Portada del libro. |
IQM fue un periodista que compartió con la comunidad isleña (incluidos los apartados y perseguidos por la dictadura) su labor de culturización de la sociedad insular y, en particular, su visión y esperanzas en el desarrollo turístico. Y es que la guerra civil española y las décadas en blanco y negro del franquismo no pudieron extirpar la semilla intelectual que sembraron figuras como Domingo Doreste ‘Fray Lesco’ o Francisco González Díaz en sus estancias en Teror y que germinó en aquellas generaciones. Y fue en Teror donde se impartió esa Cátedra de Ciudadanía porque recordemos que a principios del siglo XX no existía el gusto por las vacaciones en el sur de Gran Canaria, con sus playas y su ciudad para el ocio. Por el contrario, era Teror el principal foco de atracción para las temporadas estivales de los laspalmeños, trasladándose las tertulias brillantísimas (y en gran parte bohemias) del entorno del Guiniguada a las inmediaciones del entonces encantador y rústico Teror.
Como periodista de casta, Ignacio Quintana Marrero abordó desde las páginas del periódico del que fue director, El Eco de Canarias (anteriormente con la cabecera de Falange) casi todas las temáticas y, en especial, aquellas iniciativas o tendencias de progreso social. De ahí que en sus artículos también anticipa el papel del turismo en Gran Canaria, lo que le condujo a dirigir con acierto la revista ‘Isla’ que promovió el Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria entre los años cuarenta y setenta del pasado siglo.
¿Y cómo era el turismo a mediados del siglo pasado a los ojos de Ignacio Quintana? Tengamos en cuenta que es la etapa en la que España es un estado confesional y la Secretaría de Estado de Turismo depende del ministro Gabriel Arias Salgado (entre 1951 y 1962), un personaje éste político, excesivamente conservador y obsesionado por la ‘defensa’ de la fe y de la moral. De hecho, sus acciones más importantes en el área de turismo durante esa década serían el congreso eucarístico de Barcelona en 1952 y la celebración del año santo Jacobeo de 1954. La llegada de Manuel Fraga Iribarne cambia a partir de 1962 el escenario por completo y a una velocidad vertiginosa. El ministerio, de hecho, se llamará de Información y Turismo, y tenía la misión de controlar los medios de información en el interior, potenciar la propaganda exterior del régimen y aprovechar al máximo el sector económico que podía atraer más divisas a un país en quiebra: el turismo. Se produce el cambio profundo de la sociedad, al pasar de una cultura de jubileos y jornadas de cristiandad a la veneración del sol y la playa, al turismo de masas por imperativo de las necesidades de sacar a España de la pobreza. Bajo el lema de ‘Todo por el turismo’, se comenzó con la creación de albergues y paradores, los planes de desarrollo, de estabilización y planes especiales de turismo. Fruto de estas políticas fue lograr en 1966 que los ingresos turísticos alcanzaran el 91% del valor total de las exportaciones, el 68% de compensación del déficit de la balanza comercial, con 17 millones de turistas para 1967, con incrementos en torno al 20% de llegada de turistas.
Ignacio Quintana Marrero cumplía el requisito administrativo exigido por el régimen para dirigir un medio de comunicación: disponer de carnet de periodista, lo que le permitió llevar las riendas de 'Isla', la publicación que durante tres décadas recogería una interesantísima información sobre el desarrollo turístico, al tiempo que contaría con colaboradores de gran nivel intelectual, fueran afines al régimen o contrarios a éste. Lo que sería un caso excepcional en la España de la dictadura. Basta revisar los índices para comprobar la galería de amigos y colaboradores con los que se codeó Quintana Marrero, entre los que figuraban canarios ilustres como Agustín Millares Carló, Domingo Doreste ‘Fray Lesco’, Juan del Río Ayala, Claudio de la Torre, Francisco González Díaz, Santiago Cazorla León, Saulo Torón, Pedro Lezcano, Pío Gómez Nisa, Agustín Millares Sall, Juan Sosa Suárez, José Caballero Millares, Alberto Manrique, Felo Monzón, César Manrique, Manolo Millares, Juan Bosch Millares, Joaquín Artiles, José Miguel Alzola, Carmen Laforet, Alfonso y Jaime O'Shanahan y un larguísimo etcétera, del que no podemos olvidar al excepcional fotógrafo Fachico Rojas..
Pero es Teror el empeño de su preocupación y alegrías, al recordar que es el pueblo “más cantado y rezado de la isla”, “capital espiritual de la isla”, “fecunda matriz de romerías y peregrinaciones”, “musa folclórica”... O como lo denominara Unamuno el “lugar apacible”. Si bien es en ese Teror de interior, conserva de tradiciones y de tipismo donde el periodista considera que debe “imperar lo puramente nuestro, lo insular, lo que responda a la tradición de nuestros padres, en lo religioso y en lo folclórico”.
Y a través de sus artículos, redactados como si un testamento social nos hubiera legado, recorremos la vida de Quintana Marrero para llegar a esos ‘caminos del paisaje’ que quería crear en nuestra isla, paisajes como milagro de la luz, con su riqueza mágica de tonalidades y el silencio interior que podemos reconocer los isleños cuando nos apartamos un poco del sonoro Atlántico para alcanzar los rincones místicos del interior, aislados en nuestra propia isla, en ese 'Alma serena' que es nuestro paisaje y que tanto amó y defendió Ignacio Quintana Marrero, como podrán comprobar en esta selección de artículos que ha sido editada por el Ayuntamiento de Teror y que, en este caso, nos permite reencontrarnos con las ilusiones puestas en el turismo como fenómeno de desarrollo para Gran Canaria.
Espero que estas breves líneas extraídas del prólogo que realicé para el libro les animen a acudir a la presentación en la que es mi intención que los asistentes no se queden indiferentes...
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