Manuel de la Peña |
Uno de esos profesionales fue Manuel de la Peña (1932-2008) el arquitecto de Madrid que llegó a Las Palmas como director de Vivienda y que realizó para la familia condal el poblado de San Fernando y la iglesia. Obras suyas también fueron el Club Náutico, el edificio de Viajes Insular, junto a la piscina Julio Navarro y otros. Pero una nota constante en su actividad fue el estudio de la arquitectura local (aprovechamiento de la luz, el calor… Lo que hoy modernamente llamamos arquitectura bioclimática o integración en el paisaje…) y la colaboración de artistas en sus proyectos (Manolo Millares, Manrique, Chirino, Dámaso, Giraldo…)
Aprovecho estas fechas para dejar en estas páginas el que sería su ‘testamento’, principios, doctrina, visión o propuesta de ordenación territorial para el ocio. El documento que publico –creo que inédito- es su ponencia ante la I Asamblea Provincial de Municipios Turísticos (1964). Titulada ‘Gestión urbanística con fines turísticos’, creo que puede dar una perspectiva de las intenciones de aquellos momentos, muy alejada de lo que supuso el éxito que desbordó las previsiones y más próxima a quienes ahora critican que no hubiera una idea sostenible para nuestro destino turístico.
GENERALIDADES
Ciudad turística. ¿A qué se puede denominar ciudad turística?
Al hablar de una ciudad turística se piensa en Salou, Benidorm, Torremolinos o Puerto de la Cruz. Sin embargo, ¿es Madrid una ciudad turística? ¿Lo es París? ¿Y por qué no Bruselas? ¿O por qué no también ese pueblecito perdido en el interior con sus ‘famosas’ ruinas del siglo XV?
Bajo el punto de vista urbanístico llamaremos ciudad turística a aquella con un porcentaje determinado de camas, respecto a su capacidad total, destinado a personas que hacen turismo en el sentido estricto de la palabra, es decir, en viaje de placer o descanso.
- Madrid, según esto, es una ciudad turística para provincianos, pero no en el porcentaje que comúnmente se cita, pues los motivos de sus estancias son corrientemente burocráticos.
- Bruselas no es una ciudad turística, sino una ciudad política o económica.
- París es una ciudad turística sobre todo para los norteamericanos.
- Manacor, en Mallorca, no es una ciudad turística a pesar de que diariamente recibe a miles de personas que van a visitar las Cuevas del Drach y a comprar perlas, pero que regresan para pernoctar en Palma o Formentor.
Ciudades y pueblos como Arucas, Tejeda, Fataga, etc., pueden igualmente recibir grandes beneficios del turismo, pero los elementos de su desarrollo han de tener un estudio diferente de los que requiere los originados por los problemas de alojamiento en las ciudades propiamente turísticas.
Aquellos pueblos y ciudades han de resolver inicialmente el problema de las comunicaciones y, a continuación cuidar aquellos aspectos del contorno que podríamos llamar escenográficos –arquitectura, monumentos y paisajes-. Es de fundamental importancia la construcción de miradores y restaurantes situados en los puntos paisajísticos más interesantes.
En todo caso, y si la importancia de los atractivos de la zona demandan una visita de más de un día, puede pensarse en la construcción de paradores para un número determinado de camas.
Elementos constitutivos de una ciudad turística
El urbanista Elio Galeotti llama inventario turístico de una zona al binomio mar + sol.
En Canarias, con nuestro clima y nuestro sol no se puede pensar en otras zonas turísticas que en las costeras y soleadas.
Por otra parte, el mencionado arquitecto establece la categoría del lugar turístico de una manera casi matemática, de acuerdo con la capacidad receptiva de bañistas.
Las costas con capacidad receptiva por antonomasia son las playas; de modo que se puede establecer la siguiente ecuación: zona turística igual a playa. Naturalmente la playa puede sustituirse por un foco natural de concentración de otra índole (estaciones de invierno), o bien artificial (piscinas naturales, acondicionamiento de costas con espigones, etc).
Estamos asistiendo efectivamente a la creación de nuevos centros turísticos a partir de una playa de acuerdo con el siguiente proceso: la playa atrae a la gente del país, creándose de un modo rudimentario las primeras instalaciones receptoras (restaurantes, balnearios y viviendas de temporada). A continuación viene un turismo de tipo más bien económico que se instala al socaire de estas instalaciones y que contribuye a la promoción de nuevas construcciones. Posteriormente acude el turismo de más categoría, a quien igualmente atrae los centros con animación y vida, pero para servirse de ellas en las dosis que le apetezca. Para ello decide instalarse en hoteles y acaba, por comodidad, bañándose en la piscina del mismo.
O sea, podemos resumir hasta el momento diciendo:
- Inventario turístico de una zona es igual a sol + playa
- El turismo se instala en la costa y viaja hacia el interior.
- El turista se baña en piscinas, pero en un sitio en que haya playa.
URBANIZACIÓN DE CENTROS TURÍSTICOS
Distingamos en nuestro estudio las dos facetas fundamentales del mismo: creación de nuevos centros turísticos y acondicionamiento turístico de ciudades existentes. Empezaremos definiendo los elementos fundamentales de una ciudad turística nueva, para luego ver las posibilidades de adaptación de núcleos urbanos existentes a las exigencias de las necesidades turísticas, haciendo por último un análisis concreto para la ciudad de Las Palmas.
Creación de centros turísticos
Sin entrar en las diferentes variaciones y posibilidades sobre el tema, que nos llevará a estudios de mayor envergadura, enumeraremos los elementos fundamentales en la creación de nuevos centros turísticos:
- La zona turística se crea insustituiblemente a partir de una autopista. Es deseable la creación de una calle de servicio, si así lo demanda la intensidad del tráfico. De ella nacen las vías de penetración en forma de peine, hacia la costa.
- Elemento fundamental y frecuentemente olvidado en los planteamientos turísticos es una franja verde junto a la playa, donde haya que asentar las instalaciones públicas: aparcamientos, balnearios y restaurantes.
- Cercano a la costa de mayor receptividad de bañistas, instalar los núcleos de apartamentos.
- Entre ellos, aprovechando la topografía y el pintoresquismo de los lugares y, particularmente en las zonas de costa menos receptivas, situar los hoteles y grandes villas, adecuando las zonas deportivas y de esparcimiento de gran atractivo paisajístico (parques, jardines, piscinas naturales, acondicionamiento de calas, pequeños embarcaderos, etc.), con lo que se llega a un aprovechamiento exhaustivo y ordenado de los recursos naturales de la zona.
- Centros de diversión.
- Zonas verdes.
Franja verde costera y zonas verdes.- El turista atosigado por el ritmo de la vida moderna y la densidad aplastante de las grandes ciudades, de las que proviene, desea primordialmente ponerse en contacto con la naturaleza. La mayor preocupación del urbanista ha de ser pues no desvirtuar el paisaje, y primordialmente no alterarlo, sino en lo imprescindible en la franja costera, creando para ello un filtro verde entre la playa y las obligadas construcciones de las concentraciones turísticas.
Por la misma razón, por todos los tratadistas se estipula en 100 habitantes por hectárea la densidad deseable en las zonas turísticas. Haciendo compatible ello con la idea de la creación de centros con vida, aparece como solución deseable la creación de pequeñas concentraciones (1000 a 3000 habitantes) intercaladas entre grandes masas verdes que se unen a la franja costera, lográndose así una unidad verde desde la autopista hasta la playa.
Núcleos urbanos y centros de diversión.- Debe comenzarse la creación de los centros turísticos por la construcción de apartamentos y villas, que corrientemente, al ser adquiridas por extranjeros ‘fijan’ al turismo, ya que el comprador viene periódicamente y arrastra a familiares y amigos. Debe, pues, abordarse la construcción de los grandes hoteles, que constituyen inversiones considerables, después de la creación de un núcleo de turismo de ocupación garantizada y a salvo, por consiguiente, de los posibles movimientos, motivados por las modas, de las masas turísticas a otras zonas de interés. Ejemplo acertado de esa política la tenemos en el nacimiento y desarrollo de la Costa del Sol. Se estima además adecuado que la capacidad de los hoteles llegue a constituir el 50% de la totalidad de la zona.
Los pequeños núcleos urbanos se desarrollarán alrededor de una plaza o centro cívico comercial concebido como un gran salón al aire libre. Estos pequeños centros se complementan con la creación de un gran centro cívico-comercial, donde además se sitúan: mercados, centros sanitarios, ayuntamientos, policía, bomberos, etc., y los centros de diversiones. Expliquemos su ontología.
Es axiomático que, al caer la tarde el turista odia el mar: ha cambiado su brillo por un melancólico gris plomo. Instintivamente el individuo se sitúa de espaldas a él, sentándose en la gran plaza y, posteriormente, se dirige a los centros de diversión. Teniendo en cuenta que al visitante en su afán de novedad, y ayudado por el automóvil, le gusta realizar un auténtico peregrinaje nocturno por los centros de diversión, parece lo más adecuado situarlos a lo largo de la calle de servicio donde además no molestan sus ruidos a los núcleos de descanso.
Adaptación de núcleos urbanos
Teniendo en cuenta el lugar preeminente que ocupa el turismo en el desarrollo económico de España, así como el beneficioso acercamiento entre los pueblos que origina, en esta época de imprescindible ecumenismo, en aquellos territorios con porvenir turístico, se ha de intervenir no con mentalidad puramente urbana, sino de manera adecuada a la satisfacción de las exigencias fisiológicas y psicológicas del visitante.
Es pues misión de las autoridades y técnicos no coartar la vocación turística de las ciudades, aunando esfuerzos para dar solución a los complejos problemas que se oponen a un adecuado y armónico desarrollo, promoviendo de una manera decidida sus soluciones, ya que los errores o excesos cometidos se patentizarán en este terreno de una manera rapidísima, arruinando el porvenir de la zona o inutilizando el esfuerzo y las inversiones efectuadas hasta entonces.
En este punto, De la Peña describe a grandes rasgos varios tipos de núcleos turísticos, según su relación con la zona costera: El caso de los municipios cuyo caso se encuentra alejado de la costa; el caso de Las Palmas de Gran Canaria y el caso de ciudades asentadas sobre la costa, que es el que nos interesa:
Ciudades asentadas sobre la costa
Las directrices fundamentales de la actuación urbanística consistirán en:
- Trazado decidido y generoso de la red de viales principales mediante la expropiación si fuera preciso para la adaptación de la ciudad a los fines turísticos.
- Limitar la densidad de habitantes por hectárea, particularmente en las zonas de las nuevas construcciones costeras, donde deben desarrollarse desde su raíz las premisas fundamentales de las ciudades turísticas.
- Efectuar una política decidida de creación de zonas verdes, concebidas como fajas continuas que, arrancando del corazón de la antigua ciudad, se vinculen a las de los nuevos núcleos.
- Esta continuidad se consigue apoyando los parques existentes y los nuevos a crear en las zonas verdes marginales de los nuevos trazados de viales, siguiendo el sistema de los ‘parkways’ estadounidenses. Además, en dichas zonas marginales pueden desarrollarse las diversas teorías de creación de aparcamientos (gravísimo problema vinculado siempre al desarrollo turístico de una ciudad) consiguiéndose hacer menos gravoso el trazado de estos viales con la aplicación de tasas de aparcamiento.
- El principio de la creación de ‘parkways’ se ha utilizado –creemos que con acierto- en el nuevo plan urbano de Arrecife.
- Poner en práctica una decidida protección a todo lo que represente una característica propia, muy principalmente en lo que respecta a la arquitectura tradicional y popular. El turista busca ansiosamente el ambiente de esas calles y plazas ‘típicas’ con su raigambre en el elemento histórico y ancestral del país, con su carácter de cosa auténtica y no prefabricada. Le proporcionan el necesario contrapunto a las obligadas construcciones nuevas y estandarizadas y sin el cual se encontrará psicológicamente perdido.
- Estudiar concienzudamente y sin concesiones la nueva situación de aquellas industrias denominadas nocivas, molestas e insalubres, o similares.
Conclusiones
- Que por las Comisiones Provinciales de Urbanismo se exija la adecuación estricta de los proyectos de nuevas urbanizaciones a los principios de las ciudades turísticas.
- Que por los ayuntamientos correspondientes se vele por el celoso cumplimiento de los proyectos urbanísticos aprobados.
- Que en aquellos territorios con vocación turística, las autoridades intervengan no con mentalidad puramente urbana, sino de manera adecuada a satisfacer las necesidades psicofisiológicas del visitante, aunando esfuerzos para dar solución a los complejos problemas que se oponen a un armónico desarrollo turístico ya que los errores o excesos arruinan rápidamente el porvenir de las zonas turísticas e inutilizan el esfuerzo e inversiones efectuadas hasta entonces.
- Que, por tanto, en aquellas ciudades en que se produzca el fenómeno turístico, se promueva por el Ayuntamiento una revisión de las Ordenanzas y del Plan Urbano, a fin de la adaptación del municipio a las nuevas exigencias.
- Que, como consecuencia de lo anterior, se adecue las necesidades de edificación acercándola en lo posible a las reputadas como deseables para las ciudades turísticas, posponiendo cualquier otra consideración.
- Que consiguientemente se ponga en práctica una política decidida y eficaz de creación de zonas verdes y aparcamientos en las zonas de la ciudad de mayor receptividad turística, recurriendo a la junta de expropiación cuantas veces fuera necesario.
- Que el trazado de la red de viales se realice pensando en el futuro turístico de la zona, alejando el tráfico rápido y pesado de las zonas de la ciudad de mayor receptividad de visitantes.
- Que se promueva una revisión de la situación y comunicaciones de aquellas industrias consideradas como molestas, a fin de que no interfieran y malogren el porvenir turístico de la zona o territorio.
- Que se efectúe por los ayuntamientos una política eficaz y concertada, promoviendo los estudios y recabando la ayuda técnica que fuera necesaria, en orden a la conservación de la arquitectura tradicional y popular; política que incluye igualmente la no alteración, con grandes edificios fuera de escala, del carácter de plazas y espacios urbanos logrados, aunque no tuvieran interés histórico.
- Que, por la Mancomunidad de Cabildos y por la Comisión Provincial de Urbanismo, se realice un estudio conjunto del trazado de carreteras y de la ubicación de miradores y restaurantes a fin de aprovechar adecuadamente el potencial turístico del interior.
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