domingo, 17 de noviembre de 2013

Despropósito colombino en Maspalomas

Monumento a la aguada de Colón en Maspalomas.
Francamente, me preocupa cómo pasa casi sin eco alguno por nuestra sociedad (la de esta isla, donde nos bastamos para ponernos traspiés) asuntos de tanto calado como lo que se está viviendo en torno al palmeral de Maspalomas. Sobre todo, cuando es más que probable que dos de los grupos hoteleros más importantes de la isla (Riu, con 14 establecimientos, y Seaside Hotels, con tres) se vean afectados a la hora de modernizar sus hoteles en el lugar de mayor repercusión del principal destino turístico. Y, a eso, habrá que añadir la indemnización que tendremos que pagar (el Cabildo, que somos todos) por la decisión de impedir la construcción del nuevo Hotel Oasis.

Aunque algo he dicho y publicado al respecto, me han de perdonar por no abordar directamente el tema hasta ahora, pero es que no he querido manifestarme sobre la historia de Colón y Maspalomas hasta no leerme todos los informes que el Cabildo Insular ha encargado al respecto a técnicos de la Corporación y a profesores de las dos universidades canarias. Una lectura que ha sido un interesante y apasionante viaje a la historia de nuestra isla y a los valores naturales, culturales, etnográficos e históricos de Maspalomas.

Pero, también he podido constatar que la decisión del Cabildo es errónea e infundada, al no hallar en toda la documentación y juicios emitidos pruebas irrefutables que sustenten la delimitación de la parcela del palmeral como Sitio Histórico motivado por el supuesto paso por el palmeral de Colón (o los tripulantes de las cuatro naves que conformaron la cuarta expedición colombina).

Asimismo, hay un aspecto muy notable en toda la información elaborada al respecto: no encontramos referencia alguna al turismo en los documentos de los expertos consultados. Sorprende esa ausencia, premeditada, cuando la realidad es que se trata del principal sector económico y de desarrollo social del planeta, con el 9% del PIB mundial, que ocupa a uno de cada once empleados en el mundo y representa el 6% del comercio internacional. Estas cifras serían apabullantes en Gran Canaria, al igual que cabría recordar que en el Palmeral se construyeron y se mantienen los primeros hoteles de cinco estrellas del principal destino turístico europeo de invierno: Maspalomas. Unos establecimientos que cuentan con premios muy prestigiosos, confirmados por el hecho de que aquí se encuentra el único hotel de Gran Canaria asociado a The Leading Hotels of the World.

En Gran Canaria tenemos que pensar y valorar el patrimonio histórico y natural, pero también el turismo como actividad, patrimonio y seña de identidad. Al tratarse de un sector más bien reciente (fundamentalmente en el último medio siglo) queda relegado o totalmente marginado a la hora de tomar una decisión que afecta directamente a este sector y, por ende, al territorio en el que se ubica. Está claro que hay que defender el patrimonio histórico y natural (siempre que sea real y justificado), pero en pleno siglo XXI ha de ser igualmente ponderado el impacto turístico de las decisiones que se adopten.

Pero, volvamos a la historia de Colón y Maspalomas. En la documentación del Cabildo, todas las opiniones o informes emitidos giran en torno a la frase de Hernando de Colón (luego reiterada con ligeras variaciones por Juan de la Cosa):

“El mismo día [13 de mayo de 1502] nos hicimos a la vela y llegamos a la Gran Canaria el 20 de mayo, surgiendo en las Isletas. El 24 pasamos a Maspalomas, que está en la misma isla, para tomar el agua y la leña que eran necesarias para el viaje. De aquí partimos la noche siguiente hacia la India con próspero viaje, como plugo a Dios, de modo que sin tocar las velas, llegamos a la isla de Matinino, a 15 de junio por la mañana, con bastante alteración del mar y del viento…” (‘Diario del Almirante’, de Hernando Colón, hijo del Almirante de la Mar Océana).

No voy a negar que Colón pasara con sus naves por Maspalomas, pero la documentación histórica y geográfica (planos y mapas) señalan que Maspalomas era una franja que abarcaba desde lo que hoy conocemos como Castillo del Romeral hasta Arguineguín. Y es que los informes aluden a Maspalomas como punto conocido por marinos y navegantes para la aguada en las travesías marítimas antes de la conquista de Gran Canaria y del paso de Colón por las Islas hacia Las Indias. Pero ¿es la Maspalomas que conocemos actualmente o se referían a otros posibles lugares?. Entre los mapas citados, tenemos:

  • Angelino Dulcert (1339). No hay referencias a Maspalomas.
  • Abraham Cresques (1375): Se afirma que en la imagen se puede reconocer la forma de la charca de Maspalomas, aunque no se cita.
  • Grazioso Benincasa (1467). No hay referencias a Maspalomas.
  • Valetim Fernandes (1506), copia del de Azurara (1453). Hay un detalle o trazo en el dibujo que alguno de los técnicos afirma que identifica claramente el oasis con su charca. Una interpretación arriesgada y nada consistente, ya que al realizarse la copia tras el viaje colombino no se explica por qué no aparece citado el lugar y sí Las Isletas, Gran Aldea (Telde) y Gando. 
  • Leonardo Torriani (1590). Detalla y cita por primera vez Maspalomas, si bien no refleja una laguna, sino un cauce de barranco con desembocadura directa al mar. 
  • Webb y Berthelot (1838) recoge como Maspalomas toda la zona sur de la isla y cita como Lagunas de Maspalomas dos grandes charcas de similar tamaño en la desembocadura del barranco. 
  • Francisco de Coelho y Portugal (1847). El topónimo Maspalomas lo expande por todo el arco sur litoral de la isla de Gran Canaria.

Según las crónicas más antiguas -y escasas- Maspalomas era una zona de ricos pastos donde se localizaba bastante ganado y, por ende, atraía a los conquistadores para realizar sus capturas. Antonio Cedeño relata: “vno de los conquistadores que vinieron con el general Juan Rexon” afirma en su ‘Crónica’ (entre 1542 y 1545) “se pasaba a uer los ganados monteçes que hayía muchos en términos de Maspaloma”; por su parte, Marín de Cubas en 1687 explica que “Del Real de Las Palmas corrían la costa hasta Maspalomas y Tirajana, y cerca de Agüimes en el barranco de Guaiadeque hallo Pedro de Vera un canario con ganado que no huio y preguntado que era xristiano, y se llamaba Juan Maior, natural de Lanzarote…” De estos textos se deduce que los conquistadores (y posteriormente los canarios) realizaban cabalgadas o correrías para apoderarse de ganado y alimentos en el sur de la isla hasta mediados del siglo XVI como mínimo, así como consideraban Maspalomas como el territorio el que estaba comprendido entre las salinas del Romeral y Arguineguín.

Cabe destacar que con el paso de los años (y siglos), la mayor actividad económica de la zona giraba en torno a las salinas del Romeral, para abastecer a los pescadores que acudían a realizar sus capturas en el banco canario-sahariano. La importancia de la sal para la actividad pesquera fue el inicio de la actividad económica del sur y también atrajo el interés de los piratas. Antonio Lorenzo de Bethencourt (1623-1696) obtuvo permiso real en 1667 para levantar a su costa la Casa-Fuerte de Santa Cruz del Romeral. En el plano de dicho castillo, Antonio Riviere (1742) lo cita textualmente como "Casafuerte de Santa Cruz del Romeral en la costa de Maspaloma...". Con esta fortaleza pretendía proteger militarmente la industria salinera, establecida en un lugar muy aislado, ya que desde la incorporación de la isla a la Corona de Castilla, y hasta el siglo XIX, la única vía en las comarcas meridionales partía de Las Palmas de Gran Canaria y terminaba en la villa de Agüimes, desde donde el comercio y transporte de la sal se realizaba en embarcación a otros puntos como Arguineguín, Mogán o La Aldea de San Nicolás.

Es, precisamente, con la llegada del turismo cuando se consolida una actividad permanente y poblaciones estables (superados los periodos de zafras tomateras que durante décadas ocuparon el sur de la isla) en lo que se conoció como Maspalomas Costa Canaria y que introdujo bajo esa ‘marca’ en un concurso internacional de ideas toda la costa de San Bartolomé de Tirajana.

Sin ánimo de ser demasiado extenso, planteo las siguientes reflexiones en torno a este procedimiento llevado a cabo por el Cabildo Insular que restringe la actividad turística en la zona del Palmeral con muy graves consecuencias:
  • No existe una demanda histórica ni ‘necesidad’ de largo tiempo social o académica.
  • Se elaboran informes ad hoc a instancias de una institución tras producirse la tramitación de modernización de un edificio y no antes.
  • Lejos de abordar la ampliación del Espacio Protegido de las Dunas (lo que supondría de facto el pago de indemnizaciones a todos los afectados), se ‘sacan de la chistera’ por motivos políticos y económicos un procedimiento que busca el pretexto que pueda paralizar la actividad de la empresa que quiere modernizar sus instalaciones.
  • No se plantea un cambio de uso del paisaje, sino unas trabas a las empresas que cuentan con establecimientos en un determinado espacio.
  • El topónimo ha sido utilizado, con mayor o menor frecuencia, por escrito u oralmente, para referirse:
    • A un ámbito impreciso, terrestre y marítimo, que abarca la franja llana costera que va desde el actual Castillo del Romeral hasta el actual puerto de Arguineguín
    • La punta o promontorio que separa las hoy conocidas como playas de Maspalomas y de El Inglés
    • El pago de Maspalomas, dependiente administrativamente del actual término municipal de San Bartolomé de Tirajana, con capital en el núcleo interior de Tunte
    • Al asentamiento poblacional de San Fernando de Maspalomas, único núcleo previo a la Maspalomas turística.
    • Al Oasis y charca de Maspalomas
    • A las dunas de Maspalomas
    • Al Faro de Maspalomas
    • A la Estación Espacial de Maspalomas (Programa Mercury)
    • Al espacio protegido denominado Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas
    • A un gran proyecto urbanístico: Maspalomas, Costa Canaria (entre Bahía Feliz y Santa Águeda)
  • Pero no se ha aplicado nunca: ni por escrito ni en tradición oral:
    • Al barranco en el que se ubica el complejo natural, pues se le denomina Barranco de Fataga
    • A una bahía o ensenada
    • A un abrigo natural o fondeadero
    • A un puerto, muelle o atraque
  • En el imaginario colectivo grancanario o canario, nunca se ha asociado ni el palmeral ni siquiera la costa de Maspalomas (en sentido estricto o lato) al paso de Cristóbal Colón, y menos a su tránsito concreto por el área que ahora se pretende declarar como BIC de Sitio Histórico.
  • Cristóbal Colón pasó por un lugar denominado Maspalomas. Así debió ser, pero no hay constancia documental de ningún detalle de la realidad física o del momento sobre ese acontecimiento.
  • Maspalomas no es un punto concreto en la cartografía existente antes y hasta bastante después de Colón. De hecho, en aquella época se definía como Maspalomas a una franja de litoral de 17 kilómetros de longitud y no sólo al palmeral y la charca, tal como queda reflejado en la cartografía desde los primeros mapas hasta los realizados por Torriani (1590), Berthelot, Webb (1838) o en la documentación de la Casa Fuerte del Castillo del Romeral por Riviere (1742).
  • No se puede afirmar que Colón o los tripulantes de sus barcos accedieran al palmeral que se pretende proteger. Al existir otros lugares de aguada y bosques arbustivos en la zona entre Arguineguín y Castillo del Romeral, como queda de manifiesto en las crónicas.
  • No hay constancia de que Cristóbal Colón en persona desembarcara en Maspalomas.
  • Cristóbal Colón estuvo en tres de sus viajes en Gran Canaria, siendo el primero de ellos el que le ha convertido en uno de los más importantes personajes de la historia de la humanidad, al ser el del Descubrimiento, pero no hay ningún lugar declarado Sitio Histórico por ese motivo, en especial la Bahía de Gando.
  • En el cuarto viaje se señala expresamente la presencia durante cuatro días de las naves colombinas en Las Isletas, sin que se promueva la declaración de Sitio Histórico de dicho lugar.
  • No estamos ante un paraje natural, sino ante un territorio intensamente antropizado y conservado artificialmente desde que hace setenta años se inició la pérdida de los aportes de agua subterránea que conformaron el llamado oasis por la construcción de embalses y canalización del barranco.
  • No existe una demanda social para declarar este Sitio Histórico porque no hay una tradición popular o recuerdos del pasado, ya que no existía población en el lugar desde que se produce el viaje de Colón hasta hace poco más de 75 años en que comienza la exportación tomatera y posteriormente el turismo.
  • No existen en el lugar creaciones culturales ni naturaleza original, ni obras del hombre, que posean valor histórico, etnológico, paleontológico o antropológico, salvo el BIC del Faro de Maspalomas, la RN de las Dunas y las derivadas de la actividad turística en la zona que se pretende proteger. Una actividad industrial que precisa su constante mejora para poder competir en igualdad de condiciones que las empresas que se encuentran a pocos metros de su ubicación.
  • Ningún otro motivo (viaje espacial, cinematográfico, arqueológico, batalla…) vincula acontecimientos históricos con el palmeral en controversia, pero deberían ser tenidos en cuenta por su trascendencia actualmente infravalorada.
Es lamentable que uno de los iconos más llamativos de nuestro destino turístico sea objeto de una disputa tan grave y no se haya logrado un acuerdo con las partes o, en su caso, apostar por un proyecto de futuro para esa parcela (que debió plantearse hace décadas). En todo caso, el procedimiento de Sitio Histórico es una salida demasiado artificiosa que nos acarreará muchos problemas y, seguro, nos costará millones de euros inútiles.

1 comentario:

  1. Cuando hay presupuestos ideológicos y epistemológicos se deslegitima nuestro patrimonio cultural. El Cabildo de Gran Canaria no somos todos. Políticos y técnicos (arqueólogos) manejan los documentos históricos en función de sus propios beneficios. Todo bajo el signo de una nueva figura insular, el COORDINADOR.

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