Balcones en la Calle Real en Teror |
Publico la tercera entrega de la ponencia presentada por Juan del Río Ayala y Juan Márquez Peñate, bajo el título general de Conservación y revalorización del Patrimonio Artístico Monumental de los Municipios, ante la I Asamblea Provincial de Municipios Turísticos de Las Palmas en 1967.
Este apartado tiene descripciones muy duras y que serían políticamente incorrectas en la etapa política que vivía el país en esos momentos. Sin embargo, los autores fueron directos y expusieron con toda su crudeza la pérdida de la identidad del paisaje cultural, reflejada en la sentencia final del informe: "el resultado es que nos están asesinando el paisaje".
El título de este apartado es La arquitectura rural canaria, que tiene bastante relación con el apartado anterior de esta ponencia, más centrada en los cascos urbanos. Queda pendiente la última parte de esta ponencia, dedicada al folclore.
"Aunque a simple vista parezca fuera de esta ponencia lo que pueda relacionarse con el enunciado de este apartado, aparte de que en la arquitectura rural aparezcan motivos estimables a catalogar dentro del Patrimonio Artístico, es notorio que el paisaje en sí ya constituye algo principalísimo y fundamental dentro de este patrimonio y que es la arquitectura rural la que de manera funcional puede alterar, positiva o negativamente, la belleza natural del mismo. Una ermita, una casona solariega, una simple casa de labor o humilde albergue de una familia de labradores, un caserío un lugar o alpénder, tanto puede ser un motivo de revalorización de un paisaje y constituir su impronta ancestral en muchos casos, como también puede estropearlo para siempre.
De forma consuetudinaria, obedeciendo a unas normas atávicas de humilde mimetismo, el campesino canario construyó siempre su casa a la orilla de sus predios o sobre la altura cimera de una roca volcánica, para el mejor aprovechamiento del minifundio patrimonial, con pobreza de medios pero de manera encantadoramente recreativa. Los tipos de casas rurales están a la vista y sólo necesitan un estudio concienzudo de los mismos y una selección de arquetipos.
De la misma manera que el simple campesino, el rico hacendado, colonizador activo del suelo canario en otro tiempo, también construyó sus casonas o palacios rurales con ampulosidades del espacio necesario para las faenas de madurado de frutos y almacenamiento de granos, así como para la cómoda y confortable instalación de su mansión, pero obedeciendo a esa tónica de humildad mimética, aunque en los interiores destaque la riqueza artística en los tallados de puertas y artesones.
La cueva habitación, que es una persistencia del hábitat troglodita, del pueblo prehispánico, requiere también una especial atención de defensa.
Las encantadoras ermitas y oratorios, no sólo por sus formas externas sino por las internas y por las insospechadas muestras de arte que atesoran, constituyen un maravilloso acervo del patrimonio artístico.
Los llamados barrios y caseríos típicos, que han merecido la atención del Cabildo Insular y que esta corporación conserva y fomenta con sus premios anuales, también reclaman una especial atención de esta defensa del Patrimonio Artístico.
Pero nada de esto es posible sin una actitud vigilante de autoridades, corporaciones locales y personas cultas en general. Un viento de snobismo, de presuntuosidad, de pueril y cursilón afán imitativo de las grandes ciudades, quiere acabar con el encanto de la arquitectura rural. Cuando no se nos impone un desacertado funcionalismo, se destruye a mansalva y se construye inadecuada y petulantemente, y el resultado es que nos están asesinando el paisaje.
Los autores de este informe, Juan del Río Ayala y Juan Márquez Peñate, plantean las siguientes conclusiones:
- Que por ser la índole de este apartado, sin perjuicio de su matiz artístico, de aspecto enteramente folklórico, todo cuanto se refiera a él debe caer en el ámbito de las CITES (desconozco si se refiere al término clásico de ciudad o a los Centros de Iniciativa y Turismo), a las que se debe dotar de la fuerza coactiva necesaria para hacer prevalecer el criterio que se ha expuesto sobre edificaciones rurales. Asimismo, deben las CITES procurar la propaganda entre las gentes del campo haciéndoles ver las excelencias y lo adecuado de la edificación tradicional, aún introduciendo en ellas las exigencias de confort e higiene de la vida moderna, para lo cual deben tenerse presentes los siguientes medios:
- La divulgación de la casa humilde campestre conforme a las normas tradicionales, adaptadas incluso a los materiales modernos.
- Estudio económico adecuado que haga posible su adaptación.
- Fomentar el interés y la afición al estudio de la arquitectura rural, creando una inquietud en torno a lo que a ella se refiera.
- Estudios sobre el color en función del paisaje
- Promover conferencias y cursos en los pueblos sobre paisajismo y jardinería.
- La catalogación de casonas solariegas y palacios rurales, evitando su desaparición o ruina cuando sus propietarios no puedan conservarlos, promoviendo la adquisición por parte de los municipios con el objeto de instalar en ellos los pequeños museos locales de los que se habla en el texto de esta ponencia.
- Promover y divulgar las posibles adaptaciones de la cueva habitación a las necesidades de la vida moderna bajo el confort relativo y la higiene".
Sólo tenia dos añitos entonces, ahora en 2011 sigue vigente
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarEs lo malo del ser humano... tropezar siempre con la misma piedra...
Salud y gracias por el comentario