viernes, 4 de febrero de 2011

Gran Canaria. Caleidoscopio isleño


Una de las páginas del reportaje
Les adjunto el artículo que aparece publicado en el último número de la revista Ronda Iberia. El texto es mío y la selección fotográfica es una muestra de nuestra variedad de paisajes. ¡Que lo disfruten!

Apenas ochenta kilómetros mide el diámetro de esta isla de variados ecosistemas y contrastes inimaginables. En una hora de trayecto en automóvil, el visitante puede darse un baño en Maspalomas con sus imponentes dunas de arena rubia; abrigarse del frío en las cumbres a 1800 metros de altura (y ocasionalmente cubiertas de nieve) o introducirse en la prehistórica selva de laurisilva para volver a nadar en hermosas calas de arena negra al pie de acantilados vertiginosos. Es Gran Canaria. Un caleidoscopio perfecto que combina la naturaleza de los continentes que baña el Atlántico.

La isla de Gran Canaria fue bautizada hace un siglo como ‘Continente en miniatura’ por uno de los personajes isleños más relevantes para su desarrollo cultural: Domingo Doreste (discípulo y amigo de Miguel de Unamuno) atisbó el futuro turístico que la Isla desarrollaría hasta alcanzar en 2010 la cifra de 3,2 millones de visitantes de los que el 90% es extranjero, principalmente británicos y alemanes.

El propio Unamuno viajó en dos ocasiones, la primera invitado a un acto literario en 1910 y la segunda en 1924 condenado al exilio por el dictador Primo de Rivera. El escritor y filósofo dedicaría algunas de las descripciones más bellas de los singulares paisajes de la Isla como la denominación de ‘tempestad petrificada’ a la visión de las cumbres donde se alza desde profundos barrancos el símbolo geológico insular, el Roque Nublo, la “lírica piedra lunar” como lo describe la canción que Néstor Álamo creó para este espectacular monolito y que se ha convertido en el himno del pueblo grancanario, que interpretara, entre otros, Alfredo Kraus con Los Sabandeños. “Fuego y lava junto al mar…”, así finaliza la canción, fiel reflejo del origen volcánico de la Isla.

El pico y la caldera de Bandama; la extensa caldera de las Tirajanas o la singular isla-apéndice llamada La isleta son espectaculares hitos volcánicos que se enfrentan al húmedo y refrescante Océano Atlántico que rodea la Isla y que frena el caluroso siroco que llega desde el Sahara. La mezcla de aire seco y húmedo origina unas temperaturas estables a lo largo del año, lo que ha propiciado que el clima de la capital insular sea considerado el mejor del mundo, según un estudio publicado en 1996 por el Departamento de Climatología de la Universidad de Syracusa (EEUU).

El prodigio del clima ya era conocido desde la época clásica por los escritores griegos y romanos, quienes identificaron el Archipiélago canario como el Jardín de las Hespérides, dibujado como Insula Fortunae por Ptolomeo en el primer mapa del mundo conocido y reconocido posteriormente por los aventureros que descubrieron el Nuevo Mundo en el siglo XV, los científicos expedicionarios del siglo XVIII o los viajeros románticos del XIX. Todos ellos corroboraron la imagen que ha perdurado de esta Isla donde el turismo de salud decimonónico daría paso al turismo de masas a mediados del siglo XX tras el impacto que supuso el concurso internacional de ideas para proyectar una moderna ciudad turística sobre uno de los espacios vírgenes más atractivos para el europeo: Maspalomas Costa Canaria.

El éxito fue inmediato. Los turistas encontraban el clima perfecto para el invierno y un agradable tiempo el resto del año, sin las temperaturas tórridas del verano que eran de esperar en una isla muy próxima al desierto sahariano. Y es que la Isla se había preparado a fondo para mostrar al visitante un lugar singular, confortable, con una arquitectura y una cultura propia muy llamativa, impulsada por un artista multidisciplinar, Néstor Martín Fernández de la Torre. “Es necesario que hagamos de toda la vida una obra de arte”, afirmaba, y ello le sirvió para crear un modelo turístico que contemplaba la recuperación de las tradiciones populares para mostrar el tipismo en todas sus facetas; promover establecimientos en lugares emblemáticos para el turismo como el Parador de Tejeda o el Pueblo Canario (donde se encuentra el museo dedicado a su figura).

Hoy día, son muchos los alojamientos existentes en la Isla. Lujosos hoteles con spa junto al mar, con toda clase de comodidades y una calidad indiscutible, o pintorescos establecimientos rurales en entornos idílicos que nos arrastran a un pasado en el que el isleño creaba con mimo sus viviendas integradas en el medio natural, incluidas las casas-cueva que salpican la geografía insular, usadas como iglesias, restaurantes o comercios; un escenario troglodita sorprendente para el siglo XXI.

El sol y el buen clima de la Isla invitan a descansar y recuperar un aspecto saludable, pero también nos estimulan para pasear por las callejuelas de los pueblos del interior, con sus encantadores barrios de arquitectura doméstica de casas encaladas al unísono o de multicolores fachadas con bellos toques de cantería o balconadas que nos muestran el tránsito y adaptación de los diseños españoles a las ciudades de Hispanoamérica.

Entre los lugares emblemáticos de esta isla, no sólo encontraremos vistas y rincones hermosos para contemplar; también se abre al visitante un abanico de espacios para conocer la exuberante flora de la Macaronesia, en el Jardín Canario creado por Eric Sventenius; El Museo Canario, con su muestra de la misteriosa y sorprendente historia de Canarias; la Casa de Colón, con la recreación del paso del navegante por la Isla en sus viajes; la Casa Museo de Pérez Galdós, uno de los escritores españoles más importantes… y muchos otros museos y centros culturales que llenan la agenda de eventos todo el año y a los que se suman diversos festivales musicales, de teatro, cine, danza…Todo ello con una oferta gastronómica que va desde los productos frescos y sugerentes del mar y la tierra, acompañados de vinos y bebidas con sabor propio, junto a una carta de quesos cuya variedad no tiene parangón en ningún otro territorio de planeta, junto a la más cosmopolita representación de cocinas del mundo, ya que en Gran Canaria se abrieron los primeros restaurantes conocidos en España de Japón, Irán y otros países.

Una tradición internacional que se ha conformado a lo largo de los siglos y que fue descrita magistralmente por el poeta Tomás Morales en su poema ‘La calle de Triana’ (1919), al señalar que: "Todo aquí es extranjero: las celosas / gentes que van tras el negocio cuerdo: / las tiendas de los indios, prodigiosas, /y el Bank of British, de especial recuerdo... / Extranjero es el tráfico en la vía, / la flota, los talleres y la banca, / y la miss, que, al descenso del tranvía, / enseña la estirada media blanca...".

Descargar el artículo en pdf de la revista Ronda Iberia

2 comentarios:

  1. Muy bien Michel, acertado y extenso resumen.
    Te acordaste de Domingo también...

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  2. Gracias. En tan poco espacio es difícil contar todo lo que podría destacar de Gran Canaria...

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