domingo, 30 de octubre de 2011

Cultura y turismo

Museo Campesino, Lanzarote
Aprovecho el título del libro que publicó el grancanario Francisco González Díaz, en 1910, para reflexionar sobre la grave amenaza que se cierne sobre Canarias a cuenta de los presupuestos regionales, ya que se ha optado por reducir un 65% la partida presupuestaria en el ámbito de Cultura.

De los 23,5 millones de euros previstos para el próximo año, 10 se destinarán a pagar al personal de una Consejería que no va a gestionar prácticamente nada. 8,5 millones serán para construir un pabellón de baloncesto y en torno a los 5 millones son para las áreas de deportes y patrimonio, de forma que para programas culturales quedarán 790.000 euros. El presupuesto de cultura en 2011 ascendió a 48 millones de euros, de los que se destinaron 28 millones para la financiación de eventos y proyectos de distintas disciplinas.

Es cierto que la administración ha destinado cantidades importantes de dinero para determinadas actuaciones de forma directa sin que conozcamos qué criterios han utilizado, aunque se trata de dinero público (de todos), lo que ha dado lugar a que la ciudadanía tenga esa sensación nebulosa de que si algo huele raro todo termina oliendo mal. Y puede que tengan razón, mucha o poca, pero razón al fin y al cabo de que cualquier cosa que no sea transparente no es transparente.

Otros podrán quejarse de que fulanito o menganito es/son el/los apadrinado/s por el poder. Así es. Hay personajes que han logrado los premios (los que incluyen pasta) y también les compran obra, les organizan actos aquí, allá, en el extranjero y en el más allá (si pudieran). También habrá indignados que podrán decir eso de que se han gastado enormes cantidades de dinero en experimentos, o en aventuras que no tienen interés público ni impacto cultural o artístico, que para eso ya hay mucho vendedor de humo en complicidad con el político de turno que no tiene recato ni sentido del ridículo para participar del engendro.

Pero hay otra vertiente, que es la que nos interesa, de este conflicto. Y es que muchos de los eventos culturales (si no todos) tienen alguna incidencia sobre el turismo. No tanta como nos dicen o intentan ‘vender’, sino más bien anecdótica y, sobre todo, porque sirven para llenar de carteles y propaganda las zonas turísticas para que los guiris vean que hay oferta, que la isla está ‘viva’, porque venir a tumbarse al solajero durante una semana o diez días a hoteles o apartamentos de bajo costo o con todo incluido, probablemente no sea el estado anímico que estimule para acudir a un concierto o espectáculo que no sea el que ofrecen en el bar del hotel (y tan sorprendentes que son). Bueno, dicho así suena un poco fuerte, pero en todos estos años nadie ha dicho –y demostrado- cuántos turistas han venido a las Islas atraídos por un festival o un concierto, una prueba deportiva o una exposición sorprendente, excluyendo a los músicos, artistas o participantes en el evento, claro está.

Y es que no sólo no funciona como reclamo, sino que su éxito como oferta complementaria tampoco creo que sea notable, ni tan siquiera reseñable.

Somos destino de sol y playa. Y nos hemos resignado a ello. No podremos poner en valor cosas que no ponemos en valor, ni en el ámbito de la oferta cultural ni en otros, tal como hemos demostrado dejando a su albedrío a los turistas vagando por la Isla sin aprovechar su presencia para convertir la oportunidad en negocio.
Francisco González Díaz

¿Esto que digo es nuevo? Pues más bien no. Todo lo contrario... En 1910 publicó Francisco González Díaz el libro ‘Cultura y Turismo’, con la recopilación de varios artículos que publicó en la revista ‘Canarias Turista’. Hace un siglo dejaba claro las relaciones entre fenómeno cultural y turismo: “Para atraerse a los turistas ilustrados que viajan por ver y aprender, tienen los países de tradición artística el señuelo de sus obras monumentales. Con sólo ellas, prescindiendo de otro cualquiera atractivo, les basta al objeto de llamar la peregrinación cosmopolita que busca impresiones de arte y prestigios de historia”.

Continúa señalando que “no es necesario unir a esos encantos de orden puramente estético las delicias de un clima dulce y benigno ni los primores de un delicioso paisaje. La élite de los viajeros intelectuales, bien lastrados de ciencia y de literatura, no se preocupa gran cosa de los accidentes pintoresco del medio físico en que se les ofrecen las bellezas arqueológica”. Para añadir que “las filigranas arquitectónicas de un templo gótico, el ambiente evocador y el aroma de poesía que se desprenden de un montón de ruinas legendarias, la hermosura convencional de un sitio consagrado por la trascendencia de un gran acontecimiento y de una efeméride memorable, la visión interior de una antigualla gloriosa, son los números de su programa y las estaciones de su itinerario”, si bien reconoce el autor que estos “viajeros sapientes componen la minoría”, un grupo exiguo que desarrolla una influencia elevada y profunda sobre los demás turistas, que pretenden seguirles y emularles en parte.

Está claro que el concepto de cultura se limitaba al patrimonio histórico y monumental, pero hoy día la cultura y su vinculación con el turismo es mucho más amplia y compleja, desde los paisajes culturales, a la cultura gastronómica o productos vinculados a los espacios donde los artistas pudieron inspirarse.

Estas cuestiones han sido recogidas por los organismos locales, nacionales e internacionales, como el caso de la Comunicación de la Comisión Europea a los distintos órganos, titulada ‘Europa, primer destino turístico del mundo: un nuevo marco político para el turismo europeo’. En dicho documento queda claro que “pueden incluir el conjunto del patrimonio en toda su diversidad: el patrimonio cultural (incluidos los itinerarios culturales), la creación cultural contemporánea, los lugares naturales protegidos, el turismo de salud y bienestar (incluido el turismo termal), el turismo educativo, el turismo enogastronómico, el turismo histórico, el turismo deportivo, el turismo religioso, el agroturismo, el turismo rural y el turismo que valoriza el patrimonio marítimo y cultural subacuático, así como el patrimonio industrial o el tejido económico de una región”.

“A tal efecto, la Comisión ha iniciado ya una cooperación con el Consejo de Europa en materia de turismo cultural con el fin de evaluar mejor el impacto y garantizar una mayor visibilidad. En los últimos años, se han puesto en marcha otras iniciativas transfronterizas, por ejemplo, itinerarios cicloturísticos europeos o rutas de peregrinación, como el Camino de Santiago de Compostela. La Comisión considera que varias de estas iniciativas saldrían ganando si se las reconociera y se beneficiaran de una legitimidad europea que garantizara su carácter transnacional. Este reconocimiento de su vocación europea puede crear la misma dinámica que la experiencia exitosa de las ‘Capitales Europeas de la Cultura’, que actúa como catalizador para el desarrollo local y el turismo, realizando cada año a escala europea un programa cultural ambicioso y atractivo”.

En este documento se hace hincapié en la necesidad de consolidar todos los recursos artísticos y culturales, incluida la creación contemporánea y los eventos. Parece mentira, pero en Canarias hemos dado lecciones de lo publicado por la Comisión Europea, tanto en el primer tercio del siglo XX, cuando Néstor Martín Fernández de la Torre lanzó la proclama de “Es necesario que hagamos de toda la vida una obra de arte", o César Manrique... Dos artistas que, a tenor de la crisis actual, deberían ser tenidos en cuenta a la hora de adoptar decisiones políticas que pueden hundir a un sector que es el que ha producido los casos de éxito más destacados de nuestra historia.

jueves, 27 de octubre de 2011

Bungacoa

Ejército de barbacoas en marcha
El coche discurre por la carretera desde la avenida principal de Playa del Inglés hacia la bajada al Anexo II, justo la travesía que recorren miles de turistas para celebrar el ritual sagrado del bautizo turístico que durante décadas ha desarrollado la religión de sol y playa que ha permitido a Gran Canaria su actual nivel de desarrollo y bienestar.

Lo cierto es que el trayecto no es visualmente agradable. Más bien, hay partes que agreden la vista y pueden dar la sensación de agobio, de enclaustramiento, con muros y construcciones que se vuelcan sobre el caminante y pegostes que afean por su falta de armonía con lo construido o lo inmediato.

De todos modos, no voy a entrar en el tema del caótico urbanismo local o la chulería de muchos a la hora de hacer lo que les dio la gana sin que nadie observara las mínimas normas estéticas para que el principal destino turístico de Canarias no se degradara. Prefiero comentarles el nuevo especímen que se ha instaurado en las construcciones turísticas que se han convertido en segundas residencias, o primeras, y que han salido del mercado turístico incumpliendo las normativas que nuestras administraciones deberían obligar a cumplir.

  • El primer especímen se identifica fácilmente: la barbacoa adosada al bungaló. La cultura del tenderete del canario post rentista que adquiere el kit de ladrillos, chimenea y parrilla metálica que se convierte en lugar de veneración del sagrado humo oloroso de chuletón o chorizo parrillero. Muy interesante y llamativo este elemento kitsch para los turistas nórdicos que lo fotografían en su paseo alucinante hacia la playa.
  • Un segundo especímen es el apartamento convertido en casa permanente. Los expertos dicen que son infraviviendas, ya que tienen menos superficie que los pisos que fueron derribados en el barrio del Polvorín, pero al socaire de las crisis y con la falta de viviendas para trabajadores del sector, han sido la alternativa evidente ante la falta de una voluntad política de impedir el auge de los lumpen edificios en Playa del Inglés. Los turistas también hacen hermosas fotos de los collage de colores,, prendas de todo tipo y color tendidas al sol, y lo que quieran imaginar.
  • En tercer lugar y no menos importante, tenemos la ladera de San Agustín, con esa trasposición del Risco de San Nicolás en versión chalés cutres que muestran su altanería contra el paisaje, las normas urbanísticas y el impacto visual que ocasionan en perjuicio del principal sector económico de la Isla.

Así pues, tenemos tres importantes impactos urbanísticos que se solucionarían con una persecución normativa, fiscal y política que permitirera recuperar el núcleo de la caldera de la locomotora económica de Gran Canaria: el territorio y el paisaje urbano del espacio turístico.

Recordemos las palabras del urbanista Eduardo Cáceres, quien criticó en la clausura de la Universidad de Verano de Maspalomas en su última edición, al afirmar que Playa del Inglés puede reconvertirse, atacando determinadas cuestiones, como es la falta de suelo, ya que hay insignificantes porcentajes de espacios para superficies libres colectivas, algún que otro terreno de nadie (solares) o campos de golf. Por el contrario, las superficies libres interiores en los complejos de apartamentos y hoteles son amplias, pero no accesibles para cualquiera, lo que lleva a una “endogamia de los resorts”.

Otro punto a atajar es la distribución y organización de las alturas, o la confusión enorme de viarios y el excesivo espacio ocupado por las carreteras y calles en las zonas turísticas.

Pero, el principal asunto a corregir es el deterioro urbanístico en determinadas zonas es muy grave (insta a tirar el 3% de las construcciones de Playa del Inglés, a lo que se sumará en breve el 39% de las construcciones de la zona). Otro desaguisado urbanístico es la presencia de un 43% de área residencial, no turística en San Agustín, al tiempo que otro 26% de los establecimientos turísticos no están reglados. Algo similar ocurre en Campo Internacional, donde el 56% son residencias privadas y sólo el 24% corresponde a establecimientos reglados.

No sé si ustedes dirán que soy pesado con ésto, pero en su momento malvendimos el territorio de mejor calidad ambiental de la Isla por la obtención de divisas (auspiciado por el gobierno central) y después hemos dejado que se deteriore y se coniverta en un barrio residencial que no aporta riqueza a Gran Canaria. Si una carretera obliga a expropiar determinadas viviendas ¿por qué no recuperamos y ponemos en el mercado esos terrenos para construcciones que permitan generar riqueza para la isla?

miércoles, 19 de octubre de 2011

Tipismo, turismo y Haute Couture

Traje 'nestoriano'
Permítanme que realice una divagación sobre el traje ‘típico’ nestoriano y el turismo en Gran Canaria. Un tema que a muchos podría parecer frívolo o alejado de lo que es el turismo, cuando en realidad es todo lo contrario. El traje nestoriano es el ejemplo más claro de lo que Néstor Martín Fernández de la Torre ideó para convertir Gran Canaria en un parque temático que atrajera turistas y éstos pudieran superar las expectativas del viaje. Asimismo, estamos ante una de las causas del éxito turístico de Las Palmas de Gran Canaria entre los años cuarenta y setenta del siglo pasado. Para comprobarlo, basta con mirar cualquier publicación (guías, revistas, folletos…) de la época donde la imagen de mujeres o parejas ataviados con el traje diseñado por Néstor tiene una presencia abrumadora.

¿Ustedes se imaginan viajar a un parque Disney y no ver a Mickey Mouse? No. En realidad, estamos ante un elemento más del producto, un trabajador anónimo que se envuelve en un disfraz fantasioso que hace las delicias de los niños y sirve para el retrato de recuerdo de la estancia en un destino turístico con sus elementos de imagen estudiados y coreografiados para lograr el éxito del mismo.

Pero Néstor fue más allá. Su visión no se limitó a concienciar a la ciudadanía con las posibilidades de desarrollo turístico, sino que planteó una arquitectura de presentación (Casa del Turista, Pueblo Canario, Parador de Tejeda…) con su mobiliario diseñado con elementos de la tradición y la arqueología, con sus espacios para la artesanía, el folclore, la gastronomía, el arte… y, sobre todo, con una presencia de personas ataviadas con trajes llenos de color y figuras llamativas que cautivaron a los visitantes durante décadas.
Los puristas y los críticos achacaron (y achacan) a Néstor muchos errores en el concepto, e incluso el Sindicato de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria editó en 1943 un panfleto titulado ‘Notas para una historia del traje típico canario recreado por Néstor’ (descargar el libro en pdf a través de Memoria Digital de Canarias) que aporta algo de luz y mucho desatino respecto a la propia idea defendida por el artista grancanario. Hubiera bastado con recopilar los textos del creador del traje típico para aclarar toda la controversia posterior sobre la representatividad, originalidad y autenticidad del traje promovido por Néstor.

De hecho, el propio artista señala “El turismo lo entiendo como una grande y compleja industria que ha de desarrollar el país entero. Si no recobramos y acentuamos nuestra personalidad, nada podemos ofrecer al turista que le halague y satisfaga, dentro de un estilo netamente canario tenemos que revalorizar todo lo nuestro, sea moderno o tradicional, de otro modo seremos suplantados por el industrial o por el comerciante de afuera, como pasa hoy a nuestros ojos…”

De ahí que reivindique la “Necesidad de vestir nuestro traje”, para lo que señala que “También hay que resucitar nuestro traje regional. Esta resurrección implica proporcionar nuevas finalidades a industrias netamente isleñas, como la de los calados. Está demostrado que el 25% del turismo se lleva un recuerdo de la indumentaria de los países que visita, cuando no un traje completo… Nuestro traje para el extranjero puede constituir un disfraz exótico. Para el extranjero, solamente. Para nosotros no debe ser disfraz, sino nuestro traje en las horas de fiesta”.

Néstor podía estar equivocado, pero tuvo un éxito inmediato. Otras de sus propuestas podrían ser hoy motivo de escándalo, ya que abogaba por las luchas de carneros, o criticaba la mercantilización de la lucha canaria y “la desaparición de la horrible vestimenta que llevan los luchadores”, al señalar que “hay que restaurar las normas viejas: un simple calzón y una faja, uno de cuyos extremos circunda el muslo derecho, donde el rival agarra. Así se destierra eso de ‘mano arriba’ o ‘mano abajo”.

Pero lo cierto es que su objetivo estaba claro: conseguir una entidad propia como destino turístico que abarcara todas las actividades de la sociedad isleña. “Todos, absolutamente todos los canarios, somos culpables de haber liquidado nuestro pasado. Tenemos el deber de reconstruirlo y exigir que todos colaboren en esta obra y para aquellos colocados en dirigentes del país, sean los primeros en vencer la timidez y el tonto sentimiento de ridículo que en grado desesperante produce lamentablemente nuestra tierra”.
Otros califican el traje nestoriano de invención, entre cuyos detractores figura el propio Manolo Millares, quien señala en sus memorias (‘Cuadernos de contabilidad’) que “Su reforma de los atuendos populares de la isla son un modelo de desastre y una de sus interpretaciones más desafortunadas y no ‘digamos’ en cuanto a arquitectura donde, aliado con su hermano Miguel, arquitecto pesetero y de menor cuantía, ha transgredido durante muchos años el verdadero sentido de los espacios vitales convirtiéndolos en decorados-espectáculos”.

Pero… ¿las tradiciones qué son? ¿Qué podríamos decir desde estos postulados de los llamados ‘parques temáticos’ que se han construido en el mundo? Para ejemplo un espacio que va más allá de Lourdes o Fátima, como es el parque Tierra Santa en Argentina.

O, en el caso de la indumentaria ‘típica’ ¿No estamos ante una creación de alguien movido por la búsqueda de la comodidad, adaptación al medio, necesidad biológica, gusto estético, mimetismo…? Alguien anónimo cuya aportación se extiende y es asumida por la sociedad. Este podría ser uno de esos casos, con un apoyo social de clases medias y altas que encuentran en el ingenio de Néstor un estilo que se extiende a otras Islas (hubo fiestas de tipismo en Tenerife y Lanzarote) e internacionalmente, a través de miles de fotografías, fragmentos de películas, libros, folletos… De hecho, sus diseños de vestimenta no han sido superados (en éxito social, por lo menos) por los numerosos diseñadores actuales, ni el Cabildo de Gran Canaria ha apostado por recuperar a través de Moda Cálida el enorme material que éste y otros artistas adelantaron al diseño de telas y piezas originales...

No creo que haya en el mundo ninguna recreación como la planteada por Néstor, salvo si lo comparamos con los diseñadores de moda, que podría ser otra explicación… Néstor creó decorados para escenarios, trajes para los personajes de obras teatrales y una propuesta para el escenario turístico de Gran Canaria. Mirémoslo así, una moda que no ha sido efímera como las que nos muestran en las pasarelas casi a diario, o en los escaparates de Zara, donde la moda cambia a velocidad de vértigo. Estamos pues ante un visionario que sorprendió (¡¡en 1934!!) a la sociedad con una apuesta de futuro, mezcla de la belleza natural y tradicional, mezcla de aportaciones artísticas y mezcla de una ilusión colectiva. Ojalá otros tomen su testigo.