jueves, 20 de agosto de 2015

Uso residencial en suelo turístico. De pescadilla a pesadilla

Hotel Don Gregory, junto a San Agustín.
Interesante debate el que se ha abierto en torno al uso residencial del suelo turístico con la exposición pública del Plan General de Ordenación (PGO) de San Bartolomé de Tirajana. Alegan algunos propietarios que sus apartamentos, bungalós o complejos no desarrollan actividad turística alguna, que han sido dados de baja como tal (han quedado fuera de explotación), y que sin embargo continúan clasificados como uso turístico en el PGO. En muchos casos, incluso, estas construcciones son ya primera residencia familiar (empadronados o vivienda permanente), o segunda residencia (para fines de semana o periodos vacacionales), cuando son apartamentos de dimensiones no pensadas ni legalizadas para uso residencial o familiar. Pero así ha sucedido y nos encontramos, en la mayoría de los casos, con establecimientos que fueron rentabilizados y con el tiempo fueron retirándose del mercado turístico, sobre todo en los momentos de crisis, pero mantenían su calificación original como suelo turístico o turístico-residencial. De ahí que estemos ante una "oportunidad para debatir entre todos la ordenación del espacio turístico".

Estamos hablando de urbanizaciones o complejos que -presuntamente- ya no desarrollan actividad turística, al salir de explotación, ni pueden volver a ella si no se adaptan a las nuevas normativas de accesibilidad, seguridad, ahorro energético y un largo y costosísimo etcétera, para poder constituirse como 'unidades de explotación'. Pero se equivocan (o mienten) los interesados cuando dicen no entender que en el PGO se rechace sin más el reconocimiento de su uso residencial permanente, y es que para poder cambiar su calificación de turístico a residencial tendrían que cumplir unos requerimientos y normativas, como disponer de centros educativos, centros de salud y demás equipamientos urbanos que, evidentemente, no existían ni se han previsto en la zona turística donde se ubican esas residencias que se han situado en un limbo legal.

De una manera o de otra, sea residencial o turística, tarde o temprano, la vuelta a la legalidad tendrá repercusiones, ya que o se adaptan los complejos a las normativas en vigor para el turismo o se dota de los equipamientos urbanos propios de cualquier zona residencial. Y es que tiene difícil justificación política y administrativa esa modificación como lo tendría -por ejemplo- convertir en viviendas algunas naves industriales del Sebadal o El Goro... La cosa no es tan sencilla. Pero la culpa no es sólo de los que han comprado apartamentos hace décadas o hace unos años y que pagan el IBI como establecimientos turísticos pero los usan como residencia. La culpa también es de las instituciones que han dejado durante décadas que se consolide esta degeneración de las zonas turísticas en residenciales de facto sin que reúnan las condiciones urbanísticas y arquitectónicas adecuadas.

Y la solución no es nada fácil en lo legal, lo económico y lo urbanístico. No sólo está en juego el interés particular (la propiedad en sí), sino el general (quién pagará los equipamientos) y, sobre todo, el turismo como sector principal de nuestra economía. Porque ¿a qué turista le gusta ver, escuchar y oler un asadero de fin de semana en el bungaló que linda con su apartamento? Habrá que aclarar cuanto antes este tema, pero con todas las cartas sobre la mesa. Supongo que habrá zonas que no podrán convertirse en residencial y otras que sí. Pero tampoco se trata de abrir la puerta para que todo se convierta en residencial, ya que la actividad turística tiene que desarrollarse en algún sitio... Pero aquellas zonas o complejos que tengan que seguir como turísticas no deberían ser víctima de normas que beneficien a carroñeros que quieran sacar tajada de este desatino. Por el contrario, debería ser una fuente de riqueza (por lo menos, en teoría).

  • PD: Este artículo se refiere a construcciones que son usadas como residencia en suelo turístico, no aquellas que ya figuren como residencial, ya que igual de problemático para convertir suelo turístico en residencial lo es a la inversa. Pero bueno, para aclarar todo esto y la situación de cada propietario, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana ha conseguido que el Gobierno de Canarias amplíe a todo agosto y septiembre el período de exposición pública del PGO para que los vecinos afectados puedan informarse y presentar sus alegaciones.

domingo, 9 de agosto de 2015

Del 'Todo Incluído' al 'Todo a tu Alcance'

Días atrás publicaba un medio local que uno de cada tres turistas en Canarias se aloja en establecimientos 'todo incluido' (TI). En diez años, según los datos de fuentes del sector, se ha pasado del 11% de turistas TI al 33%. Y sigue creciendo. Un auge que coincide con el del turismo que quiere olvidarse de cualquier preocupación. No molestarse más que en comer, beber y disfrutar de la piscina o las instalaciones del complejo turístico. Ello incide en la pérdida de clientes de los establecimientos en su entorno. Curiosamente, el número de restaurantes en las islas no ha parado de crecer en ése período, aunque sea la isla de Tenerife la que ha experimentado un crecimiento sorprendente frente al aumento moderado en la isla grancanaria.




Pero vamos al tema. El TI es una modalidad de alojamiento que procura que el turista no salga del establecimiento y disfrute de sus instalaciones (piscina, hamaca, piscina, hamaca y así hasta que finalice su estancia) con el consumo de bebidas y comidas sin tocar el monedero (o casi). Esto ha supuesto una merma de clientes en restaurantes y bares del entorno, o así lo aseguran las patronales del sector que han puesto en marcha campañas para reivindicar que se ponga freno a la actividad del TI y evitar que el 100% de los establecimientos turísticos se conviertan en 'reservas' para turistas que se inhiben del entorno del destino turístico más allá de los muros o jardines de su hotel.

De hecho, las organizaciones que agrupan a las empresas del sector de la restauración (la Federación Empresarial canaria de Ocio y Restaurantes (Fecao) y la Plataforma de Pequeños Empresarios Unete) abogan por establecer un impuesto a las empresas TI de un 15%, lo que vendría a ser un poco más del doble del IGIC (Impuesto General Indirecto) que actualmente se paga en Canarias. Una medida que habría que justificar y analizar para ver si es aplicable y si hay voluntad política de implantarla.

Lo cierto es que, como sucediera con la aparición hace años del time sharing (compra de inmuebles, apartamentos o habitaciones a tiempo compartido), al final habrá que regular esta actividad porque no es lo mismo dar pensión completa o media pensión que incluir en el precio de la estancia todos los consumos de comidas y bebidas que se realicen en el establecimiento. Aunque, lo cierto, este tipo de ofertas tienen sus clientes y, a la luz de los datos que se ofrecen, van en aumento.

El impacto sobre la economía local, es serio. El TI limita el reparto del gasto turístico y afecta seriamente al sector complementario en el turismo. Lo que no quita para señalar que este sector también peca de cierta pasividad y escasa solidaridad con el destino turístico. Tanto es así que son pocos los casos en los que colaboran con los eventos que celebran las instituciones o empresas privadas y sólo se les escucha cuando un espectáculo no se celebra en su entorno y se utiliza otra playa o plaza para satisfacción de los locales de ese lugar que, durante unas horas, hace su 'agosto'.

Dudo que la demanda de un 15% de IGIC a los establecimientos TI tenga recorrido, pero sí es cierto que hay que tomar la iniciativa y buscar alternativas porque el turismo cada vez dejará menos recursos en el destino y eso perjudica a la economía local y por ende al conjunto de la población que ve cómo se ocupan los lugares de mayor valor ambiental para un turismo que deja la calderilla para los residentes.

Por ello, más que gravar a los establecimientos con un impuesto vengativo, habría que plantearse si no sería conveniente que los propios establecimientos TI asumieran su parte de Responsabilidad Social Corporativa, aunque dudo que lleguen a planteárselo, por lo que habría que estudiar si se podría establecer una tasa por cliente de 5 céntimos de euro por día (por citar una cifra). Un dinero que no debería diluirse en la maraña burocrática, sino destinarse a una campaña en los mismos establecimientos TI que promocionara los productos, establecimientos y actividades del entorno, de la isla. Algo que debería existir en todos los alojamientos turísticos, pero que se hace necesario (por no decir obligatorio) en los establecimientos TI. De esta manera, el cliente podrá tener información para decidir si sigue comiendo y bebiendo sin salir del hotel, o si quiere disfrutar de una amplísima oferta que se encuentra tras las puertas de la recepción.

Haciendo cálculos, si uno de cada tres turistas acude a un TI y la media de estancias es de 7 días (pongamos 4 para no ser exagerados), tendríamos que la recaudación para esa actuación de promoción de la amplia oferta del destino podría ser superior a 800.000 euros. O sea, que podemos incluso conseguir dinero para otras acciones (patrocinio de espectáculos, festivales, torneos...).

domingo, 2 de agosto de 2015

Turismo, riqueza y empleo

"Estampa" de un destino de 'sol y playa'
La noticia publicada por el digital 02B acerca de la escasa rentabilidad por turista en destinos de sol y playa en España ha abierto un interesante debate en mi muro de Facebook acerca de, principalmente, dos temas que son permanentes en torno a la actividad turística: cuánto empleo puede crear y qué riqueza ocasiona en los destinos de sol y playa (lo que no quiere decir que sean de masas exclusivamente, aunque aquí se da ese caso). Todo ello contrasta con las cifras oficiales: el turismo representa el 10% del PIB mundial, el 5% de las inversiones en el planeta y 1 de cada 11 empleados en el mundo. En Canarias las cifras son más llamativas: el 28% del PIB y 1 de cada 3 empleos. Razones de peso para cuidarlo y mejorarlo.

Que la riqueza se reduzca a 100 euros por turista no deja de ser dinero, claro, pero no es lo que podríamos llamar una 'riqueza' y, además, habrá que ver y valorar cuánto se queda en el destino que es, en definitiva, el lugar que aporta a la actividad turística unos sacrificios que son repercutidos en toda la población y entre los que podríamos destacar:
  • Uso o presión sobre los espacios de mayor calidad ambiental.
  • Inversiones en infraestructuras y dotación de servicios al sector turístico. Aquí podemos señalar que supone una actividad económica y que precisa de puestos de trabajo, aunque encorsetados.
  • Presión de demanda y encarecimiento de los recursos energéticos que se necesitan para los centros turísticos vs resto de población, sobre todo si se usan combustibles fósiles que no tenemos y hay que pagar e importar; o la demanda de agua que provoca su encarecimiento para otros sectores al no contar con ríos o lagos, ni con la lluvia suficiente que garantice el suministro; o la gestión de residuos, incrementada por el impacto de los millones de turistas que, obviamente, no se llevan la basura a sus países de origen.
  • La necesidad de una mano de obra que puede ser autóctona pero para ello es obligatorio que sepa idiomas y, además, el personal queda ubicado en un sector servicios mayoritariamente de cualificación limitada.
  • Necesidad de importar productos de bajo coste (alimentos, fundamentalmente) ya que lo local no interesa porque sus precios no son tan rentables.
  • Incremento en el destino de las distintas formas de contaminación (atmosférica, sonora, lumínica, aguas residuales...) y masificación, aspecto de gran impacto en territorios insulares.
  • Riesgo de contagio de la economía local por los problemas del sector turístico, derivando en estancamiento económico y crisis, tanto por aspectos exógenos (crisis económica en un país emisor, huelgas o catástrofes e incluso la irrupción de un volcán islandés que paraliza el tráfico aéreo de Europa) como endógenos (saturación, obsolescencia o madurez del destino).
  • Limitado impacto en la generación de empleo (y bastante que da de sí el turismo)
  • Subordinación a intereses foráneos (turoperadores, compañías aéreas, de cruceros, grupos hoteleros o de gestión de parques temáticos, e incluso las empresas de animación y espectáculos en establecimientos hoteleros...)
  • Intervención política con importantes cantidades de dinero público en promociones con objetivos dispares (tengamos en cuenta que estamos ante una complejidad de destinos, de islas, de la comunidad, empresas, establecimientos, servicios o productos), e incluso se puede dar el caso de la utilización de estos recuros para campañas personales.
  • Laberinto legislativo...
  • Distorsión de la marca, siempre dependiente de los tumbos que da el encargo a consultoras (también mayormente foráneas), cada vez que hay elecciones y cambio del responsable político o por la falta de criterio de algún técnico (que de todo hay).
  • Y un largo etcétera...


Con este panorama que ya auguraba Mario Gaviria (‘España a go-go’ 1974) tenemos que reconocer y recordar que hubo quien pensó más allá que en justificar la venta del complejo turístico y sacarle el beneficio inmediato. Visionarios cuyo objetivo era rentabilizar la presencia del turista en nuestro territorio y que formaran parte de un proyecto o modelo en común con el isleño.Y es que la fórmula o el silogismo es sencillo. Si el sol y la playa es gratis y no es tasable, el visitante puede y debe dejar su aportación en actividad económica pagando por productos y servicios que no vengan en el ‘paquete’ que controla el turoperador o el alojamiento (en particular los que han implantado el ‘Todo incluido’).

Considero que Gran Canaria ha de aspirar (no queda otra) a mucho más dinero por turista y que éste, encima, salga satisfecho de la isla y regrese. Pero ¿qué se puede añadir al sol, la playa y el clima?. He indagado durante años en esta necesidad y veo varias posibilidades de distinto tipo que me reservo y considero necesario, además, crear un espacio permanente (y no me explico cómo no existe ya) para el encuentro entre empresarios que puedan imaginar las posibilidades de este territorio y sus gentes para que la marca turística de Gran Canaria se convierta en un referente mundial para un perfil de turistas que no miren sólo el precio (que es el determinante actual al dejarnos caer en el 'bombo' de destinos commodities) cuando eligen un destino de sol y playa entre los muchos que pueden elegir, sino que encuentren otros productos y servicios (no olvidemos que cada isla viene a ser un destino multiproducto) y todo lo demás que pueda desear o encontrar un turista -con la calidad esperada- en nuestros competidores.

Pero hay que apuntar más alto. Buscar el liderazgo. Además de lo dicho hay que ofrecer algo que no tengan otros, que sorprenda e incluso puedan desear exportar como franquicia.

Gran Canaria podría tener su nuevo lema más allá del exitoso creado por Fray Lesco del ‘Continente en miniatura’. Un contenido más atractivo para la sociedad del siglo XXI con productos que se conviertan en un referente y reclamo para el mundo. Que, además, destaque y sorprenda con usos novedosos de los avances tecnológicos, porque no todo está inventado, ni mucho menos, en el turismo.

Y ahora abordo la controvertida tasa. ¿Dónde hay dinero para esas iniciativas? Yo creo que podrían lograrlo con la tasa o como quieran llamarlo, pero con una importante diferencia: el importe recaudado no será gestionado sólo por el partido político que gobierne o el órgano de la administración que la tramite. Ni se difuminará entre los fondos de la institución. Ni se destinará a cubrir las actividades de la administración que se vienen realizando con partidas finalistas en el área de turismo.

Hablo de un nuevo modelo (también) de gestión, con más implicación del empresariado (porque va en ello que sus establecimientos puedan subir precios y aumentar su valor), la complicidad de la sociedad (porque habrá que investigar y crear...) y con la participación de la administración local e insular para que incrementen  su actividad y presupuesto e impulsar este cambio de modelo. Un cambio que hará que el turismo no sea un sector estanco y contradictorio, sino que pueda liderar el desarrollo como hiciera tras las iniciativas de Néstor Martín Fernández de la Torre bajo su espíritu de “Hacer de la vida una obra de arte” y en esa obra de arte viviremos los grancanarios y la compartiremos (porque contribuirán a mantenerla y mejorarla) con los turistas.