domingo, 29 de diciembre de 2013

El Dedo de la Diosa (turismo, fe y fantasía)

El Dedo de la Diosa (F. Esquiroz)
Acabo de escuchar que el arzobispo de Madrid, Rouco Varela, decir que vivimos una “agobiante atmósfera intelectual y mediática", por lo que supongo que a él le gustaría más una sociedad en la que se prohibiera el libre pensamiento, la libertad de conciencia y la libertad de expresión y comunicación. Todo un vestigio arqueológico este destacado miembro de la curia que nos recuerda a diario que este país soporta desde hace siglos una endémica mojigatería que lo aboca al fracaso en todo lo que sea progreso social y de libertades y derechos civiles, ya que seguimos sometidos por una cultura moral que atenta contra las directrices de la sociedad ‘occidental’ cuna de la democracia, la ilustración, pero también de las cruzadas y el santo oficio, campos de exterminio o los kulags…

Actualmente (y en ello han colaborado todos los partidos que nos han gobernado en democracia) el estado español, sí o sí, financia a la iglesia (la católica) a través de los presupuestos, pero además: pagamos parte de la educación de instituciones religiosas en centros concertados donde se pueden quitar el lastre de los compromisos sociales del sistema público de enseñanza; pagamos en la enseñanza pública profesores que imparten religión controlados por la iglesia, sin que esos docentes hayan aprobado una oposición (pero los pagamos los ciudadanos, creyentes o no) y sea el obispado el que decida si se les despide o no por motivos tan perseguibles como el ser divorciados. Pero hay más: pagamos los curas castrenses; o esas aportaciones a través de la declaración de la renta que no deseamos que vayan para la iglesia, pueden terminar en organizaciones vinculadas a la iglesia. Una iglesia que no paga impuestos y que escritura a su nombre parcelas e inmuebles tan católicos como la Mezquita de Córdoba… Y después cobran la entrada a los visitantes ¡claro!

Pero, además, si acaso se destruye un templo por un incendio, o hay que restaurar sus bienes o digitalizar los archivos, o si cae un rayo en una iglesia… Ahí están las instituciones para pagar lo que haga falta con el dinero de todos (creyentes o no, cristianos o budistas), reconstruyendo las propiedades de una iglesia (su organización y banca) que sigue amasando bienes terrenales mientras nos cuenta su discurso de ayuda a los pobres, acabar con el hambre y poner fin a las guerras, mientras hay más pobres, más hambre y guerras más injustas (declaradas o no).

Alguien podrá decir que estos templos son para todos los públicos, incluidos los turistas. Y es cierto, en parte, ya que turismo es todo, pero no todo es turístico.

Como casi todos, cuando viajo visito iglesias y catedrales, mezquitas, alcázares, castillos, cementerios, salas de fiesta, mercados, plazas, playas, cuevas, museos y todo aquello que tenga calidad o historia. O también los hitos o símbolos naturales, como lo es (ya un poco menos) el Dedo de Dios en Agaete, bautizado así por uno de los visionarios del turismo en la isla, Domingo Doreste (Fray Lesco). Un roque que sigue llamándose como lo bautizaran hace un siglo a pesar de que la tormenta Delta le amputó la falange, la falangina y la falangeta, llevándosela al fondo del mar en una triste jornada en la que algunos pidieron de inmediato su restauración. Pero el tiempo y la naturaleza han seguido su curso y ya no se escuchan voces defendiendo aquellas peregrinas y exaltadas reacciones ‘en caliente’ para ‘curar’ el dedo amputado por el viento.

Distinta ha sido la reacción ante el incendio de la iglesia de Muxía y la rápida respuesta de la Xunta de Galicia para hacerse cargo de la reconstrucción, con el dinero público de un bien tras el que hay un propietario particular o privado, aunque sea una comunidad de creyentes. Pero claro, ¿cómo se puede defender desde las instituciones que desmontan los equipos de científicos que investigan cómo acabar con el cáncer o los institutos tecnológicos que la prioridad económica está en restaurar esos símbolos religiosos propiedad de una iglesia que no paga impuestos? Y es que con la iglesia hemos topado…

Aún así, y vuelvo al caso del Dedo de Dios, permítanme que aborde la recuperación de tan insigne símbolo natural y popular desde una perspectiva más turística y divertida. Una opción que cambie el rumbo secular y machista del histórico roque partido, ya que se podría colocar un dedo índice (el medio sería muy ofensivo), esta vez más realista, con productos que no pesan y resistentes a la climatología, y con la uña pintada de rojo para así tener y mostrar el Dedo de la Diosa, aunque no se preocupen, no voy a perder el tiempo ni iniciaré con esta propuesta una polémica moralista y estéril.

Pero, fuera de inocentadas disparatadas y de machangadas retrógradas y peligrosas del ínclito Rouco, voy a la reflexión que quería plantearles en torno a qué es lo que triunfa en el turismo en el mundo: ¿Dónde está el negocio y la producción de economía? ¿En los edificios históricos o religiosos? ¿En los botes de plástico cutres con un chorro de supuesta agua bendita de Fátima o Lourdes que se venden a precio de vinos gran reserva?

Yo considero que triunfa la fantasía como industria y no la fe como empresa turística (aunque tienen mucho en común) como es el caso de los parques temáticos de Disney; y triunfa el espectáculo frente al ritual (los propios creyentes en San Marcos de Venecia piden respeto a sus horarios de culto); o la convención y el ocio. Porque es cierto que la fe mueve masas y hasta ‘montañas’, pero los verdaderos creyentes son los que están más alejados de la parafernalia y el negocio montado en torno a las convicciones y creencias de la humanidad en sus distintas manifestaciones.

Por todo ello, antes de construir o restaurar una iglesia o un templo con dinero público evitaría desmontar laboratorios y centros de I+D+i. ¿No sería ése el mensaje actual de los profetas y santos que dieron su vida por el bien de todos y TODAS, en un mundo en el que se pueda superar el sufrimiento, el hambre y que vivamos en paz?

¡Que tengan un feliz 2014 y que el turismo nos acompañe!

lunes, 23 de diciembre de 2013

Radiografía del viajero

Portada del libro
Plutarco realizó un interesante ejercicio de comparativas sobre personajes históricos –más bien mitológicos- en su ‘Vidas paralelas’. Una obra imprescindible para conocer el mundo clásico que me sirve para introducir las casualidades que han dado lugar a que el libro ‘En las Canarias con una cámara’ (Enrique Jiménez Fuentes. Ediciones Idea, 2013) llegara a mis manos. Resulta que el traductor que además ha realizado las notas y el estudio preliminar, J. Enrique Jiménez Fuentes y un servidor hemos tenido vidas paralelas en amistades, compromisos, intereses y, ahora, en la necesaria recopilación y revisión de la historia del turismo en Canarias. Fruto de esos conocidos mutuos surgió la amistad sin complicaciones en un par de encuentros organizados por nuestro común amigo, Juan Carlos Domínguez que, además, se nos descubrió como novelista con la obra ‘El dilema de Spasski’ de la que escribí una reseña en este blog.

Pero bueno, lo importante de esta obra de Margaret D’Este y las fotografías de su madre M.R. King, es el fiel retrato de una sociedad que entraba en el desarrollo turístico a través de la visión más profunda y objetiva de aquella serie de viajeros que recorrieron las islas para dar cuenta de un paisaje y un paisanaje cautivadores para los europeos continentales de la época industrial y de expansión colonial. Una obra que “alcanza el perfecto equilibrio en esa conjunción de la crónica, el diario y la guía de viajes”, según el autor.

Lo más sorprendente de este libro es, sin lugar a dudas, el minucioso, riguroso y esclarecedor Estudio crítico, que viene a ser un regalo en forma de investigación sobre las autoras de la obra y sobre la actividad turística de principios del siglo pasado en las Islas Canarias. Empezando por los orígenes de las autoras de la guía ilustrada (que sólo recorrieron Tenerife, La Palma y Gran Canaria) para también adentrarse en el estudio del turismo original y de sus actores “esa desagradable variedad del género de los primates: el turista común”, según la descripción que recogen de Leslie Stephen y que refleja el clasismo imperante.

Enrique Jiménez también describe la época eduardiana (1901-1910) en la que “se producen grandes avances tecnológicos generados por una vertiginosa sucesión de inventos: el teléfono, la máquina de escribir y la de coser, el automóvil, el aeroplano, el telégrafo sin cables y se perfecciona la máquina fotográfica, entre otros”. Es la máquina fotográfica ‘cammy’ otra de las grandes protagonistas del libro de viajes, no sólo por su papel como notario del momento (encuadres de personajes y momentos un poco forzados por la propia limitación de aquellos artilugios pesados y complicados).

Esta revolución mecánica supone también para el autor el fin del mundo victoriano, moralista, lleno de “gazmoñería e hipocresía social” y da paso a “una nueva actitud vital en la que predomina el gusto por la práctica de los deportes y las actividades recreativas entre las clases altas de la sociedad. Gracias al ascenso del nivel de vida y el desarrollo de los medios de transporte los viajes de placer, hasta entonces patrimonio de los terratenientes ociosos, están al alcance de las clases medias, dando origen a lo que más tarde se conocería como turismo de masas…” Es la etapa que denomina de los llamados cruceros turísticos-fruteros y que se refleja en el escrito que recoge el autor del cónsul británico en el que se refiere a Gran Canaria como “un puerto donde abastecerse […] un huerto donde se cultivan hortalizas para las mesas inglesas y una tierra de descanso donde pueden recobrar la salud”.

En esta línea, Enrique Jiménez plantea el desarrollo del turismo y la hostelería y comenta los antecedentes del ‘Grand Tour’ que tuvo su auge entre comienzos del siglo XVIII y del XIX, así como la ‘Indian mail y los cambios que se producen con la aparición del ferrocarril y el auge de las vías marítimas. La importancia de los períodos de paz y la visión del pionero de la turoperación: Thomas Cook (1808-1892), dando lugar a la ‘democratización’ del turismo y la masificación de viajeros, así como “la desaparición de componentes intrínsecos al concepto del viaje tales como la aventura, lo imprevisible y lo inédito”.

Asimismo, repasa el desarrollo del turismo de ‘invalids’, la creación de las compañías hoteleras (británicas, principalmente) y los primeros establecimientos de las islas con los comentarios y opiniones de los escritores de la época (bastante amplia referencia de éstos autores), las navieras que hacían escala en las islas, las publicaciones, los 500 turistas que llegaron en 1886 y los 5000 que visitaron las islas en 1890, o los 8500 de 1910 (cinco mil en Tenerife y 3500 en Gran Canaria) con la oferta de actividades que podían disfrutar los turistas: ‘La vuelta al mundo’, o la creación de los organismos de promoción turística.

Evidentemente, no estamos ante un destino turístico sin defectos. Y no es raro encontrar referencias a las chinches, moscas, piojos, pulgas, la “multitud de niños harapientos”, el desconocimiento de idiomas, la mala calidad de las posadas, la comida, el maltrato y crueldad a los animales, la ‘plaga’ o “enjambres de mendigos harapientos” …, si bien Enrique Jiménez comenta que “al narrador de viajes se le presupone imparcial, objetivo…” Pero los textos de los viajeros de la época victoriana “rezuman arrogancia y parcialidad cuando afrontan el hecho cultural de los ‘países del sur’, patentizando así su intolerancia, su chauvinismo y sus prejuicios hacia los ‘nativos’ de los países ‘subdesarrolados”.

Sin embargo, en Margaret D’Este, encontramos amplias descripciones de la comida, la repostería, el té y sus rituales, así como productos locales, al igual que los problemas encontrados para poder bañarse con agua caliente cuando abandonan los hoteles para recorrer el territorio insular y sus fondas y pensiones.

Jiménez aprovecha para explicarnos los primeros souvenirs, el tabaco, los calados, la cerámica… Elementos que encuentran en el turismo una clientela que permite mantener estas actividades en desuso, así como la pérdida de la indumentaria típica, bien a causa de las epidemias –sobre todo el cólera morbo que arrasó Gran Canaria en 1851- como por el bajo precio de la ropa de importación. También hace una detenida exposición de la introducción y auge de los deportes en las islas: el tenis, el golf, el cricket… creándose las primeras instalaciones y clubes de estas modalidades en España.

En definitiva, un excelente y totalmente recomendable libro para conocer los orígenes y desarrollo del turismo hasta comienzos del siglo XX. Un trabajo que llena un espacio de conocimiento que se está tardando demasiado en llenar en esta tierra que vive, fundamentalmente, del turismo y que es pionera y escaparate mundial de este sector.

sábado, 14 de diciembre de 2013

La verdadera marca es Maspalomas

En el I Foro Internacional de Turismo Maspalomas Costa Canaria participé en la última de las actividades del mismo, el encuentro sobre ‘La verdadera marca España’ que se organizaba en colaboración con la Asociación de Periodistas Europeos (APE). Una sesión que estuvo presidida por el apuro que supuso que el ponente principal Carlos Espinosa de los Monteros superara el doble del tiempo establecido para su intervención (al parecer no se le avisó ni a él ni al moderador) y por ello apenas tuvimos tiempo de intervenir. Por eso, aprovecho este espacio para explicar con un poco más de detalle lo que tenía pensado plantear y, de paso, señalar mi asombro por los planteamientos un tanto anacrónicos (y poco relacionados con el turismo) esgrimidos por el señor Espinosa que incorporó una enorme carga política a la marca España más vinculada a una tendencia o ideología que a la pluralidad que ha caracterizado al país a lo largo de la historia.

Ante ese posicionamiento, recupero aquellos versos de Machado:
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

De hecho, ante el título de la conferencia y el desarrollo del argumentario me reafirmé en que una marca país no es una ‘unidad de destino en lo universal’, sino que es la suma de muchas partes, elementos, valores, lugares… Incluso, en ocasiones, es más potente una pequeña marca (geográficamente hablando) que la propia marca país. O, más allá incluso… ¿Nos identifica más que la marca España la marca Europa ante los extranjeros? Una marca que agrupa un conjunto de países que reconoce nuestra condición de ultraperiferia, nos ayuda con sus programas europeos y que ofrece un paraguas cultural e histórico de directrices políticas y legales… Hay para hablar mucho en este tema, pero no era el caso en el acto de ayer y, evidentemente, no hubo tiempo para profundizar.

Cuento aquí parte de mi intervención, incluyendo aquello que tuve que dejar en el tintero para –muy apresuradamente- hablar de lo que es una marca territorial casi exclusivamente turística, artística y de naturaleza (Canarias, Gran Canaria y Maspalomas) que tiene otro origen, recorrido y futuras posibilidades que la de la marca España.

Para empezar, aproveché el segundo centenario de la muerte de nuestro gran ilustrado, José de Viera y Clavijo (1731 - 1813) para aprovechar una descripción que (creo) es la que mejor define lo que es una marca pero en una época en la que ni creo que existiera esa palabra: “Tiene la propiedad de presentarse a los ojos y de huirse entre las manos”. Y es que Viera utilizó esta frase para describir lo que era la ilusoria isla de San Borondón. Una isla que para nuestro artista Pepe Dámaso demuestra que los canarios somos tan fantásticos que hasta nos inventamos una isla irreal, surrealista… Pero para ser más actuales, tomé la referencia de Luis Bassat (autor del ‘Libro rojo de la publicidad’) que describe este concepto afirmando que la marca vive en tres lugares muy distintos: en el mercado, en el cerebro y en el corazón humano.

Y esa forma de vida de la marca tiene un espacio muy relevante en los destinos turísticos insulares, ya que la isla es un elemento diferenciado en el sector turístico. La isla representa lo mítico, lo legendario, lo maravilloso y lo extraordinario existe por sí mismo en las islas de nuestro interior. De ahí que encontremos una amplia representación literaria de la isla en las obras de Homero, William Defoe, Jonathan Swift, Tomás Moro, Verne, Huxley y muchísimos más. La primera referencia literaria de Canarias nos vincula a la mitología, al situar en estas islas el Jardín de las Hespérides, los Campos Elíseos, las Islas de la Fortuna (Makaron Nesoi: Macaronesia), Jardín de las Delicias, Islas Bienaventuradas. De ahí que yo siempre insista para que reconozcamos y nos enorgullezcamos de ser la primera marca turística de salud y naturaleza en la historia de la humanidad.

Esa marca fue creciendo con otros hitos, como el paso de los descubridores que hicieron realidad la globalización: Colón, Hernán Cortés, Pizarro, Magallanes; seguidos por los que dieron explicación al mundo, con los científicos Webb, Feulille, Verneau, Humboldt, Berthelot, Darwin (que no pudo desembarcar porque se declaró el ‘Beagle’, el buque, en cuarentena), Bory de Saint Vincent... Y es que la situación estratégica de Canarias y las condiciones extraordinarias (naturales) de la bahía de La Luz consolidaron este lugar como estación carbonera y de viajeros en el transporte marítimo: Union, Castle… Trasatlánticos. Y también en los orígenes y evolución del las comunicaciones aéreas: Gago y Coutinho, Plus Ultra, Zeppelin… Todos ellos pioneros en las grandes rutas trasatlánticas, o más recientemente la vinculación de la Estación Espacial de Maspalomas a los programas Mercury, Gemini y, sobre todo, al Apollo, al ser el centro de comunicaciones que recibió el mensaje de los astronautas Collins, Armstrong y Aldrin: “Hemos dado un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad”.

Esta marca turística tiene otras muchas perspectivas, pero es fundamental el hecho de que tenemos el clima más saludable del mundo, no por capricho o chovinismo, sino porque durante siglos se ha constatado e investigado las características climáticas de las islas y así lo han determinado científicos ingleses y alemanes que durante décadas buscaban el lugar ideal para curar a unas poblaciones enfermas de éxito del desarrollo industrial, creando una masa gris de enfermos pulmonares (‘invalids’) y una sociedad con una incidencia gravísima de alcoholismo que dio lugar a los primeros turoperadores (Thomas Cook y Thompson) que serían llevados a la literatura por Julio Verne, para crear una obra que incluía la estancia en Canarias para aquellos pioneros de las rutas turísticas por mar. Una realidad que se demuestra en el hecho de que en la capital grancanaria en 1911, con apenas 60.000 habitantes, se contaba con 18 hoteles, el primer campo de golf de España y el primer club de tenis. Pero muchos insisten en que el turismo empezó en estas tierras hace sólo medio siglo. No sólo no es así, sino que aquel potencial tuvo su continuidad con Néstor Martín Fernández de la Torre, la Escuela Luján Pérez y Fray Lesco, los impulsores de las revistas Canarias Turista e Isla, o Néstor Álamo.

Dicho todo esto, osé versionar un poema del político, militar y revolucionario republicano nacido en Gran Canaria, Nicolás Estévanez Murphy para declarar que las marcas turísticas tienen un trato diferente respecto a la marca país, o como diría el poema 'tuneado':
Mi marca no es España
Mi marca no es Canarias, 
Mi marca es el clima, la playa,
La luz y las dunas de Maspalomas

Y es que Canarias, Gran Canaria y Maspalomas Costa Canaria tienen entidad propia y diferente. Un destino multiproducto o muchos destinos en un conjunto, con numerosos productos de gran resonancia y reconocimiento.

Y, volviendo a la historia, recordemos que en Maspalomas (marca por excelencia y con un prestigio internacional indiscutible) tenemos que reconocer y defender que se trata del destino donde se creó:

  • El primer concurso Internacional de Ideas turísticas que afectaba a todo el litoral de un municipio
  • El primer parque temático de España 1971
  • El primer centro helioterápico de España y uno de los más importantes de Europa, como anticipo de las instalaciones de wellness actuales
  • El primer templo ecuménico de Europa.
  • Se trata del principal destino mundial del turismo nórdico.
  • Estamos ante el principal destino europeo de invierno
  • Es el principal destino gay/lgtb de Europa y entre los dos más importantes del mundo junto a Sidney
  • Es el principal destino europeo en oferta extrahotelera
  • El destino con más índice de repetición de usuarios (casi el 80% repite)

Hay problemas y defectos, pero esa marca hay que aprovecharla, divulgarla y no descuidarla. Creo que este foro y otras iniciativas en marcha o que surgirán próximamente, van en esa línea.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Pepe Dámaso. Turismo y arte

Dámaso en los 50 años de Maspalomas Costa Canaria
Pepe Dámaso cumple ocho décadas. Ochenta años. Una edad que nos permite hacer balance de su trayectoria mientras él continúa a su aire, enfrascado e ilusionado en nuevos proyectos. Todo ello a pesar de que el cariño de gran parte de la población canaria (y de fuera) le ocupe demasiado tiempo en estos días de celebración.

Los astros, el destino, o la simple causalidad me han permitido compartir con el artista varios momentos y circunstancias que comento muy por encima: su vinculación artística con mi familia, su amistad y colaboración con mi padre como dinamizador cultural durante la dictadura desde Radio Atlántico (hoy Radio Nacional) y el Diario de Las Palmas, y, además, varios encuentros de hace muchos años para acá.

De esas actividades destaco la presencia en la manifestación por la defensa de la necrópolis de La Guancha, en 1976, donde también estuvieron César, Celso Martín, mis padres (Luis Jorge Ramírez y Jane Millares Sall) y unas doscientas personas que hicimos el recorrido desde la carretera de Sardina a aquellos túmulos de una joya arqueológica desahuciada. Años después, puede que en 1978, estaba en Arrecife cuando presentó su segunda película ‘Réquiem por un absurdo’, un acto inolvidable por el ambiente que se respiraba en esos momentos. Otro momento especial fue a finales de los ochenta (1988) durante el enfrentamiento más duro que mantuvo César contra la especulación y la ocupación de la costa para construir en primera línea de Los Pocillos. Al día siguiente de aquel plante contra las excavadoras llegaba Pepe al aeropuerto de Lanzarote donde le esperaba César necesitado del ánimo y optimismo de su amigo. Recuerdo que en los quince minutos que estuvimos hablando César vivió una profunda transformación de su semblante grave por esa felicidad generosa que Pepe reparte hasta que rompe a llorar, apenas unos segundos, para recuperar parte de esos sentimientos y volver a animar a todo el que le rodea, a jugar con ocurrencias que animan a la creatividad.

Ya en los últimos años, desde 2011 hasta hoy día, son numerosas las ocasiones que he tenido largas conversaciones con el artista, con la persona, con el amigo y con el octogenario que todavía pregunta  y gusta de conocer opiniones sobre temas de actualidad, de arte y de proyectos en los que quiere participar con entusiasmo y generosidad. Horas y horas de compañía que no sólo me han permitido conocer al genio oculto tras esa fachada de personalidad fulgurante, sino también me ha ayudado a colocar las piezas del gran puzzle que es el arte en Canarias y sus circunstancias.

De ahí que pueda afirmar que Pepe es parte de ese engranaje oculto pero necesario para poder explicar el desarrollo turístico de Gran Canaria, caso singular y diferenciado del resto del planeta, donde la sociedad civil se movilizó liderada por intelectuales y artistas para crear un concepto y modelo de turismo.

Personalidades como Fray Lesco, Gustavo J. Navarro Nieto, Francisco González Díaz, la Escuela Luján Pérez, Néstor, Manolo Millares, Martín Chirino, Giraldo, Néstor Álamo, José Abad… Y muchísimos más artistas, tuvieron una colaboración directa con la actividad turística. Una visión del arte hacia el turista y el viajero que tiene su origen en José de Viera y Clavijo. Premonitorio escritor que recorrió Europa en una etapa y condiciones de privilegio. Pero el turismo de salud llegó y después se convirtió en un turismo popular en un proceso que se plasmó en publicaciones como Canarias Turista (1910-1931) o Isla (1946-1969) donde me confesó Pepe que encontró una fotografía en la que vio a César mientras realizaba el mural del Parador de Arrecife y se dijo “¿Esto qué es? A este pintor lo quiero conocer”. De esa foto surgió una de las amistades más interesantes para nuestra tierra.

Ya en los sesenta, comienza la relación de Pepe con Maspalomas Costa Canaria, tras el Concurso Internacional y la visión de la familia condal y del arquitecto Manuel de la Peña que apostaron por incorporar a los artistas canarios en los edificios y creaciones para el turista. No bastaba el sol, el clima, el paisaje, la flora o la fauna… Había también esculturas, pinturas, murales… Un planteamiento en el que también participarían arquitectos que realizaron los hoteles y apartamentos, e incluso 'contagió' a escritores de la talla de Claudio de la Torre, Carmen Laforet, Pancho Guerra y otros

Y a partir de ahí se desarrolla una intensa producción de Pepe para establecimientos turísticos, exposiciones y colaboración con las distintas áreas municipales, con la elaboración de carteles y proyectos de los que nunca obtuvo el apoyo necesario para su realización: La cucaña de aparceros, la duna habitable o el ángel de las dunas

La exposición comisariada por Pedro Franco el pasado año con motivo del 50 aniversario de Maspalomas Costa Canaria recoge parte de esa relación de Pepe con el sur, si bien hay mucha obra en establecimientos y residencias de la zona que muestran la ingente obra que inspiró al artista la luz, la identidad y la necesidad de arte que tenía Maspalomas y la actividad turística. Una obra que también ha sufrido derroteros poco edificantes y que muestran el poco respeto y aprecio de algunos hacia la obra de los artistas.

En estos días estamos revisando esa obra y dejo para la reflexión varios de los aspectos que más preocupan a Pepe sobre ese arte en el santuario del ocio: la identidad y el arte; el color del sur y la luz –que superan el tópico del sol y playa-; el respeto al artista y el valor de las obras de arte en la zona turística; unas obras que tienen una funcionalidad distinta y muy particular. Reflexiones que han de producirse en el seno de un empresariado y unos profesionales que deben tomar conciencia de que el turismo no es sólo tumbar en una cama y en una hamaca a un número, satisfacer su apetito y homenajearlo con barra libre. Contra ese turismo, estímulos de naturaleza, arte, vitalidad, salud y generosidad. Palabras que definen también al artista. A Pepe…