Días atrás publicaba un medio local que uno de cada tres turistas en Canarias se aloja en establecimientos 'todo incluido' (TI). En diez años, según los datos de fuentes del sector, se ha pasado del 11% de turistas TI al 33%. Y sigue creciendo. Un auge que coincide con el del turismo que quiere olvidarse de cualquier preocupación. No molestarse más que en comer, beber y disfrutar de la piscina o las instalaciones del complejo turístico. Ello incide en la pérdida de clientes de los establecimientos en su entorno. Curiosamente, el número de restaurantes en las islas no ha parado de crecer en ése período, aunque sea la isla de Tenerife la que ha experimentado un crecimiento sorprendente frente al aumento moderado en la isla grancanaria.
Pero vamos al tema. El TI es una modalidad de alojamiento que procura que el turista no salga del establecimiento y disfrute de sus instalaciones (piscina, hamaca, piscina, hamaca y así hasta que finalice su estancia) con el consumo de bebidas y comidas sin tocar el monedero (o casi). Esto ha supuesto una merma de clientes en restaurantes y bares del entorno, o así lo aseguran las patronales del sector que han puesto en marcha campañas para reivindicar que se ponga freno a la actividad del TI y evitar que el 100% de los establecimientos turísticos se conviertan en 'reservas' para turistas que se inhiben del entorno del destino turístico más allá de los muros o jardines de su hotel.
De hecho, las organizaciones que agrupan a las empresas del sector de la restauración (la Federación Empresarial canaria de Ocio y Restaurantes (Fecao) y la Plataforma de Pequeños Empresarios Unete) abogan por establecer un impuesto a las empresas TI de un 15%, lo que vendría a ser un poco más del doble del IGIC (Impuesto General Indirecto) que actualmente se paga en Canarias. Una medida que habría que justificar y analizar para ver si es aplicable y si hay voluntad política de implantarla.
Lo cierto es que, como sucediera con la aparición hace años del time sharing (compra de inmuebles, apartamentos o habitaciones a tiempo compartido), al final habrá que regular esta actividad porque no es lo mismo dar pensión completa o media pensión que incluir en el precio de la estancia todos los consumos de comidas y bebidas que se realicen en el establecimiento. Aunque, lo cierto, este tipo de ofertas tienen sus clientes y, a la luz de los datos que se ofrecen, van en aumento.
El impacto sobre la economía local, es serio. El TI limita el reparto del gasto turístico y afecta seriamente al sector complementario en el turismo. Lo que no quita para señalar que este sector también peca de cierta pasividad y escasa solidaridad con el destino turístico. Tanto es así que son pocos los casos en los que colaboran con los eventos que celebran las instituciones o empresas privadas y sólo se les escucha cuando un espectáculo no se celebra en su entorno y se utiliza otra playa o plaza para satisfacción de los locales de ese lugar que, durante unas horas, hace su 'agosto'.
Dudo que la demanda de un 15% de IGIC a los establecimientos TI tenga recorrido, pero sí es cierto que hay que tomar la iniciativa y buscar alternativas porque el turismo cada vez dejará menos recursos en el destino y eso perjudica a la economía local y por ende al conjunto de la población que ve cómo se ocupan los lugares de mayor valor ambiental para un turismo que deja la calderilla para los residentes.
Por ello, más que gravar a los establecimientos con un impuesto vengativo, habría que plantearse si no sería conveniente que los propios establecimientos TI asumieran su parte de Responsabilidad Social Corporativa, aunque dudo que lleguen a planteárselo, por lo que habría que estudiar si se podría establecer una tasa por cliente de 5 céntimos de euro por día (por citar una cifra). Un dinero que no debería diluirse en la maraña burocrática, sino destinarse a una campaña en los mismos establecimientos TI que promocionara los productos, establecimientos y actividades del entorno, de la isla. Algo que debería existir en todos los alojamientos turísticos, pero que se hace necesario (por no decir obligatorio) en los establecimientos TI. De esta manera, el cliente podrá tener información para decidir si sigue comiendo y bebiendo sin salir del hotel, o si quiere disfrutar de una amplísima oferta que se encuentra tras las puertas de la recepción.
Haciendo cálculos, si uno de cada tres turistas acude a un TI y la media de estancias es de 7 días (pongamos 4 para no ser exagerados), tendríamos que la recaudación para esa actuación de promoción de la amplia oferta del destino podría ser superior a 800.000 euros. O sea, que podemos incluso conseguir dinero para otras acciones (patrocinio de espectáculos, festivales, torneos...).
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