este año se cumple un siglo de su proclamación. Pues bien. Lejos de dejarse paralizar por el miedo al fracaso tan arraigado en esta isla, IQM habría procurado conseguir la declaración de Patrimonio de la Humanidad, como también lo intentarían esos isleños que colaboraron para que Gran Canaria fuera el principal destino turístico europeo y que tanto hemos descuidado con nuestro conformismo por el éxito alcanzado.
Este es un reto que hemos de asumir todos, sin exclusión, para empujar, unidos a las instituciones. Un envite para esta comunidad, para este pueblo y esta isla.
IQM nos habría animado a plantear y llevar a cabo nuevas ilusiones para este municipio, centro de Gran Canaria, musa capital espiritual y de peregrinaciones. Y nada mejor para ello que un desafío colectivo para que Teror pueda despojarse de sus prejuicios individualistas-localistas, y ser referente mundial, como ya lo es en el corazón de todos cuantos conocen este “paisaje de tradiciones” que preconizaba el recordado periodista.
No esperemos que otros se anticipen y nos arrebaten el merecido reconocimiento internacional a la más bella, alegre y espiritual manifestación del isleño que se celebra en Teror, cuna del tipismo. Perder esta oportunidad sería un gravísimo error del que no hay más culpable que nosotros mismos. Y, en estos momentos críticos, no lo podemos permitir.
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