lunes, 3 de marzo de 2014

Un Parlamento coaccionado

Edificio del Parlamento de Canarias.
Han pasado varias semanas desde que se produjera un acontecimiento que a todos los canarios nos tendría que sumir en la vergüenza y hacernos reaccionar frente al insulto a la Cámara que representa a todos los canarios. De hecho, he esperado pacientemente para conocer las decisiones que al respecto se adoptaran para manifestar mi opinión. Lo cierto es que las reacciones son tan penosas que sólo han conseguido incrementar mi indignación frente a quienes entienden la política como una parcela (o una cochinera) donde hacer y deshacer a su antojo. Hasta ahora, sólo he escuchado una reprobación del Parlamento (que no sirve para nada), un anuncio del Gobierno de que no volverá a repetirse (como una reprimenda a un chiquillo mataperro) y nada más. ¡¡Ni una petición pública de perdón por parte del responsable de la tele canaria!! Claro que en este país (y en estas islas) lo de cesar o dimitir es palabra maldita: Nos humillan con el certificado de residencia y nadie dimite; nos imponen una ley educativa clasista y sexista y nadie dimite; nos obligan a pagar el rescate de los bancos y cajas y se persigue a los jueces que lo investigan; y en el Parlamento, este empleado amenaza a la representación popular y sólo falta que le homenajeen.

El episodio (que no es nuevo) tuvo lugar en una comisión parlamentaria de control del ente público Radio Televisión Canaria (RTVC), cuando su director (nombrado a dedo) amenazó reiteradamente a una diputada del PP por la isla de Fuerteventura, Águeda Montelongo, en un tono chulesco que no se debe consentir en la Cámara Regional ni en la forma ni en el fondo. Y es que si una parlamentaria se interesa por la actividad de una empresa pública que se financia con fondos públicos y cuyo director lo designa el Presidente del Gobierno, el susodicho interés no es un capricho o una intromisión, sino una obligación.

El ente público puede y debe ser controlado por el Parlamento de Canarias, máxime cuando el Consejo de Administración de RTVC es inoperativo porque Coalición Canaria mantiene su ciego apoyo al director general del ente, con la complicidad del PSOE que no acude porque han transcurrido 13 meses del fallecimiento de su representante en el Consejo de Administración, Domingo González Chaparro, sin que éste partido haya designado la persona que sustituya a su anterior consejero. El último bochornoso acto de este circo ha sido que tras las amenazas a la diputada se reunió el Consejo de Administración y los consejeros de Coalición Canaria delegaron su voto en el propio Willy García...

El actual director del ente, Guillermo García García, Willy, fue designado por ser amigo de quien lo nombró, el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, quien manifestó que no tenía titulación académica pero tenía una gran experiencia en la 'universidad de la calle' y, respecto a su capacidad gerencial, no ha sido el presidente sino la Audiencia de Cuentas de Canarias quien ha dado respuesta al advertir de la arbitrariedad en los procesos de contratación de RTVC con un presupuesto de unos 36 millones de euros de todos los canarios a un grupo de empresas sin concurso público.

Lo cierto es que en el Parlamento regional (casi todos los partidos) están más preocupados por intentar que su 'juguete televisivo' mejore su imagen partidista que por lograr que esta plataforma contribuya al progreso de nuestra sociedad. De hecho, no he visto un debate sobre el modelo de televisión que necesitamos y sólo se habla de si es cara (que lo es, mucho más que en el mercado), si potencia el sector audiovisual canario (que lo ha hecho desaparecer) o si contribuye a la cultura en Canarias (¡pobre cultura!) cosa que deben dar por válida los políticos que nos gobiernan porque han designado a Willy García como uno de los miembros del recién creado Consejo de Cultura de Canarias ¡y dos piedras!

Francamente, cada vez estoy más convencido de que a este personaje no le dieron el cargo por sus conocimientos y capacidad demostrada en la universidad de la calle más barriobajera donde las mañas y malas artes han traspasado el umbral del antro para penetrar en el Parlamento de Canarias, porque así lo deseaban quienes le nombraron ¿o ustedes creen que hay otro motivo?.