Rascacielos de Benidorm (Felipe Hernández) |
Ilustro este artículo con una imagen de un destino turístico que fue un icono en el Mediterráneo como referente de sol y playa: Benidorm. Ahora es una urbe deforme de rascacielos que amenazan con devorar la playa y el cielo. Pero sin embargo, es un destino consolidado para un tipo de turista de verano y una oferta invernal para el Imserso y la creciente generación jubilosa. Se trata de una imagen y un destino 'de libro' sobre cómo la modernidad trajo el turismo y la postmodernidad la intrascendencia de lo que fue un bello lugar y se convirtió en una colmena informe sin otro objeto que alojar temporalmente a masas de personas que creen que ese tiempo sin objetivos, sin discurso y sin competencia en precios es lo que conocemos como 'estado de bienestar' que sacraliza la televisión.
Si la experiencia nos dice que nuestro destino sobrevivirá si es capaz de mantener su atractivo y no convertirse en 'intrascendente' ¿cómo dudamos de nuestros valores y nuestras fortalezas? ¿Estamos seguros de que hacemos lo necesario?
Tras mi participación en las charlas del centenario del nacimiento de César Manrique, han sido varias las personas que han contactado para hacerme llegar sus opiniones respecto al artista y a su papel en el desarrollo turístico, al igual que sucediera con Néstor. Uno de los comentarios que me han llamado la atención es el de un colectivo que busca canteras y espacios degradados para actuar sobre ellos y convertirlos en centro de atracción turística siguiendo el ejemplo manriquiano del Jardín de Cactus de Guatiza, una de las últimas actuaciones del artista conejero quien convirtió una cantera de rofe abandonada en un atractivo recurso turístico. Hizo trascendente un lugar. Un espacio degradado como tantos que fue convertido en otro reclamo lanzaroteño para millones de europeos que consideran Lanzarote como un lugar digno de visitar una y otra vez, al igual que durante décadas se interesaron en Gran Canaria por las creaciones de los hermanos Néstor y Miguel Martín-Fernández de la Torre.
El colectivo se autodenomina '+ Manrique. Manrique somos todos' y su invitación me sugiere la confirmación de que la herencia del artista -de los dos artistas- permanece viva, entre generaciones de canarios que no sólo han entendido los mensajes y las realizaciones de estos adelantados y casos singulares en el mundo, sino que intentan que esa unión entre arte, paisaje y turismo tenga continuidad, que sus obras puedan ser inspiración para dar solución a numerosos problemas creados por el hombre por su falta de mantenimiento, previsión, planificación, renovación y de hacer de la vida una obra de arte, una realidad que impida que la dinámica de decadencia y obsolescencia se consolide, que Canarias recupere y se convierta en el espacio trascendental para la elección final del turista del lugar donde pueda disfrutar en cualquier época del año para vivir experiencias únicas, sin tener que soportar otra tediosa monotonía. Y eso lo hizo posible la fuerza creativa de nuestros artistas que supieron ver en su entorno la belleza natural.
Casualmente, en estas fechas tendrá lugar una nueva cita en Fitur. Les sugiero una prueba, un ejercicio de atención: ¿Hay algo trascendente, novedoso, único en el stand de Canarias... Algo que pueda acabar con la deriva intrascendente de Canarias como destino turístico? Se admiten respuestas...
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