domingo, 19 de mayo de 2013

Canarias, escenario cinematográfico secuestrado

Las Vegas es una ciudad escaparate.

Poco han tenido en cuenta políticos y funcionarios la importancia del cine y la televisión para la promoción de Canarias como destino turístico. No hemos aprendido de los casos de éxito de otros lugares (como Las Vegas, que explico a continuación), ni del interés que durante varias décadas hubo por Canarias. Tampoco, y esto no es novedad en mi blog, se ha hecho algún esfuerzo por parte de la Televisión Canaria por usar los escenarios naturales para promocionarlos, cosa que sí han intentado televisiones de fuera con mayor o menor éxito para poder realizar las grabaciones.

Desde que se creara el germen ludópata y hedonista de Las Vegas hace 82 años, este lugar se ha convertido en un referente planetario para el turismo adulto y con ganas de excesos. Es un caso atípico porque no ha tenido etapa de ‘madurez’ (eufemismo con el que los teóricos quieren explicar el agotamiento de destinos como Playa del Inglés que, sin renovarse permanentemente, derivan hacia la obsolescencia). Por el contrario, Las Vegas se reinventa cada día y sus establecimientos caen y se reconstruyen en medio de la fiesta del ave fénix que resurge de las cenizas y escombros.

Las Vegas era un oasis para unos pocos, unos nacientes en medio de un desierto inhóspito, con temperaturas superiores a 40 grados la mayor parte del año (de mayo a septiembre). Una ciudad que contamina de electricidad a quienes la visitan, que cada vez son más gracias a la imagen que se tiene de ese enclave en todo el mundo a través de las pantallas de cine y televisión. Y es que el cine norteamericano ha creado iconos de ciudades donde los personajes tienen más que ver con la urbe que con su condición de seres humanos.

Volviendo a Las Vegas, no hay que olvidar sus orígenes oscuros. La mafia que existió (y existe) en Las Vegas y sus casinos, tal como recogen las novelas, películas, series y los medios de información, donde no es difícil sacar conclusiones sobre el movimiento de capital, las ‘movidas para obtener permisos, el trabajo sucio para ‘poner orden’, las amistades peligrosas… Todas las respuestas están en el cine, en particular en la adaptación de hechos reales que tomaron forma de libro ‘Casino’ de Nicholas Pileggi, que nos conduce por el engaño, poder y amor e infidelidad.

Volviendo a 1931, tenemos la legalización del juego y el, inicio de la fama mundial de Las Vegas, con la construcción del primer hotel de características de la ciudad moderna (Flamingo) bajo la supervisión del gánster Bugsy Siegel. Evidentemente, el negocio no es sólo el juego, ni éste supone la mayor parte de la recaudación. El espectáculo, las exposiciones, las galerías de arte y los museos generan tantos ingresos como los casinos. La tematización hace únicos a cada hotel, algunos de ellos con categoría de ‘cinco diamantes’, de entre los 175 hoteles existentes que suman 130.000 habitaciones con una media de ocupación que supera el 84%.

Pero cómo atraer 40 millones de turistas al año a una ciudad en la que hace un año residía sólo un millón de personas (hoy un millón y medio, siendo el lugar de mayor crecimiento poblacional de EEUU). Pues con una oferta de ocio, diversión y juego única en el mundo. Nombres como Elvis Presley, Frank Sinatra y el rat pack (Dean Martin, Sammy Davis, Jr., Joey Bishop, y Peter Lawford, Angie Dickinson, Juliet Prowse y Shirley MacLaine), Tom Jones, Cher, Celine Dion, Elton John, Shania Twain, Bette Midler, Paul Anka… Forman parte del repertorio historico e inagotable de los scenarios de Las Vegas. A ello se suma el Cirque du soleil (la mayor franquicia mundial del circo musical tiene actualmente más de una decena de espectáculos diferentes y únicos –permanentes- a lo largo del Strip de Las Vegas), a lo que hay que sumar ‘magos’ de la talla de David Copperfield, Criss Angel, o actores de Hollywood que acuden asiduamente a esta meca de la diversión que lleva con orgullo el lema “Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”.

Aunque el destino no ha ‘envejecido’ sí que ha cambiado el polo de atracción. En 1989, el hotel The Mirage se inaugura en las Vegas Strip, lo que perjudicó al downtown histórico (que no quiere decir que los edificios sean los mismos de hace sesenta u ochenta años, ni mucho menos que sean protegidos como Bienes de Interés Cultural inmuebles…). Tampoco todo ha sido un camino de rosas, ya que también se han producido iniciativas que han terminado en fracasos: Fremont Street Experience, Neonopolis.

Exentos del impuesto sobre la renta y con sencillos trámites burocráticos para crear empresas, la actividad festiva se ha visto compensada también con la domicialización de numerosas empresas en esta ciudad.

Aún así, la joya de la corona no es casarse vestido de Elvis, sino la celebración de congresos y convenciones: en 2008 visitaron Las Vegas 5.899.725 delegados que participaron en las 22.454 convenciones y congresos que tuvieron lugar en la ciudad, con una media de 262 participantes. En Gran Canaria, en 2010 tuvieron lugar 1.020 eventos que movilizaron 127.255 participantes. En Tenerife, en 2011 participaron 70.000 personas en 800 eventos. Las diferencias entre Canarias y Las Vegas son abrumadoras.

El perfil del turista de Las Vegas tiene una edad media superior a 50 años, con un porcentaje ínfimo de turismo familiar, ya que sólo el 6% de sus visitantes tiene menos de 21 años. Asimismo, es muy reducida la estancia media, de tan sólo 3,5 noches. No obstante, el 84% de sus visitantes han estado anteriormente en la ciudad.

¿Pero cómo se mantiene un destino tan complejo y con tanto competidor en el mercado en los primeros puestos mundiales de atractivo turístico? No por el precio, ya que la noche no es barata en los hoteles de la ciudad. Yo mantengo que Las Vegas ha tenido y tiene una imagen en medios audiovisuales que no sólo facilita su conocimiento y posicionamiento, sino que invita a visitarla. No es de extrañar que en la industria cinematográfica aparezca Las Vegas como centro de la trama o escala inevitable en el guión de numerosas películas. Por señalar algunas famosas, tendríamos: Ocean’s eleven (1960, 2001 y secuelas); No es país para viejos; Resacón en Las Vegas; El mexicano; My blueberry nights; Pale rider; Up in the air; Friends; Casino; Leaving Las Vegas; The O.C.; The Las Vegas Story; Million Dollar Baby; Diamonds are forever; 21 blackjack; Fear and loathing in Las Vegas (miedo y asco en Las Vegas); Con Air; What happens in Vegas (Algo pasa en Las Vegas); El Padrino II; Rain man; Los reyes del crimen (3000 miles to Graceland); Showgirls; Una proposición indecente; Viva Las Vegas; Bugsy; Luna de miel para tres (Luna de miel en Las Vegas); Miss agente especial; Hick; The cooler; Swingers; This is not a movie; Mars attack; Sin City; Resident Evil: extinción; Next; Cuestión de pelotas… Sin olvidar la música, discos y grabaciones de conciertos que han tenido lugar en las Vegas; y, por supuesto, las series en las que Las Vegas es la localización permanente (ya no añado las que han tenido algún capítulo en esta ciudad porque no cabrían): Las Vegas, con James Caan; CSI Las Vegas; y Vegas, con Dennis Quaid.

Mientras tanto, en Canarias vivimos de los recuerdos de películas rodadas en Sioux City (el intento de la familia condal de disponer en Gran Canaria de un plató cinematográfico); Moby Dick; Hace un millón de años; Cuando los dinosaurios dominaban la tierra; Furia de titanes; o A wonderful life… A todo esto, en la actualidad, grabar unas imágenes en las dunas de Maspalomas o en cualquier lugar de nuestro territorio (más del 40% está protegido por espacios naturales y, otra parte lo es por patrimonio histórico) es un laberinto burocrático asfixiante e insoportable.

3 comentarios:

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    1. Gracias Jaime. Tienes razón... Y añado que también la presa Hoover es el elemento central de muchas películas...

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  2. Te has olvidado de la Presa Hoover. Recibe más de 1 millón de visitantes al año. Por cierto, la presa esta reconocida como Lugar Historico. Nosotros tenemos en Gran Canaria la Presa de Soria, que también recibe muchos visitantes durante el año, especialmente en años lluviosos.

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