Néstor entra en campaña... |
Entre otras cosas, coincidimos en que llevamos más de un siglo con el debate abierto sobre el presente y futuro del turismo en la isla. En ello hemos perdido tiempo y dinero sin que se logre esclarecer ese futuro para la comunidad isleña. Por ello pensé que éste es el momento de plantear las dudas y certezas de años de análisis de la extraordinaria historia del turismo en Gran Canaria para posicionarnos en el nuevo escenario turístico global.
Cualquier programa electoral que aborde el futuro turístico ha de partir de la premisa de que el turismo es, junto al puerto, la principal actividad económica de Gran Canaria. Pero también es su gran oportunidad. Por ello no podemos perder otro medio siglo -ni un año más- con el debate sobre el número de camas y estrellas de los establecimientos, y poner fin a este trato desigual -premeditado- a las islas. Al estar enrocados en ese problema, no hemos aprovechado ni actualizado el conocimiento y la experiencia de otras etapas en las que, con menos recursos (más bien inexistentes), se crearon las bases de un desarrollo turístico de éxito durante décadas (y no precisamente de sol y playa), a través de hitos que consagran la actividad turística en Gran Canaria: la de los británicos y sus hoteles y clubes, la del tipismo de Néstor Martín-Fernández y la del Concurso Internacional de Ideas para Maspalomas Costa Canaria promovido por la familia condal.
Desde hace décadas hemos vivido de aquellos impulsos que fueron frenados, desviados o limitados por causas externas, agravadas por nuestra insularidad: las guerras, la dictadura, la profunda pobreza o la falta de autogobierno. Además de la falta de audacia para desarrollar productos innovadores que tengan tanto atractivo o más que el sol y playa, como anticipó Néstor Martín-Fernández de la Torre hace 80 años:
- “Tengamos en cuenta que el viajero que nos visita no viene a nuestra isla para encontrar en Tejeda un tacón Luis XV o una cabellera oxigenada”.
- “La belleza de nuestros paisajes sufre los efectos del modernismo estandarizado, con el clásico cajón de cemento armado, que desplaza a la típica casa campesina. Proyectos y reformas urbanas se han concebido en vía estrecha”.
- “El turismo lo entiendo como una grande y compleja industria que ha de desarrollar el país entero. Si no recobramos y acentuamos nuestra personalidad, nada podemos ofrecer al turista que le halague y satisfaga”.
- “El turista espera encontrar un motivo que le satisfaga, y la realidad debe responder a este deseo”.
- “Evitemos que se haga nada que pueda convertirse en obstáculo para que las generaciones que nos sucedan lleven a cabo los proyectos que en un futuro más inmediato les aconsejen las realidades del momento. No concibamos las cosas en pequeño sino en grande, con la vista en el porvenir, aunque los espíritus materialistas pudieran asustarse y calificarnos de irrealistas”.
- “Los antiguos asignaron a Canarias condiciones paradisíacas. ¿Será acaso imposible reconquistar esta fama? No lo creo. Es labor que corresponde a los hijos de esta tierra privilegiada, entre los que yo me ofrezco incondicionalmente y prometo cuanto valgo”.
Recupero estas palabras del visionario Néstor porque hoy estamos ante una nueva cita electoral trascendental (como todas) con la peculiaridad de que se prevé que los resultados obligarán a los distintos partidos a pactar y negociar las políticas que se van a desarrollar durante los próximos cuatro años (si llegan a acuerdos). Y, entre otras cosas, habrá que dejar de centrarse en el aumento de turistas porque es imposible un crecimiento infinito en este territorio limitado. Por ello, y porque lo importante es que mejore el nivel de gasto de los visitantes en destino, pensemos en cómo conseguirlo.
De ahí que nos preguntemos por qué la sociedad grancanaria no ha generado más oferta original. Nadie discute los éxitos de Néstor Martín-Fernández de la Torre, o sus seguidores (entre ellos Néstor Álamo o César Manrique); o las iniciativas de Matías Vega Guerra (miradores, Jardín Canario, Casa de Colón…); la familia condal con Maspalomas Costa Canaria; y otras acciones del Cabildo como la reforestación, el CAAM, la compra de Osorio o Tirma… Todo esto nos ha permitido crecer en recursos, en turistas y en alojamientos, pero debemos continuar creando/buscando una oferta que sorprenda a nuestros visitantes reincidentes para contrarrestar el auge del ‘todo incluido’ de sol y playa que en la última década ha pasado de un 10% de la oferta hotelera a un 30% según los empresarios del ocio.
Los partidos y nuevos consejeros en el Cabildo pueden aportar mucho al desarrollo de la isla (turístico, claro, porque no hay otro tan evidente) y eso será posible si la Corporación apuesta por apoyar el conocimiento y creatividad del grancanario para que pueda ofrecer sus alternativas e inventiva. Paralelamente, demostrar a la sociedad que el turismo es negativo sólo si permitimos que se desarrolle lo negativo.
Para ello, el Cabildo debe convertir la isla en un parque temático de creatividad, de empuje creador, en el que cada espacio sea una pieza combinable en múltiples productos turísticos. Algunas de las piezas más valiosas nos la ha dado la naturaleza, pero otras hemos de imaginarlas y desarrollarlas como nos enseñaron Néstor Martín-Fernández de la Torre (“Hagamos de toda la vida una obra de arte”) o su gran deudor, César Manrique (“Aplicar el arte a la vida”).
¿Qué aportará esta política? De entrada, la implicación de la sociedad en el sector turístico para idear nuevos proyectos. De ahí surgirá, colectivamente, un nuevo concepto y modelo del negocio turístico.
Por supuesto que habrá I+D+i (Investigación más Desarrollo más innovación) pero no limitada a aplicaciones de comunicación, gestión o eficiencia en tratamiento de recursos o energética. Hemos de ir más allá… Debemos buscar nuevas formas de satisfacer las expectativas de cualquier turista o viajero: a través de experiencias. La tematización a través de parques innovadores, centros comerciales (el Yumbo es un ejemplo de adaptación a un perfil de clientes y un mal ejemplo de mantenimiento y modernización) y de cada rincón isleño. Y si son nuevas y distintas a las de los destinos competidores mejor posicionados estaremos, como han logrado Las Vegas o a Orlando, a Abu Dabi o el Circo del Sol (vendido estos días por 1500 millones de dólares). Ésa tendría que ser la Estrategia de Especialización Inteligente (RIS3) que Canarias debería abanderar en la Unión Europea.
Para empezar, el Cabildo debe liderar el proceso junto a ayuntamientos, empresas, universidad y sociedad civil. Y no hace falta buscar consultoras foráneas que vengan a enseñarnos lo que es el turismo y, sobre todo, lo que es Gran Canaria, a sabiendas que esta población ha convivido y orientado durante siglos a todo tipo de viajeros, aventureros, expedicionarios y amantes de lugares paradisíacos.
Es preciso abordar un programa integral que cubra todas las necesidades de la nueva marca: Análisis y prospección; Formación y pedagogía; Comunicación; Promoción; Proyectos (rutas, parques temáticos, recursos…); Eventos; Equipamientos; Publicaciones...
A diferencia de otros intentos de cambiar la marca y la estrategia de comercialización, hemos de repensar nuestro modelo que desde hace años presenta signos de agotamiento (salvado temporalmente por las dificultades de los destinos árabes). Hemos de centrarnos en nuevos productos y dar apoyo a las ideas y proyectos para dar salida al talento que pueda generar negocio con la colaboración empresarial. Y por otro lado, procurar líneas de financiación que faciliten la puesta en marcha de las iniciativas. Todo ello ha de partir de una premisa: el objetivo de originalidad, personalidad, diferenciación frente a otros destinos. Si no se logra, no tenemos que preocuparnos porque siempre tendremos la posibilidad de copiar a otros con acuarios o parques acuáticos, que para ello se destina mucho suelo público y exenciones de impuestos. Eso sí, aquí se gastan millonadas en proyectos imaginarios de trenes y para el turismo nunca se ha realizado una apuesta presupuetaria consecuente con su importancia.
El momento es ahora. Si no impulsamos un turismo que valore nuestra isla, los isleños dejarán de valorar al turismo.
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