'El grito' de Munch graciosero. |
Sin embargo, hay quienes se frustran porque se creen con el derecho a ser los únicos habitantes de la tierra y a disfrutar en exclusiva de los recursos del planeta. Los mismos que han encontrado un cómodo chivo expiatorio de todos los males: el turismo, al que culpamos incluso de nuestros fracasos como sociedad individualista acaparadora de los espacios que compartimos y que reflejan la falta de educación, exceso de vulgaridad y el egoismo como norma. Y así nos va. Cuando nos encontramos con que La Graciosa recibe a diario al triple de personas que los que residen en la isla. O que Lobos se llena de paseantes que -contradictoriamente-buscan la soledad. Nos contraría, aunque esas masas no sean extranjeros (ni propiamente turistas) sino visitantes isleños en su mayoría, señalados despectivamente como 'turistas' o peor dicho: 'turismo de masas', la nueva plaga…
Y es que le colgamos el sambenito de 'turismo de masas' a lo que en realidad era 'turismo popular', el turismo de los trabajadores que habían logrado desde 1936 (en Francia) la aprobación de sus periodos de vacaciones pagadas. A partir de ahí, con un lenguaje clasista, se les menospreciaba a pesar de que suponía un cambio cualitativo respecto al antecedente: el mochilero. Un cambio que obligaba a contar con nuevas infraestructuras para un número creciente de viajeros: hoteles, apartamentos, aeropuertos... E, incluso, templos para el culto de otras religiones. De hecho, el turismo propició el ecumenismo y la socialización del ocio y los servicios. Curioso que ahora se pretenda restringir la actividad turística a unos pocos privilegiados y que el conjunto de la sociedad viva a cuenta del turismo.
Pero bueno, dicho esto, han transcurrido varias décadas desde la irrupción del turismo popular o charter y nos encontramos con brotes de la llamada turismofobia que se manifiesta como rechazo a la llegada masiva de personas que transforman la ciudad en un lugar incómodo para vivir, más caro y, en ocasiones, insoportable con borrachos ruidosos y embrutecidos. Pero no tienen por qué ser turistas, que también puede haberlos. En realidad, es una amalgama de visitantes y vecinos, o en ocasiones verdaderas hordas de maleducados, guarros y egoistas.
'Bioagaete' masivo. |
La hospitalidad, cortesía, civismo son los principios de la actividad turística, pero hoy día son palabras desvirtuadas en una sociedad en la que se extiende la creencia de que todos los derechos son de uno y los deberes del otro. La playa, el campo, la acera, todo es de cada uno, exclusivo, y hasta la masificación de la que todos participamos es culpa de los otros. Cuando nosotros somos parte de esos 'otros'.
De ahí que muchísima gente culpe de los excesos al turismo y no reconocen la incultura, idiotez, falta de educación, sobrepoblación y un larguísimo etcétera. Incluso los vertidos fecales al litoral parece que son solamente producidos por los turistas (vendrán con bandera, supongo), como si no tuviéramos la obligación de depurar las -nuestras- aguas residuales que se mezclan en el mar con buques incendiados con mercancías peligrosas, que no son precisamente cruceros turísticos, pero nadie ha inventado la palabra puertofobia.
Es cierto que se producen encontronazos o situaciones delicadas por la llegada de un perfil de turistas indeseable, aunque no mucho peor que algunos personajes de las hinchadas futboleras o de destinos que apuestan por el low cost y las borracheras sin fin. Y también es cierto que hay destinos que han exiliado al residente por el floreciente negocio de alquiler de alojamientos, como en el caso veneciano pero ¿estaríamos dispuestos a dejar de visitar esos lugares y dejar de ser parte del problema?
Hoy mismo, día 22, esa misma playa a las 8h30 como la loma tras la valla hacia el Dedo de Dios y fondos de la playa, amanecían llenas de botellas, plásticos, papeles,... ¿Vale la pena dejar así un entorno por una suelta de tortugas y una "fiesta" que va de ecológica usando el bio...?
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Es complicado combinar la masificación con lo bio...
EliminarLa educación prima por su ausencia. Y np digamos de las actuaciones políticas que dejan mucho que desear. No puede ser que tengamos a gestores que nunca han dado un palo al agua y no solo en trabajar en lo privado o por su cuenta, sino que no tienen estudios suficientes para ocupar esos cargos. Y de los ecologistas que decir. Ha dicho alguie algo del atentado continuado de los Club Metropol y Náutico de cargarse una playa y ocupar espacios publicos?. Dan ganas de llorar. Y por último. No aprendemos de las lecciones que hemos tenido de crisis turísticas tanto en la ciudad como en el sur de la isla de Gran Canaria. El taponaso va a ser de tal magnitud que nos pelearemos por salir de éstas islas.
ResponderEliminarYa tenemos experiencia en pasadas crisis turísticas. Gracias por el comentario...
EliminarTú lo has dicho Míchel, EDUCACIÓN, Derechos y DEBERES. Si no reflexionamos sobre lo que hacemos cada persona y los cargos públicos no gestionan mejor, estamos manchando una actividad que da muchos puestos de trabajo. Comparto tus reflexiones.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por compartir...
EliminarEl problema es que la masificación rampante destruye el encanto de cualquier cosa o lugar. Yo sería partidario de establecer cupos máximos a los que quieren disfrutar de los sitios privilegiados y limitados espacialmente, llámese islas Cíes o La Graciosa. No estoy de acuerdo con que se estimulen las avalanchas.
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