martes, 18 de agosto de 2020

Reinventar el turismo (otra vez)

Ya no hay catering, sino safetyng.
Cuando escribo sobre turismo procuro abrir espacios de diálogo en los que pueda mostrar lo que durante décadas he ido averiguando sobre el sorprendente y enorme campo que abarca la actividad turística. No he dejado de responder a quienes intervienen en mi blog, redes y por teléfono (gracias, Pepe Dámaso, por comentarme cada artículo). No pretendo pontificar y, de hecho, mis opiniones evolucionan y varían. Un blog es un diálogo permanente, con los lectores y conmigo mismo. Por ello, intento expresarme de forma amena con algunos juegos de palabras e ironías, incluso humor, y suelo plantear públicamente las dudas que me genera una actividad tan compleja como contradictoria. Con un pasado sorprendente, un presente inquietante y un futuro que debemos construir pensándolo bien. Porque con pandemia o sin ella, el modelo turístico en nuestras  islas ya presentaba síntomas de agotamiento.

Aunque llevo más de treinta años escribiendo sobre turismo, es en mi blog donde más profundizo en esta temática desde que lo creé en enero de 2011, y donde he ido publicando 380 artículos (más este). Por ahora se contabilizan 266.000 lecturas de los artículos (¡Qué pasada!). He hablado de numerosas crisis, históricas y actuales, y de propuestas para la mejora del destino. He repetido muchas veces las enseñanzas de canarios que han sido protagonistas del éxito turístico de estas islas. Y no sólo empresarios o profesionales, sino principalmente figuras de la sociedad civil con especial énfasis en Néstor Martín-Fernández de la Torre y César Manrique, verdaderos profetas de nuestras posibilidades como destino turístico

Gracias a esta especialización periodística, tengo la fortuna de mantener una amistad y reconocimiento con excelentes profesionales de un sector muy diverso. Con un peso en nuestra sociedad que debería hacer pensar sobre cómo actuar para mejorarlo, con investigación, con consensos, concibiendo "las cosas en grande, con la vista en el porvenir, aunque los espíritus materialistas pudieran asustarse y calificarnos de irrealistas" (Néstor. 1936).  Asimismo, advierto del riesgo de divorcio social y la turismofobia, cuando es una actividad que afecta a toda la economía y la población, que permitió el desarrollo y la modernización de nuestro territorio y que tendrá su importancia durante mucho tiempo, junto al resto de sectores. Con un papel protagonista que no tiene necesariamente que ser motivo de preocupación, sino de reflexión y acción. 

No todo ha sido afortunado. Igual se puede criticar a las instituciones por su inoperancia endémica en algunos aspectos, como a empresas por su afán especulativo o avaricioso. Pero, en sentido inverso también hay que hacer una profunda autocrítica, al haber una parte de la población que considera el territorio donde vive un vertedero a su disposición, incluso tras el dramático confinamiento vivido del que íbamos a salir todos mejores personas y al final ni más limpios, ni más solidarios, ni más responsables con el futuro económico y sanitario del país... Y lo que nos queda. 

Pero el motivo de este artículo no es -que debería serlo- plantear sanciones a los causantes de estos incívicos comportamientos, o imponer impuestos al uso  de latas para bebidas que inundan los arcenes, sin olvidar la colonización del paisaje por el plástico. Quiero hablar del desánimo y bloqueo que estoy encontrando en muchos profesionales del sector turístico. El perfil de estos ejecutivos es variado, pero una característica es común, la rápida adaptación y capacidad de resolución, la actitud positiva y el entusiasmo que transmiten. ¡Hasta que llegó la pandemia!

En un principio, la mayoría de los profesionales isleños reconocía que el objetivo era intentar salvar la temporada alta (en Canarias, desde octubre hasta marzo siguiente), crear un refugio o fortaleza sanitaria y lograr una cobertura de protección social para los/as trabajadores/as durante la crisis (ERTE en vez de despidos). En Canarias esto ha supuesto un enorme alivio para 4 de cada 10 empleados, directos, y una oportunidad para reformar y mejorar (adaptar) los diferentes destinos e instalaciones turísticas que han podido aprovechar este periodo y prepararse para un nuevo escenario tras la primera ola de la pandemia. Pero parece que a todo el mundo le ha entrado prisas por volver al pasado sin tener en cuenta que estamos a un mes y medio del comienzo de la 'temporada alta', cada vez menos segura.

Y en todo este tiempo nadie ha hecho caso de los estudios e informes, si acaso los han leído, porque una cosa es lo que se opine y otra radicalmente opuesta lo que se impone... De hecho, diferentes ayuntamientos, el Gobierno, las universidades crearon equipos de trabajo. Muchos se pusieron a estudiar posibles alternativas y planes para la recuperación, reconversión o incluso la posibilidad de un nuevo liderazgo en el escenario pospandemia. Habría que recopilar todos esos trabajos y valorar si han servido de algo. Porque... ¿a qué esperamos para analizar la situación y las propuestas? ¿Cuándo podremos exigir unidos un plan de reconversión para el turismo en las islas hasta que llegue la vacuna? ¿Hemos asumido que tenemos que convivir con el C19 y crear espacios de seguridad y corredores de confianza para el turismo? 

Es imperioso crear espacios y órganos para la actuación en casos de crisis aunque las medidas que se planteen o se sugieran no gusten a políticos u otros que, probablemente, no las llevarán a cabo pero ahí quedarán, por si acaso. 

Es irrefutable que llevamos décadas viviendo crisis consecutivas y respondiendo con eficacia a situaciones de suma gravedad que cada vez son más complicadas, pero no ponemos el foco en prepararnos, anticiparnos para posibles salidas, alternativas, planes, contingencias, estrategias… Y en este contexto hay que debatir, proponer y valorar cada propuesta. No podemos anclarnos en el pesimismo de no poder volver al mismo modelo (o sí, pero ahora no) y considerarlo una panacea. Porque en estos momentos -y por cierto tiempo- no existe solución a la crisis. Ni los demás destinos la tienen por lo que quien mejores soluciones aporte antes lo superará. Ahora mismo hay miedo a volar -hace unos meses se hablaba de la vergüenza por volar- y no desaparecerá mágicamente, ni el miedo ni la vergüenza de los que advierten del cambio climático. Sabíamos que iba a suceder y que no hay marcha atrás. Que la demanda local es insuficiente y que todo lo que pusiera en riesgo la temporada alta debía evitarse a toda costa. Se dijo claramente que para que una isla sea fortaleza de seguridad sanitaria tendría que evitar importar los contagios. Pero el Estado español y la Unión Europea no nos permiten exigir PCR en origen u otras medidas. Y a todo esto, no hay un proyecto claro para Canarias porque siguen sin entender en Madrid qué significa la ultra periferia. Pero nosotros sí. Y sabemos que nuestra capacidad competitiva merece una mayor capacidad de decisión. 

La falta de contundencia en la respuesta de Canarias conduce a pensar que hemos renunciado a exigir un plan, a reclamar la financiación necesaria para poder reconvertir la oferta (ya contribuimos generosamente a otras reconversiones habidas en este país) y que no interesa analizar con detalle las alternativas al turismo poscovid. Si no hay plan y ficha financiera para la reconversión no podremos averiguar si la palabra crisis para los canarios significa oportunidad, porque seguramente estaremos hundidos. Pero también habrá que ser realistas con un poco de utopía porque no hay vuelta atrás sino que es la ocasión para reinventarnos como destino turístico. No será fácil convencer a todo el mundo de que se acaba una etapa, pero si no aceptamos la realidad -como negamos inicialmente la pandemia-, será imposible superar esta crisis. 

viernes, 14 de agosto de 2020

Las Islas Canarias Entre Ríos

Imagen de la videoconferencia
Imagen de la videoconferencia
La Municipalidad de Paraná (provincia de Entre Ríos, Argentina) celebra unos conversatorios a través de videoconferencias online con los que intenta debatir la incidencia en diferentes ámbitos de la pandemia que padece el mundo a causa del coronavirus (Covid 19). El jueves 13, el coloquio titulado "Gestionar la incertidumbre. Re pensar la nueva normalidad en épocas de pandemia" se centró en el turismo, con participación de representantes de Argentina, Uruguay y un servidor como analista del sector en Canarias (España). Los organizadores querían tener una visión próxima a mercados con los que se sienten más identificados ya que no se plantean como referencia el modelo norteamericano. Y algo de eso hay, sobre todo en Canarias, ya que al inicio de mi intervención recordé las palabras de mi padre cuando decía que los canarios somos europeos que nacemos en África y emigrábamos a América que la llevamos en el corazón. Y tanto es así que la capital de Uruguay, Montevideo, fue fundada por canarios, o que José Martí y Simón Bolívar son descendientes de canarios.

El Moderador Agustín Clavenzani (Subsecretario de Turismo de la Municipalidad y Presidente del ente mixto ‘Empatur’ de la ciudad de Paraná) presentó a los/as invitados/as: Florencia Casamiquela del Ministerio de Deportes y Turismo de Argentina; Flavia Coelho, Intendenta de Rocha (Uruguay) que no pudo intervenir por no disponer de señal de audio; Fernando Gorbarán, Presidente de AOCA (Congresos y Convenciones).

Cada invitado tuvo 5 minutos para contestar dos preguntas y después hubo un breve turno de preguntas del público que siguió online el encuentro a través de YouTube. Los temas a tratar giraron en torno a “Cuáles fueron -y son actualmente- los principales desafíos de la gestión del turismo, desde el Estado, frente al marco de pandemia”. Y, en segundo lugar, “mirando hacia adelante, haremos el esfuerzo de pensar cómo esta nueva normalidad impactará en la gestión de las políticas turísticas. ¿Cuál creen que será el impacto en la industria del turismo? ¿Qué cambios avizoran como necesarios en el diseño de las políticas públicas en materia turística?”

En general, todos los participantes compartimos que el modelo está cambiando y hay que adaptarse. En mi intervención señalé que en un principio nos mostramos incrédulos ante lo que sucedía. Para enmarcar el fenómeno turístico en España y Canarias, indiqué que nuestro país recibe unos 82 millones de turistas internacionales. Una actividad que supone el 11 del Producto Interior Bruto (PIB) y el 13% de los empleos directos del país. En el mundo hispanoparlante, el caso más próximo sería México con 41 millones de visitantes, lo que genera el 8% del PIB y ocupa al 6% de los empleados. Canarias 16.000.000 de turistas que producen el 36% del PIB insular y el 40% de los empleos directos. Argentina que había tenido un 2019 exitoso, cuenta con unos 6 millones de turistas internacionales (el sector produce el 9,2% del PIB y el 7,5% de empleos, según dijo Florencia Casamiquela en el conversatorio) o Uruguay con tres millones de turistas internacionales.

Canarias, a mitad de camino entre los europeos del norte y el Cono Sur de América, tiene sus especificidades, como es un clima tropical y primaveral durante todo el año, siendo su temporada alta entre octubre y marzo, lo que coincide/compite con el verano austral, además de ofrecer una proximidad en vuelos de radio medio, frente al largo recorrido que supondría viajar hasta Argentina o Uruguay. Curiosamente, Canarias se conoce como la 'eterna primavera' y Paraná se promociona anunciando un territorio para disfrutar todo el año...

Con esas cifras, cabe comentar que si Canarias fuera un país hoy día figuraría en el ranking mundial en el puesto 24/25 compitiendo en la posición con Croacia. Sin embargo, hace 5 años Canarias figuraba en el puesto 20, lo que nos demuestra el crecimiento vertiginoso de los destinos emergentes en los últimos años, hasta la pandemia.

Canarias es un territorio singular para el turismo. Uno de los destinos más antiguos, con unos 150 años de actividad que comenzara con el turismo de salud y actualmente es un complejo multiproducto y Multidestino. Para poder entender el fenómeno desde la otra orilla del Atlántico, destaqué que en las islas hay 4 Parques Nacionales (un tercio de los existentes en España y los dos más visitados de todo el país: Teide y Timanfaya) y 146 espacios naturales protegidos que representan el 40% de los 7500 km2 del territorio insular. Una superficie que viene a ser una décima parte del territorio que ocupa la provincia de Entre Ríos (se llama así porque se encuentra entre los ríos Paraná y Uruguay). Argentina tiene otro modelo de Parques Nacionales, por lo que cuenta con 45 de los que 2 figuran en la provincia de Entre Ríos (El Palmar y PreDelta). En Canarias hay 7 Reservas de la Biosfera declaradas por la Unesco, las mismas que en toda Argentina. El mismo organismo ha declarado en Canarias cinco bienes Patrimonio de la Humanidad, de los que hay 11 en toda la República Argentina y la provincia de Entre Ríos quiere que su primer bien patrimonial, el mate, figure en ese listado.

Otras diferencias notorias son la estancia media 9 noches en Canarias, mientras en Paraná se sitúa en 2 noches, por lo que nos encontramos con un Archipiélago en el que habitan dos millones de residentes (la provincia de Entre Ríos es de 1,3 millones y la de Uruguay es de 3,5 millones), donde contamos con medio millón de camas turísticas en 25.000 establecimientos de los que 750 son hoteles. Una oferta en la que nos encontramos con el mejor hotel vacacional del mundo según el turoperador alemán TUI, o casas-cueva rurales con jacuzzi y todo tipo de comodidades. Pero… más del 90% de nuestros visitantes vienen por el sol y playa. Turismo de masas y de consumo de recursos de territorio con cada vez menor valor añadido al destino. Y con un crecimiento del protagonismo del ‘todo incluido’. Con los recursos naturales, culturales, infraestructuras… algo estamos haciendo mal para que menos de un 10% de nuestros visitantes realicen actividades más allá de las hamacas, o -como señalara Fernando Gorbarán- en congresos y convenciones que, en Argentina, atrae al 25% de los turistas internacionales con un nivel de gastos que multiplica por dos o cuatro el gasto medio del turista. Una actividad que no desaparecerá a pesar del auge de las conferencias online “porque -añade- el contacto humano no puede ser sustituido” aunque sí complementado.

De ahí que todos coincidiéramos que es el modelo turístico la principal víctima de la pandemia. Y así lo pudimos comprobar cuando en enero se detectó en Canarias el primer caso en España de un paciente de Covid 19, un turista alemán en la isla de La Gomera que fue aislado, o semanas después el primer confinamiento en Europa de un hotel que tuvo lugar en Tenerife. Acciones que pusieron de manifiesto la rápida respuesta en las islas, pero no en el conjunto de España donde se establecería el Estado de Alerta y el cierre forzoso de establecimientos turísticos, provocando una masiva repatriación que coincidía en las islas con el fin de temporada alta. Y vino el 0 turístico.

Ya teníamos experiencias en repatriaciones, como fue la quiebra del decano de los turoperadores (Thomas Cook), pero este fue un éxodo masivo con el cierre de alojamientos, prohibición de vuelos salvo los esenciales y el consiguiente riesgo de quiebras y miedo ante la incertidumbre sanitaria y económica. En Argentina han establecido planes para atender la situación de los trabajadores afectados, mientras en España nos encontramos con 3,9 millones de personas afectadas por despidos o, mayoritariamente, por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que han permitido sobrevivir a muchas empresas y que todavía están vigentes en algunos sectores y empresas. En total casi una cuarta parte de los empleos en España se vieron afectados por ERTE, mientras que en Baleares y Canarias el porcentaje se eleva casi al 40%.

Las diferencias entre los países suramericanos y España son notorias. En el caso español hay una enorme complejidad por el desarrollo de autonomías con competencias transferidas entre las que figuran la Sanidad o los servicios sociales. Esta estructura descentralizada ha sido motivo de enfrentamiento por la gestión durante los desconcertantes inicios de la pandemia en este país. Pero es que, encima, cada país tiene una realidad diferente y eso ha complicado -y mucho- la respuesta a la pandemia. Y más al tratarse de un fenómeno global que no se ha intervenido globalmente. De hecho, no hay acuerdo ni en las estadísticas para poder entender los datos que recibimos.

Además de la complejidad de los entes autonómicos en España, el país forma parte de la Unión Europea que ha impuesto una rápida reapertura de la conectividad aérea, mientras los países se enfrentan a cuarentenas, cierres de conectividad con determinados países... Un puzle, un laberinto, un escenario cambiante a una velocidad de vértigo. De todos modos, a diferencia de otras regiones del planeta, la Unión Europea es un espacio político paraguas, ya que acaba de aprobar un Plan de Recuperación de 750.000.000.000€. Aunque a toro pasado, pensemos que quizás la prevención hubiera sido más económica para todos los ciudadanos europeos.

Pero, el escenario turístico tras el primer ‘pico’ de la pandemia en España es que nos encontramos con una ‘industria’ que no ha sufrido daños. De hecho, en Canarias, muchos establecimientos (hoteles, centros comerciales) aprovechan este parón para afrontar las reformas de instalaciones después de una década de crecimiento y niveles de ocupación de récord año tras año. Un sector muy profesional, con una experiencia y excelencia indiscutible, pero que mira con preocupación las incertidumbres ante la temporada alta por la situación inestable de la pandemia, sobre todo porque el perfil de nuestros visitantes invernales es de personas mayores de 60 años, señalada como población de riesgo en esta pandemia.

Por ello, se trabaja la confianza con los países emisores, potenciando la transparencia y comunicación, si bien se está improvisando en algunos aspectos, con ciertas prisas en la apertura de determinadas actividades, como es el caso de las salas de reuniones de grandes grupos en espacios cerrados y, lamentablemente, sin cumplir las recomendaciones para evitar los contagios.

El turismo es conectividad para el virus, así lo ha demostrado durante estos meses de crisis y, además, el turismo de masas es conectividad/contagio masivo. Por ello, Florencia Casamiquela recalcó que el turismo tiene que ser confianza y seguridad, la antítesis del miedo y la incertidumbre. En el caso de Canarias, se ha realizado diferentes estudios de las dos universidades canarias y también del propio Gobierno de Canarias y varios equipos de expertos, bajo el lema ‘Isla – Fortaleza’ lo que recuerda que en el medievo se combatían las epidemias aislando poblaciones. Y las islas son el paradigma del aislamiento, con casos singulares como la expansión de la Filoxera importada de América y que acabó con los viñedos de toda Europa y casi todo el mundo, salvo Canarias, Chipre y Chile. Una lección que también han de conocer los amigos de Entre Ríos, donde hay una célebre ruta del vino. Pero, además de este recurso medieval de la cuarentena o confinamiento (que ha sido el usado en España para confinar frenar los contagios aislando las poblaciones), Canarias ha sido piloto en el uso de las Tecnologías de la Información con la implantación de la aplicación Radar Covid19, con el apoyo de la Organización Mundial del Turismo (OMT), gracias al cual se podrá saber si se ha estado expuesto a contagios y el rastreo de personas.

Y ya que hemos destacado las fortalezas, ahora podemos hablar de las debilidades del destino insular que son precisamente su tradición de liderazgo en el turismo de masas, lo que hace que su industria esté diseñada para este tipo de actividad y dependa imperiosamente de la reapertura de la conectividad con cientos de aeropuertos de casi todos los países europeos. Sólo en el caso de Gran Canaria, los vuelos turísticos previstos en el mes de julio ascendían a 276 a la semana.

Por ello, todos los contertulios han coincidido en que vivimos una etapa de readaptación del modelo. No es que se imponga oficialmente, sino socialmente la transformación lo que hace obligatoria una reconversión turística. Y en ese escenario planteo las siguientes dudas o tribulaciones: ¿Son capaces las administraciones del mundo de frenar la pandemia? Hemos visto que no. Por ello es necesario actuar con realismo y asumir que tenemos que cambiar el modelo de turismo en aquellos destinos donde no se puede atender los volúmenes anteriores al Covid19. Ya se ha hecho con la reconversión naval, del carbón, del acero… Pero ¿la burocracia es capaz de afrontar el cambio? ¿Las empresas turísticas asumen que su oferta tardará mucho -o probablemente no lo consiga- en alcanzar niveles de ocupación de hace ocho meses? ¿Estarán dispuestos a reconvertir su actividad ante el nuevo escenario? Personalmente creo que el cambio de modelo no tiene que suponer menor rentabilidad del negocio… Pero sí un esfuerzo y asumir el riesgo, que será igual o menor que el que van a vivir hasta que exista una vacuna (y aún así). De ahí que Entre Ríos tiene una oportunidad al ser un destino emergente, ya que podrá afrontar el cambio en mejores condiciones. O no, quién sabe, porque responsables de museos como El Prado o el Reina Sofía, o incluso la Comuna de Venecia y otros destinos están encantados con las medidas de reducción de visitantes.

Nos estábamos acostumbrando a la pandemia de humanos invadiendo lugares para hacerlos una triste caricatura de la masificación. Y la Covid 19 nos ha permitido reflexionar. Ojalá nos ayude a rectificar.

Ver la grabación del conversatorio en este enlace de Youtube.

sábado, 1 de agosto de 2020

Propuestas resilientes para el turismo en Gran Canaria

Collage de fotos de Gran Canaria (Revista Viajar)
Este mes que finaliza he participado en un coloquio en el Museo de la Ciencia sobre los retos del turismo pos Covid19, organizado por el Club Financiero de Canarias. También me invitaron a una sesión de videoconferencia con la comisión de Turismo del colectivo de mujeres Charter 100. Y participé en el jurado de los premios que otorga el Gobierno de Canarias en el ámbito del turismo. Felicitaciones a los demás candidatos no premiados en esta edición, como son el Hotel Gran Rey (La Gomera); los profesionales sanitarios de Canarias en parte reconocidos en el premio a la actuación conjunta en el H10 Adeje; el personal del Hotel Oliva Beach (con quienes el jurado se solidarizó por la kafkiana actitud de la Dirección General de Costas del Estado); los establecimientos lanzaroteños que se ofrecieron para actuar en la labor de prevención contra la Covid-19; el municipio de San Bartolomé de Tirajana y la proyección internacional que han desarrollado los clubes rotarios de Gran Canaria.

Esta última semana tuve una nueva reunión -presencial- con miembros de Charter 100 para concretar aspectos surgidos tras la primera charla. Intentamos aproximarnos al escenario complejo, de crisis, de conectividad mutilada por la pandemia (hasta la vacunación). Hablamos de la estancia media de los turistas. En el caso de Gran Canaria (como modelo o ejemplo para las islas), sus 171.333 camas tienen capacidad para 62,4 millones de noches de estancia en un año. En 2019, llegaron a la isla 4,2 millones de turistas que, a una media de 9 noches, suponen 37,8 millones de pernoctaciones. Para llegar a la misma ocupación del año pasado, incrementando las pernoctaciones por turista, tendríamos que lograr:
  • 10 noches: 3.780.000 turistas
  • 11 noches: 3.430.000 turistas
  • 12 noches: 3.150.000 turistas
  • 13 noches: 2.900.000 turistas, lo que supondría un tercio menos respecto a 2019...
Según estos cálculos, con menos turistas en rotación podríamos alcanzar la misma ocupación. En contra, según los profesionales, al tercer día los clientes ya no salen del establecimiento y buscan tranquilidad, no incrementan gastos. Quizás no acertemos con la oferta que complemente al sol,  como sí sucede en Lanzarote gracias a Manrique. Reflexionamos acerca de cómo dar la vuelta a la tendencia de caída de la estancia media (un día en la última década).

Consideramos que habría que propiciar el aumento de la estancia media (mejor seguimiento y rastreo, menor carga de trabajo en algunos servicios, sobre todo la limpieza de habitaciones en cambio de clientes a partir de la Covid-19). Para eso se debería analizar qué oferta complementaria pública y privada tenemos que no llega al turismo, así como el apoyo a nuevas iniciativas que sirvan de nuevos productos y recursos turísticos en un nuevo escenario.

La reducción del volumen de negocio para las aerolíneas y los aeropuertos sería una consecuencia, pero es ya una realidad y la opción de incrementar la estancia origina un flujo más seguro para las compañías aéreas en un escenario de búsqueda de algunas certidumbres, donde la seguridad tradicional cambió tras los atentados del 11S-2001, y ahora se implanta la pos (o no) Covid-19. Provisionalmente,  pero se quedará.

También analizamos segmentos de mayor gasto y con gran capacidad de desarrollo en la isla, el MICE (Meetings, Incentives, Conventions and Exhibitions). El de convenciones podrá retornar dependiendo de la conectividad, no así los congresos que van a sufrir un periodo de 'adaptación', aunque la realidad es que disponemos de tres recintos con una actividad más bien escasa que no llegaba a una veintena de congresos al año. Puede que esta crisis rompa las limitaciones de nuestro modelo turístico a esta actividad. Pero en absoluto podremos mirarnos en destinos como Las Vegas, con sus millares de convenciones y congresos, con sus 42 millones de visitantes en 2018 y una población de 600.000 habitantes en la ciudad inventada para el ocio y los negocios en medio del desierto.

Otro es el deportivo, cuyo auge se centrará más en el entrenamiento que en grandes eventos. Podría ser ahora la ocasión para lograr el Centro de Alto Rendimiento (CAR) en la isla con servicio todo el año para la mayoría de los deportes en un territorio sanitario más seguro. En España el Consejo Superior de Deportes ha creado CAR en Madrid, Barcelona, Sierra Nevada y León. Y Centros Especializados de Alto Rendimiento en Mallorca (ciclismo), Madrid (golf), Sevilla (piragüismo y remo), Granada (tiro olímpico), Santander (vela). Este equipamiento favorecería también al deporte isleño.

En Salud y Bienestar es necesario adaptar instalaciones alojativas para la movilidad de personas que tengan que estar en cama. Y también la accesibilidad universal. Con seguridad podemos atender a los 'invalids' europeos del siglo XXI. Nuestra isla es ese sanatorio desde hace más de un siglo cuando disfrutaban los balnearios de aguas minerales y medicinales, o aquellas instalaciones pioneras en los 60 de helioterapia, montadas por Eduardo Filiputti y el conde en Maspalomas, o más reciente la completa red de spas que tiene la isla. Una oferta capaz de competir -y mejorar- con el clima más saludable del mundo, gracias a las instalaciones, los servicios y la seguridad sanitaria que ofrece este territorio. Un turismo que mueve personas acompañadas y por estancias más prolongadas.

El turismo Azul también es otra opción poco aprovechada en la isla donde Armstrong, Aldrin y Collins practicaron submarinismo tras pisar la luna. Potenciar la imagen de pesca deportiva de grandes marlines o peces espada que son devueltos al mar; el avistamiento de cetáceos y reservas marinas, es una (otra más) asignatura pendiente en una isla con una facultad de Ciencias del Mar, un Parque Científico Tecnológico en Taliarte, así como 'jardines de sal' como llamó César  Manrique a las salinas. Y la gastronomía...

Insistimos en que Canarias es singular en el turismo mundial, al ser islas multiproducto y multidestino, en las que destaca una naturaleza espectacular, con una biodiversidad única en el mundo y una variedad de paisajes sorprendente por la variedad y calidad de sus ecosistemas, con los contrastes tan sorprendentes. Un paraíso para millones de aficionados a fotografiar aves, en una isla con especies endémicas y migratorias. Un parque temático sobre la cultura del agua con extraordinarias infraestructuras. Un escenario único para el senderismo, el deporte y turismo activo...

Cultura, patrimonio y tradiciones... y ahora reconocida en su arqueología por la Unesco y producto en torno al paisaje natural y cultural como Patrimonio de la Humanidad a partir del impresionante catálogo de usos de cuevas que ofrece la isla. Recursos que se pueden potenciar con la búsqueda de lo que pueda hacerlos más turismo 'friendly'. Y comentamos el fenómeno de nómadas digitales que podrían formar un centro global de diseño u otras actividades que operan en la red en una isla que les ofrece todas las comodidades y seguridades. La industria cinematográfica, también podría verse favorecida por esas mismas condiciones, con el impulso de las ventajas fiscales que ya de por sí hacen atractiva esta actividad en Canarias...

Hablamos que en muchos casos se pueden crear ofertas en nuestra planta alojativa y de actividades complementarias para nuevos perfiles que pueden encontrar de todo en la isla, pero para eso hay que tener iniciativa y que las administraciones entiendan la necesaria y urgente reconversión turística que han de afrontar. Y sobre todo, apuntalar la seguridad.

El Covid-19 no es una mala casualidad. Es una pandemia que ha afectado a todas las naciones y que ha puesto de manifiesto las debilidades de nuestro modelo. Nuestra capacidad de resiliencia está a prueba ¿o es prácticamente nula?.

Gracias a las amigas de Carter 100 por compartir esas reflexiones y su resiliencia.