Postal del poblado troglodita de La Atalaya, allá por 1960 |
Hace unas semanas fui invitado a participar en la primera reunión (tagoror) de responsables de empleo de los municipios de Gran Canaria, gracias al interés del responsable (consejero) del área en el Cabildo Insular, Matías Campos, con quien he departido en numerosas ocasiones en torno a los problemas que aquejan a esta isla y, por ende, al conjunto del Archipiélago, dado que cualquier problema que tiene lugar en una de las Islas repercute en el resto, en especial en aquellas más pobladas como es el caso.
Llamó la atención a los asistentes el que se les convocara por primera vez para hacer una apuesta en común para intentar buscar salidas a los problemas de empleo que cada uno padece en su entorno municipal y que consideraban que tendrían que afrontar en solitario. Más llamativo fue el hecho de que uno de los presentes recordó que el Cabildo había creado un Consejo Insular de Empleo, lo creó hace años pero de él nunca se supo.
También coincidieron los presentes en la necesidad de cambiar las ‘politicas’ de empleo, normas que encorsetan las posibilidades de solucionar los problemas que padecen y que pasarían por solucionar los problemas reales, no los que se han establecido desde hace años y desde Madrid, convirtiendo a los ayuntamientos y cabildo en meros ventanilleros de la contratación de los parados con perfiles que nada tienen que ver con la situación que se padece en estos momentos, y que ni generan empleo ni son productivos.
Dicho esto, mi intervención tuvo que ver con la necesidad de retomar una consigna, una campaña, un objetivo que no es nuevo. Ya se encargó Néstor Martín Fernández de la Torre hace ochenta años de lanzar un discurso similar (‘Habla Néstor’, 1939), pero nuestra sociedad olvida rápidamente aquellos pioneros y visionarios que hicieron posible el milagro del éxito económico de esta isla. Un éxito medible en crecimiento económico, en número de turistas, mejoras de infraestructuras, número de alojamientos y establecimientos comerciales. Aunque también supuso la puesta en el mercado de los espacios de mayor calidad de nuestro territorio.
El crecimiento del empleo y la población en la isla es fruto de ese éxito, como lo fue la creación de pequeños equipamientos (Pueblo Canario, Parador de Tejeda, Casa del Turista...) junto a un clima, paisaje y paisanaje que completaban el círculo de atracción para los nórdicos que nos visitaban. También tuvo que ver el cambio drástico que supuso la aparición de los aviones a reacción y el boom de los vuelos charter, lo que provocaría un salto cuantitativo y cualitativo en el tipo de turista que se desplazaba a Gran Canaria.
Pero, además del clima y el sol y playa ¿qué llamaba la atención del turista?: Sólo hay que ver las postales, fotos y publicaciones de hace un siglo para comprobar que el turista llegaba a una sociedad profundamente subdesarrollada, troglodítica, donde podía encontrar familias con vestimenta singular que habitaban en cuevas y fabricaban su propia loza con barro. En el entorno, un paisaje espectacular (desolado por la deforestación descontrolada durante siglos) y unas tradiciones edulcoradas de la mano de Néstor y sus seguidores.
Ante esta situación (introducción) les planteé mis argumentos para ‘tematizar’ Gran Canaria a través de nuevas políticas de empleo y de una visión transversal de las políticas que se lleven a cabo, tanto en el ámbito local como insular y regional.
Entre esos objetivos estaría:
- La apuesta por nuevos (y no tan nuevos, pero si re-creados) productos turísticos
- La dinamización de cascos históricos
- La elaboración de los inventarios de recursos turísticos
- La promoción adecuada y profesional de estos recursos
La idea es sencilla: que los planes de empleo sirvan para crear empresas, no para sacar del paro temporalmente a grupos que permanentemente son beneficiarios de esos fondos (y bien que lo saben).
Y, a todo esto, la pregunta del millón. Si esto ya se ha venido haciendo ¿por qué se ha fracasado? Pues está claro. La clase política se ha considerado durante los pocos años de democracia en posesión de la verdad absoluta y del presupuesto absoluto. Se han rodeado de afines, de mayor o menor valía, y han rehusado contar con la sociedad civil.
No doy más detalle de lo presentado porque me ha costado muchos años de estudio, mucho recorrido por la isla, mucho análisis de los estímulos y expectativas del turista, y porque lo explicaré cuando vaya a hablar de mi libro (que espero terminar -al menos uno de ellos- antes de que acabe el mundo el año próximo).
¿qué llamaba la atención del turista? ¿Y de los otros visitantes, los científicos, geólogos, ingenieros, escritores, etc. que tanto escribieron en sus informes, libros, escritos.? lo siguiente: nuestro patrimonio hidráulico, único, grandioso, espectacular. Y el oro liquido lo cambio todo, fincas, casas, carreteras, asentamientos. Ni te imaginas cuantas carreteras por las que pasas eran los caminos de servicio para la construcción de las presas. Y luego llego el turismo. Saludos. JG
ResponderEliminarAsí es, jaime, otro de los productos a desarrollar es el agua: captación, almacenamiento, distribución, reutilización... Toda una cultura con elementos autóctonos. Y hay otros productos que desarrollar. Saludos
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