lunes, 28 de mayo de 2018

Canariólogos y turistólogos

Juan del Río y su esposa.
Siempre me resultó curioso el calificativo de 'canariólogo' dado a varios personajes de la vida social isleña (fundamentalmente de Gran Canaria) que se distinguieron por su interés en la historia, el folclore, la artesanía, la gastronomía, el paisaje y el paisanaje de la isla y del Archipiélago. Una especie de ilustrados enciclopedistas de lo canario que realizaban una gran labor pedagógica para convencer a la población de la importancia de querer la isla y quererse a sí mismo como seres afortunados de vivir en este Jardín de las Hespérides. Se trata de una muestra más de la implicación de la sociedad civil con la actividad turística en esta isla.

Probablemente tenga mucho que ver el impulso que dieron a estas ideas Domingo Doreste, Néstor Martín-Fernández de la Torre y la Escuela Luján Pérez, o los promotores del Museo Canario (al que tan ligados estuvieron)... Pero los canariólogos surgen a mediados del s. XX y se nombraba así a varias personas como el tirajanero Vicente Sánchez Araña, el satauteño Juan del Río Ayala y el lanzaroteño Agustín de la Hoz.

Su 'canariologismo' les lleva a tener una activa vida social. Un protagonismo que exhiben en numerosas publicaciones y artículos, iniciativas y eventos. Actividades públicas que tienen también otra característica destacada: su apuesta por el turismo.

Personajes que además asumen una defensa a ultranza de lo isleño, con la mentalidad y recursos de la época de los años 40 a los 60. Por lo que han sido -en diferente medida- objeto de crítica por alguna actuación, como es la forma autodidacta de rescatar y gestionar el patrimonio (visto con perspectiva).
Fray Lesco, Néstor Martín-Fernández, Néstor Álamo,
Pancho Guerra, Juan del Río Ayala y Paquita Mesa en
el acto de tipismo celebrado en el Pérez Galdós

En 1969 falleció Juan del Río Ayala en Santa Brígida, Villa donde fue Cronista Oficial. Bibliotecario de la sociedad El Museo Canario en los años 30, consiguió en 1931 un premio de dicha sociedad por un trabajo sobre Viera y Clavijo. En 1947 publicó “Tirma”, romance sobre la conquista de Gran Canaria, cuyo original sirvió de base para la película interpretada por Marcelo Mastroiani y Silvana Pampanini y que como obra teatral , fue estrenada en el teatro Perez Galdós , con música de Manuel Peñate. Publicó en 1955 el libro de poemas “La Flor de la Maljurada”. En 1963 compuso “Iballa”, un romance sobre Canarias. La última obra de Juan del Río fue “Silvestre”, una obra teatral. En el momento de su fallecimiento realizaba la edición de una radio novela en 15 capítulos sobre la conquista de Canarias. Directivo del Centro de Iniciativas y Turismo colaboró en múltiples eventos del sector, siendo ponente destacado en diferentes asambleas y congresos turísticos. Juan del Río fue, además de miembro de la sección canaria de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria, fue presidente del Centro de Iniciativas y Turismo (1965), y autor de una serie de artículos que se convertiría en una guía bajo el título Mirador de las rutas turísticas, así como acuñó el lema que se retomaría en los años 80 "Canario, conozca Canarias".

Sánchez Araña y Juan del Río en el restaurante-museo El Hao
De Vicente Sánchez Araña cabe destacar su papel como promotor de la conmemoración de Ansite, con motivo de la incorporación de Gran Canaria a la corona castellana, con la entrega de los 'Gánigos de la paz', así como la creación del restaurante-museo-castillo 'El Hao' en Santa Lucía de Tirajana. También fue un asiduo colaborador en publicaciones turísticas y redactor de diversas guías para la editorial Everest. Cada año se celebra la festividad de la Lucía sueca y de Tirajana, evento que promovió, junto a una comunidad nórdica que comenzó como turista y ya muestra un enorme arraigo.

Por su parte, Agustín de la Hoz Betancort tuvo una intensa actividad literaria y periodística centrada en la historia de la isla conejera que acaba de ser completada con la edición de ‘Apuntes para una historia del periodismo lanciloteño’ en la que narra los orígenes y desarrollo de los medios impresos de la isla y su papel de “airear y combatir sin estridencias y rectamente las injusticias e irresponsabilidades que se le demanden o para buscar hacia afuera la identidad que a veces nos falta por dentro”.


Cartel de un acto de 'canariólogos'
Comenzó sus trabajos periodísticos en la redacción del semanario A.O.E., publicación vinculada al Grupo de Tiradores de la colonia-provincia de Sidi Ifni, cuya dirección pasó a desempeñar a partir de 1.950. Ese mismo año se le concedió el Premio Nacional África de Periodismo por el artículo "La monja de Ifni". Escribió por esa época también en la revista África y en el diario Informaciones. En 1.953 se incorporó como redactor-jefe al Diario de Las Palmas, y en 1954 publicó 'El Alba Detenida', libro de prosa poética.

A partir de 1955 arriba a Lanzarote haciéndose cargo de la corresponsalía del mencionado diario. En el citado periódico escribe sus artículos sobre Lanzarote, “La Gran Desconocida”, que serviría para publicar en 1962 su obra 'Lanzarote', en la que deja memoria de gentes, sucesos, geografía e historia. Un trabajo de referencia para las guías turísticas que se publicarían posteriormente sobre la isla. En 1959 publica "La Cólquida" (obra que recoge sus experiencias con los pescadores lanzaroteños en Cabo Blanco, Mauritania); en 1963 publicó "Apuntes para una Historia del Periodismo Canario", mientras que en 1966 sale publicado su libro “Cueva de los Verdes”.

Podríamos añadir otros personajes que también ejercieron de anfitriones de lo canario ante el auge turístico, entre los que destacaría a Néstor Álamo (con un papel extraordinario en el desarrollo de la Casa de Colón o de la romería del Pino en Teror), Luis Jorge Ramírez, periodista también vinculado al Centro de Iniciativas y Turismo y colaborador en la realización de iniciativas culturales y festivas en toda la isla y otros, que suman aportaciones para el desarrollo turístico y la puesta en valor de lo canario en la oferta turística.

viernes, 25 de mayo de 2018

El Guiniguada es la gran oportunidad de la ciudad

Actual desembocadura del Guiniguada.
Un grupo de ciudadanos y entidades plantean -48 años después de abierta la herida-, curar la amputación urbana que sufrió el casco histórico, tras sepultar el espacio donde se fundó la ciudad. Vegueta y Triana perdió sus puentes y el flujo entre los barrios fue convertido en la autopista de Tafira. Los barrios que explican la historia de la capital fueron separados con asfalto. La ciudad sufrió desde entonces un ataque a su corazón y todavía no ha parado.

El casco histórico (la ciudad en su conjunto) fue dividido sin que cada parte pudiera tomar vida propia. Era imposible porque la ciudadanía no aceptaba la división. Se resistía -y se resiste- a que la "vetusta, levítica y conventual" ('Los cuentos famosos de Pepe Monagas', Pancho Guerra) zona de Vegueta desapareciera de su paisaje urbano y viceversa de la otra orilla del Guiniguada. De hecho, siempre se consideró que la división natural era Las Palmas (a secas) y el Puerto, con su ajetreo de “100 pabellones” ('Oda al Atlántico', Tomás Morales) de orillas imaginadas.

Las necesidades eran muchas, pero el Ayuntamiento regido por José Ramírez Bethencourt (el de la operación que creó la Avenida 'Marítima' con su éxito inicial y posteriores -e inmediatos- problemas) priorizó el acceso al centro, hasta el Monte por la carretera existente pero convirtiendo la desembocadura del Guiniguada en un ramal de la nueva autopista litoral.

La operación lo borró todo, salvo la memoria: el cauce pedregoso de riadas memorables, los puentes de Piedra y Palo, los quioscos y el Café Suizo o bar Polo, centro intelectual decimonónico. Demasiado dolor en los rostros de quienes se acercaron a ver la avasalladora metamorfosis del 'progreso' en los paisajes de su vida. El automóvil sustituyó lugares de vida y encuentro por una machacona vorágine.

El Ayuntamiento lo acordó en 1969 ('30 años de paz' era el lema político de aquel año de la dictadura), al aprobar la operación en un Pleno aciago y de acatamiento. Un siglo y medio después de la muerte del Obispo Verdugo, en 1970, fue derribado su puente, el 'De Piedra, que costeó a su pesar porque un inteligente político hizo entender a los ciudadanos que el Obispado financiaba las obras y no faltó la algarabía y los voladores que sorprendieron a Verdugo, quien negó haber hecho tal promesa pero no pudo contradecir a la masa.

Antiguo Puente de Palo.
En 1971 cayó y calló el 'De Palo' (o Palastro), un siglo después de que lo construyera Antonio López Botas. No era el Rialto de Venecia, pero era original y auténtico. A pesar de que en sus inicios no contaba con los quioscos que marcaron la historia de la ciudad: el Café Suizo: Bar Polo, el Quiosco de flores, El-Mir y Santiaguito Said el sirio 'jarabandingo', Bazar de Santiago que vendía exclusivamente productos de la UD Las Palmas, la Tabaquería de Antonia Santana cuya propietaria falleció un año después de derribar el puente...

Ahí estuvo el origen de la ciudad y allí fue cubierto por el alquitrán, sin atender la alternativa por la zona de El Lasso planteada por el arquitecto Eduardo Cáceres, como recuerda el periodista Pepe Alemán. Y ya han pasado 48 años, por lo que menos de un tercio de la población no vio los puentes ni el barranco. Sólo el resultado de una decisión con efectos negativos que se pusieron de manifiesto: Ruptura Vegueta-Triana y crisis en ambas orillas; Colapso de tráfico y sin previsión de aparcamientos; Solución de poco recorrido temporal y espacial que obligó a urgentes 'remedios' para salvar los problemas; Un Escalectrix que dañó aún más el entorno; Creación de un guetto comercial casi subtersubterráneo dar cobijo a los quiosqueros; Un nudo (estación) de guaguas junto al Teatro; La imposibilidad de establecer el futurible Campus en Jinámar, optando por convertir aquella finca platanera (donde la familia Condal realizó los primeros cultivos de tomate) en el mayor suburbio de Canarias con los problemas sociales todavía latentes...

Pero ahora hay consenso para corregir el error. Incluso se ha ejecutado alguna propuesta del plan del arquitecto Joan Busquets, aunque ya no podemos regresar a un pasado ya finiquitado y -opino- es imposible recuperar la postal sepia de cachorrúos y mantillas circulando al paso de las campanas de Vegueta porque sería algo artificial y anacrónico.

Lo positivo es que ahora tenemos un espacio amplio con reducido tráfico al disponer de dos autopistas hasta el Monte (allí acaban para continuar por Santa Brígida, San Mateo y Tejeda por una vía angosta y llena de curvas); Vemos un entorno dinámico con nuevos espacios culturales como el Paraninfo, San martín, Fundación Mapfre, Monopol, Biblioteca Insular, Cicca, Teatro, Filmoteca, CAAM, museos, Gabinete Literario... Y un auge económico en el Mercado, establecimientos de restauración, eventos, más comercios y atracción turística...

El Lusitania al salir de Belém, Lisboa.
Por ello, podemos hablar y pensar en positivo sobre este gran espacio libre convertido en zona caliente de desarrollo económico y debemos aprovechar la oportunidad que nos brinda una criticada actuación urbanística para rescatar esta 'Milla de Oro' -suelo público- para mirar al futuro.

Se empieza a hablar de otras opciones alternativas al Plan de Busquets que la vorágine de los años ha 'envejecido' sin concitar el interés o apoyo social que precisan estas operaciones urbanas.

Por el momento hay alguna idea y muchos sentimientos, pero antes deberíamos acordar cuál es el significado de este lugar. Porque ahí está el origen de la ciudad y su memoria, una urbe que a lo largo de su historia se ha caracterizado como escala principal de la navegación en sus distintas fórmulas. Marítima con una importancia global desde el paso de Colón; Aérea con personajes y acontecimientos como los primeros paseos en globo en España por Viera y Clavijo, los primeros vuelos transoceánicos del 'Lusitania', el 'Plus Ultra', o el 'Zeppelin', con nuestro paisano, Jerónimo Mejías. O la llegada del hombre a la Luna con los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins que fueron vitoreados en la ciudad por la odisea del Apolo que tanto debe a esta isla.

Este Guiniguada del siglo XXI podría ser ese gran espacio ciudadano y de atractivo turístico en el que disfrutar de una ciudad que es la más importante plataforma y escala en la historia de los viajes de la Humanidad, con espacio sobrado para este objetivo y para mantener la conectividad de los barrios (en coche y fundamentalmente para los peatones), que ofrezca más aparcamientos y que permita pasear por las réplicas de las antiguas formas y usos que tuvo (esculturas, cantería y quioscos) junto a los símbolos (réplicas de naves, paseo de los navegantes...) de la misión de la gran ciudad de La Luz del Atlántico que desde su fundación formó parte destacada de la historia del viaje en el mundo.


  • Basado en mi intervención en la charla que organizó el Gabinete Literario sobre el futuro del Guiniguada.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Gran Canaria, el parque temático del viaje de la Humanidad

Rosa de los vientos en la plaza de Belém (Lisboa)

Dentro del programa de las IX Jornadas Aeroespaciales de Gran Canaria que organiza la Real Sociedad Económica de Amigos del País impartí la conferencia titulada 'La Odisea viajera de Gran Canaria. De la literatura de Homero al mensaje de Neil Armstrong desde la Luna', durante la cual planteé un recorrido sobre la historia de la navegación en sus distintas formas y aquellos hitos que relacionan a nuestra isla y archipiélago con el desarrollo de la navegación, desde la marítima a la aeroespacial. Se trataba de mi segunda intervención en la citada institución ya que en marzo de 2016 hablé de 'Sociedad civil y turismo en Gran Canaria', y tuve el honor de ser presentado por Juan Andrés Melian, fallecido recientemente. También agradecí la invitación a estas Jornadas a Manuel Ramos Almenara, quien destaca en compromiso con la sociedad y complicidad en la fascinación por los acontecimientos vividos en esta isla que han transformado el mundo.

Esta conferencia habla del viaje, de su evolución a lo largo de 4000 años, y su contribución al progreso de la humanidad. Una historia con participación destacada de esta isla en hitos, no suficientemente conocidos, recordados y divulgados. Motivos de orgullo enmudecidos. Una vivencia en primera persona que no debemos dejar caer en el olvido sino mostrarla como algo único y extraordinario sucedido en Gran Canaria. Por ello comencé con una imagen de la Rosa de los vientos junto a la torre de Belém y al Monumento a los Descubrimientos, en Lisboa. La circunferencia de la Rosa de los vientos está en el suelo y mide unos 50 metros dentro del que podemos ver un mapamundi en cuyo centro se sitúan nuestras islas.

No debe extrañarnos ése protagonismo, ya que Gran Canaria es el emplazamiento fundamental de muchas historias que tienen que ver con el viaje que ha realizado la humanidad -en constante y creciente desplazamiento como necesidad, oportunidad y experiencia del ser humano-. Desde que Homero publicó las dos primeras grandes obras de la literatura universal -y primeros textos de viajes-, 'La Iliada' y 'La Odisea' (s. IX a/c), ya señala a las Islas Canarias como el lugar donde residían los dioses, la Macaronesia, las Islas Afortunadas, una designación que ya nos distingue respecto al resto de islas y archipiélagos del planeta, como lugar de gran atractivo natural y climático, lo que dice mucho de este territorio insular en un planeta con más de 2150 islas.

A partir de ahí, las islas entraron a formar parte de la mitología, con leyendas extendidas por otras culturas como San Borondón o la Atlántida. Hay otras descripciones de Canarias como los Campos Elíseos, el Jardín de las Hespérides o las Islas de los hombres felices. Y así se extiende a lo largo de los siglos como queda de manifiesto con la inclusión del símbolo botánico canario, el drago, como el árbol junto al que Adán y Eva dialogan con Dios en el tríptico del 'Jardín de las delicias' de Hieronimus Bosch 'El Bosco' en el Museo del Prado.

Homero no conoció las Islas Canarias, como tampoco lo hizo Piteas (400 a/c), el navegante griego que buscó ámbar en el Atlántico Norte y describió unos paisajes helados y sorprendentes de un “fuego siempre brillante”. Su obra desapareció, pero quedan referencias a la misma de otros autores que dudan de la realización del viaje, calificándolo de mentiras o locuras, pero lo importante es que hay quien titula la obra como "La primera vuelta al mundo". Un mundo que es convertido en mapa por Ptolomeo (s. II) y que acababa en las Islas Afortunadas, el confín de la tierra.

Con Cristóbal Colón empezó todo...
La obra del Bosco está fechada entre 1490-1500 (en el Renacimiento) y coincide con el momento en el que Cristóbal Colón parte desde Canarias -repara sus naves en nuestra isla- con destino a Cipango (China) por una ruta más corta, pero descubre el Nuevo Mundo (1492) y abre las rutas para descubrir y dar la vuelta al mundo por mar y el comienzo del gran intercambio global –expolio incluido- de productos y especies.

Tras Colón, y utilizando Canarias como plataforma, pasarían Hernán Cortés, Pizarro, Bartolomé Díaz, Américo Vespucio, Magallanes, El Cano y un largo etcétera, al igual que despertaría el interés de otras potencias que enviaron a piratas como los británicos Drake, Hawkins y el holandés Van der Does, quienes participaron en la flota que armaron Gran Bretaña y las Provincias Unidas frente a la Armada Invencible.

Julio Verme, el escritor por excelencia de literatura de viajes anuncia que el ser humano llegará a la Luna. Pero también sitúa a Gran Canaria y Tenerife en el origen del negocio de la turoperación en su obra 'Thompson & Co.' (1905) y profetiza un turismo de masas para el que debe prepararse el destino.

Esos comienzos del siglo XX son los de iniciativas para convertir la capital grancanaria en un destino turístico de moda. Al estilo de St Tropez, Niza o Mónaco con un casino y hoteles de lujo en la zona alta, cerca del primer Club de Golf creado en España. La ciudad contaba con 13 hoteles, varios de ellos de gran calidad, y ya era reconocida como un gran destino para el turismo de salud que huía de los estragos de la polución de la revolución industrial. El tren, icono del desarrollo industrial, no tuvo trascendencia para las islas, pero llegaron las víctimas de climas y contaminación insalubres, los 'invalids'. Y crearon el turismo de salud fortaleciendo la marca de un territorio con el clima más saludable del planeta.

Los canarios fueron pioneros en el uso del globo.
Pero las guerras (Primera y Segunda Guerra Mundial, Guerra Civil, Crack del 29) frenan el turismo en un territorio sin batallas. Las guerras hundieron la economía isleña, pero desarrollaron los transportes por mar, por aire e incluso la navegación espacial. Aunque la aviación aérea tenía como reto acortar distancias y cruzar océanos, cuando en esta isla ya teníamos la experiencia del intercambio global: enviamos el vino, el plátano, el azúcar, el aloe, y recibimos la papa, el maíz, el tomate, tabaco, cacao… De ahí que en Canarias viviéramos -con altibajos- de los monocultivos y su exportación, conectando (mientras se respetaran nuestros fueros y nuestra realidad) con los mercados de Europa y, también, del nuevo mundo. El cuadro 'El burgomaestre de Amberes' refleja la llegada de un buque azucarero de Canarias. Shakespeare habla del vino Canarias que "perfuma la sangre", y ahí queda el Canary Wharf, los muelles londinenses de descarga de productos canarios hoy reconvertidos en gran centro de negocios.

Pero el sueño del ser humano era volar, y dos canarios realizaron los primeros vuelos en globo que tuvieron lugar en España: José de Viera y Clavijo, y Agustín de Bethencourt (s. XVIII). Uno viajero destacado para su época que llegó a codearse con los líderes de la revolución francesa, y el otro ingeniero fundamental para el desarrollo de la Rusia zarista. Ilustrados que anticipaban el romanticismo y el surgimiento del 'gran tour' que sienta las bases del viaje moderno y del propio término de 'turismo'.

También es la época de los científicos que intentaron conocer y comprender el mundo y que encontraron en Canarias un paraíso para la investigación: Feulille, Verneau, Humboldt, Berthelot, Webb, Bory de Saint-Vicent, Bannerman... Incluso Charles Darwin que no pudo desembarcar en las islas por imponerse la cuarentena en el HMS Beagle. Luego les seguirían los viajeros (Charles Barker, Von Buchh, Burton, Olivia Stone, Maximiliano de Austria, Charles Edwardes, Cronin, Latimer...) toda una biblioteca para dar a conocer la isla que se consolida con las primeras guías (Brown y Baedecker).

Paseo de Mejías por Nueva York
Las navieras Yeoward, Union, Castle, Cunnard (el apogeo británico sobre los mares) tendrían en La Luz uno de sus principales puertos, comunicando de forma periódica la isla con los continentes, pero también fue el lugar de escala de los pioneros de la navegación aérea: Gago Countnho y Sacadura Cabral (Lisboa-Río de Janeiro), el Plus Ultra (Palos-Buenos Aires), el Zeppelin o Saint Exupèry...

Entre barcos y vuelos hay un grancanario que también destaca, Jerónimo Mejías, quien entre sus múltiples viajes fue uno de los pasajeros que dio la vuelta al mundo en el crucero 'Franconia' y formó parte del exclusivo grupo que realizó la primera vuelta al mundo en una aeronave con pasaje: el Graf Zeppelin (1929).

Tras la Segunda Guerra Mundial el planeta quedó dividido en bloques en lo que se denomina la 'guerra fría' en la que los excedentes de embarcaciones aéreas y navales dieron lugar al auge del turismo popular o de 'masas' (en 1936 el gobierno del Frente Popular francés de León Blum estableció las vacaciones pagadas que se extenderían a otros países), que provocaría entre los años 50 y 70 una profunda transformación económica en Gran Canaria (35000 turistas en 1911; 58000 en 1961, cuando el Concurso Internacional de Ideas Maspalomas Costa Canaria; y 243000 en 1968). Yuri Gagarin realiza el primer vuelo espacial tripulado en 1961, el mismo año que los norteamericanos impulsan el ataque de Bahía Cochinos en Cuba, tras la victoria de los revolucionarios en la isla caribeña, y se agudiza la 'carrera espacial'.

El 'Bristol' en el Puerto de La Luz
España se posiciona al lado de los EEUU en 1953 con el Pacto de Madrid y en 1959 Dwight D. Eisenhower visita España para cerrar el acuerdo de las bases militares y la colaboración en la Red de Vuelos Espaciales Tripulados (NASA) que da lugar a la creación del Centro Nacional de Investigación del Espacio (CONIE), gracias al cual se establece la estación de Maspalomas (en terrenos cedidos por el Conde de la Vega Grande que se convierte en uno de los primeros europeos en disponer de un teléfono de comunicaciones vía satélite), desde donde se comunican con las misiones Mercury (John Shepard es el primer astronauta norteamericano que viaja al espacio) que esperaba amerizar cerca de la isla y ser rescatado por la tripulación del 'Bristol' aunque la cápsula no llegó tan lejos, por lo que Krushev lo denominó “un salto de pulga”. Esta campaña realizó 11 misiones entre 1960/63 con el primer vuelo orbital USA (John Glenn en 1962, el mismo año en que se produciría la 'crisis de los misiles' en Cuba), y sus siete protagonistas (Scott Carpenter, Walter Schirra, John Glenn, Virgil I. Grissom, Deke Slayton, Alan B. Shephard, Gordon Cooper) obtuvieron un gran impacto mediático, aunque sería el programa Gemini (12 misiones entre 1964/66) el que daría un gran impulso técnico a las aspiraciones de llegar a la Luna. En este programa se realizarían los paseos espaciales, los acoplamientos de naves y la participación, entre otros, de los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins.

Durante 1968 se pone en marcha la estación de Montaña Blanca (ubicación actual de la estación del Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial, INTA) que participaría inicialmente en el programa Apollo, con su edificio de operaciones, antenas de seguimiento y telemetría, observatorio solar y antenas de observación de la ionosfera y radares. Hubo 20 misiones del Apollo (1966/1975), de las cuales la más destacada fue la del Apollo XI que recorrió los 384.400 kilómetros para que Armstrong pudiera decir “Un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la Humanidad” al pisar el suelo lunar. Una frase que recogió la estación de Maspalomas.
Armstrong, Aldrin y Collins con sus 'canes de plata'

De aquel acontecimiento mundial, nos queda el recuerdo de la visita de los tres astronautas a la isla y la recepción que se les dio con la entrega del Can de Plata del Cabildo insular por Díaz Bertrana, acompañados por Alejandro del Castillo, Alberto Isasi y las autoridades isleñas, con paseos en camello por el Hotel Maspalomas Oasis y el Centro Helioterápico. Una época de gran presencia del turismo USA en la isla.

Una época en la que Gran Canaria trascendía por la celebración del Congreso Internacional Skal Clubes (1963), sede de la conferencia de unión de las agencias de viaje del planeta FUAAV - UFTAA (1968), la creación de la Feria del Atlántico (1966), a lo que se sumaba la creación del primer aeropuerto turístico en el sur, cerca del primer templo ecuménico de Europa, o el primer parque temático de España (Sioux City).

En ese siglo XX, se redujeron las distancias para moverse por el planeta. En 1914 se podría tardar más de 40 días en llegar desde Europa a los puntos inexplorados, con todo tipo de riesgos. Hoy día los destinos más complicados se encuentran a sólo un día y medio de trayecto. La navegación marítima o aérea llega prácticamente a todo el mundo y las conexiones por internet tejen una red que cubre prácticamente todo el planeta.

La conclusión de esta charla me lleva a reivindicar las palabras de Néstor Martín-Fernández de la Torre: “hacer de la vida una obra de arte”. Nuestro artista re-creó un Pueblo Canario para mostrar la isla como un conjunto artístico. Contó al mundo una historia, creó una experiencia inolvidable para miles de turistas que hicieron de Gran Canaria el destino mundial con mayor índice de repetición. Y uno de sus discípulos, Néstor Álamo, contó la historia de Colón en el edificio que hoy acoge el museo del Almirante de la Mar Océana.

No hay otro lugar que pueda mostrar la historia del viaje.
Por ello, planteo que nosotros hemos de añadir a esa fase marítima del viaje y el turismo, los acontecimientos trascendentales ocurridos en la isla y que la convierten en referencia fundamental en el desarrollo de la navegación aérea y espacial. Por ello invito a apoyar la creación de un centro de interpretación, Museo o gran espacio temático en la isla donde se cuente y disfrute El viaje de la Humanidad. Una iniciativa que debe acompañarse de un proyecto divulgativo y pedagógico para turistas y para la población local.

Sin olvidar la declaración de Bien de Interés Cultural de la parcela donde se ubicó la primera estación espacial en Maspalomas, junto al BIC del paso de Cristóbal Colón, lo que sería un caso único en el mundo en el que se encuentran Colón y el viaje a la Luna. Aprovechando el lugar para la colocación de una reproducción del módulo lunar y la antena que recibió el mensaje desde la Luna, en una rotonda en la misma carretera y muy próxima a la figura de Colón. Si estos hechos se hubieran producido en otro lugar del planeta, probablemente, ya estarían ofertando esta historia a sus visitantes. Sin embargo, nosotros tenemos millones de visitantes, los hechos históricos y debemos exigir a las instituciones asumir que podemos ofrecer un nuevo atractivo turístico único y global.