domingo, 31 de enero de 2021

Perfume del volcán

Dibujo de un lagar de El Monte.
“...Por mi fe, habéis bebido demasiado 'canarias'; es un vino maravillosamente penetrante y que perfuma la sangre...” Mistress Quickly a Doll Tearsheet (William Shakespeare. 'Enrique IV', segunda parte, acto II escena IV)

La riqueza enológica de Gran Canaria es incalculable. La vid fue uno de los cultivos primerizos tras la conquista de la isla, y la producción de vino fue una de las primeras labores de los colonos que se asentaron en nuestro territorio. Su fama se extendió por dos imperios, el español y el británico.

Tras la irrupción de la filoxera en Europa (1863) los viñedos de todo el continente se vieron afectados por este insecto que casi acabó con la uva de no ser porque en algunos territorios no se propagó, salvándose algunas variedades de uva en los reductos vitivinícolas de Chile, Chipre, Creta y las Islas Canarias. En el caso de Gran Canaria, su Denominación de Origen (DO) cuenta entre sus ‘joyas’ variedades de Negramoll, Malvasía Rosada, Gual, Vijariego Blanco y Moscatel de Alejandría.

Además, los viñedos se encontraban principalmente en la zona de El Monte, un territorio volcánico dominado por el pico y el cráter de Bandama, junto al poblado troglodítico de La Atalaya, donde hasta hace unas pocas décadas un gran número de sus residentes habitaban en cuevas y producían loza realizada con barro, siguiendo la tradición de los antiguos canarios. De hecho, al volcán, cuevas y vides, se añadía un paisaje de casonas de estilo colonial británico, donde se encontraban varios hoteles como el singular Hotel Santa Brígida. La visita al lugar fue muy demandada por los turistas de hace un siglo, realizando la ruta llamada ‘La vuelta al mundo’, donde el paisaje, las tradiciones, la original oferta etnográfica y gastronómica, mostraban a los visitantes por qué Canarias son islas afortunadas.

En esta isla se puede vivir cómo la tierra volcánica nutre perfectamente la vendimia, la alimenta y protege, mientras gesta una uva rica en aromas originales, alimentada con un sol tropical y refrescada por el alisio. El lagar inunda el viñedo de olores al pisar el mosto, el jugo de la isla. Una experiencia única, para todos los sentidos, inolvidable.

Visitar una bodega, un cafetal, una platanera, la finca de mangos, de aloe... son muchas las propuestas que tiene la isla para sorprender al viajero. El turismo como industria principal de la isla también impulsa sectores vinculados a la sostenibilidad, mejora la accesibilidad, facilita la actividad deportiva y saludable, la oferta cultural y gastronómica. La viticultura se sostiene en parte con una oferta de enoturismo. El km 0 de producto local y experiencial.

El turismo enológico dinamiza zonas amplias de producción vinícola y sus entornos, al promocionar la gastronomía, un paisaje original, donde convive el picón volcánico con una naturaleza muy fértil, una tierra con la que se elaboran recipientes de barro ancestrales que se usaban hasta la llegada de las cocinas de gas. Historias así mueven la creciente ola -y muy notable en tiempos pos Covid-19- de turismo activo, lo cual atrae interés por los valores etnográficos de la isla.

Este encuentro con la Gran Canaria volcánica a través de sus productos, con su sabor, sus aromas más gratos para el paladar y el olfato humanos, favorece una actividad en amplios espacios lugares abiertos y en entornos rurales donde se establecieron los primeros hoteles para el turismo de salud. Así es, pero brindando con un vino de Gran Canaria, elaborado y embotellado en la misma bodega donde durante siglos se ha cosechado bajo la mirada del volcán.

¡Salud!

domingo, 10 de enero de 2021

La isla donde ondean cien pabellones

Tomás Morales y Alonso Quesada en Agaete.
“Yo amo a mi puerto, en donde cien raros pabellones
desdoblan en el aire sus insignias navieras,
y se juntan las parlas de todas las naciones
con la policromía de todas las banderas”


2021 es el año en que finalizó el centenario del fallecimiento del escritor Benito Pérez Galdós (1843-1920) a los 76 años. Una conmemoración que ha dejado en la memoria de todo el país la gran obra de un escritor que nos hizo recorrer España, a través de sus hitos históricos y sus lugares emblemáticos, gracias a sus Episodios Nacionales y al conjunto de su obra literaria. Este recuerdo a Don Benito da paso a la celebración de otro centenario, el del poeta Tomás Morales Castellano (1884-1921). Un año para recordar al autor de exquisitos y melódicos poemas de rotundidad sinfónica, tono e intensidad muy personales, que nos conducen hacia una conciencia moderna y atemporal, apelando a las tradiciones y su inspiración en el paisaje isleño como resultado de una naturaleza única de volcán petrificado y sonoridad marina.

Sus versos se inspiran en un entorno y una época de la que es testigo para despertar la conciencia y la modernidad de la sociedad, vista desde la mentalidad juvenil de un autor, que fallece con apenas 37 años, cuya obra es relevante en la literatura española del siglo XX y en estas primeras décadas del XXI es notable el número de reediciones.

Para el visitante, un siglo después de la aparición de los textos de Tomás Morales, este nombre le indicará la existencia de un museo en la casa natal de la Villa de Moya, el Centro de Estudios Modernistas e Investigación. Junto a la iglesia, el edificio muestra la belleza y sobriedad de las construcciones canarias, con su cantería y maderas, en un rincón apacible que vive un ambiente rural y cultural singular. Un espacio para mostrar la documentación y biblioteca del escritor, junto a las aportaciones obtenidas relacionadas con el poeta y con el modernismo literario, con publicaciones especializadas, la Beca de Investigación,  el Premio Internacional de Poesía Tomás Morales,  la Revista de Estudios Modernistas Moralia, colecciones Tomás Morales y Memoria Viva, seminarios,  cursos y exposiciones.

El modernismo en Gran Canaria tiene grandes autores en la literatura y la pintura. Y en el turismo también. Su desarrollo coincide con el auge del turismo de salud en la isla, los grandes hoteles, los balnearios, los trasatlánticos británicos de Yeoward, Union y Castle. Con una importante actividad agrícola exportadora con Reino Unido, que da lugar a la formación en el Támesis de los muelles del Canary Wharf. Los británicos sabían que durante el contaminado invierno londinense recibían frutas y verduras de un lugar paradisíaco, una isla donde disponían de un club, iglesia, camposanto, golf, footbal o tennis... Es la construcción y éxito del Puerto de Refugio de La Luz, en medio de la expansión colonial británica, lo que promueve la transformación profunda de la isla, un progreso que se traslada a la literatura, y la contagia de esa contradicción entre los bienes materiales que aporta la economía de servicios y los bienes espirituales de un pasado que se pierde, tanto en el espacio urbano como los paisajes naturales y culturales, producidos por la acción humana sobre el territorio.

“Todo aquí es extranjero: las celosas
gentes que van tras el negocio cuerdo,
las tiendas de los indios, prodigiosas,
y el Bank of British, de especial recuerdo...”

Otro gran escritor modernista, Alonso Quesada, describió a los turistas enfermos o con una moralidad radicalmente distinta a la implantada por la iglesia española: “La sueca se descubre ante el mar y la brisa marina la besó candente”, y los ingleses en la colonia. Amigo personal de Morales, Quesada forma parte del 'movimiento' literario, junto a los poetas Saulo Torón y Domingo Rivero, los hermanos Millares Cubas, el escritor Luis Doreste Silva -colaborador del político Fernando de León y Castillo-, Claudio de la Torre y el periodista y escritor Francisco González Díaz ('Cultura y Turismo', la revista 'Canarias Turista'). Sin olvidar a Domingo Doreste, artífice de la marca turística isleña e impulsor de la escuela de arte Luján Pérez y al pintor Néstor Martín-Fernández de la Torre, artista profético para el desarrollo del turismo en las Islas Canarias.

Pero Morales no recurre a la temática histórica del complejo del colonizado, la tragedia de los descendientes del trauma de la conquista, que se apoderó de la literatura e historiografía canaria del siglo XIX. Por el contrario, el poeta se centra en la búsqueda del origen, a través de sus símbolos: el hombre, la nave y el mar: poesía, imaginación y las alegorías del paisaje:

“Yo fui el bravo piloto de mi bajel de ensueño,
argonauta ilusorio de un país presentido,
de alguna isla dorada de quimera o de sueño
oculta entre las sombras de lo desconocido...”

Además de esa visión cosmopolita de un puerto internacional, en una ciudad que se despereza ante el mundo, Morales no olvida sus orígenes en un ambiente rural, junto a uno de los más sorprendentes parajes de la isla, el bosque de tilos y laureles que se mantenía en esa menguante selva de Doramas, de laurisilva prehistórica, amenazada por la deforestación:

“Y hay un grave silencio meditabundo, inmenso,
y es tan grande la duda y el temor tan intenso
que callan, espantados, hojas, lares y fuentes
para escuchar medrosos... y oyen, intermitentes,
en el dolor tremendo, los redobles del hacha,...”

Aunque nuestro autor, anticipándose a los movimientos de defensa de la naturaleza surgidos a mediados del siglo XX, dejó un mensaje de esperanza para las generaciones futuras, con esa resuelta defensa de la naturaleza, el paisaje, las tradiciones y el incipiente turismo:

“Mientras tanto, en el seno de la selva sombría,
tu cuerpo mutilado flagelará la fría
caricia del invierno... Pero el tronco marchito
volverá a fecundarse con el calor bendito,
y, activamente henchido de vitales renuevos,
cubrirá sus arrugas con los retoños nuevos,...”

De estos autores y artistas surgirá un concepto y un modelo de turismo que obtuvo un enorme éxito y que se prolongó durante décadas, hasta que la falta de renovación y de implicación institucional dejó en manos de unos pocos el desarrollo turístico que afecta a toda la comunidad insular, con sus esperanzas y sentimientos respecto al entorno y a la vida cotidiana, ahora irreconocible respecto a la etapa de aquellos visionarios modernistas.

domingo, 3 de enero de 2021

AENA coladeropuerto

Una familia holandesa. Matrimonio e hijo universitario. Llegan a Gando con sus pruebas PCR. Más de 400 euros, tiempo y molestias les ha costado. Pero nadie se los pide. Tres vuelos internacionales coincidieron al desembarcar. El señor holandés, profesional del sector turístico, observa que tampoco les piden las pruebas y se pregunta ¿cómo es posible que no se aplique la normativa? El caso es que ni el Gobierno de España tiene personal para atender estos controles, ni basta que se les imponga a los establecimientos hoteleros reglados, ya que el resto de viajeros -la mayoría- no tiene entonces que presentar ninguna acreditación.

Según el portal del Gobierno de España, la situación sanitaria de la Comunidad Canaria (salvo el caso de Tenerife, que supuestamente son más restrictivas) es de "Limitación perimetral. La restricción de entrada no será aplicable a aquellos pasajeros que se sometan al control sanitario consistente en: suscripción de una declaración responsable, control de sintomatología o prueba diagnóstica de Infección Activa con resultado negativo en las 72 horas previas a la llegada y/o aislamiento". Yo creo que está bastante claro: un control de sintomatología que no sabemos si se limita a tomar la temperatura, pruebas de antígenos, o unir con la mano la nariz y la rodilla... O sea, el Gobierno se lava las manos y a la oposición sólo le preocupa que no le quiten las banderas de España y las pongan envolviendo las cajas de vacunas. Si no fuera tan dramático lo que sucede, podría estar un rato riéndome... 

Y es que AENA (la empresa, todavía mayoritariamente pública, de los Aeropuertos Nacionales) ha demostrado su incapacidad para aplicar las normas y la lógica en esta nueva normalidad. Y así se ha producido el lamentable espectáculo que se da en el aeropuerto grancanario (y supongo que en los de todas las islas) incluso en Baleares desde el pasado 19 de diciembre, en estas fechas de coincidencia de la temporada alta turística con las celebraciones navideñas, se han producido los momentos de mayor intensidad de movimiento de pasajeros desde el confinamiento. Pero muy inferior al día a día de hace un año.

Esperemos que los políticos canarios (me da igual el partido) se planten en los aeropuertos y exijan el cumplimiento de las normas. Y, puestos a desear utopías, que se pongan todos de acuerdo en Canarias (en Madrid está claro que no podrán) para exigir las medidas de control de acceso teniendo en cuenta el hecho insular, cosa que desde la Península siguen sin entender...

viernes, 1 de enero de 2021

Una década en las islas bienaventuradas

Imagen del primer artículo del blog
El 4 de enero de 2011 abrí este blog para hablar de turismo, del viaje, del viajero, del sol y playa, de Néstor y César. De Manuel Fraga y los fondos de inversión alemanes, del territorio, el paisaje y el clima como medio de producción, de las ferias de variedades y vanidades turísticas, las crisis y las oportunidades... He planteado también las controversias del turismo, sus historias y protagonistas: Viera y Clavijo, Galdós, la familia Suárez Galván, Jerónimo Megías, Cabrera, Armstrong, Paul McCartney, Cliff Richard, Brian May, Ingemar Pallin, Lill-Babs... Sin olvidar a Cristóbal Colón o Humboldt, Agatha Christie y San Mao...

Pero, sobre todo están presentes en este blog Néstor Martín-Fernández de la Torre y César Manrique. No conozco destinos en el mundo donde la impronta de un artista sea tan determinante para el turismo a través del arte y la naturaleza. Pues en Canarias hay muchos casos, pero Néstor y César son Cátedra. Sus obras, discursos y su visión deberían formar  parte de la educación en Canarias, recordarse en cada acción y decisión, que afecte a las islas y, en particular, en Gran Canaria y Lanzarote.

Personajes y acontecimientos que forman parte del desarrollo turístico de este territorio, de su historia y de su porvenir. En este sentido, el blog ha abierto diálogos transversales con personas de muy diversas disciplinas, colaborando para dar respuesta al creciente interés por conocer la sorprendente actividad turística canaria en todos sus aspectos. Y así surge una pequeña comunidad que enriquece y mejora los textos, los datos, que me inspiran con su ayuda... aunque también dialogamos y discutimos, porque nos preocupan los efectos y situaciones conflictivas que produce esta actividad.

Esta exposición pública voluntaria, crea una imagen que algunos amigos me han confesado, señalando que soy un 'humanista del turismo' (un alumno, más bien), un banco de datos (¡), un cronista (no-oficial), arriesgado (y en ocasiones equivocado), utópico (los hay más que yo) e influyente (que lo dudo)..., palabras de algunos amigos que forman parte de los lectores de los 410 artículos publicados en el blog que suman casi 280.000 páginas vistas, en esta primera década.

Pero yo no lo calificaría de blog de historia -ni soy historiador-, porque cada hecho o protagonista lo veo con su realidad presente y su proyección de futuro. Es más bien un rescate de episodios que están en las páginas de numerosas publicaciones pero que, hasta ahora, vegetaban olvidados a la espera de que alguien cayera en la cuenta de su interés, el cual será mayor o menor en la medida de que lo convirtamos en un interés común y no lo sepultemos para siempre.

En este espacio he compartido también mis disquisiciones sobre el turismo y el periodismo, dos actividades que viven desde hace décadas una profunda crisis de modelo. Los cambios en los negocios se producen a una velocidad de vértigo por el impacto de las TIC en los hábitos sociales. La inteligencia artificial crece en la gestión de los procesos, pero esos procesos tienen su origen en actuaciones sociales. Estandarizarlas y mecanizarlas es importante -y económicamente rentable-, pero el turismo son experiencias que, probablemente, no formen parte nunca de los algoritmos. Y ahí está el valor de este recopilatorio de experiencias y personajes que las hicieron posibles.

La pandemia de Covid-19 ha afectado a todos los sectores en 2020, si bien en el caso del turismo y del periodismo, el impacto ha sido mayor, absoluto. Y si juntamos ambas actividades, el efecto es multiplicador. Por ello, este año previo a la década del blog ha sido particularmente intenso. Una situación y un tiempo en el que hemos debatido mucho sobre el presente y el futuro del turismo. Probablemente no sirva para nada, o más bien poco, porque el modelo turístico se asienta sobre un turismo masivo que, a pesar de las sucesivas crisis, persevera en su supervivencia y no contempla otras alternativas. Un empecinamiento de unos cuantos que perjudica al conjunto, a la marca Canarias, a la convivencia y al futuro en armonía (sin turismofobia) con la sociedad canaria. De hecho, en algunos casos se les ha bautizado como 'hoteleros zombis', como afirma Gabriel Escarrer Juliá el empresario multimillonario, fundador y presidente de Meliá Hotels. Aunque con lo que ha sucedido hay muchos más zoombies de lo que asegura Escarrer.

No me extiendo más. Como promesa o propósito para 2021 me dispongo a continuar la labor de divulgación del turismo y espero poder desarrollarla más allá de este blog. Por ello, les invito a acompañarme por otro año y muchos más...