Olfateando los aromas destilados. Foto: Octavio Kraus. |
Estos días he estado roniando -literalmente- con dos empresas que no sólo producen la bebida de los trópicos por excelencia, sino que también se han convertido en un elemento dinamizador del turismo gracias a la calidad e inventiva que aplican a sus respectivos destilados de caña de azúcar. Uno tiene el reconocimiento como el 'ron de la juventud' y de mayor penetración en el mercado español. El otro ha ganado en varias ocasiones la medalla al mejor ron del mundo y ya no se presenta más, por el momento.
Primer estuve con Rafael Méndez, director de Destilerías Arehucas, con vistas a desarrollar un proyecto en el que su empresa quiere colaborar y que trata del reconocimiento a un miembro de una saga aruquense que fue protagonista de una de las más importantes hazañas del turismo mundial. Sin embargo, tras la reunión tuvimos un momento para reflexionar sobre la importancia turística que tiene la 'fábrica de ron' para Arucas como una de las visitas más demandadas y consolidadas en Gran Canaria. Dentro de la bodega, además del ron que es lo que atrae a los turistas, nos encontramos con una verdadera galería de arte y de historia, con cientos de barricas ilustradas con la firma, dibujos, frases o recordatorios del paso por esas instalaciones de personalidades relevantes. Entre otros, artistas, políticos, deportistas, científicos... Todos unidos por el ron... De Arucas, claro. Pero, coincidimos que ya es hora de hacer de este recurso algo singular y documentarlo en un catálogo que pueda recoger el importante patrimonio que atesoran esos envases de madera que guardan el ron con una obra de arte, una frase o una firma que compite en calidad y atracción con el jugo de la melaza.
Al día siguiente acudí a una cata organizada por la distribuidora Diageo para dar a conocer (¡Ninguno de los presentes lo desconocía!) el ron Zacapa, con su inseparable distintivo 'anillo' de hojas de palma y caña con trenzado artesano, una sencilla figura que permite dar trabajo a 90 mujeres de cuatro aldeas muy pobres de Guatemala como ejemplo de responsabilidad social de la empresa con una medida no espectacular pero de gran impacto para las nativas de esos pueblos y su sostenibilidad. Lo cierto es que todo lo que gira en torno a este ron tiene su historia y motivaciones. Los aromas que se consiguen gracias al destilado, a los barriles que vienen de ser apartados de bodegas de montillados andaluces, o la conservación en almacenes a distintas alturas en los montes guatemaltecos dan lugar a un producto que ha logrado prestigiarse en el mundo. Lo cierto es que en una isla de tradición ronera, este producto ha entrado con fuerza desde que llegó hace una década y se ha convertido en una atrayente referencia para el país centroamericano.
Cabe recordar que la caña de azúcar y los molinos azucareros fueron llevados, como otras cosas (el plátano, las cabras, el aloe...) a América, donde se desarrollarían estos productos a otra escala. Pero bueno, ahí tenemos en el ron otro recurso turístico en auge, pero con moderación, tal como advierten las autoridades sanitarias.
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